Brecha salarial
Esto es la brecha salarial: un 30% menos de salario si barres en el interior
Un barrendero que escoba las calles de Bilbao cobrará este mes 1.477 euros, frente a los 1.028 euros de quien barre el interior de los edificios municipales. Ellos se ocupan del espacio público visible. Ellas, del invisible.

El concepto de brecha salarial es abstracto. Difícil de comprender para muchas personas e imposible de asimilar para las que nadan a gusto en el machismo. La discriminación salarial directa está prohibida por ley, afirman con razón, por lo que ¿cómo es posible que en el Estado exista una brecha del 22% entre el salario anual de hombres y de mujeres? Será que los hombres están más capacitados y realizan tareas más pesadas, argumentan. Pero una escoba pesa igual, barra lo que barra. La brecha salarial opera más sibilinamente. Veámoslo.
Se ponen el uniforme y cogen su escoba. Así empieza la jornada laboral para Joseba Ruiz y Bego Díez. Ambos trabajan limpiando. Él barre las calles de Bilbao, ella el interior de los edificios municipales de la capital vizcaína. Ambos están contratados por el mismo conglomerado de empresas, a la que el Ayuntamiento delega las labores de limpieza: FCC, VTR y GMSM Medioambiente. Solo hay una diferencia entre Joseba y Bego, y es muy grande: él recibe un salario mayor. Exactamente, a ella le pagan un 30% menos. Esto es la brecha salarial.
Sin tener en cuenta la nocturnidad, ni la antigüedad, un peón de mañana de la limpieza viaria, con un IRPF del 16%, cobrará este mes 1.477 euros. El sueldo para una trabajadora de interior a jornada completa, con un IRPF del 10%, se queda en 1.028 euros. Eso supone un salario del 30% inferior al de sus compañeros de gremio. Y la diferencia aumenta cuando se añaden los complementos y se tienen en cuenta las pagas extraordinarias: cuatro para ellos, tres para ellas.
Pero, ¿cómo es posible? Con unas nóminas abonadas a través de un CIF distinto, de adjudicaciones diferentes con pliegos independientes que han derivado, con el tiempo, a convenios laborales dispares.
En la plantilla de 800 trabajadores de limpieza viaria solo hay doce mujeres, de las cuales la mayoría entraron por la lucha llevada a cabo por la Asamblea de Parados de Bilbao en 1989

Joseba empezó a barrer en 1988, cuando era un zagal. Bego, cuando era una moza en 1987. Los dos están afiliados al sindicato LAB, desde el que han peleado las mejoras de las condiciones salariales de sus respectivos y diferentes convenios. Porque parece ser que no es lo mismo limpiar que limpiar.
La limpieza cara al público, la viaria, cuenta con una plantilla de casi 800 personas, de las cuales solo 12 son mujeres. “Nuestro porcentaje es ridículo”, resume Joseba. En la limpieza de interior, la plantilla asciende a unas 400, de las cuales 340 son trabajadoras. “Los hombres limpian la calle, nosotras limpiamos a escondidas”, añade Bego.
Ambos convenios comparten los pluses por nocturnidad (25% del salario) y por realizar trabajos penosos, tóxicos y peligros (20%). Pero ellas no trabajan de noche y solo las trabajadoras que limpian la garita de entrenamiento de disparos de la Policía Municipal añaden ese extra a tres horas semanales de su paga. Sin embargo, el plus de transporte para desplazarse del hogar al trabajo son 2,66 euros por jornada en las limpiadoras, mientras que asciende a 8,66 euros al día en los barrenderos y basureros, que también tienen un plus de asistencia diaria de 4,55 euros, un complemento de recogida lateral (5,77 euros), de conductor (0,78 euros) y una prima extrasalarial (18,26 euros a la semana). En cuanto a las pagas extraordinarias, ellas tienen tres, y ellos una cuarta: la gratificación de San Martín de Porres, el patrón de los barrenderos, en octubre.
La lucha sindical ha conseguido mejorar las condiciones laborales de la limpieza viaria. La de edificios se ha ido quedando descolgada a lo largo de los últimos años. “Divide y vencerás”, coinciden ambos. Muchas trabajadoras de ambulatorios se incorporaron al convenio de Osakidetza (la sanidad pública vasca) y otros departamentos del Gobierno vasco y Diputación.
Las diferencias salariales entre la limpieza viaria y de edificios en Bilbao han aumentado a través de nóminas abonadas con un CIF distinto para adjudicaciones diferentes, con pliegos independientes, que han derivado en convenios dispares
Solo 12 mujeres
Rosa Quijano es una de las 12 barrenderas de Bilbao. Cuando llegan las fiestas de la ciudad, la Semana Grande, “nos sacan de nuestra ruta y nos bajan al centro, creo que para que nos vean, para que la gente piense que hay mujeres en el servicio de limpieza, pero no es a nosotras a quienes nos ofrecen los días extra, con los que amplías salario”. Así opera también la brecha salarial.
Su entrada en la plantilla no fue casual, ni tampoco un enchufe, sino una antigua lucha colectiva. Junto con nueve compañeras, Rosa empezó a barrer gracias a la Asamblea de Parados de Bilbao. En 1989, en medio de la gran crisis industrial vasca, la asamblea logró un acuerdo para que el Ayuntamiento contratara a cinco hombres y cinco mujeres, y luego a otros cinco y cinco. Desde entonces, la entrada de las mujeres a esta plantilla no ha mejorado. La limpieza viaria no contrata a mujeres y la limpieza de edificios, casi no contrata a hombres. Esta es otra pata de la brecha salarial, lo que en la teoría económica se conoce como segmentación horizontal.
Pedir responsabilidades
Cuanto más se difuminan los recovecos en los que opera la brecha, más complicado resulta pedir responsabilidades y revertirlas para que todos y todas las trabajadoras tengan las mejores condiciones posibles. En este caso, mientras la limpieza viaria ha conseguido pelear un convenio de empresa con la UTE RSU Bilbao II (la abreviatura de GMSM Medioambiente, según consta en la adjudicación), a las limpiadoras de edificio se les aplica el convenio sectorial de Bizkaia, con peores condiciones, a pesar de que GMSM Medioambiente también es una de las tres empresas que gestiona la limpieza de edificios del Ayuntamiento de Bilbao.
Que el consistorio ajustara los pliegos de las adjudicaciones de las que es responsable, tanto en la aplicación de convenios como, sobre todo, en exigir y clarificar los criterios de contratación, sería asumir la responsabilidad pública de estas disparidades salariales que tienen el género en el centro.
Desde la secretaría de feminismos de LAB, tienen una postura muy clara al respecto de la brecha: “No es solo que los hombres cobran más y las mujeres menos, eso sería reducir un conflicto que es político y que, por tanto, debe tratarse con mirada política. Para que el sistema capitalista, racista, patriarcal y decolonial se perpetúe necesita de esta brecha, que genera una deuda patriarcal con las mujeres, y que entendemos que nos la tienen que abonar. Porque no entramos al mercado laboral en las mismas condiciones que los hombres, sino en unas condiciones de usar y tirar, con jornadas parciales y contratos temporales”, explica Elixabete Etxeberria.
El plus diario de transporte, para desplazarse del hogar al trabajo, es de 2,66 euros para las limpiadoras de interior, mientras que el de calle asciende a 8,66 euros
La parcialidad es otra de las características de la brecha, la que finalmente hace caer en picado los salarios anuales y aboca a las mujeres a unas pensiones de jubilación mínimas, y que se encuentra también en este caso: “En la limpieza de edificios hay un descontento general no solo por los salarios, sino por la parcialidad, ya que casi no hay jornadas completas. La mayoría trabaja con contratos de 5 horas y 45 minutos o de cuatro horas”, explica Bego. Ella es una de las pocas que dispone de jornada completa. “En la limpieza viaria, la parcialidad se circunscribe, sobre todo, a los fines de semana”, añade Joseba.
Ante esta situación estructural, desde el sindicato LAB proponen aplicar a todos los empleos el concepto de la deuda patriarcal, que se puede revertir a través del factor de repercusión. “Hay trabajos que tienen una repercusión muy importante en la sostenibilidad de la vida, como todas hemos visto durante la pandemia. Lo que proponemos es quitar el sesgo androcentrista y aplicar la perspectiva de género en la supuesta peligrosidad, en los trabajos de interior y exterior, en ver qué se valora a la hora de determinar un salario, que normalmente tiene que ver más con quién realiza el trabajo que con el trabajo en sí”, añade Elixabete Etxeberria.
Probablemente así lo considerarán quienes valoren que limpiar las calles de Bilbao, a expensas de la lluvia o expensas del sol, es un 40% más duro que limpiar siempre con productos tóxicos los baños de una escuela a los que acuden a cada recreo cientos de niños.
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