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Actualidad africana
Un feminismo combativo y panafricanista confronta las violencias machistas en el continente
La celebración del 25 de noviembre y la movilización para la eliminación de la violencia basada en el género es una buena oportunidad para acercarse a las múltiples caras de los movimientos feministas africanos. Unos colectivos que hunden sus raíces en una profunda y sólida tradición de lucha (a pesar de los estereotipos), pero que además en los últimos años han desplegado nuevas maneras de actuación y discursos y posiciones innovadores. Aprovechamos para consagrar este sumario de actualidad africana a algunos de las piezas que forman parte del puzzle de la lucha feminista en el continente.
Contra las masculinidades tóxicas
El mes de noviembre ha sido turbulento en Senegal para la lucha de los colectivos feministas contra las violencias basadas en el género. Seguramente, la coincidencia de varios episodios ha hecho que la realidad fuese más dolorosa y, ante esa situación, esos colectivos han apretado los puños y han sostenido con fuerza su denuncia. La última de las piezas ha sido la aparición de un grupo de Facebook “Hommes choc”, en el que se compartían ampliamente mensajes, no ya ofensivos, sino incluso publicaciones que promovían diferentes formas de violencia basada en el género y especialmente la violación. Además exotizaban el sexo con mujeres albinas o que tenían algún tipo de discapacidad, haciendo de situaciones de vulnerabilidad un elemento de excitación sexual. Esos han sido los mensajes que más han trascendido y que han consolidado un escándalo que ha provocado un acalorado debate en las redes sociales y ha llamado la atención de los medios convencionales.
A falta de otros datos más sistematizados, los grupos feministas senegaleses documentan al menos diez mujeres asesinadas a manos de sus parejas durante este año, señalando la intensificación de la violencia
El que ya ha trascendido como escándalo de “Hommes choc” fue fundamentalmente denunciado por la asociación Colectivo de las feministas de Senegal, que llamaron la atención sobre la actividad de este espacio a principios de mes. En las últimas semanas de octubre, varios grupos feministas del país habían intentado colocar en la agenda mediática la denuncia contra el feminicidio, que se cronificaba en Senegal. A falta de otros datos más sistematizados, los grupos feministas documentaban al menos diez mujeres asesinadas a manos de sus parejas durante este año, pero insistían en la intensificación de la violencia. Apenas en una semana, a partir del 18 de octubre, una joven de 19 años fue asesinada de un disparo por pedir el divorcio; una adolescente de 17 años fue secuestrada, violada, ejecutada y su cuerpo fue abandonado; un hombre intentó desollar a su mujer que reclamaba la separación y otro intentó degollar a su esposa porque no quería volver al domicilio familiar. Las mujeres se confesaban asustadas y advertían que sus cuerpos eran cada vez menos respetados y sus vidas cada vez menos valoradas.
Apenas una semana después del escándalo de “Hommes choc”, se inauguraba en Dakar, la capital del país, la segunda conferencia sobre masculinidad positiva organizada por la Unión Africana. No solo eso, sino que en ese encuentro, el presidente senegalés, Macky Sall, que no se había pronunciado sobre la denuncia del colectivo de feministas, fue reconocido como el campeón de la masculinidad positiva. Todas esas circunstancias han acabado de exasperar a las feministas senegalesas que han visto cómo se intensifica la violencia contra las mujeres, mientras se expanden los discursos que banalizan, cuando no animan, diferentes formas de ataques y no perciben una voluntad política decidida por atajar esa dinámica de atropello de las mujeres.
Colectivos fuera de serie
En los últimos tiempos, las energías feministas se han materializado en el continente africano tomando formas inéditas. En torno a la lucha feminista se han construido alianzas y colectivos que han cambiado las lógicas del asociacionismo. En el mapa de los colectivos feministas del continente africano, aparecen grupos y organizaciones que se han reunido de manera heterodoxa y que desarrollan sus actividades con una importante dosis de innovación.
El Nala Feminist Collective está formado por activistas de todos los rincones del continente, que consideran la comunicación como fundamental y aportan una mirada transnacional a su lucha, que es, eminentemente, panafricanista
Las protestas de #EndSARS que sacudieron Nigeria hace ahora dos años provocaron una considerable convulsión en la sociedad civil del país, con la aparición de un buen número de nuevos colectivos y actores, nuevas formas de movilización e incluso reivindicaciones novedosas. Una de aquellas piezas emergentes fue la Feminist Coalition. Se trataba de un grupo de mujeres exitosas en sus ámbitos que daban un claro paso al frente, que dominaban las herramientas que les daban visibilidad, las que les ayudaban a transmitir su discurso y a colocar en mejor posición sus narrativas. Una de sus primeras acciones fue promover una recogida de fondos para la caja de resistencia de la protesta y resultó un éxito incuestionable. Aliades em movimento, también pretende promover una renovación en este espacio de activismo en Mozambique, donde las organizaciones de mujeres tiene una larga tradición y una amplia implantación.
Nala Feminist Collective es otro de esos grupos configurados en los últimos tiempos. A pesar de que sus contactos se iniciaron hace tiempo, hace apenas tres meses que realizaron su primera “cumbre”. El Nala Feminist Collective está formado por activistas de todos los rincones del continente, con largas trayectorias y con perfiles marcados por la innovación. De la misma manera, para Nala la comunicación es fundamental y aportan una mirada transnacional a su lucha, que es, eminentemente, panafricanista. Las activistas que forman el consejo asesor de Nala están construyendo una sólida agenda de incidencia en diferentes ámbitos y construyendo una rampa de lanzamiento para muchas otras activistas que van a continuar construyendo su prestigio, como ya ha estado ocurriendo en el contexto de la COP 27.
Ganar el discurso
Los esfuerzos de algunas de las corrientes más innovadoras de los feminismos en África pasan por ganar el discurso, por combatir los espacios de difusión en los que se crea significado y que, a menudo, han estado vetados a la lucha feminista. Las activistas son conscientes de que muchos de los obstáculos sociales y culturales tienen que ver, en realidad, con la capacidad para imponer ciertas narrativas y, por eso, una de las preocupaciones, aunque no la única, ha sido derribar los obstáculos para colocar la agenda feminista y el abordaje feminista de los problemas en el centro. Así ha sido como en los últimos tiempos se han visto florecer proyectos y colectivos que fían una buena parte de su actividad a la comunicación con un considerable impacto.
GenderTalk211, que desde Sudán del Sur ha desplegado herramientas digitales para abordar el debate sobre la cultura de la violación, los matrimonios precoces o los embarazos adolescentes
Es, por ejemplo, el caso de GenderTalk211, que desde Sudán del Sur ha desplegado una estructura de canales y de herramientas digitales para hablar de cuestiones poco habituales en la sociedad sursudanesa. Las impulsoras de esta iniciativa han provocado y alimentando el debate sobre la cultura de la violación, los matrimonios precoces o los embarazos adolescentes, pero también sobre el placer sexual femenino o cuestiones relacionadas con la moda, sin obviar temas como la menstruación y sus consecuencias. En GenderTalk211, han intentado rebajar el estigma sobre la salud mental y promover una masculinidad positiva.
Otro ejemplo es el del portal African Feminist, que cada vez más se está consolidando como uno de los espacios de expresión más irreverente y desacomplejado, lo que permite amplificar la voz de activistas poco ortodoxas y abrir algunas brechas con denuncias radicales que sientan las bases de reivindicaciones atrevidas y transformadoras.
Nuevas viejas formas de violencia
El entorno digital y las redes sociales han sido fundamentales para multiplicar los espacios en los que se están desplegando estos feminismos innovadores en África. Sin embargo, también se han convertido en un ámbito al que se han trasladado las viejas dinámicas de violencia, que se han desvelado como especialmente inamovibles y perseverantes. Lo cierto es que el acoso, las amenazas, los insultos y las violencias, en general, en línea contra las mujeres tiene poco de novedoso y se han mostrado incapaces de ofrecer originalidad.
Responden, como lo han hecho siempre, al temor de que las voces femeninas puedan ser escuchadas. Las mujeres con discursos políticos, las que defienden propuestas transformadoras y, en general, las mujeres periodistas o activistas con perfiles públicos altos son el principal objetivo de estas formas de violencia digitales. Colectivos como el ugandés Pollicy han estudiado, desde varias perspectivas, el impacto de estas violencias, en el entorno laboral, en el activismo o en uso lúdico, e incluso, en política y también sus consecuencias que de una manera generalizada puede suponer la imposición de los discursos machistas, pero también el silenciamiento de las usuarias afectadas por su propia seguridad, con la pérdida social que esa situación lleva aparejada. Por eso, las investigaciones se complementan con la búsqueda de mecanismos de defensa.
La vanguardia en las calles
Coincidiendo con las diversas celebraciones de este 25 de noviembre, es habitual que las campañas comunicativas en medios convencionales y, sobre todo, en las redes sociales, vayan acompañadas de manifestaciones públicas en las calles. Por ello, es una buena excusa para recordar que las mujeres se han situado tradicionalmente a la vanguardia de las luchas transformadoras en África. La historia desde las lejanas oposiciones a la colonización es prolífica en los casos de mujeres que han liderado revueltas y resistencias. Ese fenómeno no ha desaparecido del continente en los episodios más recientes. Desde las “revueltas de los cucharones” que encabezaron algunas de las movilizaciones que después desencadenaron la caída de Blaise Compaoré en Burkina Faso en 2014, hasta las imágenes icónicas de las kandakas que se convirtieron en símbolo del levantamiento popular sudanés que depuso a Omar al-Bashir. Las mujeres fueron fundamentales en la movilización nigeriana contra la brutalidad policial en 2020 y siguen siendo claves en la resistencia al poder militar que dura ya un año en Sudán.