Actualidad africana
La violencia conquista espacios y trae malas noticias, pero algunas esperanzas se resisten a diluirse

La violencia extremista hace tambalearse al gobierno de Burkina Faso, a la vez que una espiral de ataques se desencadena en Uganda. Al mismo tiempo, los y las sudanesas siguen defendiendo sus conquistas democráticas en la calle, sin desfallecer, y en Nigeria las pruebas dan la razón a la sociedad civil que había denunciado que el ejército disolvió sus manifestaciones con fuego real.
Atentado Suicida Kampala 2
Terroristas suicidas han matado al menos a tres personas en Kampala, capital de Uganda.
19 nov 2021 06:00

Los análisis de la nueva geopolítica africana no paran de señalar la violencia y el extremismo como una de las amenazas más severas para el continente, a menudo sin preguntarse por qué esa hidra se extiende con tanta facilidad. El próximo escenario podría ser Uganda donde se vislumbra una espiral de ataque en un caldo de cultivo marcado por las desigualdades, los intereses y la manipulación de la religión y la pertenencia étnica. La cara opuesta de este fenómeno es la tozudez de sociedades civiles como las de Sudán o Nigeria que a pesar del maltrato de las autoridades se mantienen firmes en sus objetivos de cambio y de construcción social.

Violencia y confusión en la capital ugandesa

Minutos después de las 10 de la mañana (hora local), dos explosiones simultáneas provocaron el pánico el martes en Kampala, la capital de Uganda. Las dos deflagraciones se producían en lugares relativamente céntricos y, sobre todo, muy estratégicos. La primera bomba estalló junto a la comisaría central de policía; la segunda, tres minutos después, cerca del Parlamento, que en ese momento se encontraba celebrando una sesión. Las cámaras de videovigilancia, numerosas en el entorno de los edificios clave, permitieron a los portavoces oficiales avanzar poco después de los incidentes que se había tratado de dos atentados suicidas. Aunque esa información no impidió los primeros momentos de caos, en los que se produjeron otras alertas sobre artefactos sospechosos (que resultaron no ser bombas) y una oleada de ciudadanos abandonando precipitadamente la ciudad.

Los ataques dejaron en un primer momento seis muertos, según las cifras ofrecidas por las autoridades, de los cuales cuatro serían presuntos asaltantes, y una treintena de heridos. Aunque se temía que el número de fallecidos aumentase debido a la gravedad de las lesiones de al menos cinco de las víctimas. Las mismas fuentes policiales oficiales aseguraron haber evitado una tercera explosión y haber abatido a su presunto responsable, que sería uno de los cuatro atacantes muertos, del que el propio presidente Yoweri Museveni aseguró que antes de morir había proporcionado “buena información”.

Uno de los aspectos más preocupantes del atentado del martes en Kampala es que coloca a Uganda como uno de los escenarios de la violencia extremista, en la medida en la que se atribuye el ataque a miembros de la Allied Democratic Forces (ADF) uno de los grupos armados que los países de la región han utilizado a menudo para desestabilizar a sus vecinos

Uno de los aspectos más preocupantes del atentado es que coloca a Uganda como uno de los escenarios de la violencia extremista, en la medida en la que se atribuye el ataque a miembros de la Allied Democratic Forces (ADF) (Alianza de Fuerzas Democráticas). La ADF actúa desde hace más de un cuarto de siglo en la compleja zona fronteriza entre el este de la República Democrática del Congo y Uganda y es uno de los grupos armados, resultado de las conspiraciones y la financiación de milicias que los países de la región han utilizado a menudo para desestabilizar a sus vecinos. Sin embargo, a partir de 2019, Estado Islámico comenzó a referirse a la ADF como su “Provincia de África Central” o ISCAP y, de hecho, el Departamento de Estado de Estados Unidos se refiere a este grupo como “Estado Islámico de Irak y Siria - República Democrática del Congo”, desde marzo de este año.

El gobierno ugandés atribuye a la ADF varias acciones recientes, entre ellas dos atentados con artefactos caseros el mes pasado en un autobús cerca de Kampala y en un restaurante, y otro más que no llegó a explotar en agosto durante el funeral de un importante militar ugandés y el tiroteo contra el general Katumba Wamala, uno de los más próximos colaboradores de Museveni y máximos responsables de la seguridad del Estado, que acabó con la vida de su hija. Toda esta secuencia dibuja una espiral de violencia en la propia capital ugandesa, más allá de las montañas donde el grupo tiene su base. Esta situación ha puesto en alerta a algunos de los países vecinos como Kenia y Tanzania, ante la sospecha de que la violencia pueda afectarles.

El presidente Museveni reaccionó con una considerable violencia verbal hablado de los presuntos autores de los atentados como “verdaderos cerdos”, insistiendo en que la capacidad de lucha contra el crimen en Uganda ha mejorado mucho y concluyendo con una advertencia amenazadora: “Los terroristas nos han invitado y vamos a por ellos”; en un mensaje ilustrado con una foto suya en uniforme militar y haciendo el saludo castrense.

Casi un mes de resistencia popular al golpe militar en Sudán

El fin de semana pasado volvieron a reproducirse las manifestaciones masivas de rechazo al Golpe de Estado militar en las principales ciudades de Sudán, con lo que, a estas alturas la resistencia popular a la toma del poder por parte del gobierno está a punto de alcanzar un mes de duración. Durante este proceso de contestación se han ido lanzando diferentes convocatorias unitarias de movilización para visibilizar claramente la posición de la sociedad civil sudanesa.

A pesar de que las marchas organizadas han sido masivas y que en algunos casos han estado secundadas en las ciudades de prácticamente todas las regiones del país, el general Al-Burhan, la cara más visible del golpe, ha hecho oídos sordos a las reclamaciones de la ciudadanía y ha continuado con la construcción de las estructuras de su gobierno. A pesar de que ha tratado de defender públicamente que no continuará tras la transición y que está decidido a entregar el poder a los civiles, el hecho es que su último movimiento ha sido la autoproclamación como presidente del nuevo gobierno, que recibe el nombre de Consejo de Soberanía, en el que ha colocado como segundo a Mohamed Hamdan Dogolo, más conocido como “Hemditi”, uno de los personajes más controvertidos del ejército sudanés al que se atribuye una responsabilidad clave en las atrocidades cometidas en Darfur y que es el responsable de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés), brazo ejecutor de la represión más dura del gobierno contra los manifestantes.

A pesar de que Internet está bloqueado en Sudán desde el mismo día del Golpe de Estado, las redes continúan difundiendo las informaciones de los participantes en las movilizaciones, pero también las imágenes de la represión que se concretan en los ataques con fuego real de miembros del ejército sobre los manifestantes

Mientras, la ciudadanía da muestras de firmeza con la organización de los conocidos como comités de resistencia de los barrios que se han convertido en las estructuras que coordinan las movilizaciones. A pesar de que Internet está bloqueado en Sudán desde el mismo día del Golpe de Estado, las redes continúan difundiendo las informaciones de los participantes en las movilizaciones, pero también las imágenes de la represión que se concretan en los ataques con fuego real de miembros del ejército sobre las manifestaciones. El Comité Central de Médicos Sudaneses (CCSD, por sus siglas en inglés), elevaba a 26 el número de manifestantes asesinados, desde el inicio de la resistencia hasta las últimas protestas el pasado miércoles.

Las sombra de la inestabilidad planea sobre Burkina Faso

La violencia extremista está poniendo contra las cuerdas al presidente burkinés, Roch Marc Christian Kaboré. El goteo constante de ataques en diferentes puntos del país se está haciendo insostenible y si el continuo aumento de víctimas erosiona la moral de la población burkinesa, la muerte de militares en los choques contra los grupos armados, coloca al presidente cada vez en una situación más precaria. Desde la llegada al poder de Kaboré hace ahora cinco años, como consecuencia de las primeras elecciones democráticas organizadas tras la salida del país de Blaise Compaoré, la cuestión de la seguridad ha sido una de las debilidades de su gobierno. Eso no impidió, sin embargo, que el año pasado fuese reelegido. En todo caso, el clima social demuestra cómo ese goteo constante de ataques tanto a la población civil como a los militares en diversas regiones está deteriorando su imagen y debilitando sus apoyos.

Esta misma semana, después de una secuencia de ataques, se han producido manifestaciones tanto en la capital, Ouagadougou, como en las principales ciudades, entre ellas Bobo Diulasso. El desencadenante ha sido el asalto a la gendarmería de Inata, en la provincia de Soum, situada al norte del país, ocurrido el pasado domingo. Las cifras oficiales hablan de 32 asesinados, entre agentes y civiles. Diferentes colectivos han salido a las calles para reclamar a Kaboré que reconozca su fracaso y dimita. Aunque los escenarios y las particularidades de cada país son diferentes, no se puede obviar que situaciones parecidas se han producido en otro momentos en algunos países de la región, como Mali, y han sido el caldo de cultivo de golpes militares.

Balas contra la denuncia de brutalidad policial en Nigeria

Hace poco más de un año, una larga movilización en Nigeria concluía con un episodio de represión cubierto por las dudas. La movilización de #EndSARS, que había empezado denunciado la brutalidad policial y había continuado reclamando una transformación profunda de las instituciones del Estado, se encontró bloqueando el peaje de Lekki, una de las principales entradas a la ciudad de Lagos, la principal urbe del país. Durante varios días, los y las manifestantes cerraron este acceso, hasta que la noche del 20 de octubre de 2020, fueron violentamente dispersados.

“En el peaje de Lekki, los oficiales del ejército nigeriano dispararon, hirieron y mataron a manifestantes desarmados e indefensos, sin provocación ni justificación, mientras ondeaban la bandera nigeriana y cantaban el himno nacional”

Ahora, se ha filtrado el informe de conclusiones de la comisión independiente “Judicial Panel of Inquiry and Restitution at the Lagos Court of Arbitration”. Y los resultados son demoledores. “En el peaje de Lekki, los oficiales del ejército nigeriano dispararon, hirieron y mataron a manifestantes desarmados e indefensos, sin provocación ni justificación, mientras ondeaban la bandera nigeriana y cantaban el himno nacional, y la forma de agredirlos y matarlos podría describirse en su contexto como una masacre”, dice una de las conclusiones más lapidarias. El resto de la reconstrucción de los hechos contempla que la policía nigeriana también se desplegó en la zona y también disparó fuego real, además de golpear a los manifestantes.

Además el panel judicial independiente ha llegado a la conclusión de que las autoridades de seguridad han intentado entorpecer la investigación, primero no enviando oficiales a la zona que después pudiesen ser responsabilizados, después retirando algunos de los cadáveres de participantes en la protesta asesinados y limpiando la zona del tiroteo para deshacerse de las pruebas, o manipulando las imágenes de las cámaras de seguridad. A partir de la filtración de este informe de conclusiones han empezado a desplegarse las reacciones, desde las organizaciones de la sociedad civil que exigen medidas inmediatas, hasta el descontento de los mandos militares, pasando por las quejas sobre la filtración. Pero el gobierno todavía no se ha pronunciado oficialmente.

Esfuerzos para frenar el desastre en Etiopía

Etiopía ha tenido que asomarse al abismo de la guerra civil, para que la comunidad internacional ponga toda la carne en el asador en la salida dialogada al conflicto que enfrenta a las fuerzas armadas etíopes y el Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF, por sus siglas en inglés), desde hace un año. El enviado especial de la Unión Africana, el expresidente nigeriano Olusegun Obasanjo, ha tenido una agenda apretada en los últimos días en los que se ha reunido con los responsables del TPLF en Mekelle, la capital de la región del Tigray, con los líderes de la mayor parte de las regiones del país (que es un estado federal) y con los máximos mandatarios del resto de países de la región. En estos mismos días, el gobierno etíope ha transmitido su voluntad de apostar por el diálogo, poco después de que llamase a su población a defender la capital Adis Abeba en caso de que las tropas trigriñas llegasen hasta la ciudad como parecía que podía ocurrir.

Precisamente, otros líderes de la región se han implicado también en las negociaciones como ha ocurrido con el presidente keniano Uhuru Kenyatta que ha hecho una visita relámpago a Etiopía para reunirse con Abiy Ahmed, igual que antes había hecho Jeffrey Feltman, el enviado especial estadounidense. La paz en Etiopía es fundamental para mantener la estabilidad en la región que se encuentra sacudida por diversas crisis. Sin embargo, la comunidad internacional ha tardad casi un año y demasiadas víctimas civiles para comprometerse con esa salida dialogada a la crisis.

Hoy, la mayor parte de las últimas ediciones de los premios literarios más importantes del mundo reposan en las vitrinas de autores y autoras de origen africano

Las literaturas africanas cuentan, cada vez más

Hoy, la mayor parte de las últimas ediciones de los premios literarios más importantes del mundo reposan en las vitrinas de autores y autoras de origen africano. Hace poco más de un mes, el escritor de origen tanzano Abdulrazak Gurnah fue reconocido con el premio Nobel de Literatura, el galardón de las letras globales por excelencia; después vinieron el premio Camoes, la cumbre de la literatura lusófona, concedido por primera vez a una autora africana en la persona de la mozambiqueña Paulina Chiziane; el Premio Neustadt ha ido a parar al senegalés Boubacar Boris Diop, mientras que su compatriota Mohamed Mbougar Sarr recibía el Premio Goncourt, el más prestigioso en lengua francesa y el sudafricano Damon Galgut, recibía el premio Booker, el más popular de la industria editorial anglófona.

Más allá de la banalidad de los premios y de su instrumentalización por parte del sector de la edición mundial, estos galardones suponen un reconocimiento del atractivo de las letras africanas. Algunos círculos nunca han tenido duda de que las literaturas africanas tiene un espacio propio en las librerías del mundo entero, aunque la industria y los prejuicios han preferido desplazarla a una especie de literatura periférica hasta el momento. En todo caso, a pesar de un reconocimiento que puede ser más o menos valorado según los gustos y las consideraciones personales, lo que sí que traerán estos premios serán traducciones, que ya han empezado a ser anunciadas, de algunos y algunas autores que apenas han tenido espacio en las estanterías españolas y que mejorarán considerablemente la diversidad de las narrativas.

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