Opinión
El virus en casa

Las mujeres víctimas de violencia machista también están en sus casas. Al menos un mes junto a su agresor, su maltratador. Un mes conviviendo con el miedo, con el terror, deseando que se aceleren los minutos, las semanas, los meses.

25 mar 2020 06:00

Estamos aisladas. O en cuarentena. Todo depende de las personas cercanas que hayan tenido contacto con el virus. Pero toda la población del Estado ha recibido orden de quedarse en casa para frenar la epidemia. Quedarse en casa para no contagiarse. Para estar a salvo. ¿Es siempre a salvo?

Las mujeres víctimas de violencia machista también están en sus casas. Al menos un mes junto a su agresor, su maltratador. Un mes conviviendo con el miedo, con el terror, deseando que se aceleren los minutos, las semanas, los meses. El teléfono 016 sigue operativo 24 horas y, aunque parece difícil encontrar el espacio y tiempo necesarios para contactar cuando estás junto a quien te oprime, esas llamadas se efectúan. Muchas. El Ministerio de Igualdad acaba de impulsar un Plan de Contingencia contra la violencia de género a causa de la crisis del covid19. Anuncian nuevas medidas como que las mujeres se puedan comunicar por mensajería instantánea —y geolocalización— con las Fuerzas de Seguridad y que, a través de este mismo canal, pueda ofrecerse asistencia psicológica. En los próximos días informarán más detalladamente.

En cualquier caso, se están ofreciendo algunos consejos para mujeres que convivan con su maltratador. Intentar no quedarse nunca a solas con ellos. No generar conflicto y mantener la calma ante sus provocaciones. Tener a mano los teléfonos de emergencias. Solicitar ayuda a personas cercanas. Lo de siempre, en definitiva. Lo que no ha evitado que a lo largo de 2020 hayan asesinado a 17 mujeres. La diferencia es que ahora el tiempo se expande entre paredes, suelos y techos. Ahora, con toda la oferta de horas por delante, es más difícil salir indemne. Es sorprendente, en cualquier caso, que en los últimos días solo hayamos tenido noticia de un asesinato por violencia machista. Qué trivialidad, en cualquier caso, hablar de cifras ante una situación cotidiana tan aberrante. Quiero ser optimista y pensar que todas las casas están tranquilas, pero me temo que la realidad no es otra que un maremágnum  informativo que se lleva por delante todo lo que no sea el microscópico bicho en expansión.

Sin quitarle importancia a la preocupante situación global, en estos días surrealistas parece que todo puede esperar. Cómo saldrán adelante las familias que ya antes de la crisis del coronavirus se encontraban en una situación precaria, puede esperar. Qué pasará con los pagos de suministros, puede esperar. Cómo llegará la gente a final de mes, puede esperar. Cómo afrontarán las mujeres las situaciones de violencia machista, puede esperar. No hay nada más prioritario que el virus, pero muchas vidas están en juego también dentro de las propias casas. Las redes públicas de protección, enfocadas a matar al virus, adelgazan y, con ellas, también la sensación de protección y seguridad.

Este tipo de situaciones incrementan la violencia machista, como han constatado en China hace unas semanas

No es algo nuevo. Este tipo de situaciones incrementan la violencia machista. China ya lo ha constatado hace unas semanas. El colectivo Free Chinese Feminism difundió por redes mensajes dirigidos a las mujeres: “Si estás en casa y sientes que tu seguridad no está garantizada, llama a la Policía. El virus no es una excusa para la violencia doméstica”. Lo hicieron tras detectar que estaban aumentando los casos de malos tratos.

La ecuación es sencilla. Horas y más horas entre cuatro paredes, con alguien con quien la violencia es la vía recurrente ante la frustración y el enfado que supone permanecer en casa, desembocará en situaciones más vulnerables para las mujeres. Mujeres acompañadas, en muchos casos, de niños y niñas que ahora permanecen todo el día en sus casas. Mujeres que ni siquiera tienen el respiro de llevar y traer a sus criaturas al colegio porque ahora no hay colegio.

La psicóloga experta en violencia de género, Bárbara Zorrilla, conoce muy bien este tipo de situaciones. “El aumento del tiempo de convivencia y el aislamiento es una situación muy estresante que suele conducir a una mayor acumulación de tensión, se acrecientan los conflictos y los estallidos de violencia. Y estos estallidos de violencia pueden llegar a ser brutales durante un encierro. Además no hay pausas a esa violencia, no se para con las interrupciones habituales de las rutinas cotidianas, sino que se prolonga”. Como recomendaciones, y aunque señala que las actuaciones dependerán de las circunstancias personales de cada mujer, la experta indica no permanecer en el mismo espacio físico dentro de la vivienda, evitar dependencias como la cocina que tiene más utensilios peligrosos o llevar el teléfono móvil encima.

En las últimas jornadas estamos asistiendo a la proliferación de la ayuda mutua. Surgen cientos de iniciativas para crear recursos que combatan el aburrimiento infantil; la comunidad asiste ante casos de abusos laborales; la gente se ofrece a acompañar a personas mayores o a cuidar a criaturas. Las iniciativas son amplias y de mucho calado. Pero, en este sentido, seguimos huérfanas. ¿Qué hacemos para acompañar en las situaciones de violencia machista? ¿Qué protocolos podemos poner en marcha, como comunidad, para frenar el avance de este otro virus tan corrosivo? Necesitamos más garantías de ‘casa’ como sinónimo siempre de refugio.

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