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El próximo 11 de febrero es el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, celebrado desde 2016 con el objetivo de contribuir a cerrar la brecha de género existente en el ámbito científico.
La participación de la mujer en la Ciencia se remonta la antigüedad (2700 a.C.) con Merit Ptah, que fue la primera mujer mencionada en la historia de la Ciencia. Aunque la mujer ha estado siempre presente en el conocimiento científico y tecnológico, sin embargo, no es hasta la mitad del siglo XVII cuando se autoriza a las mujeres a acceder a la educación elemental, permitiéndoles leer y escribir.
En España, este derecho se recoge por primera vez en el año 1857, dirigido a permitir el acceso de niñas a una educación formal. Hubo que esperar, no obstante, a 1909 para que se ampliara la edad de escolarización obligatoria hasta los 12 años y, en 1910, por fin se apruebe la libre matriculación en los centros de enseñanza oficial, quedando abiertas las puertas de la Universidad para las mujeres. Algo más tuvimos que esperar, hasta 1931, para que se reconociera el sufragio femenino.
Con estos precedentes, huelga decir que el papel de la mujer en el aporte científico tecnológico ha sido sistemáticamente olvidado, impregnando de androcentrismo la Ciencia
Hasta ese momento se llegaba a poner en duda si era correcto o no aceptar que las mujeres pudieran acceder a una formación académica, e incluso su capacidad “biológica” para poder entender las ciencias. Es decir, a la mujer se le consideraba un ser inferior incapaz de poder razonar y pensar con juicio propio.
Con estos precedentes, huelga decir que el papel de la mujer en el aporte científico tecnológico ha sido sistemáticamente olvidado, impregnando de androcentrismo la Ciencia. Se ha pretendido, de forma deliberada, limitar a la mujer al ámbito doméstico y que los grandes aportes y descubrimientos en el progreso científico fuesen exclusivamente masculinos, ignorando al gran número de mujeres científicas que a lo largo de la historia hayan podido destacar. De hecho, hoy, la mayoría de ellas son desconocidas, figuras que han permanecido, para la ciencia, en el anonimato. De ahí la necesidad de, al menos, un día para recordarlas.
Es necesario que se tome conciencia de esta realidad y con iniciativas como el 11-F se continúe recuperando para la historia aquellas figuras femeninas que han permanecido durante muchos años eclipsadas por hombres, olvidadas de la crónica de la ciencia y la tecnología.
Porque todos los estudios que se han realizado acerca de la situación de la mujer en el universo científico han podido constatar la multiplicidad de barreras que, a lo largo del devenir histórico, se le han presentado, con el único propósito de mantenerla al margen del desarrollo científico tecnológico, invisibilizando su aportación al mismo. Muestra de ello son los propios premios Nobel: desde que, en 1901, empezaron a entregarse, 844 han sido para hombres y solo 49 para mujeres. De ellas, únicamente 17 lo han ganado en Física, Química o Fisiología y Medicina.
Afortunadamente, esta tendencia está amortiguándose y es cada vez mayor la presencia de mujeres en laboratorios y universidades de todo el mundo, donde logros científicos y puestos de responsabilidad que han estado copados por hombres van progresivamente repartiéndose de forma igualitaria. Así, y según el informe Científicas en Cifras (elaborado por el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad), actualmente las mujeres representan el 39% del personal investigador en España.
A pesar de los innegables avances, su presencia todavía es baja liderando los grupos de investigación o dirigiendo instituciones científicas y universitarias
Sin embargo, y a pesar de los innegables avances, su presencia todavía es baja liderando los grupos de investigación o dirigiendo instituciones científicas y universitarias. Su sueldo también sigue siendo más reducido: las científicas europeas en 2010 cobraban un 17,9% menos que sus colegas, según el último informe She figures 2015 de la Comisión Europea. Y es que algunos de los grandes obstáculos que nos vamos a encontrar las mujeres a lo largo de nuestra carrera científica son unos viejos conocidos: la conciliación familiar, los techos de cristal, los roles de género, la brecha salarial y todos los engranajes clásicos del sistema patriarcal... Nada nuevo en una situación de desigualdad histórica y cronificada.
Por todo ello, el próximo 11 de febrero en Badajoz, desde la Facultad de Ciencias y a iniciativa popular se han organizado un conjunto de actividades propuestas por nuestras estudiantes, profesoras y doctorandas. En estas actividades colabora la Facultad de Ciencias, el Consejo de Estudiantes y la Plataforma 8M de Badajoz. En el marco de las mismas se encuentran aquellas que se realizarán el propio día 11 (lunes) en el edificio Juan Remón Camacho, en el Salón de Actos de la Facultad de Ciencias, donde comenzará la inauguración a las 12:00, seguida de una Mesa Redonda/Debate: La Ciencia en Femenino (12:15h), en la que se pondrá en común la experiencia de la mujer en la Ciencia desde diferentes perspectivas dentro de la Universidad. Habrá después un picnic y la proyección de la película (16h) El enigma de Agustina, un documental elaborado por el Instituto de Astrofísica de Andalucía sobre una de las científicas más brillantes y desconocidas de este país.
Además, durante toda la semana se realizarán diversas actividades como renombrar, en femenino, los edificios de la Facultad de Ciencias con los nombres algunas de las científicas más brillantes de la Historia; colocar cuadernos en expositores en los diferentes edificios de la Facultad con la pregunta “¿Por qué quieres ser científica?”, para que nuestras estudiantes, profesoras e investigadoras escriban sus testimonios, sentimientos y opiniones; recoger infografías de algunas de las grandes científicas de la historia que serán expuestas mediante cartelería en toda la Facultad.
Se pretende, en resumen, contribuir a eliminar los estereotipos de género dentro del ámbito de la Ciencia y la Tecnología (STEM), fomentar las vocaciones científicas y tecnológicas en niñas y adolescentes, visibilizar el trabajo de las científicas y tecnólogas, crear roles femeninos en el ámbito STEM, conocer las causas de la brecha de género y promover prácticas que favorezcan la igualdad en el ámbito científico.
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