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Crisis climática
Instrucciones para evitar la extinción
Con motivo de la XXIII Conferencia sobre el Cambio Climático, Ecologistas en Acción presenta un diagnóstico sobre la situación socioeconómica global, el cambio climático y el agotamiento de recursos, y una batería de propuestas para frenar el desastre.
Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @PabloRCebo pablo.rivas@elsaltodiario.com
Reuniones bilaterales, mesas redondas, conferencias y miles de informes sobre la mesa estos días en la XXIII Conferencia sobre el Cambio Climático COP23. En todos ellos está presente un futuro de calentamiento global, agotamiento de recursos, consumo exacerbado y crisis ecológica. Pero el dato crucial sigue ahí: en 2017 las emisiones de gases de efecto invernadero han vuelto a crecer. Un 2% más en 2017 respecto al año anterior, según el último estudio del consorcio internacional de investigación Carbon Budget Project.
“Estamos en una encrucijada histórica, en un momento en que, según las decisiones que tomemos, tendremos unos escenarios de futuro u otros”. Luis González Reyes, doctor en Ciencias Químicas e integrante de Ecologistas en Acción, introduce así el nuevo informe del colectivo ambientalista, Caminar sobre el abismo de los límites: políticas ante la crisis ecológica, social y económica, que se ha presentado en la mañana de hoy, 14 de noviembre.
El documento busca “generar un debate encaminado a generar estrategias para plantarnos ante este cambio de paradigma”, apunta su compañera de organización, Cecilia Fernández, precisamente en un tiempo en el que el cambio climático está presente en todos los debates económicos, sociales y ecológicos globales.
Crisis civilizatoria
El diagnóstico que estos expertos han hecho de la situación mundial actual dibuja un futuro negro para la civilización humana tal como la conocemos hoy. “Es un momento de crisis civilizatoria en el que los límites ambientales juegan un papel determinante, límites como el hecho de que los combustibles fósiles están dejando de ser accesibles como lo habían estado hasta ahora”, señala González Reyes.
En un horizonte de extracción y comercialización masivas de unos recursos fósiles finitos, el siguiente paso es buscarlos donde son más difíciles de extraer: aguas ultraprofundas y árticas son un ejemplo. Los picos históricos de extracción y producción ya están aquí, o están al caer. En la actualidad, la capacidad extractiva de petróleo convencional –de más fácil acceso y calidad– ya está "en fase de meseta", como señala González Reyes, y ha dejado de crecer. Esto lleva a buscar el no convencional, allí donde es más difícil encontrarlo y, por consiguiente, más caro, con menores beneficios y a menudo con menor calidad, ya que los mejores yacimientos se explotan antes. “Es posible que en 2015 se haya alcanzado el pico de extracción de todos los combustibles líquidos”, plantea el informe.
En el caso del gas se espera que el pico llegue en una horquilla que va del año 2020 al 2039, mientras que el del carbón entre el 2025 y el 2040, aunque el informe señala que “podría haber sucedido ya, pues su extracción disminuye desde 2015”. La conclusión, apunta González Reyes: “Recursos decrecientes, de peor calidad y de más difícil acceso”.
escenario distópico
“Nos estamos jugando que el cambio climático no se dispare”, continúa el químico. Estabilizar la concentración de dióxido de carbono (CO2) atmosférico y frenar los peores escenarios del calentamiento global son dos metas básicas para los firmantes del informe, escenarios que llevan irremediablemente a consecuencias como situaciones de escasez alimentaria y agua, pérdida de biodiversidad, fenómenos meteorológicos extremos, disminución de fertilidad en los suelos o desplazamientos humanos en masa de los llamados refugiados climáticos, tal como recuerda el informe.
El diagnóstico de Ecologistas en Acción también refleja dos aspectos más que consideran cruciales para esta radiografía planetaria: la pérdida de biodiversidad y el agotamiento de materiales, suelo y agua.
Con ritmos de extinción de seres vivos de 100 a 1.000 veces más altos que en tiempos preindustriales, no hay duda de que en la Tierra se está registrando la sexta extinción masiva de la historia del planeta. Con un causante claro: homo sapiens. El informe Planeta Vivo 2016 ya planteaba cifras agónicas: una disminución de la población global de vertebrados del 58% entre 1970 y 2012, una cifra que podría llegar al 67% al final de esta década.
Al igual que ocurre con los combustibles fósiles, los recursos materiales no energéticos también se están agotando. “Hemos llegado a una situación en el que la demanda es mucho mayor que la disponibilidad”, plantea el informe, en el que se detalla cómo hace años que se ha llegado a los picos de extracción de materiales como el mercurio, el estaño, el cadmio, el oro o el litio. Con tasas de reciclado de la mayor parte de los elementos conocidos del 1%, según indica el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, las soluciones son difíciles de poner en práctica.
Por último, suelo y agua son también recursos esenciales en peligro. Con un 20% de los acuíferos globales sobreexplotados y un cambio climático que reduce drásticamente la disponibilidad de suelos fértiles, crisis alimentaria es el concepto que poco a poco llegará a las comunidades humanas.
Superviviencia
Los retos a los que se enfrenta la humanidad implican su propia supervivencia. El informe plantea sin tapujos que “el proyecto de modernidad basado en la producción capitalista está provocando un colapso global sistémico de la biosfera que hace materialmente insostenible la civilización industrial”.
La superpoblación –con 815 millones de personas sin alimentos suficientes para llevar una vida saludable– y un modelo agroindustrial que no podrá sostener el volumen de producción actual de alimentos tendrán consecuencias devastadoras, solo aplacables mediante “políticas que empiecen a reducir ya la población desde un punto de vista feminista y desde criterios de igualdad social”, remarcan desde Ecologistas, además de a través de una transición a una agricultura ecológica y de proximidad. Todo ello sumado a las graves consecuencias del crecimiento de las urbes a nivel global.
Recetas para el cambio
Un sistema como el capitalismo requiere de un consumo creciente de materia y energía para crecer de forma sostenida, algo que, según dictamina el informe, no va a ser factible. Sin embargo, otro mundo es posible y el documento plantea toda una batería de propuestas que implican a todos los estamentos sociales, de agentes sociales a instituciones, sin olvidar el plano personal. “No podemos quedarnos como estamos, necesitamos actuar, impulsar estrategias que nos lleven a un proceso que lleve a un paradigma de la sostenibilidad ambiental y a establecer una justicia social para todas”, ha señalado Cecilia Fernández en la presentación de Caminar sobre el abismo de los límites.
A nivel de recursos, los ecologistas plantean un plan multisectorial encaminado a un drástico descenso en el consumo material y energético. “Para el 2030 la generación de energías renovables debería ser al menos del 45% y la reducción del consumo energético del 40%, respecto a niveles de 1990”, plantea Fernández, sin olvidar la necesidad fomentar una economía circular que implique el retorno de los materiales para que puedan ser metabolizados por la biosfera.
Las medidas que habría que implementar para paliar el cambio climático también son claras para los ecologistas: “Hay que establecer estrategias multisectoriales para lograr el descenso de las emisiones”. En el caso español, estas deberían disminuirse como mínimo un 5% anual hasta el año 2030 y un 10% entre 2030 y 2040 si se quiere conseguir el objetivo de descarbonización antes de 2050. “En esto hay que ser riguroso”, remarca la ecologista, que considera necesaria la aprobación de una ley de cambio climático que regule estas políticas.
En lo referente a biodiversidad, la aprobación de “un plan de emergencia para detener la perdida de diversidad biológica en 2020 que asegure la conservación de los procesos ecosistémicos de los que dependemos todos los seres vivos” es clave para los ecologistas. Esto implicaría condicionar políticas sectoriales en este sentido y adoptar los compromisos de la Estrategia Europea de Biodiversidad y las Metas de Aichi del Convenio de Diversidad Biológica, entre otras medidas.
Otra economía
La economía es un ámbito central si se busca un cambio de paradigma. Es por ello que el informe aboga por “incentivar el desarrollo de una economía social, feminista y ecológica, centrada en el bien común y no en la acumulación de plusvalía monetaria, que ponga en el centro los procesos de sostenibilidad de la vida y garantice la equidad social”. Reparto de la riqueza, fiscalidad redistributiva, autosuficiencia local y reparto del trabajo no remunerado de cuidados son medidas esenciales para la organización si se quiere cambiar la actual deriva.
En el ámbito del urbanismo y el transporte, Caminar sobre el abismo de los límites plantea una reconducción de las políticas según criterios de eficacia y ahorro, fomentando la accesibilidad frente a la movilidad. Evitar la especulación, reordenar territorialmente las ciudades y aprobar una Ley de Movilidad Sostenible que fomente los modelos no motorizados son algunas de las píldoras que aporta el informe.
Por último, la adaptación del modelo agroalimentario petrodependiente a un modelo de producción ecológica, local y a pequeña escala, que prime la soberanía de los territorios es crucial en el análisis de Ecologistas en Acción. El objetivo: alcanzar en 2020 el 30% de superficie dedicada a la producción ecológica, así como un incremento del 30% del consumo interno de productos ecológicos y locales, y reducir el uso de fitosanitarios de síntesis en un 30%.
Desde luego, recetas para frenar el fin del mundo no faltan.
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Les faltó hablar de Veganismo (el consumo de productos animales derrocha recursos y contamina más que todos los medios de transporte juntos...
La Renta Básica Universal, la Economía del Bien Común, el software y licencias libres en general y la Economía Basada en Recursos de Jacque Fresco son temas que también me han faltado en el artículo.
Creo que hay muchas formas de alimentarnos y hablar de veganismo como la solución más sostenible y ecológica pienso que puede llevar a error. Generalizar y universalizar no es adecuado cuando estamos analizando cuestiones tan complejas y diversas como estas. Esta claro y estamos de acuerdo en que comer carne industrializada y de explotaciones intensivas es probablemente la manera más insostenible de alimentarnos y producir alimentos. Pero, aunque no llegue al mismo extremo, comer vegetales industriales (léase soja, palma, maiz transgénicos; productos hortícolas de los mares de plástico de almeria o Murcia; fruta intoxicada en los grandes valles del Guadalquivir o el Ebro... por no hablar de vegetales que vienen de Perú, India, China...) tampoco es que sea muy sostenible. Por eso, prefiero hablar de alimentación sostenible mirando caso por caso, no diciendo categóricamente que el veganismo es mejor que el omnivorismo. ¿Que hay que comer mucha menos carne de la media? esta claro ¿Que hay que analizar que producciones son menos contaminantes, más sostenibles... y eliminar las producciones industriales de alimentos en general? por supuesto. Creo que lo fundamental es ver que se produce cerca de tí y cómo, y entonces decidir qué comer. Por ejemplo, vivo en Aracena, en mi casa entra carne una vez al mes o menos y algo de queso y chacina, que suele caer dos o 3 veces a la semana, aparte de huevos. La pregunta es ¿Realmente es más ecológico en mi caso comprar verdura de los invernaderos de Almeria, Huelva, Cádiz o Murcia? Si compro verdura de aquí, es muy escasa y si toda la sierra hiciese lo mismo, tendríamos que transformar bosques en huertas ¿Y si como carne de cerdo ibérico, cabrito o cordero, o beber leche de cabra o huevos...? Ninguna de estas explotaciones transforma la dehesa, se pueden conseguir ecológicas... Total, lo que quiero decir es que no se puede generalizar. De hecho aunque sólo como carne una vez al mes, realmente pienso que en mi caso sería más ecológico comer más carne, aunque no lo haga.
La cosa es que los animales que se come el humano también se ceban con vegetales, de manera que un vegano al final consume mucha menos soja que alguien que come carne, quien, indirectamente, está consumiento la soja, el agua, la energía, etc necesaria para criar y cebar a cada uno de los animales que se come, viste, etc (y el proceso indirecto es mucho más insostenible)
Ni una mención a la necesidad de reducir el consumo de productos animales por el derroche de recursos como agua y terreno cultivable, la ganadería es la mayor contribución al calentamiento global por encima de todos los coches, aviones y barcos combinados...
Es decir tenemos que movernos hacia el Veganismo.
La Renta Básica Universal, la Economía del Bien Común del economista Kristian Felber, las nuevas relaciones Colaborativas, Open
Source,
licencias libres y la la
Economía Basada en Recursos de Jacque Fresco.