Coronavirus
Coronavirus y propaganda de guerra

La elección de la propaganda de guerra para “informar” a la ciudadanía sobre la pandemia es una opción con contraindicaciones que deben ser tenidas en cuenta.

José Manuel Santiago, Jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil.
José Manuel Santiago, Jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil. Fuente: lamoncloa.gob.es

Profesor de la Universidad de Sevilla

12 abr 2020 06:00

Desde que comenzase esta crisis, las autoridades, tanto en España como en otros países, decidieron que la comunicación oficial sobre la “guerra” contra el coronavirus adoptara la jerga militar y la escenografía bélica para informar a la ciudadanía en relación a la pandemia. Partes “de guerra” diarios con cifras de fallecidos, infectados e ingresados, declaración del estado de alarma, sanitarios comparados con luchadores de la “primera línea del frente” y ruedas de prensa de generales que hablan de nosotros como ciudadanos-soldado, mientras el presidente del gobierno repite con solemnidad que, juntos, daremos la batalla, no nos rendiremos y, al final… “venceremos”.

La emoción que se busca provocar en la ciudadanía, con una amenaza de este tipo, es el miedo

El uso de la parafernalia y el léxico bélicos para enfrentar una crisis como esta, en términos de comunicación política, es una de las opciones que los gobiernos tienen sobre la mesa en momentos de crisis y, como todas las demás, conlleva ventajas e inconvenientes para quienes diseñan las campañas. Así, por ejemplo, el uso de la retórica de guerra y de los portavoces uniformados transmite de inmediato la gravedad de la situación. En España no estamos ya (aunque lo estuvimos) tan acostumbrados a las ruedas de prensa protagonizadas por militares, de ahí que nos produzcan la sensación de estar ante una amenaza inusualmente peligrosa. Visto así, la opción de la propaganda de guerra para la comunicación en tiempos de crisis es rápida y efectiva.

EL MIEDO NOS HACE MÁS MANIPULABLES

Naturalmente, la emoción que se busca provocar en la ciudadanía, con una amenaza de este tipo, es el miedo. Probablemente, un miedo sin el cual nuestros gobernantes estiman que no nos habríamos tomado en serio las medidas necesarias para “derrotar al enemigo”, ni tampoco al enemigo. El miedo, así como la incertidumbre ante lo que está por venir, nos hace vulnerables y más fácilmente manipulables, cambia nuestro comportamiento y, a menudo, matiza o incluso modifica drásticamente (el miedo conoce niveles) nuestros criterios éticos. De esta forma, lo que ayer nos parecía una barbaridad, hoy podríamos defenderlo como tolerable o, incluso, necesario. Y es cierto que el miedo puede hacer brotar comportamientos solidarios (nada une más que un buen enemigo, se suele decir), como sin duda se han producido en las últimas semanas; cosa distinta es que nos parezca adecuado construir nuestra solidaridad, a futuro, en el miedo.

La comunicación oficial y el discurso de la mayoría de los medios se han esforzado, en las últimas semanas, en hacernos sentir “especiales” para mantener nuestra moral alta, objetivo habitual de la propaganda de guerra y que forma parte de un guion conocido, porque necesitaremos ese buen ánimo para afrontar el presente y el futuro. Con este objetivo, y ya en el terreno de la épica, nos repiten que los españoles, unidos, hemos siempre sabido salir airosos de las situaciones más difíciles (afirmación que no remite necesariamente a nada, pero que es recurrente en tiempos de crisis) y subrayan que permanecer confinados en casa es un acto de solidaridad con nuestros conciudadanos. La otra cara de esta afirmación situaría a quienes no respetan el confinamiento como “insolidarios”, que es el eufemismo de “colaboracionista” con el enemigo (o sea, casi peor que el enemigo), si mantenemos el discurso bélico.

¿Es la solidaridad lo que nos mantiene confinados en casa?

Así, por una parte, si estamos en “guerra”, el discurso de las autoridades tiene la obligación de levantarnos el ánimo, ya que el espíritu derrotista es lo peor en estos casos. No obstante, ¿es la solidaridad lo que nos mantiene en casa? Puede ser, pero también el miedo al contagio y a la multa del policía que nos pueda parar en la calle. Por otra parte, ¿qué estamos dispuestos a hacer contra los insolidarios? ¿Cuándo comienza alguien a “colaborar con el enemigo”? Los decretos que regulan el día a día del “estado de alarma” son poco claros al respecto; no pueden prever cada situación concreta de nuestras vidas. Las autoridades nos aconsejaron usar el “sentido común” en nuestro comportamiento mientras dure esta extraña situación pero, ¿queda en manos de la policía interpretar qué es el “sentido común”? ¿Lo delegamos en ese vecino demasiado patriota que increpa, desde su balcón, al viandante sospechoso?

Como he apuntado, el miedo nos hace (más) manipulables, especialmente ante quien nos ofrece una salida a la situación que nos provoca angustia o pensamos que tiene la capacidad de sacarnos de ella. Con miedo y “en guerra” seremos quizás más proclives a obedecer instrucciones que vienen de aquel a quien creemos, tememos o a quien vemos como el líder de la corriente de opinión mayoritaria (el miedo a quedarnos aislados del grupo juega también su papel).

En la guerra es también habitual que ciertos derechos y libertades queden en suspenso y lleguemos a considerar que, dadas las circunstancias, es “normal” no poder salir a la calle durante el toque de queda o tener que obedecer al policía que nos interroga sin motivo aparente. De esta forma, la comparación con la guerra y la declaración del estado de alerta pueden ser efectivos, propagandísticamente, para convencernos, concienciarnos y también para controlarnos en circunstancias como las que vivimos.

CONTRAINDICACIONES DE LA PROPAGANDA DE GUERRA

Pero claro, este tipo de propaganda tiene sus contraindicaciones. Se ha insistido tanto en las últimas semanas en que las situaciones de crisis o de guerra dejan ver lo mejor de nosotros, que corremos el riesgo de olvidar la primera parte de ese mismo dicho. Si hay algo que caracteriza a la guerra es, precisamente, que saca lo peor de nosotros mismos. Una vez hemos puesto en marcha la retórica bélica, es posible que muchos, como hemos apuntado, vean enemigos en el vecino que sale a la calle, en el viandante sin mascarilla o incluso en el contagiado que vive cerca y puede significar una amenaza. Al mismo tiempo, en una población como la española, ya muy polarizada por casi cinco años de campaña electoral permanente, las llamadas a la unidad pueden verse superadas por las que alientan a profundizar unas divisiones sistemáticamente reforzadas en estos años y cuya factura podríamos empezar a pagar, o continuar pagando, ahora.

Hemos de estar vigilantes para que nuestros derechos y libertades salgan pronto de la cuarentena

Además, existe el riesgo de que los gobiernos se dejen llevar por la pulsión autoritaria. Y éste es un peligro muy real que se ha presentado miles de veces a lo largo de la historia. En la excusa de “estas medidas nos ayudarán a combatir el coronavirus” alguien puede ver la oportunidad de sacar adelante, con poca o ninguna discusión, decisiones que, en otras circunstancias, hubiesen sido difíciles de aprobar. Por ejemplo, la geolocalización (por muy “anónima” que sea) de los ciudadanos, a través de sus teléfonos móviles, para vigilar su movilidad, no parece algo tan decisivo en la lucha contra la pandemia como para poner en marcha una medida que se parece demasiado a las habituales del estado policial en el que, quiero creer, no nos queremos convertir. De hecho, los gobiernos que han decidido “declarar la guerra” deberán estar atentos a quienes se sobrepasan en el celo con el que hacen aplicar la ley, lo que incluye, fundamentalmente, a los diferentes cuerpos policiales y al ejército. El miedo al presente dará paso (ya está ocurriendo) al miedo a un futuro en precario e incierto, circunstancia que, de nuevo, puede generar creativas prácticas de solidaridad ciudadana o/y aumentar el éxito de mensajes simplones de todo tipo, que recojan la cosecha de una población maltratada propagandísticamente durante demasiados años.

Al mismo tiempo, y para finalizar, es bastante habitual que los gobiernos sean más rápidos a la hora de poner nuestros derechos en cuarentena que cuando llega el momento de levantar la misma. Aquí, los protagonistas deberán ser quienes han cedido sus libertades, con tanta facilidad, en el entendido de que lo hacían temporalmente: la ciudadanía deberá estar preparada para exigir que el confinamiento y las medidas excepcionales de seguridad se apliquen por motivos exclusivamente sanitarios, pero nunca represivos o políticos ni tampoco más tiempo del estrictamente necesario.

El discurso bélico es, por tanto, un arma de doble filo que exige tener cuidado con lo que hacemos y permanecer vigilantes con lo que nos hacen porque, por muy grave que esto sea… no estamos en guerra.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Cuidados
Duelos Un documental reflexiona sobre el invisible negocio en torno a la muerte
Estreno en Madrid del documental “Vivir la muerte” coproducido por La Directa, en un pase único y gratuito, el 11 de febrero en el Teatro del Barrio.
Periodismo
Premio libertad de expresión Las periodistas de El Salto Aurora Báez y Susana Sarrión, premiadas por su trabajo sobre violencia sexual
La investigación que recoge la denuncia de nueve alumnas contra el director de una escuela de teatro por violencia sexual ha merecido el reconocimiento en los Premios de Periodismo de la Asociación de Periodistas de Granada.
Medios de comunicación
Medios de comunicación A Xunta asinou 59 convenios e repartiu 2,6 millóns aos grandes xornais galegos baseándose no “interese xeral”
En pouco máis de ano e medio, as consellerías asinaron 59 convenios para a publicación de campañas e contidos xornalísticos relativos aos seus ámbitos competenciais, reservándose o dereito a facer observacións nos contidos.
LGTBIAQ+
LGTBIAQ+ Monstros na academia: esta é a nova onda de estudos cuir en Galiza
Un monográfico de ‘Galicia 21’ fai realidade os primeiros estudos académicos que poñen no centro a disidencia e o pensamento cuir en Galiza, abrindo un debate que remove a universidade e o activismo.
Brecha salarial
Desigualdad La brecha salarial de género crece y se sitúa en el 19,6% después de años de contracción
La parcialidad sigue siendo la gran culpable de la desigualdad retributiva entre hombres y mujeres, que aumenta respecto a 2022 por el incremento salarial que se ha dado en sectores con más presencia masculina

Últimas

Cómic
Cómic Moebius, un género en sí mismo
La publicación de ‘Obra hermética’ es el mejor momento para recordar la relevancia de Moebius como catalizador cultural del surrealismo ‘sci-fi’ en una serie de cómics imprescindibles para entender la evolución de esta disciplina.
València
València El líder de Desokupa, Daniel Esteve, denunciado por incitación al odio
La asociación Acción Contra el Odio presenta ante la Fiscalía de València una denuncia por los bulos racistas, noticias falsas y amenazas contra las personas migrantes difundidas por Esteve.
Más noticias
Economía
Guerra comercial China mueve ficha en una guerra comercial (y tecnológica) que reconfigurará la economía global
Más allá de la disputa comercial, la carrera tecnológica es el verdadero eje de la rivalidad entre ambas potencias. Estados Unidos sigue liderando la tecnología mundial, pero China avanza rápidamente.
Palestina
Limpieza étnica Protestas en todo el mundo contra los planes de limpieza étnica para Gaza
Los países árabes rechazan la idea de desplazamiento lanzada por el presidente de Estados Unidos. Dos tercios de las infraestructuras de Gaza están dañadas o destruidas y comienza a hacerse realidad la especulación en el negocio de la reconstrucción.
Tribuna
Tribuna Militarismo y neofascismo
El militarismo rampante pone en grave peligro la convivencia, la cooperación, la seguridad y la paz mundial.

Recomendadas

Laboral
Laboral Investigada unha rede empresarial que explotaba a 82 migrantes nunha granxa de Lugo
Polo de agora, tres persoas responsables da granxa de Begonte centran as investigacións da Garda Civil. As 82 persoas explotadas vivían nun hotel de Ordes (A Coruña) que non tiña sequera licencia de hostalaría.
Trabajo sexual
Anneke Necro “Es imposible hablar de porno sin analizar cómo hemos llegado hasta aquí en materia de placer”
Hablar de cómo se ha construido el deseo en nuestra cultura occidental es una de las motivaciones que Anneke Necro persigue en su primer texto, ‘Deseo disidente: las políticas del placer’.
Colombia
Colombia Guerra a muerte en el Catatumbo entre el ELN y las disidencias de las FARC
Los enfrentamientos entre las guerrillas en el estado de Catatumbo, fronterizo con Venezuela, ha provocado el desplazamiento de 50.000 campesinos y la declaración del Estado de Conmoción Interno por parte del presidente Gustavo Petro.