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Doñana
Chotacabras: el ave de leyenda olvidada tras el incendio de Doñana
La mayor colonia en la península ibérica de esta especie, de la que la creencia popular decía que chupaba la leche de las cabras, se encontraba en la zona afectada por el incendio de Doñana del pasado 24 de junio.
El incendio forestal del pasado verano en Doñana afectó a una superficie de 8.464 hectáreas de arbolado y matorral y al contrario que en el reciente incendio de Galicia y Asturias no hubo que lamentar pérdidas humanas. Fue un gran impacto emocional para la sociedad andaluza y la de todo el Estado español conocer que al no lograr ser evacuado el centro de cría de linces El Acebuche se tuvo que dejar huir a 13 de estos felinos para que escapasen de las llamas (más tarde serían recuperados). Pero de entre los 15 que sí se lograron capturar durante la evacuación falleció por el estrés Homer, hembra de esta especie emblemática que es símbolo de Doñana.
Un informe de la ONG SEO/Birdlife indicaba un mes después que el incendio afectó a la mayor parte de los 38 mamíferos más característicos del espacio, a alrededor de 40 especies de plantas amenazadas y más de 70 aves. Entre estas últimas se encuentra el gran olvidado del incendio, el chotacabras cuellirojo, una especie poco conocida y cuya mayor colonia en la península ibérica se encontraba en la zona incendiada.
Los nidos de entre 500 y 1000 parejas de chotacabras fueron afectados por el incendio de Las Peñuelas
“Puede ser una de las especies más afectadas. Primero, por la importante densidad de aves en la zona calcinada y segundo por encontrarse en aquel momento en el de máxima actividad reproductora de su ciclo anual”, indica Carlos Camacho, científico del CSIC en la Estación Biológica de Doñana que estudia esta especie desde hace una década.
El principal golpe al chotacabras fue la pérdida de nidos por el fuego. Mientras que lo común en otras aves mediterráneas por aquellas fechas es que hubiese terminado la cría, lo que facilitó la huida de las llamas, los nidos de entre 500 y 1000 parejas de chotacabras fueron afectados.
Un ave de leyenda
El chotacabras, pequeña ave insectívora, ya ha dejado Doñana atrás para pasar el otoño e invierno en las temperatus más cálidas de África. Se alimenta de insectos nocturnos que caza en el vuelo con su gran cavidad bucal, que llama la atención al abrir el pico.
Al chotacabras la tradición oral le adjudicaba el mito de mamar de las cabras. El propio nombre procede de esta creencia: su nombre en latín, caprimulgus, deriva de capra y mulgere que significan “cabra” y “ordeñar” respectivamente. Y en castellano “chotar” es un término arcaico que viene del latín suctare, es decir, mamar.
El área de estudio del chotacabras en Doñana está a unos 5 km en línea recta del límite de la zona afectada y se sitúa al sur del Palacio del Acebrón, donde se encuentra uno de los centros de visitantes del Parque Nacional. Los datos de muestreo en julio, a un mes del incendio, indicaban que la proporción de aves no marcadas y capturadas era un 15% mayor que otros años, una cifra que se tomaba con cautela ya que podía indicar que las zonas aledañas al incendio funcionaron como un refugio.
A partir de los 100 días desde el incendio las cifras se dispararon. “Este año hemos registrado una abundancia sin precedentes en nuestra zona de estudio. Ha ido aumentando progresivamente desde el incendio hasta alcanzar valores muy por encima de los normales, lo que podría interpretarse como un efecto rebote”, apunta Carlos Camacho. Hasta la reciente migración, en las zonas adyacentes al área calcinada la cantidad de chotacabras habría aumentado un 55%.
Pese a las importantes pérdidas de nidos, Camacho advierte que la especie podrá compensar los efectos negativos del incendio de Las Peñuelas: “Los efectos de una catástrofe sobre una población animal se manifiestan a corto, medio y largo plazo. En el caso del chotacabras pensamos que por ser un ave longeva y tener la capacidad de reproducirse incluso hasta finales de verano, cuenta con los mecanismos para recuperarse”.