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Asia
Bases y amistades en Asia-Pacífico: el plan de Estados Unidos contra China
Más de 700 instalaciones militares estadounidenses existen desplegadas en el extranjero, según David Vine. Dato mata relato, y lo cierto es que aunque Washington agite el fantasma de China de tanto en cuanto, el gigante asiático apenas tiene desplegadas cuatro. Estados Unidos mantiene su presencia bélica en más de 80 países a lo largo de los cinco continentes, siendo una tendencia en absoluto novedosa y que se remonta, de hecho, a mediados del siglo XX, cuando el proyecto geopolítico del “imperialismo colectivo” —en términos de Samir Amin— comenzaba a configurarse agrupando a los ejes de poder imperialista en torno al hegemón yanqui.
Es importante poner sobre la mesa el carácter histórico, y en ocasiones anacrónico, de la omnipresencia estadounidense en el globo para no caer en la tentación de equiparar a ningún otro país con el Tío Sam. En Asia en particular este hecho guarda total vigencia. Es cierto que China está tratando de expandir su influencia en el Pacífico y que Corea del Norte realiza con asiduidad lanzamientos de misiles con carácter intimidatorio, pero sería deshonesto ignorar la cronología. Estados Unidos ya sostenía presencia militar en Asia antes de que China comenzase su frenético desarrollo y antes de que Corea del Norte iniciase su proceso de proliferación nuclear.
Estados Unidos
Pugna por el dominio global Demócratas y republicanos no pinchan el globo de la ofensiva contra China
El imperialismo siempre ha consistido en la consolidación de los intereses del gran capital nacional por medio del aparato militar del estado-cuna. Y en un marco en el que el capitalismo estadounidense está viviendo continuas derrotas frente a los logros de la “economía de mercado orientada al socialismo” en China, el imperialismo estadounidense (de la mano de sus potencias regionales aliadas) pretende contener al gigante asiático por la vía de la fuerza. Trata de torpedear (y, en un escenario ideal, desmantelar) a China y reafirmar su “poderío”, como explicó Claudio Katz, “contra cualquier adversario existente y potencial”. El ‘Pivot to Asia’ que Estados Unidos puso en marcha durante el gobierno de Barack Obama es la concreción del viraje del imperialismo estadounidense hacia la región asiática manteniendo su tradicional postura de sheriff planetario.
Washington coopta a sus aliados e intimida a sus adversarios. China y Corea del Norte son motivo y excusa al mismo tiempo. A través de su mera enunciación, Estados Unidos consigue acuerdos que le son doblemente beneficiosos
Washington coopta a sus aliados e intimida a sus adversarios. China y Corea del Norte son motivo y excusa al mismo tiempo. A través de su mera enunciación, Estados Unidos consigue acuerdos que le son doblemente beneficiosos. En Corea del Sur mantiene más de 25.000 tropas, mientras en Japón el número asciende a 56.000. He ahí el doble juego que se ha venido planteando: por un lado, el “paraguas” estadounidense mantiene a raya a las potencias regionales (Tokio, Seúl y otras en el mundo entero), que se benefician lateralmente de la dominación de un imperialismo del que forman parte como entes subordinados, de tal forma que Washington se asegura la continuidad de la densa red de alianzas con las ex potencias imperialistas (Japón, Europa occidental, Australia y otros) y con las economías ‘milagro’ apoyadas económicamente por el propio hegemón estadounidense a cambio de servir como base de operaciones en la Guerra Fría (Corea del Sur, Taiwán, etc.).
El bloque se mantiene unido y facilita la contención de actores emergentes que fomentan el multipolarismo al que con vehemencia se oponen en la Casa Blanca; por otro lado, Estados Unidos se asegura presencia física en centros operacionales cruciales a lo largo de Asia-Pacífico que podrían marcar la diferencia en cualquiera de los conflictos bélicos que existen en la región como un volcán cerca de erupcionar.
¿Cuáles son los principales países involucrados?
En concreto, el sistema de alianzas y contrapesos estadounidense en Asia-Pacífico abarca prioritariamente a una serie de países. De un lado se encuentran aquellos estados a quienes Estados Unidos seduce y conserva en su red de alianzas, siendo conveniente destacar a Australia, Japón, Corea del Sur, Taiwán, Tailandia y las Filipinas; del otro lado convergen los países “intermedios”, sobre quienes Washington trata de proyectar su sombra para contrarrestar la influencia china.
Las relaciones entre Estados Unidos y Australia entraron en una nueva etapa con la llegada de Obama a la Casa Blanca. El país oceánico es uno de los estados cuyo suelo alberga bases militares estadounidenses, y este no es un dato menor. Australia es el país rector del continente, e influye en cierta medida en los postulados internacionales de estados como Tonga o Nueva Zelanda. A su vez, forma parte del QUAD (Diálogo de Seguridad Cuadrilateral, del que forman parte también Estados Unidos, Japón e India), un ente central en las relaciones entre el eje del imperialismo colectivo y China.
Japón y Corea del Sur son los dos grandes puntos de apoyo de Washington en el este de Asia. Por su relevancia económica, geoestratégica y diplomática, Tokio y Seúl son la punta de lanza de la estrategia anti Corea del Norte propugnada por Estados Unidos. Como enclaves militares y como amigos “de ideas y valores” comparten rivales y proyecto global. En la actualidad, los gobiernos de Yoon y Kishida mantienen buenas relaciones. Sin embargo, las divergencias entre ambos dificultan la consolidación de un verdadero trilateralismo que haga consistente en el tiempo la presión contra Pyongyang y Pekín desde ese flanco. Japón se sumó al imperialismo colectivo liderado por Estados Unidos como ex potencia imperialista derrotada en la Segunda Guerra Mundial, mientras que Corea del Sur lo hizo como una suerte de colonia bajo dirección norteamericana que se liberaba justamente de décadas de violencia por parte de los japoneses.
Taiwán es el punto de disputa más intenso entre Estados Unidos y China. Aunque Washington reconoce formalmente el principio de ‘una sola China’, en la práctica considera a Taiwán un aliado regional de enorme importancia
Taiwán es, sin duda, el punto de disputa más intenso entre Estados Unidos y China. Aunque Washington reconoce formalmente el principio de ‘una sola China’, en la práctica considera a Taiwán un aliado regional de enorme importancia. La visita de Nancy Pelosi a la isla el año pasado así lo atestigua. La consolidación de gobiernos opuestos al Partido Comunista de China en el territorio insular será clave para pensar las posibilidades injerencistas de Washington en la zona. Simbólicamente, que la República Popular no logre recuperar el territorio será un duro golpe con el paso del tiempo para el partido, además de suponer un suelo pro Washington a escasos kilómetros del gigante asiático.
Asia
Asia Aumentan las tensiones militares en Corea: ¿por qué ahora?
Tailandia y Filipinas son los dos otros actores a considerar. Aunque Estados Unidos ha sostenido férreos vínculos con Bangkok durante décadas, y pese a ser el principal socio comercial del país (desbancando a la propia China). Poseedor de alguna base militar en el país, y habiendo sido un enclave geográfico importante durante la guerra imperialista contra Vietnam, el país queda dentro de la órbita de Washington. Filipinas mantiene todavía tensiones con Pekín con respecto a las islas Spratly, además de ser un firme enclave militar para Washington. Este mes de febrero, ambos países acordaron la ampliación de las bases militares a los que Estados Unidos tendrá acceso en el país.
Por último, existe una serie de países sobre los que Estados Unidos posa su foco aunque no haya conseguido incorporarlos a su eje de poder internacional. Cabe destacar a Indonesia, Malasia, Myanmar y Vietnam. Las cuatro naciones forman parte de la ASEAN (Asociación de Naciones de Asia Sudoriental), compartiendo espacio con las ya mencionadas Tailandia y Filipinas. La influencia de Estados Unidos en la ASEAN es una tarea pendiente de Washington. La inestabilidad política de Myanmar o los vínculos ideológicos (aunque con matices) entre China y Vietnam dificultan enormemente este proceso, que será clave para el futuro de la región. Si Estados Unidos logra consolidar su capacidad de presión sobre la ASEAN (que agrupa a más de 650 millones de personas), habrá vencido a China en una de las grandes disputas entre ambos poderes.
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