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Colombia
Francia Márquez: “El camino hacia la paz es la justicia social”
Francia Márquez se sienta en una silla con el brazo detrás del respaldo. Estamos en la loma de San Antonio, en Cali. Hay sol y los insectos pican con ganas. Como siempre lleva ropa de colores, la misma que usaban los esclavos de la costa de Guinea que llegaron a Colombia en los tiempos de la colonia. Esta vez, su vestido es rojo y combina con su un collar de pionías, semilla utilizada ancestralmente para rechazar las malas energías y atraer la buena fortuna.
Su mirada es fuerte e intimidante. Lleva el pelo atado y un pendiente dorado con el mapa de Colombia colgado en su oreja. También lleva a Colombia en su piel, en su historia y en su lucha.
Nació en el suroccidente del país, una de las regiones con mayor número de líderes sociales asesinados —dos en la última semana— en una pequeña comunidad llamada La Toma. Allí se enfrentó a la minería de oro con cianuro, mercurio y grandes palas mecánicas.
Generar miedo para luego vender seguridad democrática ha sido una estrategia histórica en Colombia y eso nos ha llevado a ser el país uno de los países más desiguales y violentos del planeta
Triunfó en su batalla por el Río Ovejas. Para ello marchó junto con otras 80 mujeres hasta Bogotá y logró que el Gobierno colombiano devolviese las tierras a su comunidad y prohibiese la minería ilegal en su aldea y otras poblaciones de la zona norte del Cauca.
Su compromiso social tuvo consecuencias. Las amenazas de muerte de grupos paramilitares como Las Águilas Negras o Los Rastrojos la obligaron a alejarse de su tierra y ser una de los millones de colombianos desplazados por la violencia interna.
Madre soltera de dos hijos, abogada y reconocida por su lucha ambientalista, cosechó más de 800.000 votos en las elecciones del Pacto Histórico, mérito que le valió que el candidato presidencial victorioso, Gustavo Petro, le ofreciera la vicepresidencia en su fórmula. Hoy se la puede ver con su mirada firme y su puño alzado en centenares de pegatinas en las paredes de ciudades como Cali o Bogotá.
Este domingo 19 de junio, esta mujer afro, minera, amenazada y desplazada se ha convertido en vicepresidenta de Colombia, algo que para cualquier ciudadano de a pie hasta hace unos meses era impensado.
¿Cuáles son las condiciones de este momento histórico que permiten al pueblo colombiano esperanzarse con la posibilidad de un cambio?
Hay una nueva juventud con una conciencia y una nueva visión política. Fueron los que propiciaron un estallido social. Por muchos años eran los indígenas, los negros, los campesinos haciendo movilizaciones todo el tiempo; y esos jóvenes lograron poner la discusión de la resistencia en la boca de todo el mundo. Todo el país estaba hablando de resistencia. Y esos jóvenes muestran el camino de un cambio, un cambio en la política.
Nosotros como movimientos sociales crecimos enseñándonos que no había que meterse en la política. Que como movimientos sociales no teníamos que participar en política. Siempre nos decían “meterse ahí es perderse”. Hoy, por el contrario, esa narrativa ha cambiado. Porque cuando por miedo evitamos meternos como líderes sociales en política, la política termina quitándonos la vida, asesinándonos. Entonces sí o sí hay que ocupar el Estado. Sí o sí hay que participar aun con el riesgo que eso significa. ¿Qué más nos espera en un país en donde el pan de cada día es asesinar a líderes y lideresas sociales?
La paz es no solamente el silenciamiento de los fusiles, la paz es inversión social, la paz es justicia social. El camino hacia la paz es la justicia, es la justicia social
Sin embargo, no es suficiente con que los jóvenes se pusieran en primera línea. Es todo un proceso, yo estoy aquí porque ha sido un proceso histórico, mi pueblo históricamente ha luchado por sus derechos, luchó contra la esclavitud, lucho para la independencia y sigue luchando por la dignidad.
¿Cuáles son los desafíos que se vienen en los próximos años?
El primer desafío para gobernar este país es lograr la paz, el consenso en favor de la paz. Y es el principal desafío porque hemos tenido años de conflicto armado que ha bañado de sangre este país, ha generado desplazamientos forzados y ha generado más de nueve millones de víctimas. Muchos colombianos exiliados huyendo de la violencia y un sinnúmero de personas asesinadas, una situación que ha evitado que este país sea una potencia de la vida.
Hemos tenido dirigentes políticos que apelan a sostener el conflicto armado y mantener a la comunidad empobrecida para mantenerse en el poder. Generar miedo para luego vender seguridad democrática ha sido una estrategia histórica en Colombia y eso nos ha llevado a ser uno de los países más desiguales y violentos del planeta.
¿Y cómo se plantea alcanzar la paz?
Se inició un camino y un diálogo con actores armados, aunque todavía faltan otros. Todavía abundan la incertidumbre y la violencia en los territorios y comunidades tanto urbanos como rurales. Pero también se debe comprender que la paz es no solamente el silenciamiento de los fusiles, la paz es inversión social, la paz es justicia social. El camino hacia la paz es la justicia, es la justicia social.
Entonces es necesario llegar al segundo desafío, erradicar el hambre. Si no se detiene el hambre en Colombia, la inseguridad y la violencia van a seguir siendo el pan de cada día. Y eso pasa por recuperar nuestro campo colombiano, eso pasa por recuperar la producción agrícola, la autonomía y soberanía alimentaria y, por supuesto, por el turismo como un potencial económico de generar convivencia y bienestares. Somos de los países más ricos en biodiversidad del planeta y eso nos pone un potencial enorme. Nosotros podemos vivir sabroso, partir de una economía para la vida.
La izquierda latinoamericana ha reproducido el modelo neoliberal, basado en el extractivismo, y entonces el desafió que vamos a asumir en Colombia es cambiar la matriz energética
Entonces, otro desafío enorme que tenemos para nuestro planeta es el tránsito de la economía extractivista hacia una economía sostenible. En Latinoamérica hemos tenido gobiernos de izquierda, pero eso no significa que por ser de izquierda estén planteándose un cambio del modelo hegemónico de desarrollo. La izquierda latinoamericana ha reproducido el modelo neoliberal, basado en el extractivismo, y entonces el desafió que vamos a asumir en Colombia es cambiar la matriz energética y esa economía extractivista dependiente del petróleo, del carbón, hacia el camino de una economía sustentable.
¿Y cree que están dadas las condiciones para lograr esas metas?
Claro, pero no es que llega Gustavo Petro y Francia Márquez a posicionarse el 7 de agosto y al otro día no hay más explotación de petróleo y carbón. No, no se trata de eso, se trata de un alistamiento institucional, de generar las condiciones de infraestructura, de generar la concientización en nuestra sociedad para ir haciendo ese tránsito a que en los 20, 30 años que tenemos para revertir los efectos de la crisis ambiental podamos llegar a emisión 0 en nuestro país.
¿Existe el apoyo necesario para lograr ese tipo de cambios?
Cuando los indígenas hacen un acuerdo para la garantía de derechos, cuando los negros se movilizan, los campesinos y los jóvenes se movilizan para exigirles a los que nos gobiernan garantías de derechos, ellos dicen: “¿Ustedes quiénes son? Ustedes son de la Colombia profunda, ese es su lugar, ustedes tienen que seguir ahí, ustedes son nadie para nosotros”.
Por eso yo utilizo el lenguaje del poema de Eduardo Galeano para resignificar y hacer entender a la gente en el lugar donde se nos coloca. Ellos nos nombran como una minoría para decir que somos incapaces de definir nuestro propio destino. Y lo peor que nos dice “ustedes quieren todo regalado”. Y no queremos todo regalado. Ellos se roban todo. 50 billones de pesos [12 millones de euros] se pierden cada año en este país mientras la gente no tiene conectividad, mientras no hay agua potable, mientras no hay acceso a un empleo digno, mientras no hay acceso a educación para la juventud.
Ellos nos nombran como una minoría para decir que somos incapaces de definir nuestro propio destino. Las minorías son las 47 familias que nos han gobernado en este país y la mayoría son la gente oprimida, excluida y marginada de Colombia
Entonces las minorías son las 47 familias que nos han gobernado en este país y la mayoría son la gente oprimida, excluida y marginada de Colombia. Que, si nos juntamos, lo que vamos hacer es construir desde la raíz, desde el centro, desde la vida que ponemos en el centro condiciones de dignidad para Colombia. Y bueno si Colombia logra la paz, no solo Colombia sino la región avanzará.
Mencionabas el concepto de “vivir sabroso”, un lema que ha sido central en la campaña del Pacto Histórico. ¿De qué se trata?
Bueno, nosotros en medio de las dificultades, en medio de las necesidades básicas, en medio del conflicto armado hemos podido sembrar paz. Cuando las mujeres del Pacífico colombiano escuchan bombas y empiezan a tocar la marimba, el guazás y empiezan a cantar para silenciar a partir de la música tradicional de la gente afrodescendiente del Pacífico los sonidos de los fusiles, ahí hay posibilidades de una vida digna. Vivir sabroso significa para Colombia recuperar los valores sobre la vida que han sido tan fracturados por la política de muerte y por el modelo económico. Eso significa vivir sin miedo. Que podamos vivir con alegría, que podamos vivir en derecho, que podamos vivir con dignidad.
Yo escuché en mi casa a mi abuela, que no sabía leer ni escribir, que la dignidad no tiene precio, y la dignidad es lo único que nos ha quedado a nosotros en este país. Después de tanto sufrimiento, de tanta tristeza y dolores, lo único que nos ha quedado es la dignidad. Así que nos paramos desde ahí para hacer que todo el mundo viva con dignidad, para hacer que todo el mundo tenga derechos. Dignidad es poder andar sin miedo y poder meterse los tres golpes al día [desayuno, almuerzo y cena]. Dignidad es poder tener oportunidades. Dignidad es poder lograr que lo que se escuche en los campos de este país sean los instrumentos musicales de la cultura, del arte, de la memoria ancestral de lo que hemos sido en resistencia. Dignidad es que los niños y niñas tengan espacios libres y que no se los reclute por actores armados y que luego el Estado los asesine.