Reino Unido
La estafa nuclear de Keir Starmer

El plan de expansión de la energía nuclear del gobierno británico es una traición vacía a los trabajadores que complace a las empresas ricas y estafará a los consumidores.
Keir Starmer Partido Laborista UK
Keir Starmer, sucesor de Jeremy Corbyn al frente del Partido Laborista. Foto: Keir Starmer
Beyond Nuclear International
30 jun 2025 01:01

Artículo publicado originalmente en Beyond Nuclear International.

¿Está Keir Starmer tan desesperado por disfrutar del resplandor naranja de omnipotencia que irradia el monomaníaco presidente estadounidense que se siente obligado a repetir como un loro las frases de Donald Trump?

Parece que sí. Starmer realmente dijo «construye, bebé construye».

El contexto de esta abominable expresión fue su anuncio de que las minicentrales nucleares -conocidas como pequeños reactores modulares- proliferarían por toda Gran Bretaña hasta convertirse en «algo común».

Según Starmer, serían más pequeñas y baratas que las centrales nucleares actuales. Quienes vivan cerca de las obras de construcción de centrales nucleares podrían ser compensados por estas molestias con una bajada de las tarifas eléctricas. Los nuevos reactores estarían en funcionamiento en 2032.

Todo esto carece por completo de pruebas empíricas, pero hablaremos de ello más adelante.

El «avance rápido de la energía nuclear» de Starmer supondría, según él, un suministro de buenos puestos de trabajo, así como «energía autóctona». (Si está buscando en un mapa del Reino Unido las minas de uranio «de cosecha propia» que suministrarían el combustible para estos reactores, siga buscando). 

El «avance rápido de la energía nuclear» de Starmer supondría, según él, un suministro de buenos puestos de trabajo, así como «energía autóctona». (Si está buscando en un mapa del Reino Unido las minas de uranio «de cosecha propia» que suministrarían el combustible para estos reactores, siga buscando). 

La restricción a la construcción de nuevos reactores en emplazamientos nucleares ya existentes se levantará, de modo que podrán construirse en cualquier lugar y la gente que «no había pensado que iba a haber nada nuclear cerca de mí» simplemente «se acostumbrará a la idea», dijo Starmer.

Curiosamente, el primer emplazamiento nuevo no parece estar junto al número 10 de Downing Street.

Todo esto es, por supuesto, una estafa masiva que, de materializarse, elevaría drásticamente las tarifas eléctricas, desplumaría aún más a los contribuyentes, impediría el progreso real sobre el clima al desviar dinero de soluciones de energía renovable ya disponibles, y pondría en peligro a innumerables comunidades.

Y, por supuesto, ¿qué será de los residuos radiactivos que producirían estos «pequeños» reactores? Según un reciente estudio de Stanford, los reactores modulares pequeños generarán más residuos radiactivos que las centrales nucleares convencionales.

Y, por supuesto, ¿qué será de los residuos radiactivos que producirían estos «pequeños» reactores? Según un reciente estudio de Stanford, los reactores modulares pequeños generarán más residuos radiactivos que las centrales nucleares convencionales.

Los sindicatos no deben dejarse engañar. Prometer puestos de trabajo que probablemente nunca se materializarán y que sería mejor crear de inmediato en industrias como las energías renovables, que ya están aquí y tienen un futuro a largo plazo, no es una bendición para los trabajadores, es otra traición más.

Además, la energía nuclear, como la propia industria ha demostrado una y otra vez, es la opción energética más lenta y cara entre las llamadas opciones bajas en carbono.

Ningún reactor nuclear, pequeño o de otro tipo, se construirá nunca a tiempo, de forma asequible o en cantidades suficientes para hacer frente a la crisis climática que ya tenemos encima.

Un estudio tras otro demuestra que se puede conseguir una reducción de las emisiones de carbono mucho más rápida invirtiendo la misma cantidad en energías renovables en lugar de en energía nuclear.

Ningún reactor nuclear, pequeño o de otro tipo, se construirá nunca a tiempo, de forma asequible o en cantidades suficientes para hacer frente a la crisis climática que ya tenemos encima.

El gobierno de Starmer ignora deliberadamente todo esto para complacer a las grandes corporaciones en lugar de invertir en el bien público.

En cualquier caso, la energía nuclear no es baja en carbono, y desde luego no es de carbono cero, como a menudo alardea la industria.

Sigue en la segunda parte.

Traducción de Raúl Sánchez Saura.

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