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Neoliberalismo
El capitalismo según Llados
“El nuevo sujeto es el hombre de la competición y del rendimiento”
Pierre Dardot y Christian Laval
¿Es posible salir del capitalismo?, nos preguntamos siempre. No es casualidad que Marina Garcés titulara su primer libro En las prisiones de lo posible y que allí planteara que “lo nuevo es que se nos ha vuelto imposible pensar y vivir en relación a un mundo otro”1. Y si damos por válido que la posibilidad por fuera ha sido cancelada (solo para presentar lo que nos ocupa), la posibilidad se abre por dentro.
¿Qué es salir del capitalismo?, me pregunto ahora. Existe una respuesta de máximos que alcanzaría el fin de la explotación de los recursos geofísicos, de su alianza con el patriarcado, del dogma de la productividad por la productividad…. Sin embargo, en el presente artículo voy a optar por una respuesta de mínimos, a saber: emanciparse de la obligación del trabajo asalariado para ganarse la vida.
Es una aspiración que desde el punto de vista colectivo aún no ha recibido una solución satisfactoria. Sirva recordar que la ruptura entre empleo y renta que supone la Renta Básica Universal es una opción que, lamentablemente, aún no ha sido considerada con la valentía que debiera. Sin embargo, desde el punto de vista personal hay vías mejor exploradas: la Lotería o el rentismo dan prueba de ello.
La idea que voy a presentar a continuación es que hay una opción adicional que ha hecho suya Amadeo Llados, un coach cuya fama ha aumentado desde el año pasado, que podría expresarse con la siguiente fórmula: huir del trabajo trabajando siempre.
Y el primer ámbito del que debemos ocuparnos si aspiramos a dar cuenta de lo que sugiere el de Tres Cantos, siempre en relación con el capitalismo, es el del cuerpo.
El cuerpo – “Fitness Before Business”
El profesor Juan Dorado suele repetir que el liberalismo (y, por extensión, el neoliberalismo) funciona ignorando la existencia de los cuerpos, una vez que en muchas ocasiones los (nos) hace ir más allá de sus límites emocionales y físicos.
Hilando con ello, en el caso de Llados se produce una contradicción. Hablamos de una persona que luce una presencia pulcramente estudiada: unos dientes alineados y radiantes, una musculatura vigorosa y una piel bronceada cubierta de tatuajes. Salta a la vista que es consciente de la existencia de su cuerpo y del valor del mismo, de forma que ¿dónde radica la contradicción? Por decirlo rápidamente, en el “más allá de sí” al que aludieron Dardot y Laval en su obra La nueva razón del mundo, que en su opinión ha pasado a ser “la condición de funcionamiento”2 no solo de las empresas, sino igualmente de los sujetos. Una sonrisa más blanca, una repetición más antes del fallo, un grabado más en una zona de la piel aún virgen. Lo que a primera vista pasaría por el cuidado del cuerpo es, en realidad, una “constante superación de los límites”, por volver a usar una expresión de los autores franceses.
El suyo no es un cuerpo satisfecho, nunca es suficiente: siempre aspira a más.
A lo anterior se agrega una cuestión de primer orden: la idea del sacrificio. Detrás de las palabras de Llados sobre el deporte que realiza para exhibir el cuerpo que exhibe, palpita una suerte de pulsión calvinista que abraza el sufrimiento y, desde luego, la renuncia al gozo. Donde Calvino decía: “Libre y ajeno estoy de toda pasión y afecto desordenado”3, el coach dice: “No me drogo, no salgo, no fallo ni un día”.
El de Llados no es un cuerpo satisfecho, nunca es suficiente: siempre aspira a más.
Si en 1904 Max Weber explicaba que el espíritu del primer capitalismo se había sustentado en las vertientes reformadas del cristianismo, una vez que la riqueza era señal de la salvación del alma, hoy da la sensación de que alza un vuelo más alto en la vida de Llados. Ello se debe a que, a su amplio repertorio de posesiones, suma una disciplina física y laboral orientada a seguir ampliándolo. “Yo, si no hago nada, me aburro. Y si me aburro deseo. Y si deseo vienen los vicios. Y viene la cocaína y viene el alcohol y vienen las mujeres”, dice en una de sus frases más repetidas.
Donde Calvino decía afecto desordenado, Llados dice vicio. Y, a pesar de ello, el sentido es el mismo; es fácil advertir por qué. El ginebrino planteaba que la observancia de la rectitud obedecía a la ley de Dios, el mismo que premiaría en el más allá si dicha rectitud había fructificado en la prosperidad mundana, pero el madrileño, que se siente igualmente un observador de la voluntad del Altísimo, plantea que el deseo le aleja de la productividad y le entrega a la concupiscencia.
El reto de la productividad constante, que se presenta a costa de cualquier grieta por la que pudieran colarse el deseo y los vicios, nos lleva a la presentación del segundo pilar en el que se fundamenta el capitalismo según Llados: el tiempo.
El tiempo – “Siempre estoy on”
Históricamente, una parte sustancial de la lucha obrera ha sido una lucha contra el tiempo de trabajo. Sin embargo, Llados ha operado un giro clave: su idea ya no es trabajar menos, sino trabajar siempre, solo que haciéndolo pasar por los circuitos del ocio: el gimnasio, los podcast, las redes sociales, los vehículos de lujo o YouTube.
Veamos cuál es el proceso.
La piedra angular sobre la que se edifica la rutina del coach son las 5:00 ante meridiem, la hora a la que dice ponerse en pie cada día, de lunes a domingo, sea laboral o festivo. Robin Sharma, el autor del exitoso libro El club de las 5 de la mañana, se sentiría orgulloso del hábito que Llados se aplica a sí mismo y sugiere a la legión de alumnos que aspiran a alcanzar un éxito similar al que él ha alcanzado.
Aun así, lo sorprendente no es que se levante pronto (siempre podría irse antes a la cama), sino que no descansa lo suficiente (ha comentado que a veces duerme dos horas o, directamente, ninguna). Y, a pesar de que el Matthew Walker ha explicado en su libro Por qué dormimos que no existe el cuerpo que pueda “sustraerse a la pérdida de sueño y escapar ileso”4, es una circunstancia que no da sensación de afectarle en exceso; a la luz de sus palabras, más bien se diría lo contrario: “Si vibro bajo, me lanzo al suelo y hago burpees”. En cualquier contexto distinto pensaríamos en una peligrosa privación del sueño, no así en el de Llados, que aspira a romper una barrera biológica del ser humano con la finalidad de extremar su productividad.
“El sueño aún resiste a duras penas su condición de espacio vedado al capital”5, celebraba Víctor Alonso Rocafort en 2018, unas palabras que unos años después han sido puestas en cuestión. No porque el sueño sea explotado, sino porque va camino de ser suprimido; no porque el patrón ordene dormir menos, sino porque los empleados han concluido que dormir “es de pobres”. Quizás debamos preguntarnos si la lógica del 24/7 nos enloquece, según avisaba Alonso Rocafort.
A Llados le gusta decir que es una bestia, pero es posible que ahora le costara elegir entre ser una bestia o un dios.
¿Qué hace Llados desde las cinco? Va al gimnasio, desayuna, lee y escribe, se “da al universo”, vuelve a ir al gimnasio, pasea en Lamborghini o en yate y sale a cenar con su esposa y amigas. Una vez más, a primera vista cabría entender que su día a día es, principalmente, un ocio basado en el gasto de dinero. No obstante, la publicación constante de contenido en redes hace pensar lo contrario, ya que la vida del coach es uno de sus principales productos. Y la vende cada día, durante todo el día.
Si en la fábrica el lento y odioso reloj se había colgado en la pared y en la oficina se colocó al lado del ordenador, ahora ha pasado adentro de uno mismo, una misma. Y ya no suena dos veces, al entrar y al salir, sino una sola: al despertar, porque la vida es el nuevo lugar de trabajo y el tiempo de vigilia es la nueva jornada laboral.
La singularidad de que el éxito de Llados pase por su capacidad de seguir exportando su way of life y de seguir generando la idea de que es asequible, hace que debamos ocuparnos del tercer y último pilar que vamos a estudiar: los afectos.
Los afectos – “No cierro ventas, hago relaciones”
Si el cuerpo se ha adaptado a su ideal y el tiempo ha roto sus costuras para servir al capital, ¿qué forma han adoptado los afectos en el capitalismo según Llados?
La riqueza del coach, que antes de su fama actual había sido albañil, camarero, lavaplatos o stripper, aumenta sobre todo gracias a lo que cobra por los servicios que ofrece. Y, a pesar de preciarse de que en muchas ocasiones sus alumnos no son sus clientes sino sus amigos, es oportuno que nos preguntemos si ello es posible.
Hoy, cliente es la persona que consume bienes o servicios. No obstante, cliens era la persona que, por lo general, después de haber sido liberado de la esclavitud, pasaba a depender de un pater familias, es decir: el señor que contaba con los recursos suficientes para sacar adelante a su familia y al personal a su servicio (que eran igualmente parte de su familia, una voz que viene del latín famulus y que significa esclavo). A resultas de lo cual, en muchas ocasiones el cliente era libre civil pero no materialmente, una vez que seguía dependiendo de un tercero para salir adelante.
Al aludir a una relación entre amigos y no entre el señor y sus clientes, Llados busca establecer la igualdad característica de la primera y ausente en la segunda. Es una sensación que se agudiza en sus Masterminds, durante las cuales un grupo de alumnos paga por una formación que consiste en compartir varios días con él.
Sin embargo, los vídeos de chicos alucinados ante el lujo que rodea a Llados en Las Vegas o Miami contrastan con los de broncas plagadas de exabruptos en inglés con las que el coach sanciona a los que no cumplen sus expectativas. De forma que, si el dinero y los rapapolvos van en una dirección, por mucho que ocasionalmente pisen su palacio y conduzcan su Rolls-Royce, la ilusión de igualdad se esfuma pronto.
No por azar Étienne de La Boétie planteó en su Discurso sobre la servidumbre voluntaria que la amistad no es posible donde falta la igualdad y habita la crueldad. Ello no solo califica la relación de Llados con sus alumnos, sino la de los mismos alumnos entre sí, de los que el autor francés diría, en virtud de la situación en la que se han sumido, que “no se aman, se temen; no son amigos, sino cómplices”6.
Asimismo, existe una segunda cuestión vinculada a los afectos: el coach ha repetido que a él no le hace falta nadie. Es una afirmación sorprendente, una vez más, en primer lugar, porque ya sabemos que una parte de sus ganancias se las debe a sus alumnos y, en segundo, porque la hace extensible a sus amigas, colegas y esposa.
La suficiencia de Llados en realidad no es más que una clásica aspiración neoliberal que, a su vez, ignora una realidad evidente que Marina Garcés ha sintetizado a la perfección en su segundo libro, Un mundo común: “Existir es depender”7.
Guste o no, el ser humano es un ser vivo que depende hasta de la existencia de unas cantidades específicas de oxígeno a su alrededor. Y si nos circunscribimos a la relación con los demás seres humanos, el clásico avisaba de que la persona que fuera capaz de vivir fuera de la comunidad solamente podría ser una bestia o un dios.
A él le gusta decir que es una bestia, pero es posible que ahora le costara elegir.
Opinión
Extrema derecha Alvise, Milei, Llados y el fracaso de la política para ofrecernos un futuro
El espíritu del capital – “Siempre quiero más”
Llados ha completado el camino del héroe que, según explica Joseph Campbell, consta de tres estadios: la separación de la familia y la ciudad de origen (con su viaje a Australia primero y a Estados Unidos después), la iniciación (con su experiencia al borde de la ruina, sus primeros pasos en el fitness y la superación de su adicción a las drogas) y el regreso (con el logro de su estatus de millonario y la prédica de la forma en la que las personas que sigan su palabra podrán conseguir lo mismo)8.
Salta a la vista que el relato del coach respeta punto por punto lo argumentado por Campbell. Sin embargo, si alargamos la idea y pasamos del héroe al superhéroe, respeta igualmente lo que Umberto Eco iba a decir en Apocalípticos e integrados al respecto de Superman, culminación de una figura popular que debía encarnar “las exigencias de potencia que el ciudadano vulgar alimenta y no puede satisfacer”9.
Al igual que Ulises es el héroe de la Odisea y Spiderman lo es de Nueva York, es probable que lo adecuado sea preguntarse de qué es (super)héroe Amadeo Llados.
El objeto del presente artículo ha sido plantear que el discurso elaborado por el coach, sin obviar las muchas y válidas lecturas que admite, oculta un anhelo de emancipación del trabajo asalariado. Hablamos de una vía asaz contradictoria, ya que no aboga por la abolición o la limitación del mismo, sino por su máxima extensión, al punto de confundirse con la vida. Una consecuencia de ello es que Llados no piensa que él mismo sea un trabajador, sino un “servidor”, por usar una expresión de su agrado, a cuya empresa somete su cuerpo, su tiempo y sus afectos.
Es una emancipación heroica, o sea: personal, por mucho que sus cursos prometan a sus alumnos que ellos, con un gran esfuerzo por su parte, lograrán seguir sus pasos. Y es, igualmente, una emancipación por dentro del capitalismo, una vez que no abre afueras: Llados no aspira a ir en contra, sino a ser el agente más funcional del capital.
A resultas de lo cual, Llados es una suerte de Capitán América del capitalismo, pulcramente adaptado a la “autoempresa”, una idea que viene de los últimos cursos de Michel Foucault y que en la obra de Franco Bifo Berardi alude a las personas cuya libido es gobernada “según los principios de la economía”, lo que las obliga a que “cada fragmento” de su “actividad mental deba ser transformado en capital”10.
Y a pesar de lo sugestivo del planteamiento del autor de La fábrica de la infelicidad, ahora debemos oponerle dos salvedades. En el caso de Llados, lo que se convierte en capital es cada fragmento de su actividad, sea mental o no. Además, donde Berardi vislumbra que el trabajo del alma (en oposición al del cuerpo, característico del obrero del régimen de fábrica) es “la nueva forma de alienación”, el coach ha negado la mayor: con él sucede lo opuesto, habida cuenta de la identificación cada vez mayor, hasta no advertir las diferencias, entre el ser humano y el trabajador.
Creyendo ir el contra de “la matrix” y “del sistema” que esclaviza a “los plebeyos”, lo que Llados ha conseguido es ser un comercial adinerado que confía en poder seguir viviendo ad infinitum sin deseos, sin sueño y sin las personas que le rodean.
Es posible que él encarne más fielmente que cualquiera al sujeto de la competición y del rendimiento identificado por Dardot y Laval. De ser así, la vía que habremos de adoptar será la contraria a la suya: frente al “Siempre más”, un “Quizás menos”.
NOTAS:
1 Marina GARCÉS: En las prisiones de lo posible, Bellaterra, Barcelona, 2002, p. 15.
2 Pierre DARDOT y Christian LAVAL: La nueva razón del mundo. Ensayo sobre la sociedad neoliberal, Gedisa, Barcelona, 2013, p. 361.
3 Juan CALVINO: Institución de la religión cristiana, Editorial de Literatura Reformada, Rijswijk, 1999, p. 566.
4 Matthew WALKER: Por qué dormimos. La nueva ciencia del sueño, Capitán Swing, Madrid, 2019, p. 199.
5 Víctor ALONSO ROCAFORT: “Soñar la democracia”, Minerva, Número 31, 2018.
6 Étienne de LA BOÉTIE: Discurso de la servidumbre voluntaria, Virus, Barcelona, 2016, p. 95.
7 Marina GARCÉS: Un mundo común, Bellaterra, Barcelona, 2013, p. 146.
8 Joseph CAMPBELL: El héroe de las mil caras. Psicoanálisis del mito, Fondo de Cultura Económica, México D.F., 1959, p. 26.
9 Umberto ECO: Apocalípticos e integrados, Lumen, Barcelona, 1984, p. 258.
10 Franco BERARDI: Almas al trabajo. Alienación, extrañamiento, autonomía, Enclave de Libros, Madrid, 2016, p. 19.