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Derecho a la vivienda
Una generación condenada al exilio
El 13 de octubre cientos de miles de voces gritaron al unísono en las calles de Madrid que ya basta. Pero los y las amantes de la Constitución Española, que se envuelven sobre la bandera rojigualda mientras venden los derechos de sus conciudadanos a los fondos buitre, parecen haber olvidado el artículo 47. Aquel que dice que todos los españoles tienen derecho a una vivienda digna y adecuada. No importa, también olvidaron el 128. Sólo les interesa su Constitución si es para retorcerla y golpear con ella.
La generación de los 90 y del milenio está condenada a vivir en unas condiciones más deficitarias a nivel económico que la de sus padres y madres. Unas condiciones indignantes no detonadas por ningún socialismo, ni comunismo, ni tampoco por el socioliberalismo de Pedro Sánchez – quién sí es responsable de que se mantengan estas condiciones salvajes si continúa sin intervenir el mercado –. Su detonante está en las políticas neoliberales aplicadas en España durante una década, tras la crisis económica de 2007, y en la especulación inmobiliaria con la venta de vivienda pública a fondos buitre. Quienes continúan vendiendo este derecho humano básico y quienes no revierten esta situación con políticas valientes son responsables. No hay que pedir solidaridad ni clemencia a una hiena hambrienta. Y el capitalismo siempre está hambriento de billetes aunque deje cadáveres tras de sí.
Nuestra generación está condenada al exilio por la opresión neoliberal. Condenados a abandonar las ciudades y los barrios en donde crecimos, estudiamos y pasamos nuestra infancia. Exiliadas en unas ciudades satélite cada vez más contaminadas por el fantasma de la especulación inmobiliaria. Ciudades como Parla, Meco o Azuqueca de Henares – en Guadalajara – se convierten en ciudades refugio para los y las exiliadas. Pero el fantasma del capitalismo no conoce barreras. Y se contagia como un virus.
Las clases populares mantienen el peso de unas condiciones infestas de barbarie en materia de vivienda
Esta situación indignante de hastío se ve agravada por unas condiciones en los transportes públicos que siempre afectan más y peor a los sectores obreros, como en el Corredor del Henares, esa ruta ferroviaria que atraviesa medio Madrid desde Vallecas hasta Guadalajara. Las clases populares mantienen el peso de unas condiciones infestas de barbarie en materia de vivienda y de unos trenes de Renfe con los que, por sus averías e incidencias, sería más ágil ir al trote de Mariano Rajoy.
Mi familia y yo fuimos expulsados por unos precios desproporcionados en vivienda que se extendían como un virus por Vallecas. Y donde actualmente ya no se está libre del mismo ni siquiera en aquellas ciudades satélite-refugio que acogían a los desgraciados y desgraciadas que el capitalismo manda a los márgenes. Ya no hay zona libre del virus especulativo.
El neoliberalismo ha cercenado tanto el tejido social que, a día de hoy, aplicar un programa socialdemócrata parece algo revolucionario
¿Cómo es posible que se tenga que pagar 600€ por una habitación con baño compartido? ¿Cómo puede ser legal cobrar 400€ por un zulo de 17m²? Hemos normalizado la barbarie. No pedimos una economía planificada al estilo soviético, sino que, al menos, se dignen a aplicar una tibia socialdemocracia. El neoliberalismo ha cercenado tanto el tejido social que, a día de hoy, aplicar un programa socialdemócrata parece algo revolucionario. Que miren a Viena. Porque como sigan mirando a Madrid y el Gobierno no intervenga el mercado perderán las próximas elecciones generales por la abstención de la izquierda y por una población joven que, lamentablemente, se escora cada vez más a la derecha abrazando a los fantasmas de la muerte. Tener a Abascal de vicepresidente significará un retroceso sin precedentes en materia de derechos y una incipiente represión.
No esperamos nada de las autonomías. Menos de la de Ayuso, quien es responsable de mantenernos en el pozo de la especulación inmobiliaria porque ella no tiene problemas de vivir junto a un evasor fiscal en un ático de un millón de euros. Pero esperamos más que pedir solidaridad por parte de un Gobierno que se dice progresista. El mercado tiene intervenidas nuestras vidas y eso pasa cuando le dejamos que opere solo.
Si el Gobierno no aborda una solución real antes del fin de la legislatura al estado del transporte público y la vivienda, dos pilares del día a día de las trabajadoras, verá perdida su revalidación electoral
Se habla mucho de trabajo digno, pero cómo va a dignificar el trabajo si no nos da ni para pagar un alquiler. Nos hacen creer que no se puede hacer nada. Como si fuera dado por gracia divina o por ley física. Pero lo que realmente te dicen no es que no se pueda, sino que no se quiere. Porque lo que manda es el dinero. Se necesita valentía política, no palabras huecas. Si el Gobierno no aborda una solución real antes del fin de la legislatura al estado del transporte público y la vivienda, dos pilares del día a día de las trabajadoras, verá perdida su revalidación electoral y condenará a todas y todos a años de oscuridad.
Cientos de miles de voces elevamos el grito por las calles de Madrid. Y cientos de otras miles no pudieron hacerlo porque pagar esos desproporcionados alquileres no se hace solo. Que escuchen a los y las jóvenes porque, tal y como se leía en muchas pancartas de esa manifestación convocada por el Sindicato de Inquilinas de Madrid, es la última vez que lo pedimos por favor.