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Arte
Eugenio Merino expone el cuerpo de Lorca en ‘Ruina’: “El poeta solo puede representarse bajo tierra”
La historia enterrada, la poesía bajo tierra, un cuerpo desaparecido que grita, la ruina de una historia ahora pisoteada. La última obra de Eugenio Merino es una honda metáfora que remite a un pasado tortuoso pero que, a la par, confiere un halo profundo repleto de presente. Ruina se llama esta instalación artística en la que el cuerpo de Federico García Lorca aparece bajo tierra, tan solo cubierto por un cristal transparente y transitable, en mitad de la nueva sede en Carabanchel de la galería Memoria, todavía en obras. Aquí todo tiene sentido, todo tiene significado.
“He planteado una metáfora vertebrada a través de un agujero en el que aparece el cuerpo de Lorca, nuestra historia todavía bajo el suelo, un cuerpo desaparecido”, relata el propio Merino. Lorca se convierte así en un símbolo de los asesinados tras el golpe de Estado de 1936 y la persecución y represión posterior, pero no solo. “También es una forma de ‘desocultar’ la propia historia de Lorca, tantas veces blanqueada, y es que lo mataron por rojo y homosexual”, añade el artista.
El trabajo previo de documentación realizado por Merino le ha hecho ser un buen conocedor del espíritu lorquiano y este personaje que en ningún momento debería pasar por apolítico. “En algunas entrevistas él mismo se declara anarquista. Dice que todos los artistas, especialmente los poetas, son anarquistas, lo que es una declaración de intenciones que le define sin lugar a dudas”, completa.
Para el autor de la obra, Ruina es una evidencia del pasado. “Aquí tenemos la oportunidad de palpar algo verídico, un suelo repleto de cadáveres, esa gran fosa común de un pasado que todavía nos acompaña a día de hoy”, añade Merino.
Así la describe Semíramis González, comisaria cultural e historiadora del arte: “Sobre el suelo en bruto de la galería de arte no encontramos, aparentemente, nada. La ruina se ha instalado como protagonista, sin intentar disimularla, y siendo precisamente esto, su resto, lo que nos reciba”. Esta cita es parte del texto que acompaña a Ruina, en el que González también dedica algunas palabras a lo externo y lo interno del enclave y obra: “El espacio ambiguo que nos recibe es contenedor y contenido, con un simple gesto de presentarse en bruto transmite más que si el cubo blanco se hubiera adueñado del lugar. La huella, el resto y el vestigio del barrio de Carabanchel es protagonista en este espacio para recordar”, comenta en referencia a la antigua cárcel, construida por presos del franquismo, y por la que pasaron miles de opositores a la dictadura. La prisión acabó demolida pese a los intentos de diversas asociaciones de convertirla en un espacio de memoria.
Memoria, precisamente, es el nombre de esta galería que ha apostado por una pieza tan política como el propio Lorca. “Tampoco es que haya muchas galerías a las que le digas que quieres hacer un agujero en el suelo y te lo permitan”, dice un Merino agradecido a la galería que ahora le acoge. Y dentro de ese agujero de 2,30 metros de largo y 1,20 metros de ancho, y con 70 centímetros de profundidad, el cuerpo de un Lorca impertérrito.
Cómo representar al poeta desaparecido
Por otro lado, el personaje de Lorca no es nuevo para este artista. Anteriormente, Merino ya había trabajado en la llamada Monumento al Cuerpo desaparecido, un proyecto que expuso en ARCO 2023 y en el que planteaba cómo representar al poeta en el espacio público. “Si vemos, por ejemplo, la escultura a Lorca frente al Teatro Español, aparece con una alondra, una especie de símbolo de la paz que no transmite, básicamente, ningún tipo de conflicto”, resume. Y Lorca, sin conflicto, se convierte en alguien invisible.
“Una representación de Lorca no puede pasar desapercibida, como sucede en la plaza de Santa Ana”, defiende el artista. Por eso, su máscara materializa la imposibilidad de representar el cuerpo de Lorca, todavía desaparecido. Ahora, en la galería Memoria, Merino plantea un nuevo giro: “El poeta solo puede ser representado bajo tierra”, dice, para, al final, terminar hablando de los miles de desaparecidos víctimas de la barbarie franquista que continúan enterrados en cientos de fosas comunes en España.
“Me gustaría que se hablara de que el cuerpo de Lorca todavía no se ha encontrado, pero es que tampoco se está buscando a pesar de que hay historiadores que sí saben dónde se puede hallar”, dice Eugenio Merino
Este cuerpo inerte al que solo somos capaces de ver el rostro reabres otros debates todavía no superados. Con sus obras, Merino busca problematizar el pasado para construir un mejor presente. “A mí me gustaría que se hablara de que el cuerpo de Lorca todavía no se ha encontrado, pero es que tampoco se está buscando a pesar de que hay historiadores que sí saben dónde se puede hallar”, confiesa a El Salto.
Al fin y al cabo, el suelo en la galería Memoria es una brecha en el enclave, totalmente diáfano y a medio construir. Para explicarlo mejor, Merino parafrasea al arqueólogo Alfredo González-Ruibal, quien habla de que ninguna sociedad sana puede construirse sobre crímenes sepultados en su libro Volver a las trincheras: Una arqueología de la Guerra Civil española.
Arqueología
Alfredo González Ruibal “La arqueología puede contar lo que está prohibido contar”
A todo ello se suma que el espectador se convierte en un actor más que, en cierta forma, puede llegar a modificar la obra con sus propios pasos. “Vemos a Lorca debajo de un cristal transitable y, en realidad, esa es mi propuesta: que la sociedad pise el pasado sobre el que nos hemos construido”, ilustra el propio Merino. Por eso, el objetivo no es solo mirar la obra, sino transitarla, tocarla con las suelas de los zapatos, pisarla. “La idea es pensar sobre cuál es nuestro papel aquí, qué hay bajo nuestros pies”, subraya el autor de Ruina.
La elección de una instalación artística antes que cualquier otro formato para lanzar un mensaje de tal calibre no es baladí. Para el artista, este es uno de los lenguajes preponderantes de nuestro tiempo. En definitiva, reflexionar sobre cómo contamos la historia sin que la obra sea tan solo un objeto que disfrutar por su estética. “Aquí hay contenido y significado, que es con lo que yo trabajo”, concluye.