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Especulación urbanística
Contra Elysium City
El jueves 3 de febrero se publicó en el DOE un documento por el que la Junta de Extremadura daba por buena la construcción del macroproyecto de ocio llamado Elysium, en el entorno de Castilblanco.
Para la Junta, el pequeño ayuntamiento de Castilblanco y gran número de vecinos todo son elogios y una gran oportunidad de llenar la España vaciada de “cosas”. Antiguamente Extremadura era el cortijo de los señoritos. Eso ha cambiado: ahora nos parecemos más a África, y no es por el calentamiento y la sequía ―que también― sino por su aspecto colonial. Somos un territorio a colonizar por las grandes empresas, nacionales y extranjeras. Resultan muy golosos nuestros recursos naturales, agrícolas, cinegéticos, hídricos, mineros... Aquí hay mucho terreno y está vacío, sin explotar ―deben pensar las corporaciones―.
Especulación urbanística
“Elysium City” o la construcción de paraísos en Extremadura
El Macro Complejo de Ocio “Elysium City”, que la empresa californiana CORA ALPHA proyecta construir en el municipio de Castilblanco (Badajoz) bajo supuestos criterios de sostenibilidad, espera abrir en 2023.
Pero aquí vive gente con su propia cultura, identidad e intereses. Que no se hayan esquilmando los recursos no quiere decir que no se hayan explotado. Es sólo que se ha hecho de forma tradicional y racional durante siglos.
Quizá no existía una planificación ecológica explícita, pero parece dudoso que comunidades que vivían de su territorio estuvieran dispuestas a destrozarlo y a negar su uso y disfrute a las generaciones venideras.
Los señoritos venían aquí y llevaban al límite sus fantasías de dominación y castración ―todavía queda mucho de eso―. Y, cuando creíamos que no podía haber nada peor, nos llega el desarrollismo y la incorporación a los mercados globales. Se empieza a llenar el territorio de pantanos, canales, plantaciones de pino y eucalipto, se roturan grandes zonas de regadío, nucleares, placas solares, tendidos eléctricos... A la par que se tecnifica el campo, se devalúan sus productos y se arrebatan a la población los medios tradicionales de vida, forzando la emigración a la ciudad.
Una suerte de ciudad inteligente, parque de atracciones y casino, que pretende albergar más población que la actualmente existente en toda la comarca. Concentrada en 1200 hectáreas de terreno
Nos ha quedado un territorio muy desprotegido, como cuando labras un olivar de montaña y lo tratas con veneno: cualquier lluvia sanadora se le puede llevar la tierra.
Con estos antecedentes viene anunciándose durante varios años el megaproyecto de ocio en las proximidades de Castilblanco: Elysium City, se autodenomina. Una suerte de ciudad inteligente, parque de atracciones y casino, que pretende albergar más población que la actualmente existente en toda la comarca. Concentrada en 1200 hectáreas de terreno. Eso sí, bien revestida de verde ―con muchas placas solares, cero emisiones de CO2 y una eficiencia que emana como por arte de magia de la tecnología―.
Llevan años dándonos el coñazo con que son nuestros tractores y todoterrenos a gasoil los que están causando el cambio climático, pero construir una ciudad cepillándose una dehesa y tomando agua de los agostados pantanos es ecológico... Todo bien.
Muchos vecinos se sienten ilusionados con el proyecto, aunque creen que no llegará a materializarse, porque resulta una cosa absolutamente fuera de contexto, que nadie ha demandado. Una ida de olla casi imposible de imaginar... Más bien pareciera un timo, o un sumidero por el que se escurran nuestros impuestos a manos privadas.
Y es que tenemos motivos para desconfiar. No es la primera vez que se nos aparecen megaproyectos que solo son posibles financiados desde el exterior. Los llevamos sufriendo desde el tardofranquismo: cuando España empezó a abrirse a Europa y al mundo entero, y a nosotros nos encerraron entre pantanos mientras veíamos cómo los puestos de trabajo iban disminuyendo y los beneficios económicos fluían hacia la capital. Al menos, en aquellos entonces nos sacrificábamos “por el bien de España”.
No es la primera vez que se nos aparecen megaproyectos que solo son posibles financiados desde el exterior. Los llevamos sufriendo desde el tardofranquismo
Pero esta vez sí es la buena. Elysium se percibe como una oportunidad para la población local: puestos de trabajo, más gente en la zona para consumir nuestros productos y servicios, subida del valor de los terrenos... ¡Volverán los buenos tiempos! Como cuando se construía la central nuclear de Valdecaballeros y atábamos los perros con longanizas.
Ciertamente parece una actividad especulativa, no meramente extractiva y tampoco excesivamente peligrosa o contaminante. ¿Quién sabe? Quizá podamos practicar el inglés y empaparnos de otras culturas... Porque esta ciudad no es para nosotros, es para gente que vendrá de países lejanos a experimentar un estilo de vida que nos es totalmente ajeno ―a ver cómo se las apañan para llegar: de forma ecológica, seguro―.
Me cuesta ver el beneficio en nuestra comunidad a largo plazo. Quizá sí en el corto ―por la generación de empleos y la demanda de bienes y servicios―. Y no me parece el impacto ecológico el aspecto más controvertido. Lo peor es que, si existiera algo que pudiéramos llamar identidad de comarca, proyecto común, plan de acción, o un mero desarrollo en la línea que se ha venido materializando durante siglos ―lo que se estaba consolidando con la declaración de Reserva de la Biosfera―, lanzarse a la construcción de este esperpéntico proyecto es como pegarle una patada a lo que veníamos entendiendo como “La Siberia”. Todo para pasar a la dependencia de capital extranjero y a nuevos modos de vida desconectados del territorio. En definitiva: perder soberanía y autonomía para entregarla a los intereses económicos de una corporación sobre la que la población no tiene ningún control.
Ya se le ha hecho una ley a medida para facilitar su actividad, la Ley Extremeña de Grandes Instalaciones de Ocio (LEGIO) y también un plan de ordenación territorial. Se van a expropiar los terrenos
Ya se le ha hecho una ley a medida para facilitar su actividad, la Ley Extremeña de Grandes Instalaciones de Ocio (LEGIO) y también un plan de ordenación territorial. Se van a expropiar los terrenos y parece obvio que, las pequeñas localidades cercanas, tendrán que plegarse a los intereses de semejante monstruo ―estos también querrán su trozo de pantano lleno en verano―.
En Las Vegas también vivía gente, desde luego ya nadie se acuerda de eso ―la cultura anglosajona es especialista en borrar el pasado y focalizarse en el futuro―. Yo creo que aquí todavía existe cierta idea de comunidad y un gran vínculo con el territorio. Las acciones de alcaldes y alcaldesas nos pueden parecer más o menos acertadas, más o menos caciquiles, pero por lo menos tienen que rendir cuentas cada cuatro años ¿Ante quién va a rendir cuentas una sociedad anónima?
Respuesta: ante sus accionistas
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Además, ayer nos enteramos de que el Tribunal Supremo ordenaba la demolición completa del resort de Valdecañas. Un proyecto muy similar a este de Elysium City, y que también abarca zona ZEPA. Más allá de los aspectos ecológicos o de desigualdad social que conllevan estos proyectos -que no satisfacen ninguna necesidad, salvo los deseos y el afán especulativo de ciertas clases sociales- ¿Nadie -la Junta- se percata de lo absurdo y grotesco que resultan?