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Arte
Un artista renuncia a un premio de la Academia de Bellas Artes Canaria por su defensa del monumento a Franco

“Luchar contra los vestigios franquistas que todavía pueblan nuestras ciudades es una obligación para todas aquellas personas que defendemos los Derechos Humanos, al igual que no participar de instituciones que blanquean la dictadura”. Con estas palabras resume su postura el artista canario Acaymo S. Cuesta tras mostrar su rechazo al Premio Excellens concedido por la Real Academia Canaria de Bellas Artes San Miguel Arcángel, entidad que se ha mostrado a favor de proteger como Bien de Interés Cultural el Monumento al Caudillo, inaugurado en 1966 y realizado por Juan de Ávalos, uno de los artífices escultóricos del Valle de Cuelgamuros, que todavía sigue presente en Santa Cruz de Tenerife.
El Premio Excellens, otorgado por la Sección de Escultura de la Real Academia, reconocía la carrera artística de Cuesta y debía ser entregado el próximo 31 de marzo. Por el momento, la institución académica tan solo ha comunicado que la entrega del galardón se ha pospuesto, sin una fecha determinada, y no revelan si el premio quedará desierto o se lo entregarán a otro artista. Ese día también se homenajeará a Abel Hernández Díaz con el Premio Magister. Ninguno de los dos galardones está dotado de cuantía económica.
“Mi trabajo artístico está íntimamente ligado a la reivindicación de los más altos valores de la humanidad en el marco de una democracia más justa e igualitaria”, afirma Cuesta en su carta de renuncia enviada a la Real Academia. El artista considera “contrario a los principios democráticos” que defiende la defensa por parte de la institución de la obra de Juan de Ávalos: “Representa la mayor ignominia de Santa Cruz de Tenerife, un símbolo que la Real Academia ampara y protege con su posicionamiento”, comenta.
Un monumento que alaba al dictador
La Real Academia emitió el año pasado un informe en el que describe el monumento que ensalza la figura de Franco, que además fue financiado mediante suscripción popular. “Su emplazamiento, en la Avenida Anaga, justo en el punto de unión con la actual Rambla Santa Cruz (antes General Franco) quedó justificado con dos argumentos: su cercanía y orientación al mar, además de su proximidad al cuartel de Almeyda”, recoge el documento emitido por la entidad.
Después de que Juan Pablos Abril, entonces Gobernador Civil de Tenerife, designara a Juan de Ávalos como el responsable de la obra, el escultor remitió en poco tiempo diversos bocetos en los que ya aparecían elementos comunes icónicos, como la cruz, la espada y el ángel. Estos elementos no pasan desapercibidos a Cuesta: “En Canarias no hubo guerra, aquí comenzó el golpe de Estado el 17 de julio de 1936 y desde entonces se desató una indiscriminada represión que se alargó durante décadas. Este monumento viene a reivindicar la tesis de que Franco emprendió su andadura hacia la península para liberar a España con la aquiesciencia y el impulso del cristianismo, de ahí que aparezca un ángel”, desarrolla.
La Real Academia Canaria explicitaba que “haciendo uso de la estrategia que ofrecía el lugar, el escultor organizó la composición con dimensión arquitectónica, palpable sobre todo en el fondo, diseñando un marco constituido por un majestuoso muro estructurado por nueve sólidos monolitos pétreos, conteniendo cada uno los respectivos escudos de los partidos judiciales de la provincia”.
Y añadían: “El interespacio resultante permitió el desarrollo de reiteradas cascadas de agua que desembocaban en un estanque semicircular, desde cuyo centro emerge el ángel que despliega sus alas en actitud de vuelo. Sobre él se levanta otra figura que, según explica Ávalos en su memoria, es la representación de Franco partiendo de Tenerife con solo dos elementos, la Fe y la Bandera”. Sin embargo, no hay obra más completa sobre la historia del monumento que la cinta dirigida por Miguel G. Morales, titulada Ángel caído, y disponible en Vimeo.
En memoria de los artistas represaliados
Este monumento “simboliza el sufrimiento y la represión sufrida por una parte significativa de la sociedad, especialmente por aquellos que dedicaron sus vidas a la política, la enseñanza, al arte y la cultura”, expresa Cuesta en su carta de renuncia. Desde su punto de vista, la obra de Juan de Ávalos “celebra la muerte civil de una parte del patrimonio artístico que fue silenciado y marginado por un régimen que temía la diversidad de pensamiento, las disidencias sexuales y la libertad de expresión”.
En este sentido, el artista recuerda algunos nombres de personajes cuya vida y obra quedaron truncadas tras el alzamiento militar liderado por Franco. Habla del escultor exiliado Borges Salas; del poeta asesinado Domingo López Torres; de la filóloga y ensayista exiliada María Rosa Alonso; del pintor encarcelado Felo Monzón. Tampoco se olvida de Pedro García Cabrera, poeta represaliado; Tony Gallardo, escultor exiliado; Luis Ortiz Rosales, ilustrador represaliado; Pedro González, pintor exiliado.
“Si defendemos la memoria histórica es precisamente para este tipo de cosas, es decir, oponernos frontalmente a ocupar los mismos espacios o recoger los reconocimientos que otorgan instituciones que obvian el significado político de las obras de arte”, razona Acaymo S. Cuesta
Cuesta se muestra tajante ante su postura: “Mi nombre quedaría manchado si recibo este Premio por parte de la Real Academia Canaria de Bellas Artes, desde donde niegan la memoria y ensalzan un pasado glorificador que tanto sufrimiento e injusticia acarreó a los españoles durante cuatro décadas”. En conversación con El Salto, este artista de 41 años expresa que “si defendemos la memoria histórica es precisamente para este tipo de cosas, es decir, oponernos frontalmente a ocupar los mismos espacios o recoger los reconocimientos que otorgan instituciones que obvian el significado político de las obras de arte”. La Real Academia no ha querido realizar ningún tipo de declaración al respecto.
Qué hacer con el monumento
Cuesta ya explicitó ante la Real Academia Canaria de Bellas Artes tesis tan concisas como que “la memoria histórica no debe ser un instrumento de olvido, sino una herramienta para comprender y sanar las heridas del pasado”. También recalcó que “la defensa de aquellos elementos vinculados al golpe de estado franquista y a la dictadura son actos manifiestamente contrarios a la Ley de Memoria Democrática y a los valores que defiendo como artista y como ser humano”.
Otras voces defienden que la obra de Juan de Ávalos es parte de la historia y como tal debe ocupar el lugar preeminente para el que fue concebida, que siga siendo visible. “Se olvidan de que se ideó para vanagloriar un régimen autoritario con la única motivación de enaltecer el franquismo. ¿De verdad piensan que no habría que hacer nada con ella? Otra cosa diferente es si estuviera en un museo militar o de memoria histórica, en donde también habría que tener mucho cuidado con cómo se explica”, se explaya Cuesta.
“Quiero ejercer con responsabilidad la libertad que nos trajo la democracia y honrar, en la medida de mis posibilidades, a aquellas personas que sufrieron las injusticias de un régimen dictatorial”, escribió en su carta de renuncia. Por ello, el artista canario Acaymo S. Cuesta contará con un premio menos en su haber. En cambio, siempre podrá decir que no participó del blanqueamiento de una institución que defiende los vestigios franquistas. Hay premios que no caben en vitrinas. Ni falta que hace.