Opinión
La nueva radicalidad

La maldad es muy trabajadora, ya es la hora de que la bondad trabaje más horas.

Hay momentos en el que las malas personas son más evidentes, salen a la calle incluso a parecer que se manifiestan por todos, jalean consignas, y las esparcen gritando con mala bilis, frases en alto volumen con las que nos quieren dar a entender que este país es suyo y vivimos de prestado, extienden la calumnia de que estamos en una dictadura reivindicando en las calles una que fue terrible y verdadera, declaran que el gobierno va en contra de los derechos de las personas atacando ellos con sus herramientas institucionales, por ejemplo, desde las autonomías que gobiernan, los derechos de numerosos colectivos, aseguran con vehemencia que se está rompiendo la igualdad de los españoles “no he oido nada de las españolas›”. No advirtiendo, o procurando que  no advirtamos nosotros, que ya no éramos iguales desde la existencia de una monarquía inviolable, contra ella no hace, ni hará falta nunca una amnistía, porque nadie juzgará al chorizeo del Borbón padre, dejando a un lado su bajeza moral, escondido en un país que sí es una dictadura.

Mas ejemplos de la desigualdad, en Andalucía, uno de cada cuatro niños y niñas se encuentra bajo los umbrales de la pobreza, y se está potenciando la privatización de la educación para que les resulte más difícil prosperar, y se adelgaza la sanidad publica, sobre todo la atención primaria con lo que ello conlleva en la salud de los más desfavorecidos, y en ese totum revolutum en el que es imposible diferenciar la derecha democrática de las malas personas, las grandes fortunas adalides de la desigualdad efectiva prosperan al amparo también de supuestas izquierdas incapaces de frenar la inequidad entre españolas y españoles, y a quienes no lo son en su carnet de identidad pero comparten la misma tierra y respiran el mismo aire. No se puede hablar de igualdad cuando miles de personas están privadas de luz en la comunidad de Madrid, otro ejemplo de maldad que se me ocurre.

Cualquier aspecto de la vida lo analizo siempre intentando mejorar aunque sepa que soy una furtiva lágrima en el mar del desconsuelo

La sobreactuación la tenemos asegurada por parte de las malas personas y entre tanto los grandes problemas aparcados o ralentizadas sus soluciones, el principal( desde mi punto de vista y sin olvidar los anteriormente expuestos y muchos más), es la disminución de la biodiversidad, y el cambio climático al que casi todo el mundo preocupa y al que pocos ocupa.

 Yo soy unos de esos a los que suelen llamar radicales por ocuparse después de preocuparse, no como carne, intento comprar lo mínimo, a veces es muy difícil ya que pertenezco a esta sociedad, lo que adquiero procuro que sea ecológico y lo más duradero posible, llevo una lucha contra el descomunal consumo de plástico, sobre todo el de un solo uso, intento desplazarme andando, o usar el raquítico y mal planificado en horarios transporte público… Cualquier aspecto de la vida lo analizo siempre desde este punto de vista, intentando mejorar aunque sepa que soy una furtiva lágrima en el mar del desconsuelo. Bebo agua del grifo, me resulta difícil creer que en este primer mundo en el que tenemos potabilizada el agua, millones de personas la beban embotellada creyendo mágicamente que es mejor. Vivimos imbuidos en un océano del márquetin, dios todopoderoso que infunde en los individuos la palabra libertad con todas sus contradicciones y falsedades, para hacernos creer que lo que consumimos se nos ha ocurrido espontáneamente, y que lo necesitamos fervientemente aunque añada a nuestra vida peso muerto(en el caso del agua es literal). 

Las empresas son organismos políticos dominantes y no tan a la sombra, se han convertido en los mayores centros de educación del mundo, hay que conocerlo porque cualquier intento de cambio  y mejora debe ponerlas a ellas en el foco.

El marketing crea deseos falsos haciéndonos comprar cosas que nos perjudican, contaminando el planeta y/o empobreciendo nuestro espíritu(esta frase no es mía, la he escuchado en algún lugar, la refrendo totalmente). Y Siguiendo por donde comencé y de donde al parecer me he alejado, muchos de esos políticos gritones malencarados son los agentes de publicidad de los mercados, vocean como si tuviesen un puesto en un mercadillo, se dedican a vender groseramente un modelo económico, una forma de consumir, la pena es que no se dan cuenta de que son lacayos sintiéndose pavos reales.

Esa oposición exageradora de los derechos patrios no nos sacaría nunca de este pozo climático en el que nos estamos introduciendo, la tierra no es capaz de diferenciar sus naciones, el aire y el agua circulan sin fronteras, lo sabrían si hubieran atendido en una clase elemental de ciencias en la escuela. Y a esos nacionalistas del otro lado, les digo lo mismo, tienen una cabeza  muy pequeña, las tradiciones pueden ser malas o buenas, pero no nacieron en un manantial o se las entregó dios en forma de tablas de la ley a un profeta, alguien se las inventó, por lo tanto se pueden seguir o no, y modificarlas, al menos individualmente, a eso le podríamos llamar libertad. No deberían producirse esos problemas mastodónticos cuando alguien quiere construir, sin imponer y sin dañar, sus propios códigos. Si miramos abandonando convencionalismos, los sentimientos de un lado y otro de las fronteras físicas y mentales son los mismos(las personas que los protegen se asemejan en demasía), la mayoría solo sirven para perpetuar la desigualdad entre géneros, clases sociales… Mantenernos entretenidos en el ensimismamiento de nuestro propio ombligo es la íntima esencia de cualquier tradición.

Mantenernos entretenidos en el ensimismamiento de nuestro propio ombligo es la íntima esencia de cualquier tradición

Y si pensáramos en global, y si la fuerza del trabajo del mundo dejara de preocuparse, y comenzara a ocuparse de si misma y de la tierra que le rodea, dejase la droga del consumismo y la ficción y se dedicara a consumir pensamiento y conocimiento, abandonara la era de los objetos fabricados en las fabricas subasta de la precariedad laboral… Soy tan utópico que van a tener razón, soy un radical, soy harto peligroso. Y es que la radicalidad siempre ha sido necesaria para agitar el mundo, a veces con resultados funestos como en las religiones, otras mejores como en la lucha de derechos de las personas, aunque desgraciadamente muy a menudo los pasos atrás de los que se encargan los voceros, los gritones, los lacayos, del sistema económico de siempre, destruyen la esperanza, la lucha por tanto es infinita. La radicalidad se topa con los mansos.

Y para terminar esta disertación quisiera proponer un plan de radicalidad peligrosa, ser buenas personas. Contra los gritos, palabras sencillas. Contra el ruido, música. Contra los dientes, sonrisa. Humor, mucho humor. Y, mientras tanto, pensamiento. Mantenerse en paz con nosotros mismos, humanidad y lucha. No desfallecer. La maldad es muy trabajadora, ya es la hora de que la bondad trabaje más horas.

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