We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Deportes
Skaters en Granada lanzan un grito de socorro
La historia del skate, del monopatín, comienza en Estados Unidos. Hay quienes dicen que nació en la costa de California a finales de la década de los 40 y principios de los 50, como una alternativa de la gente que practicaba surf cuando no había olas. Sin embargo, la documentación gráfica lo muestra como un rudimentario juguete casero, fabricado con tablas de cajas de leche a las que se le acoplaban ruedas, con el que niños y niñas se deslizaban a principio de los años treinta.
Lo cierto es que, unas cuantas décadas después, el patín se fue sofistificando, haciéndose más ligero y manejable y los “trucos” a bordo de la tabla han tomado todo tipo de forma y pirueta: ollies, nollies, flips y grabs en cantidad de variedades, lip, stall… todo un universo de movimientos, tan variados como la imaginación y los cuerpos capaz de patinarlos.
Un informe de 2009 valoraba el mercado del skateboard en 4.800 millones de dólares, en 2016 se cifraba en 85 millones el número de patinadores en todo el mundo. El monopatín actualmente es un deporte olímpico que se estrenó en las olimpiadas de Tokio 2020 con dos modalidades de competición: park y street, en femenino y masculino; un deporte-medio de transporte que cada día suma más seguidores en todo el mundo.
Granada se está quedando atrás
En 2009 se inauguró en Granada el skatepark Bola de Oro, un espacio para la práctica de deportes con rueda, con 1200 m2 de superficie y dos zonas diferenciadas: una para skaters y otra para bikers (bicis). La zona recreativa de práctica cuenta con funbox, cajones, rampas de distintos tamaños, rails (en el suelo), handrails sobre rampas y escaleras, quarters y pirámides. Por sus pistas se han deslizado miles de patines y bicis pero, después de más de diez años sin mantenimiento ni mejoras, el skatepark presenta muchas deficiencias en unas instalaciones que necesitan ser renovadas. Las vallas se han caído, desprendiendo hierros oxidados; la iluminación es insuficiente; no hay sombras, y los árboles sin podar han invadido algunas de las pistas; hay agujeros y desperfectos en el suelo e instalaciones; según los usuarios, no hay papeleras suficientes y el servicio de limpieza es muy escaso o inexistente.
Granada Skate Club, organización sin ánimo de lucro formada por skaters que quieren reivindicar más y mejores espacios para la práctica de skate, y ampliar la escena consiguiendo material para toda persona que le haga falta y fomentar el deporte con eventos, ha presentado un escrito al Ayuntamiento de Granada para instarle a mejorar el espacio para la práctica segura de este deporte, y que afecta a aproximadamente mil personas usuarias de las instalaciones. El escrito, acompañado por 308 firmas ciudadanas, pide la reparación, mejora y ampliación de las instalaciones deportivas. Eric, profesor de la escuela Kedekids, uno de los impulsores de la iniciativa, nos cuenta a El Salto Andalucía que actualmente la demanda de deportes como los que se pueden practicar en el skatepark Bola de Oro está en aumento, pero Granada se está quedando atrás en instalaciones y que “solo hay una en la ciudad y se encuentra en un estado de total abandono”.
“Si no hay papeleras cuesta darle al espacio un uso limpio y eso estigmatiza más la cultura del skate. Parece que beber alcohol, fumar o hacer botellón son factores intrínsecos entre la gente que patina y eso no es cierto, el problema es que las instituciones no ayudan a terminar con el estigma”, Eric de la escuela Kedekids
Nos explica que este descuido institucional de las instalaciones genera un trato más desfavorable: “Si no hay papeleras cuesta darle un mejor uso, un uso limpio y eso contribuye a estigmatizar más la cultura del skate. No es cierto, pero está extendida la creencia que beber alcohol, fumar o hacer botellón son factores intrínsecos entre la gente que patina. El problema es que las instituciones no ayudan para terminar con el estigma”.
Sus peticiones parecen muy lógicas y razonables. En la instancia piden que se arreglen los desperfectos que suponen un peligro para la integridad física de las personas que practican, ya que “aquí se dan saltos y giros, y se cogen buenas velocidades; con los desperfectos actuales en el pavimento: agujeros, grietas y chapas levantadas, aumenta el riesgo de lesión”. También solicitan una mejora en el alumbrado que les facilite el patinaje sin riesgo, el arreglo de las vallas que acotaban el espacio —que se han caído y suponen un peligro añadido—, un mantenimiento general de las instalaciones, con más puntos de agua potable, papeleras, limpieza... y que el consistorio estudie una ampliación del mismo y la construcción de otros espacios similares en distintos barrios de la ciudad.
Llama la atención que una de las demandas haga referencia a “designar una concejalía que asuma las competencias de mantenimiento y mejoras del skatepark de Bola de Oro”. Eric nos explica que han encontrado muchos obstáculos a la hora de contactar con el Ayuntamiento porque parece haber un problema con la competencia y ningún área del consistorio se hace cargo del skatepark, “Juventud nos derivó a Deportes, Deportes a Parques y Jardines, Parques y Jardines a Juventud”, hasta que un concejal de mantenimiento les aconsejó que pidieran una cita con una secretaría del alcalde. Según el instructor de patinaje, mantuvieron una reunión con el coordinador de Deportes del Ayuntamiento y “nos dijeron que se pondrían en contacto con nosotros, pero han pasado más de diez meses y esto no ha sucedido, así que nos hemos animado a actuar”.
Espacios donde desarrollar arte urbano: skate, parkour, graffiti, rap, break
El artista de arte urbano e investigador granadino Ramón Pérez Sendra lanzó un mensaje a través de redes sociales con uno de sus trabajos, dedicado al patinaje, precisamente en un mural que formaba parte de una actuación del Ayuntamiento de Granada. En él, describía el estado de abandono del recinto y pedía respuesta a las instituciones públicas para que atendieran las demandas de las personas que frecuentan el skatepark. El alcalde de la ciudad, Paco Cuenca, del PSOE “recogió el guante” y contestó al mensaje haciendo referencia a los problemas económicos de la ciudad y afirmando “vamos a ver lo que se puede hacer”.
Para Ramón, este es uno de los objetivos de su arte: “Si estoy pintando en un sitio específico, con un contexto, cada mural lo utilizo de una forma: o bien hago que la comunidad participe de forma activa o intento que sirva de altavoz para cualquier reivindicación y que ésta tenga unas consecuencias reales, y por el skatepark voy a seguir luchando como usuario y porque tiene un abandono administrativo importante. Por ejemplo, después de la calima, nadie vino a limpiar la arena y tuvieron que hacerlo los usuarios con sus propias escobas”.
Ramón acude al skatepark para la entrevista en calidad de familia, de usuario de la escuela Kedekids: “Aquí hay una mezcla generacional que me encanta. Antes no era tanto así, pero parece que entre otras cosas, las generaciones que patinábamos antes hemos crecido, hemos tenido niños y niñas, y seguimos viniendo”. Además de la práctica de deporte, entiende que el espacio tiene muchas posibilidades: colaboraciones en las que, mientras se celebran campeonatos de skate, “la gente esté pintando, rapeando, bailando”.
“Cuando empezó el graffiti en Granada, los breaker, los skaters, los escritores de grafiti eran todos los mismos, no había tanta distinción, eran las mismas personas que tenían en común verse y hacer arte en la calle”, Ramón Pérez Sendra, artista de arte urbano e investigador granadino
El artista contextualiza la práctica del patín en la ciudad: “Cuando empezó el grafiti en Granada, los breaker, los skaters, los escritores de grafiti eran todos los mismos, no había tanta distinción, todos y todas eran las mismas personas que tenían en común verse en la calle y hacer arte en la calle, aunque cada una de estas prácticas tenga su propia historia. En Granada el grafiti explotó en el 91-92 y el skate sería similar”.
Para él, antes que hablar de lo que se ha hecho o no se ha hecho en Granada, prioriza recabar la parte humana del arte urbano, algo que defendió en su tesis Historia del grafiti en Granada, donde plasma la historia de los escritores de grafiti, de las redes de comunicación que se crean de forma alternativa y espontánea, “que tienen mucha relación con otras formas de expresión y de hacer en la calle como el skate, el parkour y la música”.
Relaciona las disciplinas del skate y el parkour porque “tienen una visión de la ciudad como un espacio de juego, no solo como un espacio de tránsito” y nos confiesa que en este tiempo de restricción por la pandemia, en el que muchas familias se quejaban del cierre de los parques, “yo me di cuenta que no me gusta el modelo de parques infantiles en España, del uso que le damos a la ciudad. Entonces, los niños y niñas querían jugar, pero la mayoría de los parques estaban cerrados y jugaban con los elementos de la ciudad: los bordillos, las escaleras, utilizaban la ciudad como un juego donde expandir su imaginación, eso es precioso”.
El poder terapéutico del skate: trascender los propios miedos
Miguel Ángel Girona López es granadino, tiene 45 años y lleva patinando desde los 13, más de 30 años. Además de una forma de ganarse la vida —es comercial en la industria del skate— es un defensor del poder terapeútico de la práctica del patín. Intenta transmitir “a las nuevas generaciones y a la gente más pequeña” extrapolar a la vida real la sensación de empoderamiento cuando “compruebas que algunos trucos que tu pensabas que nunca jamás podrías hacer son posibles cuando pones ganas, ilusión, dedicación, trabajo y esfuerzo”. Nos explica que, en su experiencia, la práctica del patín también ayuda a afrontar problemas personales o profesionales: “El rato en el que vas a patinar, si no estás pensando en el patín, te vas a caer, te vas a hacer daño, no te van a salir los trucos. Así que, olvidas todo y te pones a patinar; en ese momento no te acuerdas de nada. Además del beneficio del ejercicio físico, obtienes el psicológico, el mental, esa desconexión viviendo el presente”.
Miguel Ángel considera el skatepark de Granada como un punto de encuentro seguro, agradable para familias, chicas, chicos, pandillas... donde también viene gente de fuera, “extranjeros que buscan en internet y les sale este skatepark”. Para él, la práctica del patín es la más inclusiva: “En el mundo del patín da igual de dónde vengas, el color de la piel, la religión, vas a patinar a cualquier sitio y nadie te va a preguntar nada, te ven que estás patinando y vas a hacer amigos super rápido. Yo he visto a gente irse de aquí llorando por las conexiones que había hecho”.
“El patín es una lucha personal contra tus miedos. No tiene ese componente más agresivo contra otra persona, tú no le vas a ganar a nadie sino a ti mismo; trascender tus miedos y conseguir algo que crees que no podías hacer, eso es el skate”, Miguel Ángel Girona López, skater veterano
Desmonta los mitos de las lesiones en este deporte y nos habla de cómo “librar”, la técnica para caer sin hacerse daño: “En el fútbol, la gente se fractura piernas en un momento, es un deporte de contacto. El patín es una lucha personal contra tus miedos. No tiene ese componente más agresivo contra otra persona, tú no le vas a ganar a nadie, sino a ti mismo. Trascender tus miedos y conseguir algo que crees que no podías hacer. Eso es el skate”.
Ha querido transmitir al actual equipo de gobierno en el Ayuntamiento de Granada lo que él considera “la obligación moral de mantener espacios como este en buen estado”. Subraya que “en el momento en el que nos encontramos, una era digital donde todo el mundo está sumido en las pantallas y los móviles, la infancia necesita otra cosa”, señala que los políticos se gastan dinero en muchas cosas e “invertir en estos espacios es muy importante, sobre todo por los niños y la chavalería, para sacarlos de las pantallas y los móviles y que socialicen”. Considera que son inversiones con las que, por el uso y la cantidad de gente que se beneficia, se obtiene una repercusión enorme: “Hay un grupo de chavales maravillosos, que los ves y te contagian su ilusión solo con verles superar y celebrar sus trucos. No todo es fútbol, no todo es baloncesto, y deportes como este requieren un poco más de atención de las autoridades locales. No es tanto lo que se tarda en reparar este espacio. Si ellos no vienen, lo haremos nosotros”.
El skate, un deporte de crecimiento personal y transformación social
La escuela Kedekids ha supuesto un punto de inflexión en el entorno del skatepark Bola de Oro. Los instructores forman parte de un equipo multidisciplicar: psicólogo, filósofo, abogado y experto en audiovisuales integrantes del Granada Skate Club que, además de las clases de monopatín, han desarrollado un proyecto que organiza eventos, campeonatos y actividades especiales. Por encima de todo, impulsan la articulación de valores sociales como la libertad, el respeto, la autosuperación y la solidaridad con herramientas de gestión emocional, entre otras, “además de las clases regulares queremos llegar a poblaciones desfavorecidas y mostrarles un colectivo con características y valores que pueden ser atractivas y positivas: conciencia social, empatía, trabajo en grupo”, nos cuenta con entusiasmo Eric, profesor de la escuela.
Este último curso firmaron un convenio con una asociación de inserción sociolaboral en Dúrcal donde han estado trabajando ese aspecto que tanto les motiva, la transformación social positiva: “El skate es perfecto para esto. Es un deporte que no requiere confrontación, donde todo el mundo puede ganar al final de una sesión. Aquí no se meten goles o se encestan canastas, cada persona desarrolla el deporte como lo entiende, y refleja su carácter en la forma de practicar”. También han proyectado vídeos sobre la evolución del deporte y recientemente organizaron actividades sobre identidad de género e identidad sexual que incluyeron un campeonato de skate con actividades relacionadas con el colectivo LGTBI+.
“Tenemos alumnos de más de 50 años; en este espacio da un poco igual la edad, son personas que patinan, puedes ver al niño de 10 años que patina codo con codo con una persona de 15, 20 o 45, haciendo un truco, hablando sobre ello; se establecen relaciones muy bonitas”, Eric de Kedekids
Durante el último trimestre, 110 personas de todas las edades estaban inscritas en la escuela: “Hay padres y madres que viendo a sus niños y niñas disfrutar patinando se les ha despertado el gusanillo y se han inscrito en las clases de adultos, tenemos alumnos de más de 50 años. En este espacio da un poco igual la edad, son personas que patinan. Puedes ver al niño de 10 años que patina codo a codo con una persona de 15, 20 o 45, haciendo un truco, hablando sobre ello... se establecen relaciones muy bonitas”. Sobre la instrucción a adultos, Eric aclara que “después de un primer tramo en el que el cuerpo se acostumbra a tener coordinación motora y equilibrio, todo es mucho más sencillo. Tenemos alumnos y alumnas adultas que ya son capaces de patinar sin ayuda después de superar este primer paso. Hay un mito de que si no aprendes de niño no puedes patinar y al final no es tanto así”.
Sus clases de patín para menores son “negociadas”, abren dinámicas sobre los ejercicios, “¿qué queréis aprender hoy?, ¿qué os apetece hacer?” y, a veces, nos confiesa, terminan pintando con tizas o jugando al pilla pilla. “Tenemos una máxima y es que no se puede obligar a nadie a subirse a un skate. Si hay un día que una persona no quiere patinar, intentamos hacer otras cosas y las relacionamos con el deporte: pintamos circuitos, lijas (tablas). Esto es lo bueno. Nuestras alumnas y alumnos tienen libertad para hacer casi lo que quieran dentro de unos límites de seguridad y del espacio público donde nos encontramos”, afirma Eric.
En el skate, ganar o perder no se hace a costa del otro
Zoe y Bruno se quedaban embobados desde sus carritos mirando el skate y cómo la gente patinaba desde que eran bebés y sus padres les paseaban por la ribera del río Genil. A los tres años pidieron una tabla y hasta hoy practican monopatín en el skatepark Bola de Oro. Javi Ruipe nos cuenta que, como padre, le encanta verles disfrutar de la práctica y de un ambiente tan sano: “En nuestra casa le damos importancia al tipo de referentes que ellos ven y con los que se relacionan, y este es un espacio cada vez más diverso, con chicos, chicas, personas de todas las edades, con profesores que les muestran otro tipo de masculinidades. Es un ambiente en el que ganar o perder no se hace a costa del otro”.
“En el skate te esfuerzas porque algo te salga bien y te alegras cuando a los demás les sale bien, es algo tan contrario a lo que la cultura y sistema predominante nos enseña y son valores que nos parecen tan necesarios, van más allá de lo lúdico y lo deportivo: son formas de mirar al mundo de otra manera”, Javi Ruipe, usuario del skatepark
También aprecia los valores propios del skate: “El que tú te esfuerces porque algo te salga bien y te alegres cuando a otros y otras les sale bien es algo tan contrario a lo que la cultura y sistema predominante. Nos enseña y son valores que nos parecen tan necesarios, que van más allá de lo lúdico y lo deportivo. Son formas de mirar al mundo de otra manera”.
De tanto acompañar a sus hijos a las clases y comprobar su entusiasmo, “en Kedekids enseñan de forma lúdica y respetuosa de igual a igual, no hay ningún tipo de obligación y para ellos es muy atractivo”, Javi ha decidido apuntarse a las clases de adulto: “Veía sus caras de felicidad y te acuerdas de cuando eras pequeño y patinabas, y te preguntas ‘¿por qué no voy a patinar yo ahora?’ Es más complicado pero me compré el patín y me puse”.
Señala que es una pena que el skatepark presente deficiencias, grietas y agujeros peligrosos, sobre todo para los pequeños o los que empiezan, y que “al final se cuidan otro tipo de espacios más consumistas, y este, donde la gente joven hace deporte, disfruta y se relaciona, está abandonado, y de verdad que no supone grandes inversiones”.
Pensaba que el ambiente iba a ser underground pero aquí hay “calidad de gente”
La hija de Maria del Mar, Carla, de ocho años, le pidió un patín para navidad. Le dijo a su madre que de mayor “quería ir a la universidad en skate porque era más sano”. Los reyes magos le trajeron su monopatín, y ella y su madre buscaron por internet un sitio donde practicar que les llevó en dirección opuesta a su vivienda. “Venimos desde Albolote, en la otra punta”, nos cuenta.
“Mi hija es feliz y a mí me ha encantado el ambiente. Necesitamos mejoras en este espacio y que haya más skateparks en la provincia y cuidarlos, como cualquier parque familiar”, Maria del Mar, usuaria del skatepark Bola de Oro
Maria del Mar confiesa que el ambiente del skatepark le sorprendió mucho: “Al principio Carla practicó sola y a las dos horas todo el mundo le saludaba. Yo misma me quedé perpleja porque no me imaginaba esta calidad de gente, creía que era más underground”. Se enteraron de las clases de la escuela Kedekids y “vi cómo tratan a los niños y niñas y me gustó mucho, los profesores son un encanto, el alumnado les abraza. Mi hija es feliz y a mí me ha encantado el ambiente. Necesitamos mejoras en este espacio y que haya más skateparks en la provincia y cuidarlos, como cualquier parque familiar”.