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Capitalismo
Paul Mason: “Los gobiernos tienen que dar un paso al frente y romper el monopolio de Facebook”
El divulgador Paul Mason no cree que sus ojos vuelvan a ver otra crisis del capitalismo y también considera que ahora es más fácil imaginar el fin del mundo que imaginar a Facebook enseñando públicamente su algoritmo.
Si rescatáramos las viejas teorías de Adam Smith y David Ricardo sobre las que se cimentó el pensamiento capitalista y las comparáramos con la realidad de la economía global actual, seguramente no encontraríamos ni un mínimo rasgo en común, más allá del “todo por la pasta” que nunca caduca. El concepto capitalismo ha evolucionado al neoliberalismo que Thatcher y Reagan expandieron por todo el globo y que ha servido de pretexto perfecto para el avance de lo privado sobre lo público. Desde la caída de Lehman Brothers, nuevos estilos de economía se están desarrollando en un escenario. Algunos lo llaman economía digital, otros economía colaborativa, otros turbocapitalismo, otros economía rentista.
Las leyes de la competencia que nos prometían una gran variedad de productos a bajo precio solo han servido para quitar barreras públicas al dominio de los grandes olipolios. Entre todo ello, un nuevo factor que lo ha cambiado todo entra en la ecuación de la economía: los datos. Desde el casi obsceno control que tienen las grandes empresas tecnológicas sobre nuestras vidas, a la reducción del coste marginal de muchos productos a cero, los datos lo están cambiando todo. Incluidas las relaciones de poder mundial. Hay una clara evolución en el ecosistema económico mundial, pero nadie le quiere poner nombre. Paul Mason sí lo hace.
Este periodista y divulgador nacido en 1960 en Leigh (Reino Unido) trabajó durante más de una década como editor de economía en la BBC. Hace tres años publicó el libro Postcapitalismo: hacia un nuevo futuro (Paidós). Un libro de referencia entre las personas que quieren visualizar cómo será el final del capitalismo y, lo más importante, quieran avanzar hacia una sociedad más justa e igualitaria. Visita Madrid para dar una conferencia en el ciclo “Seis contradicciones y el fin del presente” del Reina Sofia y recibe a El Salto.
Voy a empezar por la difícil: ¿ha muerto el capitalismo? ¿está el neoliberalismo en caída?
El neoliberalismo está roto, es como un zombi, no funciona. En el sentido en que el sistema neoliberalista claramente provocó la crisis de 2008 y lo que hicieron fue lanzar 20 billones de dólares de los bancos centrales. Ahora, si miramos a nuestro alrededor, podemos ver tipos de negocios que no existían antes desde 2008, como los coches con conductor que hacen de taxis, pero el único motivo por el que existen es gracias a esos 20 billones de dólares de dinero gratis. Sin embargo, hay un problema, que es exactamente el problema contrario al que tuvieron en la crisis de 1930: han podido salvar la economía pero no han podido salvar la narrativa. Puedes mantener una economía a flote, pero no puedes mantener a flote una narrativa porque los cerebros de la gente exigen que haya coherencia. Salvando la economía lo que hicieron fue trasladar la presión a los políticos, y estos políticos simplemente han colapsado.
Mucha gente no deja de pensar y preguntarse cuándo será la próxima crisis del neoliberalismo, y yo no pienso que vaya a ver una nueva crisis del capitalismo. Incluso si hay otro crash de las bolsas, ellos simplemente inyectarán más dinero gratis en el sistema. Lo que yo expliqué en mi libro, hace tres años, es que si no avanzamos desde el neoliberalismo, este romperá la globalización. Y esto es lo que está pasando. Podemos ver proyectos neoliberales nacionalistas como por ejemplo Trump o el Brexit, para el ala más ultraderechista del partido conservador. Pero de lo que yo hablo en el libro como neoliberalismo es algo global. Aunque China o India lo estén haciendo bien ahora, si Estados Unidos se sale, se rompe el sistema.
Pero dejando el neoliberalismo de lado, este no es el fin del capitalismo. El fin del capitalismo vendrá, para mí, como en un siglo. Pero tenemos que ser capaces de visualizar lo que eso significa. Y esto me lleva al punto central de la tesis del postcapitalismo: la tecnología de la información es diferente a otros avances tecnológicos anteriores porque desafía las raíces de una sociedad basada en el trabajo y en la escasez.
Has dicho que no crees que haya una nueva crisis del neoliberalismo porque inyectarán dinero gratis, pero la realidad es que ahora mismo están haciéndolo desde el Banco Central Europeo con el Quantitive Easing (QE). ¿Qué crees que pasará cuando acabe dentro de un año?
Bueno, recuerda que cuando acaba no acaba. Que acabe el QE significa que acabarán de lanzar nuevo dinero al mercado, pero el dinero seguirá ahí. En el Reino Unido, el Banco Central va a mantener los bonos que han comprado por lo menos durante los próximos 30 años. Sin embargo, es cierto que será una señal en la que querrán que la economía crezca por sí misma. Y lo que vamos a ver es un crecimiento muy débil. Ya es bastante débil en los Estados Unidos, incluso aunque Janet Yellen ha sido cautelosa y no ha querido sacar de una manera muy agresiva el dinero de su banco central del mercado.
Pero este no es el problema estratégico. El problema estratégico es que las fuentes de crecimiento de los últimos años son muy débiles. En los últimos 30 años hemos crecido mediante la extensión del crédito, expandiendo la fuerza laboral mundial, doblándola, y con lo que llamamos catching growing: Turquía se convierte en lo que era Croacia, Croacia se convierte en lo que era Austria, China se convierte en lo que era Turquía.
Los economistas del Banco de Inglaterra hicieron una clara predicción para los próximos 30 años. Dijeron que las fuentes de crecimiento encogen, permitiendo que solo la productividad pueda crecer. Entonces, en vez de utilizar el gran poder que tenemos con la automatización y la robótica para disminuir cada vez más la cantidad de trabajo que hacemos, lo que se está creando es lo que mi buen amigo David Graeber llama los bullshit jobs (trabajos de mierda). Pero si creamos esos bullshit jobs lo que hacemos es evitar que exista ningún tipo de productividad. Lo que haces es mantener a mucha gente en una precariedad mal pagada para que el sistema financiero siga funcionando.
Rojava
David Graeber: “En Rojava saben que no te puedes librar del capitalismo si no te libras antes del patriarcado”
La mutación del capitalismo, la uberización del empleo, el poder del feminismo, la lacra moral de la deuda o el origen de la desigualdad son algunos de los temas que trata en esta entrevista el antropólogo estadounidense David Graeber, que visita Madrid para participar en un evento en apoyo al pueblo Kurdo y la revolución de Rojava.
No es que alguien haya diseñado este tipo de precariedad, pero el punto aquí es que todo el mundo tiene que poder comprar un teléfono, deben tener una cuenta bancaria, tiene que poder devolver su préstamo de estudiante, por lo que tiene que haber trabajo, da igual cuál sea, al sistema no le importa. Por lo que el problema no es que los bancos centrales dejen de inyectar dinero, es que siempre vamos a tener que confiar implicitamente, hasta el final, en la intervención de los bancos centrales, porque solo quedan unas pocas fuentes de crecimiento a nivel global, excepto la productividad.
Y qué hay de los datos, ¿no son ahora esa principal fuente de crecimiento?
No. Voy a intentar argumentarte por qué. El punto fundamental sobre las tecnologías de la información y los productores de datos es que colapsan sus propios costes de producción. Esto es normal cuando hablamos de datos, pero la realidad es que también afecta a la realidad. En el libro pongo el ejemplo de estos ingenieros que diseñaban, al principio de su carrera, el avión Tornado calculando doce posibles situaciones de estrés que podría sufrir la cola del avión. Al final de su carrera, diseñaron el exitoso avión Eurofighter utilizando 1,86 millones de pruebas de estrés de manera simultánea. Esto no hace necesariamente que un avión sea más barato que otro, porque no es una cuestión de solo diseñar. Se tiene que construir, hacer el prototipo, etc. Los datos están haciendo que baje el coste de todo, pero los precios no están bajando en muchas áreas. La razón es que están apareciendo monopolios como respuesta a todo esto.
Por lo que yo veo es que las GAFA (Google, Apple, Facebook y Amazon) son las respuestas distorsionadas del capitalismo para los que pretenden colapsar el coste de los productos, porque son las que necesitan mantener los costes de producción altos.
El primer estudio sobre el impacto de internet en la macroeconomía hecho por una autoridad gubernamental fue el de la OCDE en 2013. La OCDE dice “ok, miremos la productividad y miremos lo que se llama el excedente del consumidor”, que es si, por ejemplo, Amazon reduce los costes, nosotros los consumidores podremos obtener más que si nos lo vende una persona en una tienda, porque esa persona es dueña y paga esa tienda.
La OCDE dice que este excedente del consumidor está ocurriendo y es real, pero lo que también dice es que hay algo mucho más grande: el impacto en lo que queda fuera del mercado. Aquí nos encontramos un problema, porque si le preguntas a un economista te dirá que no está para nada interesado en ese impacto que queda al margen del mercado. Te dirá que no es economía. Pero, para mí, en una tesis postcapitalista, lo que está fuera del mercado es la clave, porque yo movería la economía a un estado fuera del mercado.
Por lo que la productividad de los datos está claramente creciendo exponencialmente, pero no tiene un efecto en el mercado, produce más valor y productividad gratis. Y solo pueden captar valor económico en un corto periodo de tiempo, el de la recompensa a la innovación o si mantenienes un monopolio.
Es por esto que te argumento que, ahora mismo, nos encontramos en una situación en la que donde la relación social del capitalismo está absolutamente fuera de la tecnología que está siendo creada. No solo porque “la información quiere ser libre”, como dijo Steward Brand, sino también porque la fuerza de trabajo y los salarios están disociándose.
Un patrón principal del capitalismo ha sido su obsesión por saber cuántas horas de trabajo vale cualquier cosa, pero eso ya ha dejado de importarnos. Ahora podemos producir productos sin usar trabajo.
Uno. La tecnología de la información colapsa el precio de producción. Dos. Disociar trabajo de salarios. Tres. Crear trabajo en red que pueda crear productos gratis. Y cuatro, crear democracia de la información. Por ejemplo, si desarrollo algo nuevo con mi teléfono móvil, mañana todo el mundo lo tiene gracias a una actualización. El capitalismo moderno es una reacción distorsionada de eso. La reacción a la disminución en el coste de la producción es el monopolio. La reacción a la posibilidad de la disociación son los bullshit jobs. La reacción a los efectos de las redes es lo que en inglés llamamos rent seeking [extractores de rentas]. Empresas que ya no producen riqueza, sino que la agarran de aquellos que ya la producen , como el modelo de Uber o AirBnB. Y de la democracia en la información nos podemos olvidar, porque en su lugar lo que hay es una enorme simetría de información y poder.
Existe esta frase de Fredric Jameson que decía que era más fácil imaginar el fin del mundo que imaginar el fin del capitalismo. Ahora es más fácil imaginar el fin del mundo que imaginar a Facebook enseñándome su algoritmo. Es imposible que yo lo sepa o Facebook colapsaría.
Entonces, ¿cómo podemos acabar o luchar contra esos monopolios que dominan y están instaurados a nivel mundial?
Cada uno de esos cuatro puntos que te he dicho antes tienen una solución. Para romper los monopolios están las leyes de la competencia. La de Europa dice que tiene que haber siempre por lo menos cuatro bancos, por lo menos cuatro empresas de todo. Cuando cojo un vuelo no pienso que se va a estrellar porque sé que hay cuatro empresas de turbinas que están compitiendo entre ellas para producir los aviones. Incluso si es casi un monopolio donde muchas se pertenecen unas a otras, están compitiendo. Entonces, ¿por qué no le puede pasar eso a Facebook? Mucha gente dirá que dónde van a poder ellos conectarse mejor con los amigos de sus amigos. Pero, por ejemplo, cuando vas a un cajero no siempre vas al cajero de tu banco. Tú vas a un cajero. Pues creo que Facebook podría ser ese cajero automático. Sería la pantalla frontal, pero detrás de ellos las empresas podrían ser forzadas a competir a la hora de proveer el servicio de las amistades, de la base de datos o de los algoritmos. Y así podríamos elegir. Podríamos elegir entre un proveedor de pago que no me mostrara publicidad. Podríamos elegir un proveedor que tuviera un código ético y nos prometiera que nunca va a vender nuestros datos a un gobierno o a un Cambridge Analtica. Lo más extraño de todo esto es que a la gente le resulta muy difícil imaginar esto que te estoy explicando. Pueden imaginar cuatro supermercados o cuatro bancos, pero no son capaces de imaginar cuatro Facebooks. Los gobiernos tienen que dar un paso al frente y romper el monopolio de Facebook y tienen que permitir que haya competencia para colapsar el precio.
Y hay otra cosa, estas empresas de datos sabían que esto estaba llegando y lo que realmente necesitan es que haya alguien que posea algún tipo de registro de identidad. Y hablamos de un problema que se tiene en los dos lados, porque yo creo que una sociedad civilizada no debería permitir el total anonimato. Twitter ahora mismo es el mayor hervidero de antisemitismo del mundo. Hay muchos bots, pero también hay miles de antisemitas que se aprovechan de ese anonimato que les ofrece esa red. No creo que la civilización actual deba permitir eso. Debes ser una persona real para participar en la sociedad digital.
Sin embargo, ¿quién debe ser dueño de ese registro de identificación? Yo estoy muy contento de que mi gobierno sepa dónde vivo, porque yo quiero votar y me he registrado para ello. Pero no quiero que el gobierno sepa quiénes son mis amigos o cuál es mi estado de salud. De igual forma, tampoco quiero que lo sepa Facebook. Por lo que creo que necesitamos crear un registro de identidad con una capa de propiedad pública, pero con acceso privado. A los que más les convendría sería a Google, Facebook o Amazon, porque necesitan hacer un pacto la sociedad civil. Y la única manera posible que veo es lo que está sucediendo en Barcelona, con Ada Colau y su jefa de tecnología, Francesca Bria, con tecnología blockchain. De manera que cualquiera podría dar y quitar acceso a sus datos de una manera individual. Podríamos poseer algo colectivo de manera individual. No sería ni un bien común, es una comuna.
Si construimos un registro de identidad como un propiedad común, no propiedad de gobierno ni empresas, con un esqueleto blockchain, entonces podríamos crear un poder social para todo el mundo. Esa es la forma de romper el monopolio.
Y estos que tú has llamado rent seekers...
Tenemos que atacar a esas empresas. Hay que decir: la extracción de rentas es ilegal.
O sea que tú ilegalizarías Uber.
Sí… No, bueno, lo que haría es decirles que es totalmente legal existir como empresa, pero no puedes operar en Madrid porque no te queremos. Porque la existencia de este tipo de empresas ha destruido a miles de empresas de taxis en todo el mundo y es nuestro cometido, como civilización moderna, proteger este tipo de empresas y economía. Como ha hecho Barcelona con Airbnb. Si estas empresas son capaces de remodelar su negocio en una escalada hacia abajo, pues entonces bien. Pero la realidad es que hay bancos y fondos de inversión que están metiendo mucho dinero en estas empresas con el propósito de eliminar la competencia destruyendo a todas esas empresas como las de los taxis. La sociedad civil tiene el derecho de decir que modelos como el de Uber no se permiten. Si nos dijeran que es un modelo de negocio que utiliza a trabajadores esclavos no tendríamos problema en prohibir ese tipo de modelos, pero el problema aquí es que la gente todavía no tiene del todo claro cuál es ese modelo y entonces se quedan mirando sin reaccionar. También hay que tener en cuenta que estas empresas están gastando millones y millones haciendo lobby en la Comisión Europa.
Claro, y esos lobbies son los mismos que están haciendo que se cumplan esas leyes de competencia de las que antes hablabas para presionar y obligar a gobiernos municipales a aceptar modelos de negocio como los de Uber en pro de defender esa libre competencia.
Cierto. Por eso necesitamos la victoria en Europa. Para mí, cuanto más está la Comisión Europea en el bolsillo de estas empresas, menos legitimidad va a tener Europa. Miramos a los Estados Unidos de Trump y pensamos en lo horrible que es, pero la verdad es que allí impera la ley. ¿Cuántos periodistas han muerto en Estados Unidos a manos de la mafia? Ninguno. En Europa, por lo menos, tres. Europa es grande en términos de corrupción, en crimen organizado, en corrupción a un nivel institucional europeo. La soberanía de la Comisión Europea es un espacio que nadie entiende y por eso es un patio de recreo perfecto para las grandes multinacionales.
Ciberseguridad
La seguridad del Estado, un servicio ofrecido por la nube de los gigantes tecnológicos
El secreto genera poder. Su práctica impide ver cómo es en realidad el semblante del Estado.
El Ayuntamiento de Madrid acaba firmar un contrato con una empresa de Google, Carto DB, para intercambiar datos en un proyecto para mejorar la movilidad y el tráfico de la ciudad. Vemos en este caso cómo ya no se usa el típico modelo de privatización donde la empresa se hace con un servicio que antes hacía una administración pública, sino que es una partenariado entre lo público y lo privado para ofrecer un servicio que todavía la administración público no ofrecía. ¿Cómo se puede parar o revertir ese tipo de prácticas?
No conozco los detalles de ese contrato, pero el caso es que no estoy en contra de que las administraciones públicas firmen contratos con empresas para realizar proyectos innovadores. El problema es quién posee todos esos datos y sus efectos. El modelo tradicional es que estas empresas den la tecnología, porque ellas lo que quieren son los datos. Google, por ejemplo, recolectaba información de Gmail, pero tras unos años decidieron que habían recogido suficiente información. Cuando fueron capaces de predecir cómo se comunicaba la gente a una escala global, ya no necesitaban seguir recolectando datos.
Yo creo que, en unos cinco años, la ciudad de Madrid podría recoger la suficiente información para controlar, predecir y mejorar su circulación. Y creo que las ciudades tienen que aprovechar esa información y que lo hagan con una empresa externa. Pero hay un problema en lo que concierne al consentimiento. Pongo un ejemplo: ahora mismo se está experimentando con los coches autoconducidos. Estos vehículos tienen sensores y cámaras que lo graban y localizan todo. Puden recolectar una cantidad inmensa de datos. Nos pueden grabar al pasar por nuestro lado. Si la empresa que está produciendo esos coches es comprada por Google, esta empresa pasará a saberlo todo sobre nosotros. Sabrán quién es el dueño de cualquier coche y dónde y a qué horas lo suele aparcar, pero también podrán saber quién está teniendo una aventura con quién o quién es gay. Entonces el problema está en cómo le damos permiso a la empresa que recolecta información sobre el tráfico y cómo, saber para qué y para quién es utilizable toda esa información sobre nosotros. Porque la información es increíblemente poderosa y, ahí, entramos en una situación que da miedo.
¿Cómo es el uso que se le va a dar a esa información? ¿cómo puedo, o no, consentirlo? Tenemos que empezar a exigir que se nos diga qué se hace con todos esos datos que recolectan de nosotros. Algo que debería ser normal en una regulación capitalista, pero el problema es que estas grandes empresas escapan a esa regulación y les han dejado espacio para hacer lo que quieran.
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No hace falta especular sobre el futuro de Madrid para entender la manera en que las ciudades se van a ver expuestas a los delirios privados de los gigantes tecnológicos.
¿Qué políticas o acciones puede hacer un ayuntamiento para realizar ese tránsito hacia una sociedad postcapitalista?
Atacar a los extractores de rentas, como por ejemplo ha hecho Barcelona con Airbnb. Si atacas a esos modelos, creas espacios para otros modelo que no se basan en esa extracción. Las empresas innovadoras y reales pueden competir a un mismo nivel con las grandes empresas. Además se pueden promover alternativas no capitalistas: cooperativas de crédito, servicios públicos o que sean cooperativas dueñas de los usuarios.
En Madrid, debería haber una aplicación pública donde los taxistas deberían poder ofrecer sus servicios sin pagar, porque dicha aplicación no necesite buscar beneficio. El Ayuntamiento de Madrid puede pedir a una empresa privada que desarrolle esa aplicación, pero después la aplicación debe ser municipal. Si luego Madrid se la quiere vender a otros ayuntamientos en el mundo, pues perfecto. Pero nunca debe ser privatizada.
Otro ejemplo son todas esas bicicletas de alquiler mediante una aplicación que ahora han aparecido de repente por todos los lados. Los ayuntamientos deberían regular y prohibirlas.
A nivel nacional, se tiene que avanzar hay una renta básica universal (RBU). Porque la RBU es el complemento que necesitamos para avanzar hacia una robotización del empleo y para que cada vez trabajemos menos. Pero a un nivel local también se pueden hacer muchas cosas en esta dirección. Yo he hablado con los riders de Deliveroo que se están juntando en sindicatos en el Reino Unido. Les pregunté qué querían y me dijeron que una subida de un 5% en su salario no era una medida que les fuera a solucionar mucho, pero que si podían acceder a transporte gratuito, sanidad gratuita, educación gratuita y tener garantizado el acceso a la vivienda, entonces, podrían vivir con el salario de repartidor de Deliveroo. Hay que eliminar esa necesidad de tener que ganar dinero para pagar todos.
El municipalismo ahí tiene un papel muy importante. Si consigues que todos esos servicios sean gratis, tu ciudad se convertirá en una ciudad donde la gente quiera vivir, de la cual saldrán cosas maravillosas porque la gente estará menos preocupada por llegar a final de mes y tener que estar trabajando para poder cubrir todas esas necesidades. El activismo, el arte y otras cosas pueden florecer.
Democracia en los datos y la información es otra de las labores en las que el municipalismo puede avanzar. Los ayuntamientos no pueden obligar a las grandes multinacionales a que la practiquen, pero estos si que pueden hacerlo. El ejemplo es el proyecto de Franscesca Bria con Barcelona en Común que he comentado antes. Es un proyecto que también lo ha adoptado Amsterdam y dentro de poco lo hará Berlín. O sea que ya tenemos tres ciudades importantes europeas que van a desarrollar este tipo de democracia de la información.
Los ayuntamientos deben abrir cuanta más información les sea posible. Deben desarrollar software libre y promover que se haga todo en software libre y código abierto. Las ciudades siempre han sido muy importantes en la creación de las civilizaciones, desde la era de Mesopotamia. Y en una era postcapitalista van a ser igual de importantes.
Ciudad marca
Barcelona, un laboratorio para experimentar con la soberanía digital
El año que viene publicas nuevo libro. ¿Qué podemos esperar de Clear Bright Future: A radical defence of the human being?
Es una defensa del humanismo. El tema es que los humanos siempre, durante toda la historia, hemos tenido un profundo temor a seres mejores que nosotros. Los humanos siempre hemos querido ser dioses, pero también podemos acabar siendo zombis. Las nuevas tecnologías nos muestran un nuevo escenario en el que esas dos posibilidades pueden ocurrir, porque en el próximo siglo vamos a crear inteligencias posthumanas que serán más inteligentes que nosotros y esto nos puede traer muchos problemas. Ahora mismo, la gente que apoya a Trump son algo así como zombis que confrontan a la razón. Y no hablo en sentido metafórico, son personas que no creen que el cambio climático les vaya a afectar.
Entonces, mi teoría es que para poder luchar contra todo lo que tiene que ver con Inteligencia Artificial, Facebook, control mediante algoritmos, Trump y la extrema derecha necesitamos defender los derechos humanos contra la mecanización, contra el control y contra la irracionalidad. Necesitamos ser humanistas.
Quiero rescatar las teorías más tempranas de Marx, que veía el comunismo como un humanismo radical, tal y como él lo llamaba. Marx decía que podemos ser libres porque tenemos un el don biológico de poder ser comunicarnos y cooperar, no porque hayamos inventado nuevas herramientas. Quiero rescatar eso, porque creo que eso es lo que puede hacer que la izquierda pueda batir el control algorítmico, la mierda de la extrema derecha, Silicon Valley, etc. Mi libro es un ataque a esa deshumanización.
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"Las cooperativas pueden cambiar la economía digital"
El profesor de la New School de Nueva York, Trebor Scholz, ha presentado batalla a la mal llamada economía colaborativa. Con su platform cooperativism [cooperativismo de plataforma] pretende ofrecer una alternativa a la explotación laboral de empresas como Uber o Deliveroo.
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Lo primero, como indica el anterior comentario, esa concepción del Estado como ente independiente y absoluto es tremendamente falsa. El Estado no escapa a los intereses de esos monopolios, es en su esencia el que los posibilita y alza a rango de ley la "ley del valor" capitalista que produce la concentración de riqueza y el monopolio.
Otra cuestión también es que en ningún momento se cuestiona la propiedad privada sobre los medios de producción y la tecnología, y aparte se defiende la RBU como solución cuando es el último eslabón del neoliberalismo y de la penetración de la ley del valor capitalista y la legitimidad monetaria en la vida de las personas.
Esta confianza en el gobierno/estado es delirante y enfermiza.