La era de la electricidad ya está aquí, pero la demanda fósil seguirá creciendo hasta 2050

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) confirma que el avance de la electrificación permite avizorar una caída de los combustibles contaminantes. Sin embargo, con las políticas actuales, la demanda de petróleo y gas se mantendrá en ascenso en los próximos 25 años.
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David F. Sabadell Aerogeneradores en las cercanías de la Sierra de la Demanda, Burgos.
12 nov 2025 07:01

En medio de la COP 30, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha publicado este miércoles su informe anual World Energy Outlook (Panorama Energético Mundial), que analiza y proyecta las tendencias globales de oferta y demanda energética. El documento confirma que el planeta ha entrado definitivamente en la “era de la electricidad”, cimiento indispensable para la descarbonización. Sin embargo, hay muchas señales de alerta. En primer lugar, se destaca que con las políticas actuales, la demanda de petróleo y carbón seguirá creciendo hasta 2050. En segundo lugar, el informe señala que la vulnerabilidad de las cadenas de suministro de minerales críticos es cada vez mayor. En tercero, se acusa la falta de inversión para que los sistemas eléctricos sean seguros. Por otra parte, se hace incidencia en la amenaza para la seguridad energética que suponen las tensiones geopolíticas globales. Por último, se concluye que la ambición de los gobiernos para mitigar los peores efectos climáticos se está debilitando.

La edición del 2025 del WEO, por sus siglas en inglés, abarca tres escenarios principales: el Escenario de Políticas Vigentes (CPS), el Escenario de Políticas Declaradas (STEPS) y el Escenario de Cero Emisiones Netas para 2050 (NZE). Cada uno de ellos traza un futuro energético distinto, lo que permite analizar las implicaciones de las diferentes opciones políticas, de inversión y tecnológicas para la seguridad energética, la asequibilidad y las emisiones.

“El nuevo petróleo”

La primera conclusión al leer las 518 páginas del informe es que la transición energética es inevitable. En todos los escenarios, las energías renovables crecen a más velocidad que cualquier otra fuente de energía; y la demanda eléctrica aumenta mucho más rápido que el consumo energético total: un 40% hasta 2035 en el CPS y el STEPS; y más del 50% en el NZE. En 2025, la electricidad representa el 21% del consumo final mundial, y es el “motor” de los sectores que suman más del 40% del PIB global. Se estima que para 2035, el 80% de la demanda mundial de electricidad provendrá de fuentes renovables.

“El análisis del World Energy Outlook lleva muchos años destacando el papel cada vez más importante de la electricidad en las economías de todo el mundo. El año pasado dijimos que el mundo estaba entrando rápidamente en la era de la electricidad y hoy está claro que ya ha llegado”, celebra Fatih Birol, director de la Agencia Internacional de la Energía.

A partir de este dato positivo, aparecen las sombras. La primera está relacionada con el vertiginoso crecimiento de la electricidad. Según la AIE, urge acelerar la expansión de redes, almacenamiento y flexibilidad del sistema. Se trata de un “desafío clave” que va más lento de lo esperado. Se cita este dato: aunque la inversión en generación eléctrica alcanza un billón de dólares anual, el gasto en redes es menos de la mitad, “generando cuellos de botella y encarecimiento”.

En un mundo en que los centros de datos se convertirán en el “nuevo petróleo” —se prevé que la inversión mundial en centros de datos alcance los 580.000 millones de dólares en 2025—, los sistemas eléctricos necesitan de una resiliencia y flexibilidad que hoy, según la AIE, no tienen.

En ese sentido, el estudio de la AIE pone de ejemplo al apagón eléctrico en España. “El incidente demuestra que la seguridad eléctrica en los sistemas eléctricos modernos no solo depende de la generación, sino también de la calidad del funcionamiento de la red y del comportamiento de todos los activos conectados”, reza el informe.

Los sistemas eléctricos necesitan de una resiliencia y flexibilidad que hoy, según la AIE, no tienen

El problema es que a medida que se multiplican los riesgos en un mundo “sediento de energía”, las tensiones geopolíticas abren muchas dudas respecto a la fortaleza de la cooperación internacional para afrontar las incertidumbres y la inestabilidad que se avecinan. “Los responsables políticos enfrentan desafíos de seguridad energética comparables a los de la crisis del petróleo de 1973. Sus decisiones deben equilibrar seguridad, asequibilidad, acceso, competitividad y clima”, advierte la AIE.

Si se analiza la historia del sector energético en las últimas décadas —sostiene Birol— no hay otro momento en que las tensiones en materia de seguridad energética hayan afectado simultáneamente a tantos combustibles y tecnologías. “Las incertidumbres son muchas”, admite la agencia.

La demanda fósil

En todos los escenarios del informe, la oferta mundial de petróleo y gas se mantiene elevada a corto plazo. Con las políticas actuales, la demanda fósil sigue creciendo hasta 2050, una sentencia de muerte para mantener al planeta con un clima estable.

En el escenario de Políticas Declaradas (STEPS), que incluye políticas formalmente anunciadas aunque aún no implementadas y la reducción de barreras para nuevas tecnologías, la demanda fósil se estabiliza hacia 2030. Sólo en el escenario de cero emisiones, el requerimiento de los combustibles contaminantes cae de forma contundente y significativa.

En la primera proyección —políticas actuales—, la demanda de petróleo se eleva a 113 millones de barriles diarios para 2050 —frente a los 105 millones actuales—, principalmente debido a su mayor uso en las economías emergentes para el transporte por carretera, las materias primas petroquímicas y la aviación. También aumenta la demanda mundial de gas natural: 5.600 mil millones de metros cúbicos para 2050 —4.100 actuales—, con las economías en desarrollo de Asia empujando este crecimiento.

Con las políticas actuales, la demanda fósil sigue creciendo hasta 2050, una sentencia de muerte para mantener al planeta con un clima estable

En este escenario, las emisiones mundiales anuales de CO2 relacionadas con la energía aumentan de forma ligera pero constante, lo que provocaría un aumento de la temperatura media mundial de aproximadamente 2 °C en 2050 y de 3°C en 2100.

“El escenario de políticas actuales apunta a una dependencia continuada de los combustibles fósiles, una volatilidad persistente del mercado y unos precios de la energía estructuralmente elevados. Esto puede convenir a unos pocos países productores, pero para las economías que representan alrededor del 90 % del PIB mundial, significa una disminución de la competitividad y un bienestar cada vez más expuesto a la voluntad política de los Estados petroleros”, alerta Maria Pastukhova, directora del programa de transición energética del think tank E3G.

Por tanto, “si los países quieren hacer crecer sus economías y proteger a sus ciudadanos de los altibajos de los precios de la energía, deben centrarse sin descanso en la eficiencia energética y la descarbonización de la demanda energética. No se trata solo de medidas climáticas, sino de imperativos económicos”, explica esta experta.

Laurence Tubiana, directora ejecutiva de la Fundación Europea del Clima, prefiere aferrarse al dato más alentador del informe: el avance de la electrificación de la demanda. “Puede que algunos deseen dar marcha atrás, pero la dirección del sistema energético está clara. La era de la electricidad está en marcha. Ahora hay que elegir entre acelerar o pagar más tarde para reparar el daño: cada tonelada de carbono que evitemos hoy nos ahorrará costes mucho mayores mañana”, analiza sobre las proyecciones de la AIE.

Los minerales, otro foco de preocupación

La vulnerabilidad de la cadena de suministro de minerales críticos debido a la alta concentración del mercado es otra amenaza para la consolidación de la transición energética, según el informe. Un solo país —China— es el principal refinador de 19 de los 20 minerales estratégicos relacionados con la energía, con una cuota de mercado promedio de alrededor del 70%.

“Estos minerales son vitales para las redes eléctricas, las baterías y los vehículos eléctricos, pero también desempeñan un papel crucial en los chips de inteligencia artificial, los motores a reacción, los sistemas de defensa y otras industrias estratégicas”, detalla el documento.

La concentración geográfica en la refinación ha aumentado para casi todos los minerales energéticos clave desde 2020, cuando la AIE alertó de esta fragilidad. El níquel y el cobalto son los dos minerales que más tensiones pueden generar a futuro. El informe sugiere que revertir esta tendencia será lento, “lo que exige una acción más contundente por parte de los gobiernos”.

La vulnerabilidad de la cadena de suministro de minerales críticos debido a la alta concentración del mercado es otra amenaza para la consolidación de la transición energética

A noviembre de 2025, más de la mitad de estos minerales estratégicos están sujetos a algún tipo de control de exportación. China, por ejemplo, ha impuesto nuevos controles de exportación sobre elementos de tierras raras y componentes de baterías.

En todos los escenarios a futuro, la AIE avizora problemas con los minerales críticos. Tanto con las políticas actuales como con un aumento de la ambición climática, la oferta sigue muy concentrada. Si el mundo avanza hacia las cero emisiones —escenario ideal—, la demanda mundial de minerales críticos se multiplica por tres o cuatro con respecto a los niveles actuales, “intensificando aún más la presión sobre las cadenas de suministros”.

Trump y su efecto arrastre

Según reconocen muchos analistas del sector energético, desde el retorno de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, la AIE ha sido objeto de una “fuerte presión” por parte de su administración para que refleje un futuro más prometedor para los combustibles fósiles. Este lobby —inédito desde que se confecciona este informe— revela que, a diez años de la firma del Acuerdo de París, el compromiso político formal de los países para avanzar hacia un mundo descarbonizado se ha debilitado.

Desde el retorno de Trump, la AIE ha sido objeto de una “fuerte presión” por parte de su administración para que refleje un futuro más prometedor para los combustibles fósiles

“Estados Unidos se ha retirado del Acuerdo de París, y la nueva ronda de Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) anunciadas hasta 2025 apenas modifica el panorama proyectado en el Escenario de Políticas Declaradas (STEPS)”, lamenta el informe. Algunos países, en particular China, han establecido compromisos ambiciosos pero, en conjunto, “los nuevos compromisos no son suficientes para cambiar el rumbo global de las emisiones”.

La AIE advierte, además, que sin un esfuerzo internacional mucho más intenso para aumentar la inversión en transición energética, especialmente en economías emergentes y en desarrollo, será imposible reducir las emisiones lo suficiente ni garantizar beneficios económicos y sociales tangibles en el corto plazo.

Acabar con la obscena inversión en combustibles fósiles

Para Olivier Bois von Kursk, asesor de política del Instituto Internacional para el Desarrollo (IISD), el nuevo informe de la AIE confirma que apostar hoy por los combustibles fósiles es “apostar en contra del progreso”.

Lo cierto es que desde la firma del Acuerdo de París, la industria fósil ha atentado contra el clima al invertir 20 millones de euros por día en la exploración y producción de petróleo y gas. La cifra surge al cruzar las estadísticas de la AIE, trabajo que ha hecho Zero Carbon Analytics, un grupo de investigación internacional que proporciona análisis y perspectivas sobre el cambio climático y la transición energética. Este monto explica por qué los progresos climáticos tras el Acuerdo de París han sido tan lentos en estos diez años. La inversión fósil total ha superado los 7.500 millones de euros en la última década. Por cada dólar que esta industria invirtió en energías limpias, gastó 46 dólares en la producción de petróleo y gas. “Para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París es necesario tanto aumentar la inversión en energías limpias como eliminar gradualmente la inversión en combustibles fósiles”, explican los expertos de esta organización.

Por cada dólar que esta industria invirtió en energías limpias, gastó 46 dólares en la producción de petróleo y gas

De esos 7.500 millones de euros, casi dos tercios, 5.000 millones, se han destinado a la exploración y producción de petróleo y gas, a pesar de que numerosos estudios demuestran que nuevos yacimientos llevarían al mundo a superar el objetivo de 1,5 °C del Acuerdo de París. “Tal vez sea conveniente presentar estas cifras a la Iniciativa Climática del Petróleo y el Gas en la COP30”, ha deslizado desde Belém el periodista climático Ed King al conocer estas cifras.

La Iniciativa Climática del Petróleo y el Gas (OGCI) es un grupo liderado por directores ejecutivos e integrado por 12 de las principales compañías energéticas del mundo, que producen alrededor de un tercio del petróleo y el gas en el ámbito mundial. Han participado en las últimas COP para defender el papel clave de la industria fósil en la inversión de energías limpias, una burda y falsa retórica que no tiene ninguna justificación empírica.

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