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Estimada Sira Rego:
No es el primer ministro o la primera ministra de los últimos gobiernos que conozco personalmente. He compartido con alguno de la anterior legislatura buenos momentos de militancia comprometida y rebelde. Curiosamente en este gobierno actual también hay personas con las que he compartido desde hace tiempo la militancia política. Pero no voy a escribir como correligionario tuyo de turno, diciendo lo que tienes que hacer o no... No me toca hacerlo desde esta tribuna que es un espacio de opinión periodística. No me toca aventurarme en dar pautas más o menos de partido (primero porque no soy nadie y segundo porque poco importa a lo que vengo aquí a contar). Lo verdaderamente importante para mí en estos momentos es dirigirme públicamente, como ciudadano, a ti , como ministra de infancia y juventud.
Y tampoco voy a ser yo quien te diga qué debes hacer aunque sea en clave ciudadana, conociendo el buen trabajo que has hecho, por poner dos ejemplos, como concejal en Rivas-Vaciamadrid o como europarlamentaria en el Parlamento Europeo… Ni que decir tiene la lucha por Palestina que iniciasteis formando una red estatal de acción solidaria o las campañas sobre la precariedad laboral… todo eso está en tu mochila, y sé que la llevas siempre puesta y que nunca la vas a abandonar. Por eso, he querido hacer público en forma de carta hacia ti, mis mayores reflexiones sobre la situación de los chavales y las chavalas, la juventud. Y si peco de un cierto paternalismo muy primario es por mi profunda preocupación.
Uno de los problema reales en los que se encuentra mayoritariamente la juventud, y no digamos la infancia, es la falta de participación en la cosa pública (res publica), sobre todo en las decisiones que les afecta en las que podían aportar algo. No se puede decir que los jóvenes no participan en nada, porque siempre hay espacios ya sean formales o no en los que participan de forma permanente en esa etapa. Ya sea en el deporte, en el centro de estudio, en la música, en el barrio… Creo que esta sociedad margina a la juventud en la toma de decisiones colectivas y que sería fundamental promocionar su participación en muchos niveles y con el Estado promoviendo su cogestión en la vida pública. Que haya desafección hacia lo común, lo que nos une como sociedad, y el alejamiento de los valores democráticos van unidas a esta marginación, a esa exclusión en la vida política y práctica del país. Hay que renovar la escuela y generar una escuela de ciudadanía desde la vida pública, más allá de la educación reglada aunque se contara con ella como base.
Y el otro gran problema real, que supera a cuantos podamos pensar, es el que se refiere a los 12,3 millones de personas en exclusión social que hay en España. En ese 26 por ciento de pobres hay muchos niños y niñas, muchos chavales y muchas chavalas. ¿Por qué no luchar contra la pobreza desde la protección y el respeto a los derechos humanos? ¿ por qué el Estado no es gendarme de la justicia y lucha con toda su fuerza para erradicar la pobreza en España? Un ministerio de infancia y juventud podría ser en este aspecto, como en otros, una acción transversal para el cumplimiento de los DDHH. Una estrategia global e integral con una gran apuesta del estado para conseguir el reparto de la riqueza en nuestro país. ¿Demasiado utópico? Yo creo que demasiado realista. O vamos a luchar por la justicia social o no vamos a tener nunca una juventud alegre mientras una buena parte de la sociedad está hundida en la miseria y la exclusión.
Los/las menores están expuestos/as a muchos y variados problemas. Más o menos los mismos que tenemos los adultos. Lo curioso es que cada vez más aquellos problemas que se veían como del mundo adulto se extienden ahora hacia los más jóvenes sin franqueo ni límites. La proliferación de las casas de apuesta, el juego on line, el azar en todos sitios en ferias de pueblo, en el quiosco de las chuches… La apuesta y la búsqueda del dinero fácil contaminan toda la cultura contemporánea en series de TV, deportes, vida cotidiana… Una sociedad en crisis económica se tira al juego como náufrago a una vela hundida. La ludopatía es un cáncer que se ha extendido rápidamente por todos filamentos sociales y estratos de clases de nuestra sociedad. La ludopatía es la otra cara del blanqueo de capitales de dudoso origen, de las multinacionales ganando dinero como nunca gracias a la ruina de personas y familias.
¿Y qué decir de otro fenómeno que prolifera y atenta directamente contra la dignidad de las y los menores ? ¿Nadie en este país se va a levantar contra la explotación sexual de las y los menores? La proliferación de redes de scorts, chicas y chicos de compañía, se ve como algo natural porque si no no se entiende cómo no ha salido el Estado a por todas, con medios para la policía nacional y la guardia civil; con campañas de desprestigio de casinos y puticlubs donde se explota sexualmente a menores…Un tema complejo muy sencillo de abordar. Y el miedo de los padres y las madres, o la vergüenza a no sacarlo a la luz pública debe ser contrarestado con instituciones como tu ministerio de infancia y juventud, que otra vez de forma transversal, podría luchar contra esta lacra.
Como ves estimada ministra, lo que estoy planteando son problemáticas que requieren de una mirada amplia y diversa, pero sobre todo de una voluntad política para ir a la raíz de los problemas. Y hay que ir por delante…
Como habría que adelantarse a la ola del fascismo que llega de la mano de una juventud que en algunas partes de España ya están abrazando los símbolos de la muerte y el genocidio, de Franco y el nazismo. Los llamados “pequefachas” son más que una moda, son el producto de una sociedad idiotizada (extranjera de sí misma, fuera de razones) y son fruto de un presente agorero de un mañana lleno de sombras. Hay que parar el fascismo con una gran ofensiva cultural, social y jurídica. ¿Cómo construimos desde jóvenes un país con valores democráticos? ¿qué está pasando con la información? ¿todo vale? ¿los fakes nwes y la violencia digital se puede permitir en una sociedad democrática?
En este sentido te invito a ver el documental Las armas no borrarán tu sonrisa, donde se cuenta entre otros asesinatos de la ultraderecha , el del joven Arturo Ruiz, que al igual que otros asesinados eran menores de edad en el año 1977, como es el caso. Justamente comienza esta semana la conmemoración de aquellos terribles asesinatos del 23 y 24 de enero de 1977: Aturo Ruiz, Mari Luz Nájera, Luis Javier Benavides, Serafín Holgado, Ángel Rodríguez, Javier Sahuquillo y Enrique Valdevira . En este documental de la mano de Manuel Ruiz, hermano de Arturo, podemos conocer el dolor pero también las ganas de luchar contra el olvido. ¿Cómo en algo más de cuarenta años los jóvenes de hoy abrazan la ideología de las pistolas que mataban a aquellos jóvenes? ¿Qué involución nos trae este fascismo de nuevo cuño con gente tan joven que desconoce o no quiere saber la historia de su país? No estaría mal organizar una ofensiva cultural con elementos como esta película, como otras tantas que hay, y con otros tantos artistas que alzan su voz y construyen valores democráticos frente al pensamiento totalitario. Cine, libros, videojuegos, cortos, juegos, competiciones, radio, prensa…son herramientas siempre válidas, pero siempre estará en el fondo de todo la educación. De nuevo proteger a los menores implica trabajar de forma transversal con otras administraciones.
Y por último, que no te tiemble el pulso para hacer políticas contra este cáncer del fascismo juvenil. La caverna mediática ya la tendrás por descontado en contra. Lo importante es llegar a la juventud para que por sí misma pueda desarrollar un espíritu libre, humanista, abierto al mundo que progresa. No lo podrás hacer sola, tendrás que buscar para esta ofensiva un ejército de buena gente, de aquellos que llevan décadas luchando por la protección de los menores. Los movimientos sociales, los profesionales, las asociaciones para proteger a los más peques…tienen que formar parte de tu estrategia. Y la ciudadanía ¿por qué no se la hace partícipe de alguna forma como corresponsable de las políticas de este nuevo ministerio? Hay que arriesgar, hay que dejarse la piel ¡dame un ministerio y moveré el mundo! ¿por qué no?
Creo que al final te he dicho un poco lo que tienes que hacer. No se puede contener mi espíritu de acción frente a los problemas. Discúlpame Sira si así ha sido, pero son tales las contradicciones en las que vivimos que esta mía sin duda es una nimiedad. Al menos de esta carta quédate con las ideas que aquí públicamente te lanzo. Estoy casi seguro que más de una ya la tenías en tu agenda. Que la juventud no pierda nunca la sonrisa.