Opinión
Repensarnos

Si lo pensamos bien, igual que los hombres nos atribuimos el protagonismo de los grandes logros de la humanidad, hemos de aceptar nuestra total responsabilidad en las grandes tragedias, desgracias, y violencias.
Masculinidades
Pancarta del espacio del comedor del 8M en Bilbao. Redacción Hordago

Miembro de la Asociación de Hombres Por la Igualdad de Género (AHIGE) de Andalucía.

10 nov 2021 06:00

Si algo nos caracteriza como especie es nuestra capacidad de evolucionar, pero no solo para adaptarnos a las circunstancias de cada momento y sobrevivir, sino en general para ser mejores personas, desarrollar nuevas potencialidades, y sentirnos más felices.

Por eso creo que ha llegado el momento de que los hombres nos repensemos, y reflexionemos sobre quiénes somos. No solo mirando a nuestro interior, sino también hacía fuera, a nuestros actos, comportamientos, pensamientos y consecuencias.

Porque aunque sigamos negando la mayor, somos quienes dirigimos el mundo, los que ocupamos las mejores posiciones, y empleos, y los que tuvimos que inventar los deportes, juegos de azar, espacios sociales y culturales, para ocupar ese tiempo libre con el que no sabíamos que hacer, mientras las mujeres se ocupaban de esas tareas no pagadas ni reconocidas, pero tan esenciales para la vida, como son el cuidar, y  el cuidarnos.

Un piropo, un gesto, una broma o un comentario inocente importan, al formar parte de ese germen de cultivo de maltratos, discriminaciones, y violencias futuras

Si lo pensamos bien

Si lo pensamos bien, igual que nos atribuimos el protagonismo de los grandes logros de la humanidad, hemos de aceptar nuestra total responsabilidad en las grandes tragedias, desgracias, y violencias. Los datos no dejan lugar a dudas, basta buscar en Google la lista de los grandes dictadores de la historia para ver que todos son hombres, o los asesinos más crueles y sanguinarios, por poner algunos ejemplos.

Somos los que volvemos tranquilamente a casa de noche sin temor a que una mujer nos viole o agreda, los que torturamos, asesinamos, maltratamos, integramos los grupos ultras, paramilitares, integristas, y organizaciones terroristas; quienes, abusamos, insultamos, declaramos guerras, bombardeamos y destruimos poblaciones, asesinando a gente indefensa. La población reclusa no importa el delito, en todas las cárceles del mundo es abrumadoramente masculina. Según datos de la EPA referidos a julio de 2019, en las cárceles españolas había 46.000 hombres y 3.000 mujeres.

No es suficiente con decir que no todos los hombres somos asesinos ni violadores, pues aun siendo cierto, si nos fijamos, cada año surgen nuevos asesinos y violadores, que tan solo días antes no lo eran, que la línea que separa a un hombre “normal”, de un violador o asesino, es muy fina, y que con nuestra pasividad y aceptación interesada del orden social, político, económico y cultural establecido contribuimos a este desigual e injusta realidad. 

Porque un piropo, un gesto, una broma o un comentario inocente sí importan, al formar parte de ese germen de cultivo de maltratos, discriminaciones, y violencias futuras. Solo tenemos que escuchar los mensajes de odio de toda esta calaña machista y fascista que, incluso desde la tribuna del Congreso de los Diputados, gritan y vociferan, para saber de qué estamos hablando y qué es lo que está en juego. 

Está en nuestras manos tomar partido, o continuar con nuestro silencio cómplice. En este asunto, no caben las equidistancias.

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