¿Qué le pasa a la izquierda extremeña?
Álvaro Vázquez: "El principal reto del proceso de confluencia será su propia supervivencia"

Retomamos nuestro cuestionario sobre la izquierda extremeña con Álvaro Vázquez, concejal de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Mérida. 

A Álvaro Vázquez (Mérida, 1975) le gusta definirse, simplemente, como militante de la lucha de clases y de las causas justas. Es el portavoz de la izquierda en el Ayuntamiento de Mérida, siendo actualmente el cargo institucional más importante de IU en Extremadura. 

¿Qué fue, en Extremadura, de la oportunidad de cambio que se vislumbró a partir de 2011? ¿Puede hablarse de una crisis orgánica del Régimen extremeño del 83, o solo de una reconfiguración del sistema regional de partidos?

Las expectativas de cambio iniciadas en el conjunto del país tras el inicio de este periodo adquirieron características propias y diferenciadas en Extremadura a través de la decisión de Izquierda Unida de abstenerse en la investidura que tuvo lugar tras las elecciones de 2011, y que demostraron las limitaciones de IU-Extremadura como fuerza comprometida con procesos de ruptura política e institucional. La estrategia adoptada por la dirección durante este periodo incurrió en el grave error de dar un trato diferenciado al PP y al PSOE, dispuesta a negociar con el primero y arrojando a las cunetas de la oposición al segundo, lo que vino a distorsionar la filosofía de ruptura democrática de una decisión que debía haberse encaminado hacia la equidistancia con respecto a los dos partidos, que hasta ahora habían protagonizado la representación política de la oligarquía extremeña.

La distancia entre la audacia mostrada por el conjunto de la organización a la hora de negar su apoyo al PSOE y el tono mojigato de la gestión de la abstención durante el periodo 2011/2015 resultó fatal; en un momento en el que la única lógica posible que justificara tal decisión hubiera requerido una estrategia de confrontación total contra el gobierno de Monago y la política generalizada de recortes imperante en el conjunto del país. El proceso que podía haber convertido a IU-Extremadura en una referencia rupturista sirvió finalmente para abocarla a un papel que le situaba en la gestión neoliberal de la crisis, y por tanto en la esfera de actuación del resto de los partidos extremeños. De otro modo no puede entenderse la irrupción de Podemos en Extremadura y la falta de pulso que IU-Extremadura sufre en la actualidad. Es a partir de este escenario como puede explicarse una lectura veraz de los resultados de las elecciones de 2015 en Extremadura y el desarrollo de esta legislatura.

La pasividad de la sociedad extremeña no es la causa de sus males, sino más bien el resultado de la forma de funcionar de un sistema institucional sordo ante el deterioro de las condiciones de vida de un pueblo exhausto

Más allá de lo institucional, es necesario recalcar el papel desempeñado durante estos años por diferentes movimientos sociales como el Campamento Dignidad y las iniciativas llevadas a cabo a raíz de la contienda política que se inició a la zaga de la tramitación parlamentaria de la renta básica, y en la que, vale la pena resaltarlo, los movimientos sociales desarrollados en Extremadura adquirieron un protagonismo que les situó como referencia nacional en la lucha por los derechos sociales. Una circunstancia que viene a desmentir el mantra que califica y menosprecia a los extremeños como un pueblo dedicado a la mansedumbre y el conformismo. Muchos todavía no lo han entendido pero la pasividad de la sociedad extremeña no es la causa de sus males, sino más bien el resultado de la forma de funcionar de un sistema institucional sordo ante el deterioro de las condiciones de vida de un pueblo exhausto, en el que, como en tantos otros lugares, no se vinculan las condiciones de la vida cotidiana con las causas políticas que las provocan. Hasta la fecha nadie ha sabido explicar con claridad que las causas de tus condiciones de vida se encuentran siempre encerradas a la sombra de la política y sus instituciones.

¿Qué balance haces de la acción de la izquierda social, política y cultural extremeña en esta legislatura 2015-2019 que ahora concluye?
El papel más honroso en términos de contestación a la gestión neoliberal de la crisis le corresponde indudablemente a los movimientos sociales. La izquierda parlamentaria, entendida como aquella que se sitúa a la izquierda del PSOE, no ha sabido generar una alternativa real al modo de gestión de los gobierno del PP y del PSOE, más allá de la grandilocuencia parlamentaria. Buena prueba de ello lo constituye la nueva orientación de la dirección de Podemos Extremadura, en la que muestran su disposición a entrar a formar parte de un posible gobierno de Fernández Vara, antes incluso de que el propio Vara haya realizado cualquier ofrecimiento en ese sentido, lo que a mi juicio puede interpretarse como una forma de validación de la gestión de Vara durante estos cuatro años.

La falta de confianza de la que ha hecho gala la dirección de Podemos en Extremadura resulta estremecedora. Por otra parte, el hecho de que esta propuesta no se haya incluido como premisa fundamental para la conformación de la posible confluencia entre Podemos, Izquierda Unida y Extremeños, y se haya anunciado en un momento posterior, nos da la medida sobre cuales son los cauces por los que ha discurrido el proceso de negociación de esta confluencia, en la que –mucho me temo- se ha hablado de todo menos de política. Más bien, nos viene a demostrar que los procesos de confluencia no surgen como mecanismos para la creación de nuevos instrumentos de intervención política ante el agotamiento de los partidos como forma organizada de expresión política, sino más bien como una estrategia o freno de emergencia ante un posible –y solo posible– descalabro electoral de sus protagonistas.

Los procesos de confluencia no surgen como mecanismos para la creación de nuevos instrumentos de intervención política ante el agotamiento de los partidos como forma organizada de expresión política, sino más bien como una estrategia o freno de emergencia ante un posible –y solo posible– descalabro electoral de sus protagonistas

Desde 2015, la dinámica generalizada de desmovilización ha encontrado honrosas excepciones en iniciativas como las protagonizadas por el Movimiento por el Tren Ruta de la Plata, que de alguna manera intenta contrarrestar el cinismo del PSOE con respecto a la cuestión del ferrocarril en Extremadura, en el que los protagonistas de su desmantelamiento se presentan como víctimas y sufridores de su propia indolencia.

¿Qué le pasa a la izquierda extremeña?
Francis Reina: "La gente joven prefiere militar en colectivos porque ha perdido la poca fe que tenía en los partidos"

Nuestro debate sobre la Izquierda Extremeña pretende articular un diálogo entre la pluralidad irreductible de las sensibilidades políticas de la izquierda de nuestra tierra. El diálogo es, así, el método y la meta, también con un componente intergeneracional. Esta semana, Francis Reina Corbacho. 

Es evidente que la situación política en Extremadura está muy alejada de cualquier proceso de cambio social, como bien muestra el hecho de que Fernández Vara haya podido negociar los Presupuestos Generales de la región tanto con el PP como con Podemos, lo que viene a posicionar al PSOE como actor definitorio de aquello que resulta asumible y de aquellas propuestas que se sitúan en el ámbito de lo realizable. Esa es su gran victoria, y por supuesto la gran derrota del resto de las fuerzas con representación parlamentaria, que desde el principio han venido desempeñando un papel subalterno con respecto al gobierno de Fernández Vara. El régimen goza de una excelente salud en Extremadura. Hace falta sentirse muy seguro de su posición para que un Presidente de la Junta de Extremadura le conceda la medalla de Extremadura a un colegio privado, del que además es antiguo alumno. Al margen de posibles cambios electorales o incluso de gobierno, ante la ausencia de un actor que impugne desde la base, no creo que las estructuras básicas del poder en Extremadura vayan a sufrir cambios sustanciales en los próximos años.

En cuanto al escenario cultural, es aquí donde precisamente se ejemplifica con mayor vigor la ausencia de una perspectiva de cambio social en Extremadura y en España. Con la salvedad de la iniciativa de Teatro Dignidad y las propuestas en torno a la Asociación 25 de marzo, lo cierto es que los cambios que en el terreno electoral ha sufrido la política española y extremeña no se han traducido en espacios culturales propios. Esta circunstancia nos da la medida de lo alejados que nos encontramos de la posibilidad de realizar una definición alternativa de lo que podemos entender como “sentido común”, y cómo hasta la fecha esta es una facultad reservada que se encuentra exclusivamente en manos de los partidos y los artefactos culturales dominantes, que tanto esfuerzo han empeñado en legitimar el estado de cosas que nos ha llevado a este escenario de crisis. Mientras en la Transición se generaron espacios de creación y difusión cultural que reproducían las claves para comenzar a entender la cosas de otra manera; por el contrario la implosión de la crisis desde 2009 no ha puesto en tela de juicio la construcción del sentido común con la construcción de espacios culturales propios. No por casualidad el fin de la Transición coincide con la consolidación con eso que algunos llamaron “la movida”, y que únicamente mantiene una contestación cultural sostenida en el tiempo en el ámbito específico en el que se desarrolló el “conflicto vasco”.

¿Ves deseable y posible la unidad de la izquierda transformadora y los actores de cambio en Extremadura? ¿Qué desafíos les aguardan en el medio plazo del próximo cuatrienio, y qué estructuras y estrategias necesitaría desarrollar para enfrentarlos con éxito?
En la izquierda en Extremadura, nos cuesta aprender. Lo más lógico es que desde sus inicios Podemos hubiera puesto todo el empeño en trabar un proceso de hermanamiento con Izquierda Unida, a pesar de los errores en que incurrimos el pasado. Finalmente, los procesos de confluencia han adquirido un tono casi exclusivamente oportunista y desvinculados de la vocación unitaria que podría haberse impulsado desde sus bases. Lo cierto es que, en un principio, las virtudes de Izquierda Unida podían solventar las carencias de Podemos, y viceversa. Desde este punto de vista, la confluencia no solo es deseable, si no necesaria, pero a esta altura esa ya no es la verdadera cuestión. Mucho se ha hablado de la necesidad de la confluencia, pero bien poco de cuáles son los fines que debe perseguir y de cuál debe ser el papel que debe jugar esta estrategia en el conjunto de la política extremeña. ¿Confluyentes para negociar, o confluyentes para confrontar? El hecho de que ni siquiera se haya planteado esta dicotomía nos dice mucho sobre el tono y las carencias de un proceso ciego y paticorto, en el que todo está por definir.

No creo que las estructuras básicas del poder en Extremadura vayan a sufrir cambios sustanciales en los próximos años

A la vista de lo anterior, el principal reto del proceso de confluencia será su propia supervivencia. Basta con señalar algunos aspectos que bien podrían dinamitar todo el proceso tan solo en las primeras semanas de su andadura: ¿qué pasaría si a la pregunta sobre la conveniencia de entrar a formar parte de un gobierno con Vara los círculos de Podemos expresaran una voluntad diferente a la de las bases de Izquierda Unida? Nadie parece conocer la respuesta a una pregunta tan básica, pero el hecho es que la postura hecha pública por Irene De Miguel ha situado esta cuestión en toda su vigencia, desde el momento en el que ha expresado su voluntad de sentarse junto con el PSOE en el Consejo de Gobierno. ¿No hubiera sido más lógico plantear este tipo de cuestiones como premisa para la posible puesta en marcha de la confluencia, en lugar de postergarlo para un momento posterior? Evidentemente, sí. Llegados a este punto: ¿cuál es la viabilidad de un proyecto que no se atreve a enfrentarse a las preguntas más elementales?

Lo cierto es que Extremadura es una región que se dirige directamente hacia las rocas sin parecer que nadie tenga muy claro hacia donde hay que hacer virar el barco. La expresión más cruda de este estado de cosas es la relevancia que –por fin– ha adquirido el problema del despoblamiento, y que por parte de la Junta de Extremadura ha tenido por respuesta la convocatoria de un congreso que podemos situar entre lo patético y lo cosmético, sin temor a que nos llamen la atención por incurrir en exageración. El hecho de que la mitad de los extremeños viva fuera de Extremadura evidencia que las oportunidades que ofrece nuestra tierra son incompatibles con las expectativas de bienestar y realización personal o profesional a las que aspiran las personas que nacen en Extremadura. Para buena parte de ellas, la vida en Extremadura no puede conciliarse con unas condiciones de existencia dignas. Creo que con eso está todo dicho.

Por otra parte, los retos que habitualmente se ha planteado la izquierda a la hora de definir sus prioridades siempre se han concentrado –como por otra parte es lógico– en la extensión de los derechos sociales y económicos, mientras que tradicionalmente ha hecho caso omiso a la necesidad de reformular un sistema institucional diseñado para limitar el funcionamiento democrático del sistema institucional de nuestra región. ¿Qué significado tiene que las decisiones en el Consejo de Gobierno no se adopten por votación de la mayoría? No sé hasta que punto se conoce, pero el Consejo de Gobierno no adopta sus decisiones por votación de sus integrantes, sino que se forma a partir de la expresión de la voluntad del Presidente de la Junta de Extremadura, que en estos términos, como en la inmensa mayoría de las cuestiones que tienen que ver con el ejercicio de su cargo, obedece al diseño de la figura del gran macho alfa cuyas decisiones nadie puede desautorizar. Y esto es así por ley. ¿Qué implicaciones tiene que el Presidente de la Junta pueda cesar libremente a un consejero/a rebelde que por ejemplo se negase a autorizar una evaluación de impacto ambiental dudosa? ¿Cuáles son las consecuencias de que sea únicamente el Presidente de la Junta de Extremadura el que decida según su voluntad las atribuciones de competencias entre las distintas Consejerías? ¿Existe un equilibrio entre el Consejo de Gobierno y la Asamblea de Extremadura? ¿Dispone la Asamblea de Extremadura de instrumentos suficientes para controlar la acción del Gobierno? ¿Tiene sentido formar gobierno con alguien que te puede echar a la calle con la mera firma de un decreto? Estas son algunas de las infinitas cuestiones que atienden a la calidad democrática de nuestra región y a la capacidad política de los partidos para intervenir de un modo eficaz a través de la política institucional, y que raramente se plantean. Hoy en día, la Asamblea podría aprobar un presupuesto cualquiera, para seguidamente el Gobierno ejecutar lo que le viniera en gana sin que la oposición pudiera hacer prácticamente nada para evitarlo. A partir de aquí valdría preguntarse cual es la utilidad real de los debates presupuestarios para la oposición parlamentaria.

¿Qué pasaría si a la pregunta sobre la conveniencia de entrar a formar parte de un gobierno con Vara los círculos de Podemos expresaran una voluntad diferente a la de las bases de Izquierda Unida?

El reto es trabar un modelo de región que vincule la administración de los recursos con las necesidades de la población. Para muchos esto es poco menos que una frase vacía, pero en Extremadura lo evidente no es poca cosa. Hasta ahora hemos asistido a cómo los grandes partidos han administrado los recursos de la región para gestionar la situación interna y los equilibrios y necesidades de sus propias burocracias. Se llama caciquismo. El papel que juega la gestión de los recursos públicos en la administración de prebendas que garantizan la estabilidad interna de los distintos gobiernos y sus propias estructuras partidistas no es ninguna broma. Esta situación provoca la supervivencia de las burocracias partidistas como una de las prioridades de la acción de gobierno y, por ello, muchas de las cuestiones esenciales quedan relegadas a un papel secundario o subalterno.

La ausencia de un modelo claro de región y el oportunismo y las necesidades propias de las burocracias partidistas se traducen en decisiones tan contradictorias como apostar por un modelo de economía verde y circular mientras se defiende con uñas y dientes una urbanización ilegal de lujo en el entorno de Valdecañas, se anuncian a bombo y platillo megaproyectos empresariales de lujo (macrocasinos) que seguirán generando empleos de mierda, salarios de mierda, y lastrando las posibilidades para que el aparato productivo extremeño sea útil para algo tan básico y elemental como producir algo de una maldita vez.

La ausencia de programas estandarizados de evaluación de políticas públicas es un clarísimo ejemplo de la falta de un proyecto de región en un territorio en el que parece que la élite administrativa carece de iniciativa y programa para el futuro de esta tierra, e incluso para trabar de un modo coordinado las iniciativas que surgen de su propia Administración. Ese es el reto. Vertebrar un plan factible para Extremadura, más allá de las redes clientelares tan al uso en nuestra región.

Finalmente, con el propósito de no perder la perspectiva, debemos ser conscientes de un hecho central. Los males de nuestra región no son exclusivos de nuestra tierra. La desorientación, la desmovilización y la sensación de hartazgo también encuentran buena simiente en otras regiones, por lo que el problema no podremos solventarlo en un escenario generalizado de degragación de las condiciones materiales de supervivencia de la clase trabajadora, en la que la ausencia de recetas inmediatas ha llevado a una parte del electorado al sonambulismo político y electoral. La izquierda europea carece de referentes eficaces que podamos vincular al esquema de valores y prioridades de la sociedad occidental, y eso no lo vamos a solucionar desde Extremadura. A la espera de cómo se resuelva en los próximos años esa cosa que algunos llaman el proyecto europeo, tampoco parece que se vaya a producir un cambio en la dirección de los procesos sociales imperantes (deslocalización productiva, financiarización económica, mercantilización de los servicios básicos, precariedad laboral, retroceso de derechos económicos, sociales e incluso civiles, etc.), por lo que ya podemos irnos acostumbrando a lidiar con un contexto de normalización de la crisis, a falta de un proyecto antagonista que aún está por construir.

En definitiva, la izquierda en Extremadura carece de un plan estratégico. Si la izquierda extremeña quiere presentarse como una alternativa factible ante el PSOE, debe preguntarse cuál es el papel que quiere reservarse en la política extremeña y cuáles son sus metas, algo que a día de hoy no está del todo claro. El planteamiento debe ser el contrario: en lugar de estar pensando cuál va a ser la orientación de su voto en el próximo presupuesto, o qué hacer la próxima investidura, definamos nuestro pensamiento estratégico, aclaremos cuál es nuestro lugar en Extremadura, y actuemos en consecuencia. Ya lo sé. Es más fácil escribirlo que hacerlo.


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#58781
28/4/2020 12:00

¿"el cargo institucional más importante de IU en Extremadura"? ¿No es eso desmerecer al diputado de IU en la asamblea de Extremadura?

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#30879
22/2/2019 12:45

Cuándo va a unirse de verdad la izquierda y va a salir a la calle a informar a los ciudadanos ? Cuándo va a tomar las riendas ideológicas y reivindicativas y organizativas para ilusionar al pueblo ?? Cuándo va la izquierda de verdad a dejar de ser oveja agarrada del brazo del lobo ? Formen de una vez una izquierda única , entorno a una ideología ( del pueblo) y a un programa (para el pueblo y con el pueblo ), sólo así serán creíbles y serán apoyados . Ánimo e ilusionen al pueblo siendo coherentes , inteligentes y valientes.

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#30907
23/2/2019 9:28

pues sí, más que nunca es necesaria la unidad, no podemos dividirnos cuando el trifachito amenaza las libertades más básicas

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#30868
21/2/2019 23:03

Muy buen articulo.
Enhorabuena me has enseñado ver que hay detras de los bastidores de la politica.

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#30845
21/2/2019 15:51

Álvaro es el mejor político que ha pasado por IU

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0
#30852
21/2/2019 18:11

tanto como el mejor quizás sea exagerado e injusto, porque IU en Extremadura ha tenido figuras relevantes y memorables, pero un buen político, y quizás el mejor de IU Extremadura en la actualidad es probable

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#30840
21/2/2019 14:19

Álvaro es el ejemplo de político honrado y consecuente con sus ideas y principios, algo muy difícil de encontrar ya en política

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#30832
21/2/2019 11:41

Alvaro, no se puede sustentar una posición en torno a un titular que saca un medio que claramente quiere dañar cualquier proyecto político alternativo al PPSOE.En cuanto a la confluencia si ha salido así ha sido en gran parte por la actitud de IU, que se negó a hablar de política sin hablar antes puestos y recursos económicos.

También es necesario recordar que en Mérida IU tenía la oportunidad de demostrar que se puede actuar de forma diferente a lo que lo ha hecho IU regional. En algunas cosas lo ha hecho, en otras como por ejemplo los procesos de confluencia no.

Construyamos espacios de debate más allá de los mediáticos y pongámonos ya a superar esos problemas, es la única perspectiva positiva para salir de este atasco.

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6
#30831
21/2/2019 11:40

Vázquez es el mejor político que tiene ahora mismo IU en Extremadura. Es una pena que una minoría tenga secuestrada esa organización, para colocarse en la Asamblea.

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