We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Enfoques
La brecha
Durante los meses de agosto y octubre, un equipo arqueológico ha trabajado en la fosa común encontrada en lo que hoy es un pasillo de 47 metros de longitud, y que en 1939 era el límite del cementerio parroquial del pueblo de Colmenar Viejo (Comunidad de Madrid). En julio de 2023, la Sociedad de Ciencias Aranzadi y el Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes formalizaron el Proyecto de búsqueda, exhumación e identificación de las víctimas de la violencia franquista, vecinos de San Sebastián de los Reyes y otras localidades de la zona norte de Madrid, enterradas en el cementerio de Colmenar Viejo. Esta iniciativa, financiada por el Ministerio de la Presidencia, continúa los resultados positivos de la primera fase de excavación en agosto de 2022, y responde a la demanda de familiares directos de las víctimas del franquismo de la zona.
Se trata de la primera fosa de represaliados civiles del bando republicano que se exhuma en la Comunidad de Madrid en 84 años.
En la primavera de 1939, con el final de la guerra tras la caída de Madrid en manos del bando franquista, continuó la “vorágine represiva” —tal como la denomina el historiador Roberto Fernández— a manos de pistoleros falangistas y del ejército sublevado que asoló pueblos y ciudades, y por la que fueron ejecutadas decenas de miles de personas leales al Gobierno republicano. A finales de marzo de 1939, las tropas de Franco entraron en Colmenar Viejo, un municipio de la sierra madrileña cercano a la capital. El 15 de abril comenzaron los fusilamientos masivos. Las detenciones se realizaron a partir de la denuncia oral de algunos vecinos, con acusaciones como la de pertenecer al Partido Socialista, a algún sindicato o formar parte de la Casa del Pueblo. Los detenidos pasaban por un juicio sumarísimo sin ningún tipo de garantías antes de ser fusilados y enterrados, en su mayor parte, junto a la tapia del cementerio. Mediante este macabro proceso fueron ejecutados 107 hombres y una mujer, y lo que en su momento fue la tapia hoy es el pasillo principal del camposanto. La fosa común en mitad del cementerio.
Esther Mateo tiene tres familiares en la fosa, entre ellos los de su abuelo Manuel, fusilado un domingo 22 de octubre. “Esperamos recuperar la mayoría de los restos, aunque será difícil identificarlos a todos. A mí me gustaría enterrar los restos de mi abuelo con los de mi padre, ya que no pudieron estar juntos en vida”. El lunes se recibió la conmutación de la pena de muerte por lo que siempre pensaron que se trató de una venganza personal. Jornalero y albañil, fue alcalde de San Sebastián de los Reyes durante la guerra. Su hijo, padre de Esther, nunca llegó a superarlo y ella aún se emociona cada vez que lo rememora. “Cuando en el año 2015 pisé por primera vez el cementerio, no podía imaginar que hoy llegaríamos a esto”, concluye esperanzada.
En total este segundo año de trabajos se han excavado los 47 metros de “el paseo”, como se conoce el pasillo del cementerio, recuperando 78 cuerpos, muchos de los cuales presentan a simple vista traumatismos por arma de fuego. Un agujero de bala no deja lugar a elucubraciones.
Benita tenía nueve años en el año 1939 cuando, según algunas fuentes orales, su padre Facundo Navacerrada fue atado a un camión y rociado con gasolina. Le quemaron vivo por haber fundado el sindicato de la UGT en el pueblo. Otras fuentes indican que fue fusilado y enterrado junto a los otros 107. Por eso Benita acude cada día, junto a su hija Gema, a los trabajos de excavación “hasta encontrarlos a todos”, dice. Junto a ella, decenas de familiares y visitantes de otros lugares del Estado en los que tragedias similares fueron mil veces repetidas.
Elvira García, arqueóloga en la excavación y vecina de Colmenar, explica la conexión que le une con este trabajo en particular: “Mis abuelos iban a clases de cultura general con Fernando y Roberto, historiadores de la Asociación Comisión de la Verdad de San Sebastián de los Reyes. Cuando empiezan a hacer investigaciones sobre la guerra civil en la zona, yo, como bisnieta de unos de los fusilados, entro en contacto con la asociación”.
Se refiere a Guillermo Nogales Bartolomé, quien era agricultor y ganadero. Fue concejal del Ayuntamiento durante la Segunda República pero, tras la guerra y después de dos meses de cárcel, fue fusilado. Su hija Victorina, abuela de Elvira, tenía 11 años, y aún lo recuerda perfectamente. Todos los días le llevaba el almuerzo a la cárcel. Un día le dijeron “niña vuelve a tu casa que tu padre ya no está”. Volvió a casa a contárselo a su madre y llegaron a ver cómo lo fusilaban en la tapia del cementerio. Pudieron recuperar el cuerpo y enterrarlo en la tumba familiar.
Elvira, junto a su madre Marga y sus hermanos, fue educada con los mismos ideales de su abuelo. “Estar aquí ahora y tener la oportunidad de hacer algo por esta gente, aunque mi bisabuelo esté localizado, es muy importante para mí y mi familia. Estamos muy orgullosas. Salgo triste algunos días, pero a la vez muy contenta por hacer un trabajo que, aunque llega tarde, es necesario. Es muy importante para mí, y también para mi abuela, que yo esté”.
Elvira, Marga, Victorina y Guillermo. Cuatro generaciones de una misma familia, unidas a las de Esther, Luis, Carmen, Gema y Benita, y tantas otras por la rotura cruel que supuso el alzamiento franquista hace 84 años. Una brecha que esperan poder cerrar pronto, cuando hayan encontrado a todos y se les pueda hacer justicia.