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Derechos Humanos
De la persecución política en el Rif al CIE de Aluche
El sábado, varios jóvenes iniciaron una huelga de hambre en el Centro de Internamiento de Extranjeros. Vienen del norte de Marruecos, donde la persecución política y la depresión económica impulsa a cientos de jóvenes a cruzar el Mediterráneo para denunciar al Estado marroquí.
“No huimos para venir a trabajar, huimos de la persecución”, explica Mohammed, originario de Temsaman (Alhucemas, al norte de Marruecos), con nombre ficticio para proteger a sus cuatro hijos y a su mujer, que viven en el Rif. Comenta que se despidió de sus familiares antes de subir a la patera desconociendo si volvería a verlos. Un día antes de embarcar, cinco jóvenes de su barrio fueron detenidos por participar en las protestas sociales que sacuden la región. “Sé lo que estarán pasando porque a mí también me detuvieron tres días después de participar en una manifestación”. Denuncia haber sufrido tratos degradantes y humillantes en prisión.
Junto a Mohamed, diez jóvenes rifeños salieron el 21 de mayo en patera, desde una playa cercana a Nador (ciudad fronteriza con Melilla). “Salí temiendo por mi vida, no para ser encerrado en un CIE”, señala Youssef, también originario de Temsaman. Veintiséis horas después llegaron a Motril (Granada). Desde entonces han estado encerrados, primero en dependencias policiales y después, en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Aluche en Madrid. Como su acompañante, Youssef también pasó por la cárcel debido a su participación en el Movimiento Popular del Rif (Hirak).
Dentro del CIE, además de las denegaciones de asilo debido a que solo cinco demandas de asilo han sido admitidas, han vivido situaciones de extrema gravedad, como la falta de atención sanitaria adecuada o abusos que no se atreven a denunciar. También, complicaciones con los intérpretes, “tú eres marroquí, habla árabe”, les recrimina uno de ellos al iniciar la entrevista previa para valorar su situación en la solicitud de asilo. “Uno de los agentes me dijo, tú a Marruecos, mientras simulaba un viaje en avión con la mano”, explica otro. En Aluche permanecen hasta hoy dos de ellos cuya inadmisión de protección internacional y el miedo a una deportación inmediata les ha llevado a una huelga de hambre iniciada el sábado 9 de junio.
SOS Racismo Madrid ha manifestado esta mañana en un comunicado su apoyo a los jóvenes rifeños que permanecen en huelga de hambre y señala que los hechos que la motivan “son un ejemplo más de las deficiencias en el procedimiento de solicitud de protección internacional que se suceden en el CIE de Aluche”. También denuncian el sufrimiento que provoca una política migratoria que “encierra con el objetivo de expulsar a personas que huyen de graves conflictos en sus países de origen”, instando al nuevo Gobierno a cambiar el paradigma de la política migratoria española.
Persecución en Marruecos
Mohamed habla de la situación en Marruecos que le impulsó, como a otros jóvenes, a salir del país: “Nos están deteniendo por dar me gusta en Facebook o publicar contenidos denunciando lo que sucede. El día en que sales a manifestarte, por la noche vienen a tu casa a detenerte”. Muchos de los jóvenes rifeños en prisiones marroquíes han sido detenidos tras ser fotografiados manifestándose. Se trata de un acoso que no es de ahora: “Cuando estaban a punto de iniciarse las detenciones en masa, la policía actuaba lanzando piedras, algunos uniformados y otros vestidos de civiles, sabiendo que responderíamos. Entonces nos hacían fotos”.
Las manifestaciones del Rif se iniciaron en octubre de 2016 con la muerte de un vendedor de pescado, Mohssine Fikri, cuando trataba de salvar la mercancía requisada por la policía. Su muerte impulsó un movimiento protesta que puso de manifiesto la marginación y olvido que sufre el pueblo rifeño. A principio de 2017 el Gobierno reconocía la legitimidad de las protestas, al tiempo que enviaba cerca de 20.000 operativos policiales para mitigar las manifestaciones, pacíficas desde su inicio. Las protestas fueron silenciadas con penas de cárcel y una represión que dura hasta hoy. Como consecuencia, cada semana salen pateras con jóvenes que huyen de la represión.
Nada más llegar a la costa andaluza, Mohamed, Youssef y sus doce compañeros de viaje fueron interceptados por la Guardia Civil. Pasaron tres días en dependencias policiales. “Nos quitaron todo lo que llevábamos, nuestros móviles, ropa, etc. pero lo más duro fueron las condiciones en las que nos mantuvieron, llegando a estar días sin poder ducharnos”, lamentan.
“No se trata de una huida, es una forma de salvar la vida de una población que resiste. Nuestra presencia en suelo europeo es una forma de denunciar lo que sucede”, explica Mohamed
Cuatro de ellos llevaban el documento de identidad marroquí, los cuatro fueron deportados al país del que huían. La policía española no valoró el peligro de la expulsión. “Ni siquiera atendieron sus denuncias, a pesar de que explicaron que su vida allí corre peligro, pero no les escucharon, ahora están pensando en cómo volver”, explica Youssef.
El resto fueron trasladados al CIE de Aluche, algunos, puestos en libertad, se encuentran tramitando su solicitud de asilo. A su implicación en el Hirak, motivo suficiente para ser encarcelado, se une un acoso policial y el maltrato a su paso por las cárceles marroquíes. Pese a ello, no a todos se les ha reconocido el derecho a protección y las notificaciones de denegación son un “copia y pega”, denuncian.
Tras más de una década de movimientos migratorios, la población marroquí fue en 2017 mayoría en cuanto a su llegada a las costas andaluzas. Según fuentes del Ministerio de Interior, ese mismo año unas 530 peticiones de asilo fueron admitidas a marroquíes que alegaban persecución por sus ideas, su condición sexual o étnica. Se trata de una cifra baja en comparación con peticionarios que huyen de Siria o Venezuela, por ejemplo.
Solo en agosto del año pasado, centenares de jóvenes rifeños fueron interceptados en Tarifa. Huían de la represión en Alhucemas, donde había tenido lugar la última gran movilización duramente reprimida el 20 de julio. Ese día, un cartucho de gas lacrimógeno alcanzaba a Imad Attabi, cuya muerte no se haría oficial hasta varias semanas después. Como hace un año, la situación de represión y persecución, les lleva a jugarse la vida en el mar.
“No se trata de una huida, es una forma de salvar la vida de una población que resiste. Nuestra presencia en suelo europeo es una forma de denunciar lo que sucede”, explica Mohamed. Para España, reconocer el asilo político a población rifeña implica señalar que su aliado en materia económica e inmigración persigue por ideas políticas.
Sin embargo, denuncian estos rifeños, hablar es exponerse a ser silenciado, “tenemos periodistas encarcelados por contar al mundo lo que sucede en el Rif”. Aluden a cerca de una decena de periodistas para quienes Human Right Watch o Amnistía Internacional han exigido la puesta en libertad por hacer ejercicio del derecho a la información. Ellos y el resto de detenidos (más de medio millar) son calificados por estas ONG como “presos de conciencia”.
Youssef no es el único de su familia que ha pasado por la cárcel, su primo y un cuñado fueron encarcelados por protestar. Esta semana se cumple un año del inicio de las detenciones que comenzaron con la orden de arresto al líder del Hirak, Nasser Zefzafi, quien acaba de poner fin a una huelga de hambre de doce días por las condiciones de su encierro.
Con las detenciones comenzaron unas condenas que oscilan entre tres meses y 21 años de cárcel. Enfrentan cargos que van desde manifestarse sin autorización a atentar contra la seguridad interna del Estado. “Lo que comenzó fueron las sentencias, ya había detenciones, te llevan a comisaria te golpean hasta que se cansan y después te devuelven a casa con el mensaje claro”, denuncian.
Sobre la opción de solicitar protección a España, un país con fuertes relaciones comerciales y políticas con Marruecos, comentan que no solo les mueve la proximidad geográfica, también una vinculación histórica, “España nos colonizó, nos usó para sus guerras, nuestros padres han dado su mano de obra para construir este país”, señalan.
Mientras tanto, continúan las protestas en ciudades como Imzouren, donde la presión policial limita y reprime cualquier disidencia. Hace unos días durante una protesta no permitida en la ciudad de Nador, varias personas fueron apresadas. También se manifiestan en otras ciudades como la capital económica, Casablanca o en Jerada, la ciudad minera donde cerca de un centenar de personas han sido encarceladas por protestar por una vida digna. Mientras tanto, el Rif sigue desangrándose. La economía permanece estancada, con una industria inexistente y la carencia de oportunidades laborales que aunada a la falta de infraestructura e inversiones estatales han llevado, entre otras cosas, a que se haya reducido notablemente el sector de la pesca que vertebra la actividad en la región.
Aún después de pasar de la cárcel a estar recluido en Aluche la demanda principal de Youssef y Mohamed es la puesta en libertad de los activistas presos. “Queremos que se escuchen las demandas del Rif, que se ponga fin a la expulsión de rifeños que como nosotros son echados de sus tierras y que se cumpla el derecho a la protección internacional, no pueden devolvernos a la boca del lobo”, concluyen.
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Si tan democrata y defensor de los DDHH fueran nuestro formulario tenéis liberales, ni dudarían en dar el asilo político a estas miles de personas que sufren un aviso policial de gran escala.
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