Laboral
Cómo se ha ganado una de las huelgas más largas de la sanidad alemana

Tras 77 días de huelga en seis hospitales de Renania del Norte-Westfalia, las trabajadoras han conquistado un buen convenio. Esta es la historia de cómo se organizaron para ganar.
Manifestación NRW
Manifestación durante la huelga de hospitales de Renania. Foto de Detlef Kittel


Enfermero, sindicalista y militante en defensa de la Sanidad Pública
22 may 2023 07:00

Este artículo se publicó originalmente en Nueva Tribuna.

Tras 77 días de huelga en seis hospitales de Renania del Norte-Westfalia, las trabajadoras han negociado un convenio que establece ratios enfermera-paciente, aumentos de personal en el resto de categorías y un sistema que compensa con días de descanso las situaciones de sobrecarga y estrés en el trabajo. Esta es la historia de cómo se organizaron para ganar.

La situación en los hospitales universitarios de las ciudades de Münster, Bonn, Colonia, Aquisgrán, Essen y Düsseldorf era deprimente. La falta de personal estaba expulsando a las trabajadoras del sector: se estima que faltan 20.000 enfermeras en los hospitales y 14.000 en las residencias de ancianos de esta región.

El gobierno de Renania del Norte mantenía paralizados 1200 millones de euros de presupuesto para la sanidad. El sistema de financiación de la sanidad alemana fue modificado en 2004, de forma que actualmente los hospitales no facturan al seguro del paciente lo que ha costado realmente su tratamiento, sino una cantidad fija en función de la enfermedad que tenga, lo que se denomina GRD (Grupos Relacionados con el Diagnóstico). Esas cantidades son “ajustadas”, para “estimular una gestión eficiente”.

Como no cuesta lo mismo tratar una neumonía en un anciano con varias enfermedades que en una persona joven pero el dinero que recibe el hospital por cada caso es el mínimo imprescindible, intentan atender a más pacientes con menos personal. Los pacientes reciben un peor tratamiento por la sobrecarga, las horas extras y el estrés, lo que genera un aumento en las agresiones al personal sanitario. Por otra parte, no se proporciona suficiente formación antes de incorporarse a un servicio. Esto angustia a las recién llegadas y satura a las veteranas, que en lugar de recibir refuerzos tienen que hacer un esfuerzo adicional para enseñarlas.

Los hospitales recurren a agencias de trabajo temporal para cubrir vacantes con personal que cada día trabaja en un servicio distinto. Algunos días más de la mitad del personal de una unidad proviene de las agencias, lo que sobrecarga al resto de trabajadoras que les tienen que explicar dónde está guardado el material, cómo se hacen los procedimientos y el funcionamiento de la unidad. El resultado es que el 40% de sanitarios están pensando en dejar su profesión. Cientos de miles ya lo han hecho. Según varios estudios, si las condiciones laborales de la sanidad alemana mejorasen, hasta 200.000 sanitarios podrían volver a trabajar en el sector. Las reducciones de jornada del personal que no aguanta una jornada completa en estas condiciones equivalen a 172.000 puestos de trabajo.

Foto: Detlef Kittel

Representantes de cada servicio en cada hospital

En diciembre de 2021, el sindicato Ver.di contrató a organizadores profesionales y empezó a prepararse para lanzar la mayor campaña de organización de base de la historia del sindicato. El 19 de enero celebraron una conferencia con 700 afiliadas de los seis hospitales y le plantearon a sus empleadores un ultimátum: si en el plazo de 100 días, antes del 1 de mayo, sus empleadores no habían accedido a negociar un convenio colectivo, irían a la huelga. En las siguientes semanas se entrevistaron con miles de trabajadoras de todas las categorías profesionales (excepto los médicos, que son contratados por otro organismo) para identificar quiénes eran las más respetadas por sus compañeras. Después, organizaron elecciones para que cada servicio de cada hospital eligiese una representante y animaron a las personas más respetadas, aquellas en quienes más confían sus compañeras, a presentarse.

Probando la estructura

Para comprobar si esta inmensa red funcionaba y era capaz de movilizarse, organizaron una recogida de firmas, reclamando mejores condiciones para ellas y sus pacientes. Se fijaron el objetivo de que firmase al menos la mitad de las trabajadoras de cada unidad. El 17 de marzo celebraron varios actos públicos en los que entregaron a sus empleadores y a los partidos políticos las 11.906 firmas recogidas.

Foto: Detlef Kittel.

Reivindicaciones

Una vez comprobada la enorme fuerza que tenían, se convocaron dos días de huelga de advertencia el 12 y 13 de abril. En estas fechas se celebró una segunda convención en la que las representantes establecieron las reivindicaciones para el convenio. En las semanas previas se habían entrevistado con cada una de sus compañeras de trabajo, recogiendo sus problemas y necesidades. Los grupos de trabajo de cada servicio (urgencias, cocina, fisioterapia, mantenimiento, etc.) condensaron esta enorme cantidad de información en medidas concretas que querían ver reflejadas en el convenio.

Se formó un comité de negociación de 70 personas, que rendían cuentas a un Consejo más amplio de 200 representantes. El 13 de abril celebraron un mitin en el estadio de fútbol local. Por la mañana escucharon discursos de apoyo de trabajadores de Amazon, de los hospitales de Berlín que habían ganado su huelga meses antes, de vecinos, de trabajadores de la sanidad madrileña y de otros sindicatos.

Aprovechando que el 15 de mayo se celebraban las elecciones regionales, la misma tarde del mitin invitaron a portavoces de los partidos políticos. Tras escuchar los testimonios de varias trabajadoras, y ante las 300 personas presentes, estas les pidieron que sumaran su firma a la petición por un convenio digno. Firmaron todos, incluyendo el portavoz del partido en el gobierno, la CDU, y ministro de sanidad de la región.

Foto: Detlef Kittel

Huelga

Según se acercaba el vencimiento del ultimátum se organizó una votación, con un 98,31% de votos a favor de ir a la huelga si fuese necesario. Tras vencer el ultimátum dedicaron un par de días a los preparativos y a informar a todas las compañeras. El 4 de mayo por la mañana hicieron huelga 1.900 trabajadores sanitarios. El 11 de mayo, el gobierno regional introdujo cambios legislativos que permitieran poner en marcha las negociaciones.

Los empleadores y el gobierno dejaron pasar la fecha del ultimátum y varios días de huelga esperando que las trabajadoras perdieran fuerza, pero al ver que la situación era la contraria empezaron a ceder. Mientras tanto, las huelguistas mantuvieron la moral alta y aumentaron la presión. Montaron grandes carpas en cada ciudad, que sirvieron como cuarteles generales donde reunirse, debatir y explicar su lucha a los vecinos. Allí organizaron charlas, sesiones formativas, fiestas y barbacoas. Fletaron autobuses para visitar las carpas de las otras ciudades y darles apoyo.

Convocaron varias manifestaciones y elaboraron un “libro negro” en el que recogieron más de 400 testimonios de situaciones en las que la falta de medios y personal le habían costado la salud a los pacientes. Invitaron a los políticos de las seis ciudades a sus carpas a escuchar algunas de estas historias, tan duras que se les saltaron las lágrimas. Unos días después organizaron una gran reunión en una iglesia de Münster, con la presencia de centenares de vecinos y de medios de comunicación. Allí leyeron públicamente varios testimonios más que conmovieron a toda la sociedad, con un enorme impacto mediático. Este fue un punto de inflexión en las negociaciones: todos los partidos se comprometieron a apoyarles.

El 19 de julio, tras 77 días de huelga, se alcanzaba un acuerdo sobre el convenio colectivo. Las trabajadoras se reunieron en sus carpas para debatir sobre el acuerdo y lo aprobaron en una votación.

Las compañeras de Renania nos enseñan que la democracia es poder y que las huelgas no se convocan: se construyen. Eligieron a sus representantes y todo el mundo pudo hacer aportaciones a la lista de reivindicaciones. Votaron para convocar la huelga y también para aprobar el convenio que se había negociado. Durante meses dedicaron todo su tiempo y energías a esta lucha porque sabían que eran ellas quienes tomaban las decisiones. Con su implicación y su constancia, miles de trabajadores sanitarios pasaron de la amargura y la desesperación a reunir la fuerza necesaria para mantener una huelga durante dos meses y medio, y vencieron.

La gran mayoría de estas luchadoras no habían participado antes en actividades reivindicativas. Pero siguieron el ejemplo y el método de sus compañeras que han ganado huelgas en los hospitales de Berlín en septiembre de 2021, en las escuelas de Los Ángeles en enero de 2019 y en las de Chicago en septiembre de 2012. Es la misma estrategia con la que están ganando el derecho a la representación sindical en las cafeterías de Starbucks y los almacenes de Amazon de Estados Unidos, y que ha producido magníficos resultados en múltiples ocasiones desde la huelga de la uva que encabezó César Chávez en California en 1965. Existe una estrategia probada para vencer y es el momento de empezar a aplicarla con convicción y rigor en las luchas laborales y movimientos sociales de nuestro país. En la sanidad pública madrileña, por ejemplo.

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En las luchas sociales en la que vivimos, la desorganización es sinónimo de fracaso. Y, el fracaso, es sinónimo de pérdida de derechos. De calidad de vida. De dignidad. Este blog explora, a través de las experiencias y reflexiones de distintos colectivos y sindicatos, alternativas a la mera canalización del descontento social y distintas metodologías para organizar realmente a las personas y construir poder popular.
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