África
“La solidaridad femenina es importante para que en África logremos la inclusión de los niños con discapacidad”

A través de su asociación, Alima Ngoutme, y a partir de una experiencia personal, ha concentrado sus esfuerzos por conseguir la plena inclusión social de los niños y niñas con discapacidad en su país natal, Camerún.
Alima Ngoutme
Alima Ngoutme, fundadora y presidenta de la asociación Mirando por África.
13 mar 2025 07:00

Alima Ngoutme es fundadora y presidenta de la asociación Mirando por África, que lucha por los derechos y la plena inclusión social de los niños y niñas con discapacidad en Camerún. Ngoutme es una mujer con una fuerza apabullante, capaz de enfrentarse a los prejuicios sociales, culturales y religiosos para hablar de forma decidida sobre las capacidades y potencialidades que tienen las personas con diversidad funcional cuando se las apoya.

Nacida en Douala, en Camerún, es panafricanista, afrofeminista y defensora y ejemplo de la fuerza, el coraje y la valentía de la mujer africana. Madre de Lamina, una niña con autismo, decidió atravesar países, desiertos y nadar durante más de diez horas para poder llegar a Ceuta con el único objetivo de proporcionar a su hija un futuro mejor.

¿Cómo recuerdas Douala y Camerún cuando eras pequeña?
Los recuerdos que tengo de cuando era pequeña son muy preciosos. Tuve una infancia muy bonita. Crecí en New Bell, el mismo barrio de Samuel Eto’o, un lugar difícil en el que me enseñaron a sobrevivir en cualquier situación. New Bell es un barrio donde dicen que hay mucha delincuencia, pero es de allí de dónde han salido los grandes deportistas, los grandes activistas y los grandes ministros.

O sea, que es un barrio combativo…
Eso es. Es un barrio donde desde chiquitito tienes que saber que, para sobrevivir, hay que luchar y saber buscarse la vida.

¿Cuándo decidiste venir a España?
Cuando nació mi chiquitilla, la luz de mis ojos, pues vivía en una sociedad donde las culturas y las religiones estaban muy arraigadas y sin posibilidad de que los médicos pudieran atenderla.

Porque tú tienes una hija con discapacidad, ¿verdad?
Sí, con discapacidad intelectual. Es autista.

¿Es tu primera hija?
Sí, es la primera.

¿Allí era difícil que la atendiesen? ¿Cómo estaba entonces la situación de las personas con discapacidad en Camerún?
Por desgracia, volví al cabo de 10 años y la cosa hasta ahora no ha cambiado. Cuando Lamina nació lo hizo en el Hospital Laquintinie, uno de los más grandes de África Central. Después de 48 días en neonatos, los neuropediatras me dijeron que ya no podían hacer nada, que tenía que ir a casa a esperar lo peor porque todo lo que les había enseñado la medicina, ya no servía. 
Claro, yo era una niña joven entonces y el mundo se me vino abajo.

Pasaba el tiempo, volvía al hospital y me decían lo mismo. Es muy duro porque los vecinos y las amistades huyen de ti, dicen que has tenido un niño serpiente, que no habla y no se mueve. Un niño que los médicos no pueden atender significa que no vale para nada.

El patriarcado nos echa todo encima. El 90% de las familias en las que nace un niño con discapacidad está destruida, porque el hombre acaba marchándose

Gracias a mi asociación, Mirando por África, hemos logrado muchas cosas porque hoy en día las mujeres no se sienten tan culpables al ver a una mujer que lucha y que les hace entender que no somos nosotras, las mujeres, las que procreamos los niños con discapacidad, sino el semen del hombre. El patriarcado nos echa todo encima y la culpa siempre es nuestra, por eso el 90% de las familias en las que nace un niño con discapacidad está destruida, porque el hombre acaba marchándose.

O sea, que cuando nació tu hija, la familia, los vecinos y los amigos te culparon de que tuviera discapacidad.
Claro, decían que era por mi culpa. Porque mi novio de ese momento, que es mi marido hoy en día, era cristiano y yo musulmana y decían que Alá me había castigado por haber traicionado la religión.

¿Qué hacían en ese momento las familias que tenían niños y niñas con discapacidad con ellos? ¿Los abandonaban, los dejaban en casa?
Sí, como hasta el día de hoy. Estamos luchando para conseguir la primera escuela. La pequeña escuela que veis en nuestras redes es de la asociación, pero hay millones de niños. El Estado tiene que abrir las puertas porque Mirando por África no puede cubrir todas las necesidades. En nuestra base de datos tenemos más de 7.000 niños.

Aún estamos luchando por construir nuestro propio centro, en el que no podemos acoger más de 200 niños y cada año en Camerún nacen más de 30.000 niños con autismo, más los que tienen síndrome de Down, más los que tienen parálisis cerebral, etcétera. Es un problema que nos han dejado a las mujeres. Estamos manchadas de pecado y tenemos que resolverlo nosotras. Estamos luchando para hacer ver que el autismo es un problema de la sociedad y no un problema aislado.

Entiendo, entonces, que en el sistema educativo camerunés no hay ninguna manera de que estos niños se incorporen.
No, por eso nuestra asociación. Son una minoría que está aislada, que no tienen acceso a la sanidad, a la educación o a la vida social.

Entonces, ¿decides venir a España para poder tener más recursos y ayudar a tu hija?
Sí, por eso salí. Gracias a un documental que vi sobre niños con necesidades especiales que podían estudiar, crecer felices y ser lo que ellos se propusiesen si les damos herramientas, cogí mi mochila y me marché. Dejé a mi hija con su padre y vine sola. No sabía dónde iba y no la podía llevar conmigo porque sabía que no llegaría con vida.

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¿Cómo encontraste que era en España la situación de las personas discapacitadas con respecto a Camerún?
Llegué a nado a Ceuta, después de 10 horas en el Estrecho de Gibraltar pude llegar con vida. Estaba internada en el CETI de Ceuta, una tarde íbamos a pasear y me encontré a una madre que llevaba su niño con discapacidad paseando. Me acerqué, me arrodillé y empecé a llorar y, claro, la señora no sabía por qué. Me decía: “¡Dios mío, si hubiera abandonado a mi hija! Mira esta señora que tiene un hijo con discapacidad y está paseando, charlando con su hijo tranquilamente y nadie la mira. ¡Dios mío, gracias!”. Ahí supe que no había tomado la peor decisión. Una de las cosas que pedí a Dios en pleno desierto, a 50 grados, era: “Señor, si me ayudas a llegar con vida, te prometo que sacaré a tu pueblo de la sombra y haré de ellos personas importantes” y pienso que gracias a ello pude llegar con vida.

Cuando llegaste, entiendo que no hablabas español, ¿o sí?
No, no hablaba español. Los tres primeros meses en el CETI tenía clases de español, clases de formación, para aprender a hacer un currriculum y esas cosas.

¿Fueron difíciles esos primeros momentos, encontraste mucho racismo por parte de la gente?
Sí, muchísimo. Fíjate que el racismo es estructural, se ve en todas las cosas que puedes emprender. Por ejemplo, con la cooperación entendí que toda era blanca, toda. Llevo 13 años y cuando ves la definición de cooperación Internacional te dicen que es educación, sanidad, igualdad y eso es precisamente lo que yo hago; pero nunca he tenido apoyo de ninguna asociación llevada por españoles que trabajan con las mujeres africanas o con los niños africanos. Parece que es un melón que no quieren compartir.

Somos los beneficiarios directos. ¿Cómo una organización española, del Estado, que trabaja con mujeres, no trabaja con Mirando por África? Nosotros, los africanos y los afroespañoles tenemos que entender que el racismo está arraigado, para ellos no podemos tener puestos de mando, porque parece que una persona negra no puede hacer nada.

Nunca he recibido ninguna financiación ni nada. Me han cerrado todas las puertas. Prefieren decir que ayudamos a África con 100 millones, pero 80 millones se quedan en sus países

Nunca he recibido ninguna financiación ni nada. Me han cerrado todas las puertas y, cuando te digo todas, es todas. Prefieren decir que ayudamos a África con 100 millones, pero 80 millones se quedan en sus países. Para realizar el mismo trabajo que puede hacer una persona local, contratan un español y le pagan 5.000 o 6.000 euros, cuando con todo ese dinero podrían dar trabajo a las mujeres locales que podrían hacer lo mismo. ¿Cómo vas a llegar a mi pueblo si no hablas el idioma ni conoces nada? Entonces, todo eso de la cooperación Internacional, como decía Thomas Sankara, es otra manera de esclavizar a África. No es cooperación. ¿Me entiendes?

Sí, te entiendo. ¿Quieres decir que la cooperación internacional está disfrazada de buenas intenciones, pero al final es neocolonialismo y de lo que se trata es de dar trabajo a personas blancas con sueldos de Europa en países africanos en vez de utilizar a personas locales que conocen mucho mejor la cultura y las tradiciones?

Eso es. No hay cooperación en África, porque la cooperación existe desde hace 100 años, pero en un país como Camerún no tenemos neurólogos, no tenemos neuropediatras, no tenemos ninguna escuela de educación especial… Pero todas esas grandes organizaciones que dicen que trabajan para la infancia están en Camerún. ¿Por qué no apoyan lo que estoy haciendo?

¿Qué crees que buscan en realidad estas grandes organizaciones?
Buscan descubrir para sus gobiernos dónde están los diamantes, dónde está el oro… Existen hace más de 100 años y nuestros niños siguen teniendo paludismo, siguen necesitando vacunas, nuestras mujeres no tienen agua. ¿Por qué no compran materiales para que podamos cultivar nuestras tierras y empoderarnos? Todas esas grandes organizaciones que están en nuestros países desde hace tanto tiempo, ¿qué hacen? ¡Vivir la buena vida!

¿Qué responsabilidad crees que tienen las élites y los gobernantes africanos en esta situación?
Muy buena pregunta. Para que haya una pelea, se necesitan dos personas. Para que haya desvío de fondos, se necesita una persona local y otra internacional. Mira lo que ha pasado últimamente con Oxfam y con la ONU, malgastando los millones que les han dado para nuestros niños en Haití y en África. Les dan dinero para comprarse los coches más lujosos, les dicen a los políticos africanos: “Voy a traer veinte 4x4 y te voy a dar cinco”. Los políticos africanos, aunque les den una maleta llena de millones, no deberían aceptar que entrase algo en cualquier país africano que va a afectar a sus pueblos.

Si Patrice Lumumba, si Thomas Sankara, si todos esos ancestros que han luchado por nosotros, no hubiesen pensando en sus pueblos, no estaríamos hoy aquí. Cada persona tiene que saber que tiene un papel muy grande en esta vida para mejorar el mundo. Muchos políticos africanos están compinchados con los de aquí. Lo que está haciendo hoy Ibrahim Traoré en Burkina Faso es un ejemplo.

Te juro que si a mí me dan siete días sólo para gobernar Camerún, todos estos que están en territorio africano van a volver. Porque si tú quieres ayudar a alguien, haces lo mismo que ha hecho Rusia, das camiones para cultivar la tierra, das materiales industriales para poder transformar y no como ahora, que no tenemos industria ni máquinas para trabajar. No nos dan nada, pero hay millones de asociaciones que trabajan con las mujeres, que trabajan con los niños, entonces, ¿dónde va ese dinero?

La cooperación es blanca y es un negocio. Si la cooperación fuera verdad, ninguna mujer ni ningún niño africano estaría en casa sin educación o sin acceso al agua

Nosotros, los que estamos aquí, es lo que tenemos que denunciar. Todos esos jóvenes que van de voluntarios, vuelven y crean su asociación, ¿para qué? Porque prefieren manejar el dinero entre ellos. Porque, si tú trabajas en mi pueblo, tienes que reclutar personal local. Hay millones de mujeres camerunesas o de Guinea o de Congo que están aquí, pero para los proyectos no las contratan. Entonces, la cooperación es blanca y es un negocio.

Tenemos que concienciar a los jóvenes de que, si los blancos van a nuestros países como voluntarios, no pueden crear sus propias asociaciones. Hay ya asociaciones locales a las que pueden buscar para darles fondos. Si tú quieres ir a enseñar, vas a dejar algo allí. ¿Para qué me sirve llevar diez voluntarios a los que tengo que pagar el viaje y la estancia cuando con todo ese dinero podrían ir dos o tres personas y formar a personal local? Todo ese dinero se podría usar para comprar materiales que ayudasen a las mujeres a salir adelante. Si la cooperación fuera verdad, ninguna mujer ni ningún niño africano estaría en casa sin educación o sin acceso al agua.

Es por eso que decides fundar tu propia asociación, Mirando por África, ¿verdad?
Sí, fue por eso.

¿Fueron difíciles los inicios?
Sí, fue difícil, pero gracias a compañeros como Ngoy Ramadhani o Sani Ladan fue algo menos difícil. Les expliqué lo que quería hacer y me dijeron: “Hermana, no hay ningún problema. Tú nos das las ideas y vamos a ayudarte con los estatutos y con el reglamento para que puedas ir al Ministerio a inscribirla”. Les doy las gracias desde aquí porque siempre me han apoyado en lo que he necesitado. Con las mujeres no ha sido tan fácil porque parece que entre nosotras hay una competición.

¿Cuáles son los objetivos de Mirando por África?
Mirando por África ha sido fundada para conseguir el derecho de los niños y las niñas con discapacidad intelectual a la educación, a la inclusión, a la vida socio-cultural y a su crecimiento y empoderamiento.

Mirando por África ha sido fundada para conseguir en la sociedad africana la aceptación de estos niños y niñas como una parte de la sociedad, porque una parte de la sociedad mundial vive con alguna discapacidad.

Mirando por África ha sido fundada para empoderar a las madres, que se encuentran aisladas por la sociedad, cargando con una mochila que no les corresponde. Porque una madre de un niño con discapacidad no tiene acceso a un puesto de trabajo ni a las relaciones sociales, ya que todo el mundo huye de ti, porque piensan que eres una media mujer.

Mirando por África ha sido fundada para transformar la mirada crítica que África tiene sobre la discapacidad. La discapacidad es algo que la sociedad europea y norteamericana trabaja y, gracias a ello, tienen un poder económico muy potente. La colonización nos ha dejado la idea de que la discapacidad es mala, por eso estamos luchando, ahora que los países del Sahel están abriendo los ojos, para que vean que las personas discapacitadas son personas muy valiosas y muy importantes. Cuando entras en Microsoft o en Apple ves que hay muchas personas autistas que tienen un rango importante porque han desarrollado su conocimiento y su sabiduría.

¿Qué actividades lleváis a cabo en España?
El 2 de abril tendremos nuestra primera marcha en Leganés, coincidiendo con el Día del Autismo. Esperemos que los vecinos nos apoyen a pasar el mensaje y que vengan las televisiones.

También queremos abrir nuestra primera sede en España para atender a los jóvenes con discapacidad, porque a los 21 años el Estado les quita todas las ayudas. No tienen actividades ni tienen nada, por eso muchos se quedan en casa. Lo he entendido ahora que mi hija ha cumplido los 21 años y no quiere ir al centro de día porque allí no tienen ya nada.

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¿Y qué actividades lleváis a cabo en África?
En África las actividades están enfocadas en la sensibilización, vamos de casa en casa. Gracias a los médicos voluntarios de la Jiménez Diaz y a los jóvenes españoles hemos podido hacer en estos años un trabajo muy importante. El 99% de los niños no han podido nunca acceder a un neuropediatra porque es carísimo. Muchas organizaciones llevan el nombre de médicos y demás, pero los niños no son diagnosticados por ellas. Aunque les pedimos colaboración, no nos la dan, porque van a lo suyo. Cuando vas a un país es para paliar la necesidad que hay, no para imponer tu propia agenda. Hasta el día de hoy no ves pancartas con niños con discapacidad, porque, si trabajan la discapacidad, se tienen que gastar el 80% del dinero que les da la cooperación y no les interesa.

También tenéis un centro para niños y niñas con discapacidad en Camerún, ¿verdad?
Sí, el centro es nuestro corazón, es todo. Recibimos mujeres que vienen de más allá de 5.000 km, de la parte norte del país. Vienen cuando las familias quieren deshacerse de sus niños porque tenemos un grupo de apoyo psicológico para hacerles entender que abandonarles no es la solución. Como el Estado y los servicios sociales no tienen ayudas previstas para los niños con discapacidad intelectual, tenemos que juntarnos para ser fuertes y saber que podemos transformar las cosas.

Ahora estamos luchando para que una madre de un niño con discapacidad entre en la Asamblea Nacional de Camerún como diputada, porque debemos tener alguien en la política para que se sepa que son una parte muy importante de la población y que, si trabajamos duro, vamos a poder paliar muchas cosas. Porque una población que no está integrada, es una población que no puede salir adelante.

¿A cuántos niños y niñas atendéis en el centro?
Más de 100. Hay 32 que van todos los días y que son una carga muy importante para nosotros y a los demás les atendemos desde las casas. A veces me pregunto cómo he podido sobrevivir todos estos años. Llevamos más de cinco años intentando sacar adelante la compra de un 4x4 para poder transportar a los niños y llevar a las madres al campo para que puedan trabajar la tierra y ser independientes porque, como decía Wangari Maathai, el que trabaja la tierra o hace crecer un árbol, habrá logrado algo en su existencia.

Hacemos de todo para poder desarrollar las capacidades de cada uno, porque cada uno tiene su programa individual gracias a maestros que han venido como voluntarios

¿Qué actividades lleváis a cabo en el centro para trabajar la educación y el fomento y desarrollo de las capacidades de estos niños y niñas?
Hacemos socialización, porque muchos vienen de estar aislados en cuartos y nunca habían visto la luz del día. Muchas familias les encierran solos en cuartos oscuros porque piensan que así se van a morir. Les enseñamos que pueden socializar y compartir. Muchos vienen sin poder caminar, hacemos fisioterapia, psicomotricidad, logopedia, diagnósticos. Hacemos de todo para poder desarrollar las capacidades de cada uno, porque cada uno tiene su programa individual gracias a maestros que han venido como voluntarios de España para ayudarnos a formar a personal local. Nuestro centro funciona gracias a las formaciones que recibe nuestro personal por parte de los voluntarios.

¿Cómo se financia el centro? ¿Dónde buscas los fondos?
De todas las grandes organizaciones que existen en España, la única que nos ha abierto las puertas es Mensajeros de la Paz. También los mayores de Leganés nos han ayudado mucho. Gracias a ellos hemos conseguido muchas cosas. De todas las actividades que hacían nos daban parte del dinero.

¿Crees que se están consiguiendo cambios en la mentalidad de la gente?
Sí, hemos conseguido mucho porque la fase más difícil de la discapacidad es la de la aceptación. Tenemos mamis que antes ataban a los niños y que ahora, después de venir al centro, han dejado de hacerlo. Ya pueden aunque sea sostenerles de la mano para salir a la calle. Muchas me preguntan si no tengo vergüenza o miedo y siempre les respondo que no puedo tener miedo de mi luz, porque Lamina es mi luz.

Hemos conseguido mucho porque la fase más difícil de la discapacidad es la de la aceptación. Tenemos mamis que antes ataban a los niños y que ahora, después de venir al centro, han dejado de hacerlo

Gracias al trabajo que hemos hecho Lamina es la primera campeona autista de África Central en los 100 metros. Representó a Camerún en los Juego Olímpicos Especiales de 2023 en Berlín y es la primera medalla de oro que está en Leganés y la recibió el alcalde. Siempre digo a las madres que siempre he creído que mi hija iba a ser una persona.

Somos los padres, los maestros y los políticos los que nos implicamos en la educación de estos niños. Entonces, si tú, que eres su madre, tienes vergüenza, ¿cómo el vecino le va a tender la mano cuando tú no estés? Tenemos que construir una sociedad inclusiva, que acepte que hay personas diferentes, porque una sociedad sin diferencia, no es una sociedad. Para ello tenemos que ser las líderes, tenemos que sacar a nuestros niños para que el vecino se acostumbre a los gritos y a los golpes porque esa es su manera de expresarse.

A las marchas que hacemos vienen muchas madres y me dan las gracias. Me dicen: “Gracias, Alima, porque gracias a ti no me he deshecho de mi hijo o de mi hija. Gracias a ti hoy soy madre orgullosa de un niño con discapacidad, porque siempre el patriarcado me ha hecho de menos”. Lo malo de eso es que siempre somos nosotras, las propias mujeres, las que salimos adelante. Lo que llaman la solidaridad femenina. Porque cuando el marido se va, es otra mujer quien te acoge.

Cuando hay personas que no quieren que los niños con discapacidad vayan a sus casas porque tienen miedo de que les pegue la discapacidad a sus hijos, somos las mujeres las que nos oponemos. Cuando el padre no paga la escuela al niño con discapacidad, somos las mujeres las que nos apoyamos. La solidaridad femenina es muy importante para que en África podamos lograr la inclusión de los niños con discapacidad, porque si no la situación de África no va a cambiar. Las personas con discapacidad son una parte muy importante de la población que, al integrarse, generan también economía y puestos de trabajo.

¿Tenéis pensado abrir nuevos centros en Camerún en un futuro?
Ahora mismo estamos todavía de alquiler. Lo que estamos esperando es poder tener nuestro primer centro propio de educación especial en Camerún, que será también el primero en África Central. Ese es nuestro sueño.


¿Qué cosas has aprendido tú en todos estos años sobre tu hija, sobre la discapacidad y sobre la sociedad?
Para mí supuso un golpe muy duro, porque cuando estás frente a la discapacidad sin ningún apoyo, te sientes muy sola. Tengo que agradecer su apoyo a mi familia y me refiero a mi madre, mis hermanas y mis tías, porque la familia del padre nunca ha aceptado que tienen una niña con discapacidad.

Cuando Lamina llegó a Camerún después de haber ganado la medalla, con todas las televisiones y otros niños con discapacidad esperándola en el aeropuerto, fue muy emocionante. Cuando aterrizó el avión, escuchamos al piloto decir: “Están esperando a la medalla de oro, que viene en este vuelo”. No te puedes imaginar las lágrimas… Todas estas mujeres a las que he podido sacar del fondo, que pensaban que no valían nada, y todos esos niños esperando, diciéndole al gobierno, al Estado y a la sociedad que existimos.

El discurso que leyeron, diciendo: “Miren cómo está llegando nuestra leyenda”. Todas estas mujeres diciéndome: “¿Cómo lo has conseguido?”. Porque lo he hecho todo sin ninguna ayuda del Estado. Me fui a los Juegos a Berlín con mis propios medios, gracias a los profesores de Lamina, gracias al entrenador del equipo de atletismo de Leganés, gracias al apoyo de personas que no eran mis paisanos.

Era importante para mí que Lamina corriese para Camerún, para que viesen que esos niños valen y pueden representarnos en todos los frentes si les damos herramientas y un voto de confianza

Mucha gente me pregunta por qué no he querido que Lamina corriese para España y les digo que es porque, si conseguía algo, no iba a tener el mismo impacto que en África, porque allí todavía no les aceptan como personas, como niñas y como mujeres. Para la sociedad no existen. Por eso era importante para mí que Lamina corriese para Camerún, para que viesen que esos niños valen y pueden representarnos en todos los frentes si les damos herramientas y un voto de confianza. Si les damos la oportunidad de crecer aprendiendo con sus condiciones y frente a los desafíos que les presente la vida.

¿Cuál es tu deseo para el futuro de África?
Es muy importante lo que está pasando en El Sahel y nosotros, la diáspora, lo tenemos que apoyar de cualquier manera porque es la liberación de todos y todas. Gracias a El Sahel estamos soñando que nuestros antepasados no han sido esclavizados para nada y que los africanos y africanas podemos hacerlo todo sin depender de nadie.

Y con respecto a las mujeres africanas. ¿Cuál es tu deseo para ellas?
Primero, voy a lanzar un mensaje para todas las mujeres africanas y afrodescendientes que residen en España: tenemos que estar unidas, tenemos que apoyarnos. Si fuéramos panafricanistas de verdad, entre nosotras no debería haber diferencias. Si estuviéramos unidas, lograríamos muchas cosas. Lo que está pasando, lo que estamos viviendo y están viviendo nuestros hijos, no va a cambiar porque no tenemos un proyecto común.

A nuestros niños que nacen aquí, si quieren tener un futuro, tenemos que prepararlos para ir a nuestros países de origen porque aquí no tienen ningún futuro. La mujer africana debería estar unida y saber qué podemos hacer para emprender y dar puestos de trabajo a nuestros hijos, porque hoy en día el trabajo de la mujer africana es exclusivamente de limpiadora, de cuidadora de mayores o en el campo.

Tenemos que tener claro que España no acepta que está racializada. Cuando entras a los supermercados y a los centros comerciales, no ves personas negras. ¿Qué puestos de trabajo nos dan?

Tenemos que tener claro que España no acepta que está racializada. Cuando entras a los supermercados y a los centros comerciales, no ves personas negras. ¿Qué puestos de trabajo nos dan? ¿Encargadas en qué empresas? Tenemos que unirnos para poder hacer cosas y tener proyectos, porque gracias a El Sahel podemos contar con gobiernos como los suyos para materializar lo que hemos aprendido aquí. Dejemos de competir entre nosotras y pensemos en el futuro de nuestros niños. Nuestros niños no van a tener puestos de trabajo si no emprendemos y tenemos que apoyarnos en El Sahel, porque ellos han entendido muy bien lo que está pasando. Que sepamos que gracias a ellos nuestros niños pueden trabajar allí y tener buenas vidas. Eso les diría a las mujeres africanas en España.

A las mujeres africanas en África les diría que sepan que son ellas la base de la sociedad. El día 8 de marzo, el Día de las Mujeres, Ibrahim Traoré, presidente en transición de Burkina, pasó el día en el campo con las mujeres, acompañándolas. Eso sí es la verdadera revolución. Tenemos que acompañar a las mujeres desde abajo porque eso sí transforma de verdad la sociedad. Somos nosotras las que parimos a esos hombres que piensan que son superiores a nosotras, porque hemos aceptado que somos el sexo débil. No, somos el sexo fuerte. Es lo que siempre les digo, somos el sexo fuerte porque el hombre sale corriendo cuando llegan los hijos con discapacidad, pero nosotras nos quedamos y nos enfrentamos con orgullo y sin miedo.

Siempre digo que, si el mar no me ha vencido, no hay otra cosa que pueda hacerlo, y es por eso que he podido seguir adelante todos estos años sin financiación de ningún tipo, porque me siento guerrera. Me dije que iba a sacar a mi hija y a todos esos niños y niñas adelante y lo estoy consiguiendo con amor.

Te tengo que dar las gracias de corazón y decirte que me he emocionado y he llorado escuchándote. Es la primera entrevista en la que me pasa y llevo ya más de 60. ¿Qué quieres decir para terminar?
Que las mujeres africanas y afrodescendientes tenemos que tener un discurso común para no engañar a nuestros niños. Gracias a la unión de la comunidad hemos aprendido muchas cosas, como, por ejemplo, que nuestros niños, aunque tengan carrera, nunca van a tener un buen puesto de trabajo, porque todo está estructurado para que sean ellos, los blancos, los que tengan un puesto visible. Tenemos que trabajar para que nuestros niños y niñas tengan un futuro en nuestros países de origen.

También decirles a nuestros deportistas negros, ya sean americanos, africanos o de Brasil, que piensen en nosotras. Si somos los primeros hombres que han existido en la Tierra, tenemos que cambiar la historia que han borrado. Con la lucha hemos conseguido que no haya pasarela sin personas de color y eso tenemos que extenderlo a otros ámbitos.

Hay muchos deportistas negros que podrían apoyarnos, pero prefieren apoyar a las asociaciones que llevan las personas blancas. Tenemos que preguntarles cómo quieren que tengamos un lugar importante en la sociedad si ellos no nos dan visibilidad. ¡Mira Vinicius! Si te digo cuántas veces he ido a Valdebebas para intentar hablar con todos ellos… Les envías cartas y no les dejan colaborar, en sus casas trabajan otro tipo de migrantes, siempre de color blanco. No nos dejan ni siquiera ser niñeras de sus hijos. Tenemos que comerciar entre nosotros, emplearnos a nosotros y apoyarnos desde la pequeña estructura hasta la grande y tomar El Sahel como ejemplo.

El racismo es una estructura muy arraigada y, para transformarla, tenemos que contar con los grandes de nuestra comunidad que tienen visibilidad.

También decirles a los posibles médicos voluntarios, logopedas, fisioterapeutas, terapeutas con animales, maestros y demás profesionales que pueden cambiar la mirada de la diversidad funcional en África apuntándose a nuestro voluntariado.

Y a todos los lectores y lectoras que el vehículo es la sensibilidad. Tenemos muchos niños que no ven la luz del sol porque no tienen posibilidad de salir a la calle. Con la ayuda de todos y todas, podemos conseguir un 4x4 que va a cambiar la vida de cientos de niños y de niñas, así que les invito a entrar en nuestras redes y colaborar.

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El acuerdo sobre transferencia de las competencias en materia de migración entre PSOE y Junts encuentra el 'no' de Podemos y de organizaciones de migrantes y el 'sí' con matices de la izquierda independentista y de Sumar.
República del Sudán
Belkis Wille “En Sudán hay milicias practicando violaciones a gran escala contra mujeres y niñas”
Belkis Wille, investigadora de Human Rights Watch, denuncia los abusos de grupos armados como las Fuerzas de Apoyo Rápido en el conflicto sudanés, donde se registran crímenes tanto de esclavitud sexual como de sometimiento mediante violaciones.