We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Coronavirus
Diario de una epidemia (9-14 de marzo)
Hasta ahora, escribía un diario que llevaba por título “Diario de un chico trabajador”. Ante la situación actual, he decidido cambiar el nombre y el tema. Aquí van los primeros 5 días de este diario vírico.
Hasta ahora, escribía un diario que llevaba por título “Diario de un chico trabajador”, en homenaje al prota de la Conjura de los Necios (gran novela que podéis aprovechar para leer si estáis en cuarentena, por cierto). Ante la situación actual, y también inspirado en otros, he decidido cambiar el nombre y el tema. Aquí van los primeros 5 días de este diario vírico.
Lunes 9 de marzo
Es lunes. Llevan ya una semana dando la turra en las noticias con el tema del coronavirus. En redes sociales, solo hay memes sobre ese tema. Más bien esto ocurre en mi burbuja particular, quién siga a otro tipo de cuentas verá otras cosas. Teorías conspiratorias unos, sesudos análisis otros. Escepticismo con el nivel de alarma por allá, y pura psicosis colectiva al fondo a la derecha. Empiezan a llegar los primeros titulares sobre la cancelación de clases en colegios, institutos y universidades. Al principio no me lo creo mucho. Luego pienso “Me queda solo una optativa para terminar la carrera. Eso, prácticas y TFG. No me influye tanto.” También pienso en el resto de compas de clase y colegas, sin saber muy bien si esto es un marrón o una bendición del cielo.
Empiezan a llegar los primeros titulares sobre la cancelación de clases. No se muy bien si esto es un marrón o una bendición del cielo.En los grupos de guasap de la uni, el caos. Que si hay que ir o no al día siguiente. Que si tenemos que esperar instrucciones de la uni (siempre hay que esperar instrucciones). Que si es alarmismo. Otros que deberían haberlas cancelado antes. En uno de los grupos, no se muy bien cómo, la cosa termina derivando a una conversación sobre Belén Esteban.
Trato de identificar el sentimiento que me produce todo esto. Pero no tengo muy claro que repercusiones tiene para mi día a día, me digo a mi mismo que ya iremos viendo.
Empiezan a llegar los primeros emails de la universidad: se cancelan las clases a partir del miércoles. Me pregunto si eso incluye mis prácticas o las tutorías del TFG, pero no veo nada por ninguna parte. Mucha gente incluso lo celebra. Hay que piensa aprovecharlo para tomarse unas vacaciones, incluso ponerse a viajar o volver a casa. Veremos en las noticias como eso propaga el virus. Para otros es el caos y la incertidumbre. Para mí, ni una cosa ni la otra, de momento. Volver a casa de mis padres no tiene mucho sentido, con una madre enfermera solo serviría para complicar más las cosas. Y dudo que fuese muy sana la convivencia.
Martes 10 de marzo
Voy a las prácticas con normalidad, y cuando llego al Centro se asombran de verme. Habían leído por encima que cerraban las unis y pensaban que eso implicaba que yo dejaba de ir. Yo también me lo pregunto, les digo, pero en cualquier caso es a partir del miércoles.
Ya de par de mañana varios usuarios llaman preocupados al Centro, diciendo que no van a poder ir. Me gustaría contar más detalles curiosos, y algunos bastante graciosos sobre la psicosis colectiva, pero no puedo, creo que en algún momento al empezar las prácticas firmé uno de esos contratos de confidencialidad total y absoluta, así que se siente.
Paso un buen rato intentando averiguar qué coño pasa, si tengo que seguir yendo a las prácticas o no. En un primer momento, veo un mail en el que dicen que solo han suspendido las de centros sanitarios o de personas mayores. Que el resto, depende de los tutores y los centros suspenderlas o seguir adelante. La directora del Centro me dice que no hay ningún problema en seguir, pero esa misma tarde recibo otro mail en el que explican que los rectorados, haciendo una nueva interpretación de las instrucciones que les han llegado, suspenden todas. Vaya panorama, responde la directora.
Me pregunto quienes serán esos representantes estudiantiles. Esa gente a la que votan el primer día entre los dos iluminados que se presentan, casi al azar, sin saber qué función tiene eso de ser representante.
De paso, en el mismo mail, pone que convocan una reunión de representantes estudiantiles para informar de las medidas que se tomarán respecto a la evaluación y demás. Me pregunto quienes serán esos representantes estudiantiles. Esa gente a la que, con suerte (en mi clase, que yo sepa ni eso) votan el primer día entre los dos iluminados que se presentan, casi al azar, al que mejor haya caído en el momento, sin saber ni ellos ni el resto qué función tiene eso de ser representante.
No sé que medidas se tomarán. Si clases online o aplazarlo todo. Aprobado general seguramente no, aunque bastantes se llevarían una alegría. Tampoco se muy bien qué pretenden hacer con el dinero de las tasas si esto se alarga, pero dudo que estén por la labor de devolver nada (si la cosa se pone fea, habrá que tratar de obligarles). Tampoco sé aún que prefiero. En cualquier caso, lo que es seguro, es que nadie nos ha preguntado ni tiene intención de hacerlo. Para variar.
No sé que medidas se tomarán. Tampoco sé aún que prefiero. Lo que es seguro es que nadie nos ha preguntado ni tiene intención de hacerlo. Para variar.Ya al acabar el día, abro guasap y veo que están rulando un grupo de peña del barrio organizándose para cuidar a los críos de la gente que tiene que trabajar y no puede dejarlos con más gente. A veces hasta me creo realmente el eslogan aquel de que solo el pueblo salva al pueblo.
Miércoles 11 de marzo
Llega la comisión judicial, y al vernos se empieza a poner guantes y mascarillas. Nos entra la risa. Una mezcla de dominicanas, marroquíes, chavalas y chavales en chándal no pueden ser portadores de nada bueno, debieron pensar. El desahucio se para rápido.
Primer día sin clase para muchos, varios colegas decidimos ir a un desahucio que había en mi barrio. Estamos allí un rato, y el monotema, por supuesto, está también presente. Más aun cuando a lo lejos llega la comisión judicial, y al vernos se empieza a poner guantes y mascarillas. Nos entra la risa. Una mezcla de dominicanas, marroquíes, chavalas y chavales en chándal no pueden ser portadores de nada bueno, debieron pensar. El desahucio se para rápido, en una negociación de 5 minutos. Supongo que piensan más en su propia salud y en salir de allí cuanto antes que echen o no a personas de sus casas.
También tenemos unas buenas charlas sobre el tema. Hay varias posturas, cada uno tiene sus fuentes y sus inclinaciones previas. Alguno insiste en que hay algo raro detrás de todo esto. No se qué de los Estados Unidos y la guerra comercial con China. También, que es una crisis provocada para aumentar el control social y aprobar medidas que en otro momento encontrarían resistencias. Ni sé las veces que he visto citada la doctrina del Shock estos días. Otros pensamos que el origen es indiferente. Que el capitalismo siempre se aprovecha de las crisis, y que por su propia dinámica se producen ya tantas que no necesita inventarlas. La crisis es una forma de gobernar, dice una, pondrán toque de queda y no se cuantas medias más “temporalmente” para la epidemia, y dentro de 30 años la gente se preguntará desde cuando y por qué no pueden salir de casa después del anochecer. Nos reímos, pero tampoco va muy desencaminada. La derecha y los empresarios ya están pidiendo que se aplique su “plan de choque” contra el coronavirus, que es (oh, sorpresa) lo mismo que llevan pidiendo desde que existen: que se facilite el despido, que se les bajen los impuestos o incluso que les subvencionen, etc.
La crisis es una forma de gobernar, dice una, pondrán toque de queda y no se cuantas medias más “temporalmente” para la epidemia, y dentro de 30 años la gente se preguntará desde cuando y por qué no pueden salir de casa después del anochecer.
Lo que está claro es que las consecuencias de esto no van a ser solo unos cuantos muertos, muchos o pocos, sino cambios políticos y económicos que van a afectar a los vivos. ¿En qué dirección irán? Ya mucha gente habla de que va a ser algo similar a la crisis de 2008. Y ya sabemos lo que eso implica. Habrá que ver si somos capaces de darle la vuelta y buscar una salida que no paguemos siempre la misma gente.
Después hablo con mi madre, enfermera en País Vasco, otro de los focos principales, está un poco de los nervios. Algo había notado, con sus insistencia en que siguiese las recomendaciones sanitarias. Pero me doy cuenta de verdad cuando decido gastarle una bromilla con el tema (no quiero dar detalles) y casi le da un infarto.
Por la tarde, voy a dar clases de mates a una chavala. Pagan bien, y ella va a un instituto concertado bastante elitista. Le pregunto qué tal le va sin clases. Y me responde que están dando todas las clases online. Flipo un poco, y me imagino qué estará pasando ahora en mi antiguo insti que se caía a pedazos y en el que los profes casi no eran capaces ni de proyectar un video de youtube en clase. No se si me alegro o siento lástima por ella.
Jueves 12 de marzo
El ambiente está cada vez más enrarecido. Ya se empieza a hablar de medidas más tochas, como las de Italia. Cada vez se ve más gente con mascarilla (algo absurdo y contraproducente si no estás contagiado, dicen los médicos). También está la peña que va a los supermercados a arrasar con el papel higiénico. De nuevo, los memes.
Me entero de que en Australia hay gente que lo está usando como moneda (pienso que los ilusos que creen que el trueque sería el fin del capitalismo, cuando sigue siendo un intercambio, no un poner en común).
También hablo con mi madre y me lo empiezo a tomar un poco más en serio. Todo el rollo de la saturación de los hospitales, y de que aunque para la peña joven no sea algo grave, hay que retrasar lo máximo el contagio. También de los recortes y privatizaciones en sanidad de hace años, y por una vez un “te lo dije” suyo no va dirigido a mí. Pienso en cuando fue la última vez que hice caso a una recomendación suya y me da un poco de lástima haberme distanciado tanto de mis padres. Parece que aquí, cuando llegan los problemas, todo el mundo piensa en la familia. Cada uno a su manera, claro.
Hablo también con una vecina, madre soltera con 3 niños que vive de ocupa. Que tiene tos y tal, que a ver si va a ser coronavirus. Le digo que no vaya al médico, que llame al número que han puesto para estas cosas. Al rato le pregunto qué le han dicho pero me dice que no ha llamado por miedo. “Miedo”. A la primera me da entre risa y lástima. Luego lo pienso, y supongo que es normal, cuando los medios se dedican a difundir cifras con muchos ceros y hablar de pandemia, en vez de centrarse en informar sobre las medidas básicas de prevención tan tontas como lavarse las manos o desmentir bulos. En consecuencia, en su cabeza y en la de miles de personas, estará la imagen de gente con trajes blancos y máscaras antigás yendo a sacarla de su casa para llevarla a quién sabe donde dejando abandonados a sus críos. Le explico un poco lo que se para tranquilizarla y le digo que me avise si necesita cualquier cosa.Ante la crisis del #Covid_19 es necesario que reflexionemos sobre la necesidad de una sanidad 100% pública: los recursos de la privada deben ponerse al servicio de la pública y del bien común.
— #404 Comunicación Popular (@404comunicacion) March 12, 2020
Nos lo cuenta Guillen del Barrio de @matsmadrid pic.twitter.com/9SWlTFPGPw
Los medios se dedican a difundir cifras con muchos ceros y hablar de pandemia, en vez de centrarse en informar sobre las medidas básicas de prevención tan tontas como lavarse las manos o desmentir bulos.
Viernes 13 de marzo
Había visto el aviso de que la gente había dejado de donar sangre estos días y que hacía falta. Quedo con una colega para ir a donar. Me siento un ciudadano ejemplar, por una vez. Llego ya al punto, pero no puedo donar porque no he desayunado. Es lo que tiene no tener ni idea de cómo funciona la cosa. Mi responsabilidad cívica no dio para tanto esta vez, volveré a probar suerte otro día si sigue haciendo falta. Desayunamos en un bar. Hablamos con la camarera, les han mandado cerrar la terraza y probablemente cerrarán el bar entero en seguida. En cualquier caso, está completamente vacío. Lo dice con cara triste, deduzco que porque no piensan pagarle una mierda los días que esté cerrado. A varias colegas les han insinuado lo mismo en sus curros, salvo a los que han mandado a teletrabajar (ahí está la diferencia entre ser camarera y informática). Paseamos por el centro. Es increíble sin turistas ni aglomeraciones de gente.
Hablamos con la camarera probablemente cerrarán el bar entero en seguida. En cualquier caso, está completamente vacío. Lo dice con cara triste, deduzco que porque no piensan pagarle una mierda los días que esté cerrado. A varias colegas les han insinuado lo mismo en sus curros.
Mientras comemos en casa de mi colega, anuncian el estado de alarma. Pasamos la tarde en casa a lo nuestro, pero antes de cenar aprovechamos para ir a tomarnos la última cerveza (en algún lugar amplio y aireado, no os penséis), antes de que cierren los bares por no se sabe cuanto tiempo. La cosa es relativamente alegre. Supongo que por la sensación de estar viviendo en primera persona algo histórico, que el 11S y el 11M nos pilló demasiado pronto como para recordarlo con detalle. Brindamos una vez por cada cosa buena que trae el coronavirus. Reducción de emisiones, el “teletrabajo” de alguna que va a suponer prácticamente no trabajar, menos turistas, han anunciado que cierran parcialmente los juzgados y se paralizan los desahucios… También pensamos en qué negocios van a hacer caja con esto, más allá de los obvios. Consenso total: el porno, las apuestas online y videojuegos, y empresas de reparto. Las crisis nunca son crisis para todo el mundo.
La cosa es relativamente alegre. Supongo que por la sensación de estar viviendo en primera persona algo histórico, que el 11S y el 11M nos pilló demasiado pronto.Con la mención a las emisiones, sale el tema del cambio climático. Especulamos un poco con eso de que el calor seguramente haga más difícil la propagación del virus. Y como siempre, aparecen las referencias a Los Simpson. Una especie de versión planetaria de la siguiente escena, en la que cambio climático y pandemias se contrarrestan en un precario equilibrio:
Casi después de cada brindis, medio en broma medio en serio, nos lavamos las manos con esos jabones con alcohol para limpiarse en seco. Más o menos conscientemente, hemos decidido convertirlo en un rito. Decimos unas palabras ceremoniosas en tono bíblico que vamos variando hasta que encontremos la fórmula perfecta, extendemos las manos, y la que tiene el botecito nos echa.
No tenemos muchas dudas de que tarde o temprano lo vamos a coger, pero decidimos tomarnos mínimamente en serio la movida para que no se mueran nuestras abuelitas ni nuestros amigos asmáticos. También me interesa el mero hecho de generar una mínima idea de comunidad con la tontería. A muchos les sale la vena patriotera siempre que hay guerras, terremotos, epidemias o se gana un mundial, y podemos hacer el experimento de intentar hacer lo mismo en un sentido menos rancio.
Sábado 14 de marzo
Hoy se anuncian las medidas concretas que incluye el estado de alarma. Yo espero ansioso expropiaciones de hospitales y movidas del estilo, con el escepticismo de saber de que si es por ellos no expropian ni un paquete de kleenex. No quiero especular pero ahí está el ejemplo de Italia, prohibiendo salir a la calle si no se tiene justificación. También se habla de toque de queda. En fin, muchas medidas que, sin animo de ser irresponsable e ir a toser y tocar todo a la casa de la abuela, molaría tratar de saltarse, aunque sea para practicar para cuando vengan mal dadas por otros motivos.
Yo espero ansioso expropiaciones de hospitales y movidas del estilo, con el escepticismo de saber de que si es por ellos no expropian ni un paquete de kleenex.
He empezado a hacerme ya a la idea de pasar unas semanas sin mucha actividad, con o sin cuarentena. Pienso en los libros que tengo por casa, en ver pelis y hacer comidita rica con mis compas de piso. En cómo me las voy a arreglar para ver a la chavala con la que estoy saliendo si no se pone la cosa demasiado dramática. También en cómo organizarme para hacer las cosas “productivas”, las entregas de trabajos para clase siguen en pié en la misma fecha y lo mismo con el TFG, ahora que se que voy a tener que hacer las tutorías por teléfono. En como organizarnos si nos la quieren liar luego con la evaluación. Pienso en que han pasado 5 días desde el lunes y en una conversación que tuvimos al ir a cenar a un centro social. Hablaban de que las okupas en Italia estaban cerrando, no solo cancelando los eventos, por eso de qué pensarán si las ven abiertas cuando el resto está todo cerrado. No se si se referían a la gente o a la policía. Lo que recuerdo claramente es que nos parecía algo muy lejano. Y ahora está pasando. 5 días.
Pienso también en varios libros, y la necesidad que tenemos de contarnos historias y de dar sentido a lo que pasa a nuestro alrededor. Me viene a la cabeza “La Peste” de Albert Camus. Una novela sobre una ciudad del norte de África, no recuerdo cual, en cuarentena por una epidemia de peste en el siglo XX (creo que no hago spoiler con esto, el título no deja muchas dudas). La leí hace unos años, en el bachillerato o primeros años de carrera. Tengo un recuerdo vago de como me absorbía esa atmósfera agobiante, y el tipo de relaciones que se van tejiendo entre los habitantes. Pienso en releerla. Me viene también en “La muerte en Venecia” de Thomas Mann. La leí en la misma época. Esta tiene de prota a un escritor que viaja a Venecia para ver si se inspira, tampoco quiero hacer spoiler aquí, pero tiene que ver con otra epidemia. El contraste es que se centra más en como se va viciando el ambiente y en la sensación de contaminación, o ese es el recuerdo que tengo, también vago. No me suena que hubiese aquí rastro de actuaciones heroicas ni solidarias, ni antisociales ni autodestructivas, y la mayoría de la acción tenía lugar en la mente del prota.
Si tengo que elegir, la verdad que prefiero algo más parecido al de Camus, no tanto por la épica como por tener compañía. En cualquier caso, las dos contrastan con lo que siento ahora, y mi preocupación va más por consecuencias que no son las del virus. También supongo que influye que es una gripe un poco rara y no una maldita peste letal. Pienso también en libros o testimonios, no recuerdo las referencias exactas, de personas que habían vivido revoluciones o guerras, pasado por situaciones muy traumáticas, y aun así recordaban aquellos años como los más felices de su vida.
Si tengo que elegir, la verdad que prefiero algo más parecido al de Camus, no tanto por la épica como por tener compañía.
Judíos en la resistencia francesa, obreros de la CNT en el 36 o maquis que se echaron al monte cuando ahí abajo ya estaba perdida la guerra, partisanos italianos, etc. Gente que perdió muchísimo por luchar por lo que creía, su casa, su pueblo, sus seres queridos, que sufrió cárcel y tortura, y que aun así recuerda esos momentos con nostalgia. Supongo que esas situaciones tienen algo de lo que nuestras rutinarias vidas cada vez carecen más. De un sentido, y sobre todo, de una comunidad, de saber que tu destino está, lo quieras o no, unido al de tus compañeras, que tu vida está en sus manos y la suya en las tuyas. No tiene mucho que ver con la situación actual, pero si que comparte algo eso último, en una versión un poco más patética: si tu compa de piso anda por ahí de cañas, no le ves lavarse mucho las manos y empieza a toser, te puedes dar por jodido, y viceversa.
Guerras y revoluciones tienen algo de lo que nuestras rutinarias vidas cada vez carecen más. De una comunidad, de saber que tu destino está unido al de tus compañeras. Ahora, en una versión un poco más patética: si tu compa de piso anda por ahí de cañas, no le ves lavarse mucho las manos y empieza a toser, te puedes dar por jodido, y viceversa.Así supongo que será el flujo de pensamiento estos días, un poco disperso, oscilando entre la sobreinformación en unos momentos y el irse totalmente por las ramas para evadirse en otros. Antes de que esto se vaya de madre, envío ya estas páginas del diario para publicar.