Extrema derecha
La vida de Emilio Hellín en el Paraguay de Stroessner

En los años 80, decenas de militantes españoles de extrema derecha, muchos de ellos de Fuerza Nueva y buscados por la justicia, huyeron a Paraguay, donde el régimen de Alfredo Stroessner les dio cobijo. El asesino de Yolanda González fue uno de ellos. ¿Hasta qué punto Hellín y el resto de españoles afincados en Paraguay participaron en el aparato represivo de una de las últimas dictaduras fascistas del Cono Sur?

Cuando Emilio Hellín se afilió a Fuerza Nueva en junio 1978 tenía 31 años, estaba casado y tenía dos hijos. Había llegado a Madrid desde un pequeño municipio de Badajoz llamado Torre de Miguel Sesmero que apenas superaba los mil habitantes y donde había nacido en 1947. Se dedicaba a la informática, con una academia llamada Instituto de Estudios Electrónicos situada en la calle San Roque, cerca de la céntrica Gran Vía, que entonces aún se llamaba Avenida de José Antonio “Hellín no se corresponde con el perfil que yo tenía un poco prefijado del militante de extrema derecha, no se correspondía con esos otros militantes mucho más jóvenes que en muchos casos fueron utilizados para protagonizar acciones violentas”, explica Carlos Fonseca, periodista y autor del libro No te olvides de mi: Yolanda González, el crimen más brutal de la Transición’. 

“Era un tipo de una vida muy oscura. No era una persona de estas como [Carlos] García Juliá o Fernández Cerrá, que eran gente bastante… de un perfil diferente. Emilio era bastante psicópata, no porque no supiera distinguir el bien del mal, sino porque era de una frialdad impresionante”, afirma, por su parte, José María Mohedano, abogado del Partido Socialista de los Trabajadores (PST), en el que militaba Yolanda González, en la causa judicial por su asesinato.

Hacía tres años que se había muerto Franco y pocos meses después se promulgaría la Constitución con la que España se formalizaba como democracia. Fuerza Nueva llevaba entonces dos años de existencia como partido político, aunque sus orígenes, como Fuerza Nueva Editorial SA, se remontaban a 1966. Formaba parte de un microcosmos formado por excombatientes y jóvenes violentos y reacios al paso a la democracia liberal diseñado por antiguos conmilitones como Torcuato Fernández Miranda o Adolfo Suárez. Un año después, en 1978, el partido consiguió representación parlamentaria, con Blas Piñar como diputado. Su actividad política se completaba con la actividad en las calles, en las que decenas de jóvenes militantes de su filial Frente de la Juventud se dedicaban a ataques en manifestaciones, universidades y a hacer atracos. 

Hellín, adulto y con conocimientos en un ámbito aún tan por descubrir como lo era la informática, comenzó pronto a tomar peso en Fuerza Nueva y en poco tiempo se hizo responsable de seguridad en el distrito de Arganzuela. Desde la sede de su academia, pasó a dirigir un grupo que se autodenominaría Grupo 41, del que también formaban parte Ignacio Abad —de 19 años, estudiante de químicas—, José Ricardo Prieto y Félix Pérez Ajero. Allí fue donde planearon, por orden de David Martínez Loza, jefe de seguridad de Fuerza Nueva, el secuestro y asesinato de Yolanda González. 

Ese día 1 de febrero de 1980, el plan inicial del Grupo 41 comandado por Hellín era poner una bomba en una distribuidora de prensa que trabajaba con la revista Interviú, pero el atentado de ETA que había acabado esa mañana con la vida de seis guardias civiles en Ispaster (Bizkaia) cambió el objetivo de la banda por Yolanda González, una joven de 19 años que estudiaba en un centro de formación profesional de Vallecas, que se había significado como activista en representación de las Enseñanzas Medias y a la que el Grupo 41 identificaba como militante de ETA, a pesar de que no tenía ninguna relación con la organización terrorista. El cuerpo de Yolanda fue encontrado sin vida al día siguiente en un camino rural en la carretera que une Alcorcón con San Martín de Valdeiglesias. Ese mismo día, Hellín dejó en la cafetería Nebraska, en Gran Vía, un comunicado. En la nota, el Batallón Vasco Español asumía el asesinato. El profesor de informático llamó a la agencia EFE, que recogió el comunicado y publicó las primeras notas de un episodio que aun concita una serie de incógnitas.

Emilio Hellín e Ignacio Abad fueron detenidos los días 6 y 7 de febrero respectivamente. Tras su arresto comenzó una instrucción llena de agujeros en la que los dos responsables materiales de la muerte de Yolanda dieron dando diferentes versiones sobre quién dio la orden del asesinato. El juez instructor, Ricardo Varón Cobos, se negó a procesar, hasta que fue ordenado por instancias superiores, a David Martínez Loza. Una instrucción de la que desaparecieron indicios, pistas y pruebas, como los aparatos informáticos ubicados en la sede de la academia de Hellín, que desaparecieron sin que fueran nunca analizados para comprobar si, como argumentaban las acusaciones, ese militante de Fuerza Nueva estaba en comunicación con los servicios secretos del Gobierno o la participación en el mismo de instancias superiores de Fuerza Nueva.

Hellín acabó derivando responsabilidades a su partido, que le dejó abandonado, y, mientras Ignacio Abad era representado en el juicio por Antonio Muñoz Perea, yerno de Blas Piñar y abogado de la extrema derecha en casos como el del 23F, Hellín fue representado por un abogado de oficio. Antes del juicio, incluso hizo un intento de fuga de la cárcel de Alcalá de Henares, donde estaba recluido desde su detención, armado con una pistola. Pero la causa por el intento de fuga se olvidó en un cajón hasta que prescribió.

“Yo creo que era significativo cómo a él le dejaron abandonados los de Fuerza Nueva”, señala José María Benítez de Lugo, abogado de la familia de Yolanda González. “En este proceso había el pobre y el rico: el pobre era Emilio Hellín y el rico era Ignacio Abad”, continúa tras subrayar que él sigue convencido de que detrás del asesinato de Yolanda estaba Blas Piñar. 

“La instrucción fue un disparate. Es decir, el asesinato es en febrero y el juez intenta cerrarlo a finales de ese año, cuando llevaba el procedimiento diez meses. Además, intenta cerrarlo sin que las acusaciones hayan tenido ocasión siquiera de interrogar a los que habían sido detenidos como presuntos autores de los hechos. Y lo que es más grave aún: en ese primer intento de cerrar la causa, el fiscal califica los hechos de homicidio, no como asesinato”, explica, por su parte, Fonseca. 

Transición
Carlos Fonseca: “Es complicado, por no decir imposible, que se aclaren todos los elementos del asesinato de Yolanda”

La sombra de la actuación de los jueces y de la implicación de cuerpos de seguridad del Estado en el asesinato de Yolanda González ha permanecido a lo largo de 40 años. El escritor y periodista Carlos Fonseca relata las zonas de luz y se sombra de un crimen que marcó la Transición.

El 3 de junio de 1982, un mes después de la celebración del juicio, la Audiencia Nacional hizo pública la sentencia por el asesinato de Yolanda González: 28 años de cárcel para Ignacio Abad, seis años para Félix Pérez Ajero, José Ricardo Prieto y David Martínez Loza, y 43 años para Emilio Hellín Moro. Fue ingresado en la cárcel de Zamora, pero no pasaría allí mucho tiempo. 

El juez encargado de la cárcel, el vallisoletano José Donato Andrés Sanz, ya había desatado la polémica por haber concedido a Carlos García Juliá y José Fernández Cerrá, condenados por la matanza de Atocha, un permiso para salir de prisión por Navidades en 1984. En esa ocasión la Audiencia Nacional reaccionó rápido y les detuvo y devolvió a sus celdas. Ese mismo juez también había dados permisos a otros conocidos criminales de extrema derecha que cumplieron prisión en Zamora, como a Juan José Bosch Tapies —condenado a 13 años por el atentado en la revista El Papus también en 1977—, Miguel Cebrián Carbonell —tres años de cárcel por atacar a personas en El Retiro— o Antonio Salmerón —condenado a 11 años por atacar y desarmar en 1984 a una patrulla de la Policía Nacional junto a Ricardo Sáenz de Ynestrillas—. En 1994 sería también el juez que dio permiso a García Juliá para ir a trabajar a Paraguay cuando llevaba solo 14 años de condena cumplida de un total de 193. Con Hellín también fue benevolente y, cinco años después de su condena, le dio un permiso de seis días, a comenzar el 26 de febrero de 1987, para visitar a su familia en Murcia. Hellín no volvió.

Junto con su familia, huyó a Portugal, donde pasaron tres días, y de allí volaron a Río de Janeiro, donde el asesino de Yolanda se encontró con otro prófugo de la justicia y militante de Fuerza Nueva, José de las Heras. Estando allí, según publicó posteriormente Interviú —citando como fuente en este dato a la Policía española— habría recibido una transferencia de más de un millón de pesetas. Nunca se ha sabido de dónde procedía ese dinero. La Audiencia Nacional no solicitó a la Interpol orden de busca y captura internacional hasta el 13 de marzo, tres semanas después de la fuga

Para entonces, Hellín, su mujer y sus dos hijos ya estaban en Paraguay.

Paraguay, paraíso de la extrema derecha

El Paraguay de los años 80 era uno de los santuarios de la extrema derecha. Aún con Alfredo Stroessner al frente, la dictadura, una de las más longevas de Latinoamérica, tenía como base ideológica el odio al comunismo. Los archivos guardados por sus instituciones darían años después cuenta de muchos de los crímenes llevados a cabo en las dictaduras del Cono Sur auspiciadas políticamente por Estados Unidos en lo que se conoce como la Operación Cóndor. Eran los conocidos como los Archivos del Terror, pero para que se conocieran y divulgaran tendrían que pasar aún muchas cosas.

“Teníamos todavía al Chile de Pinochet y el Paraguay de Stroessner. Mucha gente de la Alemania nazi terminó buscando refugio en estos países”, señala Carlos Fonseca

Posiblemente Blas Piñar le tenía un especial cariño a Paraguay y tenía unas relaciones aún más especiales con los altos cargos de su gobierno porque, durante el final de la Guerra Civil española, la embajada de este país le sirvió de refugio temporal. Hasta que las tropas franquistas llegaron a la ciudad, este abogado, que sonó para ministro bajo la presidencia de Luis Carrero Blanco, recibió asilo político y, posteriormente, se esforzó en labores propias de la quinta columna de sabotaje de la resistencia de Madrid desde dentro.

Uno de los documentos compilados en los mencionados Archivos del Terror da cuenta de cómo el líder de Fuerza Nueva visitó el país en junio de 1979 para asistir a un acto en el Panteón Nacional de los Héroes, ubicado en el centro de la ciudad, en el que Piñar colocó una placa conmemorativa en la que se exaltaba la amistad y admiración de Fuerza Nueva con la política llevada a cabo por el general Stroessner. No sería la única visita de Blas Piñar a Paraguay. Otro documento del mismo archivo, fechado el 18 de agosto de 1988 y emitido por el Departamento de Investigación Dirección Política y Afines de la Policía de la capital, explica que, ese año 79, el líder de Fuerza Nueva había vuelto al país tras dos días de visita en Santiago de Chile, donde encabezaba la Delegación Española.

Blas Piñar en Paraguay
Documento del 18 de agosto de 1988 emitido por el Departamento de Investigación Dirección Política y Afines de la Policía de la capital de Paraguay que señala que el líder de Fuerza Nueva, Blas Piñar, había vuelto al país tras dos días de visita en Santiago de Chile, donde encabezaba la Delegación Española. Documento incluido en los Archivos del Terror.


“Estábamos en la etapa de las dictaduras del Cono Sur, teníamos todavía al Chile de Pinochet y el Paraguay de Stroessner. Mucha gente de la Alemania nazi terminó buscando refugio en estos países y muchos ultraderechistas que empezaban a ser perseguidos en España buscaban refugio en países donde su declarado anticomunismo bastaba para ser recibido con los brazos abiertos”, explica Fonseca. “¿Qué pasaba en Asunción? Que en Asunción, además, Fuerza Nueva tiene un hombre, que es Juan León Cordón, que vive allí y que, por orden de Blas Piñar ha abierto una delegación del partido para mantener relaciones con la dictadura de Stroessner, así que esa dictadura acogió a mucha gente”, añade.

A pesar de tener solo un representante en el Congreso, Fuerza Nueva tenía delegaciones y corresponsalías en varias partes del mundo y Asunción era una de las cuatro capitales latinoamericanas en las que había una delegación. Juan León Cordón fue el encargado de organizarla, desde que llegó a este país a principios de 1983, un año después de que Fuerza Nueva desapareciera como partido en España. 

En esa época, el malagueño Juan León Cordón tenía 26 años y ya había sido responsable de Fuerza Nueva en Málaga, según relata el libro ‘Los servicios secretos en España’, de Juan J. Alcalde. Según narra el reportaje ‘El paraíso azul’, publicado en febrero de 1988 por El País, un año antes de instalarse en Asunción, León Cordón había sido procesado por unos altercados en el marco de una manifestación convocada en apoyo a Antonio Tejero Molina, que en 1981 había protagonizado el intento de golpe de Estado del 23F.

León Cordón estableció buenas relaciones con el entonces ministro de Justicia paraguayo, José Eugenio Jacquet, considerado como uno de los ideólogos del régimen, y se dedicó a conectar con simpatizantes de la extrema derecha huidos a Latinoamérica. León Cordón ocupó el cargo de secretario del Círculo Euroamericano de Arte y Cultura (CEAC), una entidad presidida por el argentino Gustavo Alberto Guasti, miembro de la formación de ultraderecha argentina Falange de Fe. Una declaración también recogida en los Archivos del Terror al entonces estudiante Florencio Díaz Morales señalaba a Juan León Cordón y a Gustavo Guasti como los principales representantes de organizaciones de extranjeros que “mantenían contactos más permanentes con el doctor Jacquet”.

En Asunción, León Cordón abrió una academia, ubicada en la calle 14 de mayo, entre las calles Haedo y Humaitá. “Alquilé un local a la viuda de un general y abrí una academia, el Centro de Estudios Profesionales de Asunción, para dar clases de secretariado, relaciones públicas e informática”, explicaba León Cordón al periodista Carlos Fonseca en una entrevista recogida en el libro No te olvides de mí. Por esa academia, también conocida por sus siglas, CEPA, pasaron para trabajar muchos de los militantes de Fuerza Nueva llegados a Paraguay huyendo de la justicia española. Algunos de ellos fueron Arturo Barea Sánchez, Ramón Francisco Gismero Menoyo y José Manuel Peña Canencia, huidos de España pocos días antes de que comenzara en la Audiencia Nacional un juicio en el que se les acusaba de haber perpetrado atracos, asaltos y extorsiones en Madrid y Valencia con el objetivo de conseguir recursos económicos para el Frente Nacional de la Juventud, una escisión de Fuerza Nueva. 

Ataques del Frente de la Juventud
Noticia aparecida en el diario 'Ya' del 4 de noviembre de 1981 sobre el paso a disposición judicial de militantes del Frente de la Juventud por una serie de atracos y ataques, entre ellos Arturo Barea Sánchez, Ramón Gismero Menoyo, José Manuel Peña Canencia, huidos a Paraguay, y José de las Heras Hurtado, con quien Hellín se encuentra en Brasil.


Arturo Barea Sánchez, nacido en 1949 en Barcelona y con residencia en Madrid, licenciado en Biología y especialista en parasitología, había sido detenido ya en dos ocasiones en 1981, acusado de más de 20 atracos. Según aparece en la declaración prestada por Barea Sánchez ante las autoridades paraguayas en noviembre de 1985, incluida en los Archivos del Terror y a la que ha tenido acceso El Salto, entró en Fuerza Nueva al poco de su formación como partido, en diciembre de 1977. Estuvo en la Junta Provincial de Fuerza Nueva Joven hasta la escisión de esta, como Frente de la Juventud en 1978. En 1981 fue detenido por posesión de unas armas que, según afirma, le había pedido que guardara José de las Heras, jefe del Frente de la Juventud, siempre según Barea, quien después se exilió a Brasil. “Tras otra detención en el mes de mayo de 1981 y de la que salí sin ningún cargo decidí abandonar el país, para lo cual puse a la venta mi casa y me trasladé a vivir con mis padres”, explica.

En la misma declaración detalla que el 28 de julio de 1983 viajó de Barcelona a París y el 4 de agosto llegó a La Paz (Bolivia), donde residió hasta mayo de 1984 e intentó montar un negocio de exportación que no salió adelante. “Por consejo de mis amigos Gismero y Peña, a los que yo conocía primero de Fuerza Nueva y luego del Frente de la Juventud, y que también están procesados por delitos distintos, me dirigí al Paraguay vía Argentina”, continúa Barea en su declaración ante la policía paraguaya.  

Arturo Barea - Paraguay
Declaración de Arturo Barea Sánchez ante la policía paraguaya en agosto de 1985.


En su declaración, Barea también explica que en Asunción abrió un bar en la calle Estrella al 50% con otro ciudadano español. En ese bar en el centro de Asunción, llamado Da Vinci, se reunía Barea cada tarde con un grupo de exiliados españoles de extrema derecha, según relataba otro reportaje de
El País sobre el homenaje en esta ciudad hecho a Carmen Polo el día de su entierro, en febrero de 1988.

Ramón Gismero y José Manuel Peña, los compañeros de Barea que le recomendaron ir a Asunción, también habían desempeñado cargos de responsabilidad en el Frente de la Juventud después de pasar por Fuerza Nueva. Gismero estaba acusado por el ataque a la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense en el que resultaron heridas varias personas, tres de ellas de bala, en enero de 1979. Tras estar seis meses en prisión provisional,el juez le dio la libertad con cargos y se escapó antes de que se celebrara el juicio. “El pasaporte lo conseguí a través del jefe de las falanges juveniles, sé que venía de Barcelona y creo que a través de un servicio secreto italiano”, explicó Gismero a las autoridades paraguayas en un documento fechado en enero de 1984 y también incluido en los Archivos del Terror. Afirma que llegó a Asunción el 13 de febrero de ese año, tras pasar varios días en Río de Janeiro, y que intentó entregar a Elpidio Acevedo —que había sido embajador de Paraguay en España de 1973 a 1978— una carta de recomendación escrita por Joaquín Gutiérrez Cano, exministro de Franco y fundador de la Fundación Nacional Francisco Franco. 

Ramón Gismero - Paraguay
Declaración de Ramón Gismero ante las autoridades paraguayas el 13 de febrero de 1984. Documento incluido en los Archivos del Terror.


Otro informe confidencial de la policía paraguaya, con fecha 27 de septiembre de 1984, incluido en el Archivo del Terror y citado por Carlos Fonseca en su libro No te olvides de mí, señala que Peña y Gismero entraron en Paraguay el 13 de febrero de 1984 desde Río de Janeiro, a donde llegaron desde Madrid con pasaportes falsos a nombre de los ciudadanos italianos Urbano Cairo y Marco Cantalupo. También que Gismero, Peña y Barea, que habría llegado al país con el pasaporte de su hermano, vivían juntos en una vivienda ubicada en la calle Teniente Spinoza 1521, en Asunción. Fue un vecino, molesto por los ruidos, quien presentó una denuncia que provocó su detención y, a consecuencia de ella, se descubrió que habían llegado al país con documentación falsa, cuenta el libro de Fonseca.

Tras estar un año en prisión, en julio de 1985 España pidió su extradición pero, finalmente, Paraguay se negó, considerándolos refugiados políticos. Su abogado, que los presentó como “activistas políticos” y “militantes anticomunistas”, un concepto que gustaba mucho en el Paraguay de esa época, presentó también avales, uno de ellos el del abogado Antonio Muñoz Perea —el yerno de Blas Piñar que ejerció de abogado de Ignacio Abad en la causa por el asesinato de Yolanda—, en el que argumentaba que los tres “arriesgaron sus vidas en servicios patrióticos” y que se habían visto a “abandonar su patria a consecuencia de la persecución de grupos marxistas y separatistas”. 

Al grupo de Peña, Gismero, León y Barea se sumaban en Asunción otros tantos nombres de la extrema derecha, de los cuales algunos más también habían llegado huyendo de la justicia.

Jesús Menargues Jiménez, alias ‘El karateka’, fue condenado a 1984 a 14 años de cárcel por tres robos con intimidación y un delito de lesiones cometidos en Valencia en 1980. Contaba entonces 24 años de edad y su proceso incluía a otra veintena de militantes del Frente de la Juventud. Aprovechó que el juez le dejó en libertad hasta que el Tribunal Supremo se pronunciara sobre el recurso que había presentado contra la condena para escaparse, según explica en una entrevista publicada en 2019 por El País. Llegó a Asunción en 1986, donde se encontró con Juan León Cordón y el resto de militantes de Fuerza Nueva.

Por su parte, Juan Carlos Pinilla Ibáñez fue condenado a seis meses de cárcel en 1977 por el ataque a la revista El Papus, el 20 de septiembre del mismo año, en el que murió una persona y otras 18 fueron heridas, una de ellas de gravedad. Su ubicación actual también es Paraguay, país que le concedió la nacionalidad en 2015.

Junto a ellos, la comunidad de españoles de extrema derecha en Asunción la conformaban también otros nombres de los que no constan antecedentes penales, como Manuel Morales, conocido como ‘el Fasha’, que según citaba el reportaje de El País había llegado a Paraguay en los 60 y fue uno de los fundadores del grupo de Fuerza Nueva en Asunción. En un reportaje de El País publicado en 1988 Morales afirma que es hijo de un miembro de la Guardia de Franco y agente del Centro Superior de Información de la Defensa (CESID). Allí se dedicaba al contrabando.

También formaba parte de ese grupo Juan Estrada, que en 1988 contaba 31 años, que al mismo periódico afirmó haberse trasladado a Paraguay en búsqueda de paz y por admiración y simpatía al general Stroessner. También se rumoreó que estaba en Paraguay Fernando Lerdo de Tejada, asesino fugado de la matanza de Atocha. Años más tarde —en 1994—pasaría por el país Carlos García Juliá. Y varios nombres de empresarios como Jesús Fernández Perea —ganadero que fue detenido en Asunción durante la Expo 88 por destrozar una ikurriña en el stand del País Vasco—, Cristóbal Martín Moreno —detenido con Perea en el mismo evento—, y José Luis Ruescas —socio de los dos anteriores—.

Documentos del Archivo del Terror fechados en 1984 dan cuenta cómo el artista español Pablo Villamar delató ante la policía del régimen a compañías teatrales que hacían obras, a su gusto, subversivas

También otros personajes de la extrema derecha española, más relacionados con el mundo de la política y la cultura, se habían hecho conocidos en Paraguay. Uno de ellos fue el escritor y diplomático Ernesto Giménez Caballero, que entre 1958 y 1969 había sido embajador de la España franquista en Paraguay. “En enero de 1965 en Asunción, luego de ser torturado por la policía política de la dictadura paraguaya, fui remitido a la Comisaría policial Primera, Allí se encontraba preso mi correligionario del Movimiento Popular Colorado Ramón Becker. Este me comentó que el entonces embajador de España en Paraguay, escritor, Ernesto Giménez Caballero, asistía a las sesiones de torturas de los presos políticos en la Dirección de Investigaciones”, cuenta a El Salto Martín Almada, activista por los derechos humanos que fue preso político durante el régimen de Stroessner y que en 1992 descubriría los Archivos del Terror, el conjunto de miles de documentos en los que el régimen plasmó sus actividades en cuanto a la represión de la oposición y a la operación Cóndor, incluido en el Registro del Programa Memoria del Mundo como patrimonio intangible de la humanidad y gestionado por el Museo de la Justicia de la Corte Suprema de Justicia de Paraguay

Otra figura española de la extrema derecha en Paraguay fue Pablo Villamar, jefe de actividades culturales de Fuerza Nueva, que llegó a Paraguay en 1983, según reseña el diario paraguayo ABC Color. En su condición de ultraderechista, se vinculó con sectores gubernamentales y ejerció una especie de macarthismo en el ámbito teatral paraguayo”, relata el historiador Bernardo Farina. “Villamar estaba en Santiago de Chile en la época de Pinochet y, de pronto, parece que no estuvo muy contento con Pinochet no porque fuera muy de derechas sino porque le parecía que era muy flojo, entonces resolvió irse a Paraguay”, afirma, por su parte, el fotoperiodista Jesús Ruiz Nestosa, quien padeció en sus carnes la represión de Stroessner y sería años después el autor de la foto del exilio del escritor paraguayo Augusto Roa Santos. Documentos del Archivo del Terror fechados en 1984 dan cuenta cómo el artista español delató ante la policía del régimen a compañías teatrales que hacían obras, a su gusto, subversivas y cómo él mismo organizó un grupo de teatro afín al régimen con el que limpiar su imagen ante la opinión pública. 

Pablo Villamar - Archivo del Terror
Documentos del Archivo del Terror que dan cuenta cómo el artista español Pablo Villamar delataba a grupos de teatro que consideraba subversivos ante la policía del régimen de Stroessner.

El Grupo de Acción Anticomunista

¿Hasta qué punto la comunidad de extrema derecha española participó en ataques a la oposición política en el régimen de Stroessner? Aunque no hay pruebas materiales que confirmen su actividad violenta en el país, artículos publicados en esos años por El País relacionaba a buena parte de ellos con el Grupo de Acción Anticomunista (GAA), una organización parapolicial que acosaba, atacaba y delataba a personas de perfil socialista ante la policía del régimen

“El Grupo de Acción Anticomunista se creó en el Paraguay en los últimos años de la dictadura y se inspiró en la Triple A argentina, Acción Anticomunista Argentina, que eran todos unos asesinos”, explica Ruiz Nestosa. El fotoperiodista de ABC Color detalla que el artífice de la organización fue Manuel Modesto Esquivel, al que conoció el lo que denomina como “su primer golpe político”. Recuerda cómo Modesto Esquivel, que era estudiante del Colegio Nacional de Asunción, se presentó con dos compañeros del colegio a su periódico para que publicaran en la edición del día siguiente un llamamiento a los estudiantes para celebrar una asamblea en la que renovar las autoridades de la Federación de Estudiantes Secundarios del Paraguay, un organismo creado con motivo de una serie de huelgas celebradas contra el régimen de Stroessner.

“Las 7 de la mañana era la hora fijada para su comienzo, con un segundo llamamiento a las 7;30 y, a las 8h, si no había quórum, se celebraba la asamblea con los estudiantes que allí hubiera. Yo estaba de guardia entonces, de secretario de redacción, y me callé y tomé nota de lo que querían porque ya me olía lo que era aquello. ¿Cómo tú piensas que, a la mañana siguiente, a las 7, los estudiantes ya van a estar despiertos, bañados, desayunados y van a estar consultándose quien va a ir a la asamblea a representar a su colegio? A las 8 de la mañana estaba el Esquivel este con los otros dos y él fue el presidente. Su primera decisión: manifestar su adhesión al Gobierno patriótico del general Alfredo Stroessner”, explica Ruiz Nestosa.

La anécdota no es baladí, ya que ese fue el momento en el que, según Ruiz Nestosa, Modesto Esquivel comenzó a subir posiciones en el régimen de Stroessner, siendo nombrado director de Correos, y desde ese cargo, que no le ocupa realmente tiempo pero sí conllevaba un buen sueldo, empieza a organizar el Grupo de Acción Anticomunista. 

Acción, editada por el Grup... by El Salto periódico


“¿Qué es lo que hacían? Sacaban una hoja del tamaño de El País, pero doblada, con artículos hablando maravillas del Gobierno y había un recuadro así grande en el que ponía: ‘Las primeras personas que iban a ser fusiladas cuando tomaran el poder’. Estábamos todos ahí. Se te helaba la sangre al verlo”, recuerda Ruiz Nestosa en referencia a la publicación Acción. Después añade que la trascendencia de este grupo no fue más allá de dichas amenazas. Pero, en opinión de su fundador, Modesto Esquivel, la actividad del GAA sí fue más allá de las meras amenazas, según ha afirmado a El Salto, aunque él no recuerda que en el grupo participara algún español.

—¿Usted estuvo relacionado con el Grupo de Acción Anticomunista? —le preguntamos en conversación vía Skype.
—Sí, cierto.
—¿Recuerda que participaran españoles?
—¿Cuál es la pregunta concreta?
—Me refiero a Emilio Hellín Moro o Juan León Cordón, ¿le suenan esos nombres?
—No, no me suenan.
¿Qué hacía este grupo? ¿de qué trataba?
—Luchaba contra el grupo comunista que existía en esa época para evitar que el Paraguay sea una segunda Cuba.
—¿Y cómo lo hacían?
—De qué manera parece que se puede decir que un grupo terrorista, a balazos. 
—¿A balazos lo hacían?
—Y de qué forma si no, ¿quieres que le mandemos un rosario o una torta?
—¿Usted fue uno de sus fundadores?
—Sí, que conste que yo era muy joven cuando eso.
—¿Cómo se organizaba? ¿tenían un punto de reunión?
—Teníamos filiales en el interior. El que coordinaba fue José Eugenio Jacquet, era ministro de Justicia. Él coordinaba y todos nosotros colaborábamos con él.
—¿Cuánta gente participaba en este grupo?
—Dependía del momento [inaudible].
—Teniendo en cuenta que el grupo estaba coordinado por el ministro de Justicia Eugenio Jacquet, supongo que se coordinaba también con la Policía.
—No, la policía no estaba en nuestra organización. Éramos civiles.
—¿Pero intercambiaban información con la Policía?
—Lógico, intercambiábamos información con la policía.
—¿Hasta cuando duró este Grupo de Acción Anticomunista?
—Después del golpe terminó. Estamos todos en contacto ahora, todos los que estamos vivos. [inaudible].
—Vi que estaban intentando que llevaran a Paraguay los restos del general Stroessner.
—Ahora lo estamos moviendo, ahora vamos a traer los restos del general Stroessner a Paraguay.

Federico Tatter es hijo de Federico Jorge Tatter Morínigo, ex teniente de fragata de la Armada Paraguaya, que había participado en la Guerra Civil paraguaya de 1947 del lado de los revolucionarios, relacionado con el Partido Comunista paraguayo y exiliado junto a su familia a Argentina, donde fue víctima del plan Cóndor. Su hijo lleva toda la vida estudiando la represión ejercida por el régimen de Stroessner. Explica que el GAA fue perdiendo preponderancia hacia 1989, con el golpe de Estado que quitó a Stroessner de la dirección del país. “Luego se dedicaron a hacer dinero”, afirma. Tatter explica que el GAA fue el capítulo paraguayo de la Liga Anticomunista Mundial (WACL por sus siglas en inglés), una organización de extrema derecha creada en 1966 por Taiwán, Corea del Sur y el Bloque de Naciones Antibolcheviques, una plataforma de organizaciones de exiliados políticos soviéticos. 

La embajada española no comunicó a la justicia la ubicación de la familia de Hellín Moro, aunque constaba una orden de busca y captura internacional desde el 13 de marzo de 1987

Este es el ambiente que se encuentra Emilio Hellín a su llegada a Asunción. Él mismo reconoció después ante la policía paraguaya que a los pocos días de llegar a Paraguay acudió, acompañado de Juan León Cordón, a ver al ministro de Justicia, Eugenio Jacquet, que le dio su beneplácito para quedarse en Paraguay como refugiado.

Hablamos, vía Skype, con Eugenio Jacquet:

—Juan León Cordón, Emilio Hellín Moro o Arturo Barea… No sé si le sonarán a usted algunos de estos nombres, porque ya han pasado muchos años.
—Sí recuerdo, cómo no. Ellos vinieron de refugiados, supongo.
—Emilio Hellín Moro tenía una condena de cárcel en España y se fue para allá. ¿Estuvo trabajando con el gobierno?
—No, no, no. Ellos no trabajaron con ningún gobierno paraguayo, tenían contacto con algunos que estaban en el Gobierno, pero ellos hacían actividades particulares. ¿Cómo se llama, Juan León? Tenía un instituto para enseñar creo que gramática española. ¿Y el otro? ¿Emilio Hellín Moro? Era informático. Estuvo trabajando como técnico, creo que con la hija del comandante de la policía paraguaya para hacer un programa que no sé si era para la policía. Ella tenía una consultoría informática y había estudiado ingeniería en Estados Unidos —señala Jacquet en referencia al general Francisco Sánchez.

Hellín se estableció con su mujer y tres hijos en una vivienda en la calle Cruz del Defensor 861. Según aseguró ante la policía paraguaya en 1989, al poco de llegar su mujer e hijos se inscribieron en la embajada española en Asunción para “seguir gozando de los privilegios que la ley española contempla con sus ciudadanos”. A pesar de ello, la embajada no comunicó a la justicia española la ubicación de la familia, aunque constaba una orden de busca y captura internacional desde el 13 de marzo de 1987. El responsable es Eduardo Cerro Godinho, embajador en Paraguay desde 1987 hasta 1993. En 1997 fue designado embajador en Ecuador hasta 2001. En 2008-2010 era cónsul en Argentina.

El 25 de junio de 1988, el asesino de Yolanda González se hace con la empresa de informática Computadores y Accesorios SRL,ubicada en la calle Fulgencio R. Moreno 502, según consta en la escritura de cesión otorgada ante notario a Hellín, publicada por Interviú. Era uno de sus negocios en Asunción, según explicó el huido a la policía paraguaya, y en él tenía como socio al también español Joaquín López Martínez, aunque según aclara Fonseca en su libro, la empresa fue inicialmente adquirida entre Hellín y Jesús Fernández Perea, otro de los asiduos en la comunidad de españoles de extrema derecha en Asunción.

Hellín le dijo a la policía que tenía en su poder el 50%, también con López Martínez como socio, de la academia Centro de Estudios Profesionales de Asunción (CEPA), fundada por Juan León Cordón y donde trabajaban varios prófugos de la justicia española de extrema derecha. Según publicaba en 1989 Interviú, en la academia trabajaba sobre todo la mujer de Hellín de la que este se había separado, tras tener otro hijo, para vivir con una joven paraguaya. La revista del Grupo Zeta publicaba en 1989 que “en la academia CEPA prepara a muchos opositores a cuerpos técnicos del ejército, la administración pública, la policía y otros cuerpos del Estado” y él mismo formaba parte de los tribunales de examen. 

Además de estos negocios, Hellín entró a trabajar para la Cooperativa Militar, Naval y Aeronáutica, por recomendación de Jacquet. Allí tenía como jefe al general Francisco Sánchez al que citaba Jacquet en su entrevista con El Salto. Sánchez sería después nombrado jefe de la policía paraguaya y, años después, sería procesado por corrupción y extorsión. Sánchez, que en 2007 estaba en la cárcel por el caso Polifantasmas, según publicaba entonces ABC Color, falleció en 2013.

“Las actividades comerciales y de asesoramiento desarrolladas por el fugitivo en la capital del Paraguay fueron facilitadas por su conexión con el Grupo de Reacción Anticomunista (GRA) que dirigía J. Eugenio Jacquet, ministro de Justicia y Trabajo de la dictadura de Alfredo Stroessner”, afirmaba El País en una noticia publicada con motivo de su detención en Paraguay. 

Por sus conexiones con cargos del régimen iban más allá. Según el propio Hellín afirmó en una entrevista a ABC Color publicada en julio de 1989, poco antes de su detención, que cuando llegó a Asunción lo hizo con una carta de recomendación dirigida al general Rafael Benito Guanes Serrano, jefe de la inteligencia militar de Stroessner y uno de los planificadores y ejecutores del plan Cóndor.

La caída de Stroessner fue un jarro de agua fría para la comunidad de exiliados españoles de extrema derecha. Juan León Cordón se marchó a Argentina en la misma madrugada del golpe de Estado

Según señala Fonseca en el libro No te olvides de mí, el propio Hellín en su currículum como perito se atribuye el haber sido asesor de telecomunicaciones e informática en 1988 y 1988 de Guanes, y también del director de la Policía Nacional, Francisco Alcibíades Brítez Borges, también con un papel importante en cuanto a la represión de la oposición política en Paraguay. 

“Obviamente él se mueve en estos ambientes de gente de ultraderecha, fundamentalmente gente a la que les une su odio hacia el comunismo, y probablemente allí también, y digo probablemente porque yo no tengo las pruebas, participó en algún incidente y estuvo vinculado con personas que estuvieron a su vez implicadas en lo que se conoció como la Operación Cóndor, que en toda Sudamérica se utilizó para hacer desaparecer a militantes subversivos, como les llamaban en las dictaduras”, señala Fonseca. 

—Era una dictadura fuerte pero técnicamente deficiente, han tenido que pedir colaboraciones a técnicos extranjeros o a gobiernos extranjeros. Estados Unidos y España sobre todo. En el famoso plan Cóndor, con dictaduras norteamericanas vecinas, se intercambiaban datos, y presos —explica el también periodista de ABC Color Alcibíades González Delvalle. 
—¿Ustedes supieron si Emilio Hellín ayudó en espionaje? —le preguntamos.
—Sí, esa era la versión que corría. 

“Y así transcurre hasta que en el 89 hay un acontecimiento con el que no se cuenta, y es que el consuegro de Stroessner da un golpe de Estado contra Stroessner y, por lo tanto, obliga a muchos de los ultraderechistas que están muy vinculados al director, al presidente y a un sector policial y militar que le apoyaba, entre ellos por ejemplo Juan León Cordón, a huir para no ser detenidos”, continúa Fonseca. 

El 3 de febrero de 1989 Paraguay se despierta con un cambio de régimen. El consuegro de Stroessner, el general Andrés Rodríguez dio un golpe de Estado con el que puso fin a uno de los gobiernos dictatoriales más largos del mundo —34 años, cinco meses y 19 días—. Tras su rendición lo llevaron a la residencia de su consuegro. Stroessner firmó su renuncia como presidente de Paraguay y se fue al exilio cerca de Sao Paulo (Brasil), acompañado por decenas de familiares y asesores. 

—Nosotros hemos hecho la investigación de Verdad y Justicia, tenemos la lista de los desaparecidos, los torturados, los asesinados. Incluso de los exiliados. Tenemos ocho volúmenes, con cerca de 20.000 entrevistados torturados, pero hay más —explica a El Salto Mario Melanio, presidente de la Comisión de Verdad y Justicia del Paraguay (CVJ).
—¿Hubo muchas personas procesadas en Paraguay por los delitos cometidos en el marco del régimen de Stroessner? —le preguntamos.
—Algún comisario, algún policía. Hasta ahora los hemos contado con los dedos de una mano prácticamente. Salieron, se callaron. En 2008 terminamos nuestra investigación y pedimos el castigo a los victimarios, la recuperación de los bienes mal habidos y la remuneración de las víctimas por parte de los familiares. Pero hasta ahora ningún gobierno quiso. Hubo una pequeña remuneración económica, pero para muy poca gente. Muchísimos se quedaron en el país calladitos porque no tenían problema por parte del Gobierno y otros se fueron a otros países, a Argentina, Chile o Centroamérica, como el ministro de Interior Montanaro. La mayoría de ellos se quedaron en el país, calladitos, escondiditos. 

La caída de Stroessner fue un jarro de agua fría para la comunidad de exiliados españoles de extrema derecha. Juan León Cordón se marchó a Argentina en la misma madrugada del golpe de Estado. “Esa madrugada tuve que huir a Argentina al enterarme de que venían a detenerme a mi casa”, explicaba a Fonseca en una entrevista incluida en su libro No te olvides de mi. Más adelante, León Cordón volvió a su Málaga natal, desde donde fundó Fuerza Nueva Andalucía, con sede en Sevilla y delegación en su tierra. En febrero de 2020 murió con 63 años de edad. 

Otros, como Juan Carlos Pinilla Ibáñez y Jesús Menargues, siguen su vida en Paraguay hasta el día de hoy. Pinilla consiguió en 2015 la nacionalidad paraguaya. Por su parte, Menargues volvió a España y en 1999 fue detenido en Madrid. Según informa El País, cumplió tan solo 12 meses de cárcel de los 14 años a los que había sido condenado y, a su vuelta a Paraguay, se hizo pasar por un expolicía de inteligencia, militar de élite y formador acreditado de vigilantes.

De Arturo Barea no se supo mucho más, pero una empresa creada en noviembre del 2000 en Panamá, Barea Village SA, tiene como presidente y director a una persona con su mismo nombre y apellidos. 

—Sí, ese fue un cliente que solicitó esa sociedad para llevar a cabo un negocio de importación de colonias y enlatados, todos productos españoles, pero una vez se le hizo la misma no supimos más de él, hasta ahora que usted me contacta. Tanto es así que el expediente físico debe estar en bodega o ya destruido —señala a El Salto Ricardo Obaldía, jurista panameño que abrió la sociedad.
—¿Y le suena si él vivía en Paraguay entonces?
—En Panamá no.
—No vivía en Panamá entonces, y no sabe si lo hacía en Paraguay, ¿no?
— Ni idea

Pero Hellín continuó en Asunción, con la protección del general Francisco Sánchez, que pasó a ocupar el cargo de jefe de la Policía paraguaya con el nuevo Gobierno provisional. Tras el golpe de Estado se muda al edificio Excelsior, en la calle Benjamín Constant 593, muy cerca de la sede de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones paraguaya y del Palacio López, la Moncloa paraguaya. 

La entrega de Hellín a España fue en septiembre de 1990, más de un año después de la publicación del reportaje en 'Interviú'

“Hellín decide continuar en Asunción porque sus contactos lo permiten y porque algunos de esos contactos escalan con el nuevo régimen, pero se da la circunstancia de que alguien de la embajada lo reconoce en una entrevista que se publica en un diario paraguayo sobre una feria de informática donde, con la tranquilidad que da sentirse absolutamente impune, se deja fotografiar y esa persona le reconoce. Es amigo del periodista José Luis Morales, que viaja a Asunción y comprueba que efectivamente es Emilio Hellín”, continúa Fonseca.

Emilio Hellín en Paraguay
Imagen de Emilio Hellín en Paraguay, como gerente de la empresa Computadoras y Accesorios. Imagen incluida en el reportaje "Solicitada la extradición de Hellín", publicado por Interviú en junio de 1989.


Pocos meses después de la caída de Stroessner, el periodista de Interviú José Luis Morales recibe el aviso de un amigo que trabaja en la embajada de España en Paraguay: había visto publicada en el diario Noticias una foto en la que aparecía Emilio Hellín. Hellín, que portaba un distintivo como gerente de la empresa Computadores y Accesorios, fue entrevistado con ocasión de una feria informática. El periodista viaja al país acompañado del fotógrafo Antonio Catalán, ambos ya fallecidos, y se apostaron cerca de la empresa informática de Hellín para intentar fotografiarlo, pero son detenidos por la policía paraguaya y encerrados en un calabozo durante diez horas, hasta que la embajada española intercedió por ellos. El viajes de Morales y Catalán da como fruto un primer reportaje con el título “Descubrimos en Paraguay al asesino de Yolanda González” y la petición de la extradición de Hellín a España.

Emilio Hellín - Interviú
Reportaje en el que la revista Interviú desvela el paradero de Emilio Hellín en Paraguay.


La versión de Hellín sobre cómo Interviú encontró su paradero es un poco distinta. En una entrevista concedida a ABC Color en el tiempo que pasó hasta que Paraguay dio curso positivo a la petición de extradición, Hellín afirma que en España fue contratado por los militares como ingeniero electrónico para instalar equipos de grabación con los que espiar posibles comunicaciones de ETA,  y también de UCD, y negó que hubieran matado a Yolanda, a la que afirma que entregaron a la policía. Que fueron los militares quienes organizaron su fuga de la cárcel de Alcalá de Henares:  “Empecé a escribirles cartas amenazándoles con que, si no cumplían lo pactado [su excarcelación], diría la verdad de lo ocurrido, quiénes estaban detrás de nosotros y a quién entregábamos la información que recabábamos”, afirma en la entrevista con el diario paraguayo. También acusó a Juan León Cordón de ser el ‘pyragué’ (chivato) que había delatado su presencia en Paraguay. Más tarde diría que fue Cristóbal Martín Romero, uno de los empresarios que conformaban la comunidad de simpatizantes de extrema derecha en Asunción.

“Él es detenido allí pero aún tardará más de un año en ser entregado.  Y, ¿qué es lo que ocurre también?, ¿qué es lo que juega en su contra? El nuevo régimen paraguayo está intentando lavarse la cara y está, por ejemplo, intentando que los reyes de España hagan una primera visita oficial. Se da la paradoja de que cuando Emilio Hellín monta en el avión que lo ha de trasladar a Madrid en ese mismo avión viaja un responsable del gobierno paraguayo que va a preparar la primera visita de los reyes al país”, relata Fonseca. “El nuevo gobierno del general Andrés Rodríguez comenzó a tener presión para detenerlo y extraditarlo, y como Rodríguez estaba exhibiendo un rostro democrático y no queriendo saber nada de personajes del pasado stronista, accedió a que fuera extraditado”, añade Farina. 

Hellín fue detenido en julio de 1989 en la frontera de Paraguay con Argentina, en un pueblo llamado Puerto Salcón al que su familia se había trasladado para contactar con él después de que este huyera a Argentina tras la publicación del reportaje de Interviú, a pesar de que aún contaba con el apoyo de amplios sectores de la policía paraguaya. Pasó ocho meses detenido en La Técnica, el lugar de torturas de la policía de Stroessner, e ingresó en la cárcel de Tacumbú el 17 de abril de 1990.

Entrevista a Hellín en Informe Semanal
Emilio Hellín junto a ministro de defensa de "la transición a la democracia" en Paraguay, Hugo Estigarribia. Imagen de la entrevista a Hellín publicada en el periódico paraguayo 'Informe Semanal' cuando se tramitaba su extradición.

La entrega de Hellín a España fue en septiembre de 1990, más de un año después de la publicación del reportaje en Interviú. Para ello, la Interpol envió una delegación policial dirigida por el jienense José Manuel Ledesma.

“Yo viví aquello intensamente”, recuerda Ledesma a El Salto. “Sabíamos quién estaba por allí, con quién se movía y con qué grupo de extrema derecha paraguaya se vinculaba, incluso algunas conexiones con la propia policía paraguaya, reminiscencia de la policía de Stroessner y del servicio de información”, continúa. Ledesma relata que el embajador de España en Paraguay y él decidieron que fuera la policía paraguaya la que se ocupara de Hellín y que lo metiera en prisión hasta que estuviera firmada la orden de extradición por parte del ministro de Justicia paraguayo. “El embajador estaba muy preocupado y dijo que hasta dentro de tres o cuatro días no apareciéramos por ahí, que nos quitáramos de en medio no fuera a ser que hicieran algo, que nos secuestrara a nosotros algún grupo de extrema derecha de aquí y quisieran canjear y tengamos aquí un lío de mil diablos”, explica el expolicía.

Él y sus compañeros se fueron a Iguazú hasta que el embajador les confirmó que la extradición ya estaba resuelta y el vuelo asignado. “Les dije que nos lo entregaran a pie de avión, no sea que el trayecto tuviéramos algún lío —continúa— y pusieron a varios militares repartidos por el trayecto al aeropuerto”.  “Nos lo dieron a pie de avión. En el avión nos sentamos y le dije: ‘Mira Emilio, podemos tener un viaje cómodo o un viaje muy desagradable. Si tú quieres, me das tu palabra de caballero de que te vas a portar bien, te quito las esposas, pedimos unos whiskies y esto está ya ventilado hasta que lleguemos a Madrid’. Me dijo que vale, que le quitara las esposas, me dio su palabra, nos tomamos unos whiskies y empezó a contarme su historia, de la que yo no hice mucho caso ni tampoco voy a contar, temas de espionaje y de información, yo estoy Interpol y no tengo nada que ver con los temas políticos”. 

—¿Crees que tuvo Hellín tuvo relación con los aparatos policiales de Stroessner? —le preguntamos a Ledesma.
—No lo sé a ciencia cierta, pero estoy convencido de que sí. Mantenía un estatus social alto y en ese país, y en aquella época más, las clases sociales estaban muy diferenciadas. La relación con los grupos de extrema derecha era evidente, pues es de lo que más nos avisaron ya que, al parecer, se habían juramentado que nunca se le extraditaría ni saldría de Paraguay, pero lo cierto es que nosotros no tuvimos ningún incidente. 

A su llegada a España fue juzgado también por quebrantamiento de condena, pero resultó absuelto porque este delito no estaba incluido en la orden de búsqueda y captura. Fue llevado a la prisión de Jaén, donde, cinco años después, el 17 de julio de 1995, fue clasificado en el tercer grado, volviendo a la cárcel solo para dormir. El año siguiente consiguió la libertad provisional, con ayuda de Ledesma, el policía de Interpol que le había traído de vuelta a España.

“Vino a visitarme, casualidad que yo soy de Jaén y no había otra cárcel en España donde ingresarlo nada más que la de Jaén II”, comenta Ledesma. Cuando Hellín le visitó, Ledesma estaba de excedencia en la policía y se dedicaba a la hostelería junto a su mujer. “Me habían nombrado presidente de los hosteleros de Jaén y salía de vez en cuando en prensa por cosas de hostelería. Él en la cárcel veía mi foto y sabía quién era, y el día que le dieron el primer permiso vino a verme al hotel, me tocó la espalda, yo miro para atrás y digo: ‘Coño, Emilio, ¿qué haces tú aquí?’. Y él me dice: ‘Quillo, he estado siguiendo tu vida desde la cárcel. Por cierto, ¿usted me haría un favor muy grande? Para que me den el tercer grado necesitaría una oferta de trabajo, ¿usted me la da?’. Y le dije que, bueno, si quería venir a trabajar, sí. Me dice que no va a venir, porque él es informático, pero le piden una oferta de trabajo. Se la hicimos y, evidentemente, no vino, y ya nunca más supe de él, he visto por televisión que otra vez ha tenido problemas con los servicios, eso le gusta mucho a él”. 

La extinción de condena de Emilio Hellín fue el 6 de julio de 2000, tras haberle sido abonados 3.483 días de redención de pena durante su estancia en prisión y otros 905 estando en libertad condicional. En total había pasado 15 años en la cárcel de los 43 a los que había sido condenado. 

Tras salir en libertad en 1996, la pista de Hellín se pierde hasta que, de nuevo, los medios de comunicación le sacan a la luz. Esta vez sería el periodista de El País José María Irujo, quien destapó que el ex militante de Fuerza Nueva trabajaba como especialista en la extracción de información de teléfonos móviles y que incluso es un afamado perito en  los tribunales. “Al trascender esto, se monta el consabido escándalo, pero se solventa tras unas pocas semanas de preguntas parlamentarias que realmente terminan en nada”, recuerda Fonseca. 

Era 2013 y en la cartera de Interior estaba Jorge Fernández Díaz, ahora bajo la lupa judicial por el caso de espionaje a Luis Bárcenas y que en esos años habría organizado la que se denomina como ‘Policía patriótica’.

Policía
Policías siniestros sin punto final

Viaje al origen de las llamadas cloacas del Estado, una mafia organizada en paralelo y desde dentro de la policía. De los torturadores de la Brigada Político Social y la guerra sucia contra el terrorismo al espionaje, los informes inventados y la intoxicación mediática.


El periodista de El País acudió a la sede de la empresa New Technology Forensics, ubicada en Carabanchel y especializada en peritaje criminal. Allí encontró a Emilio Hellín Moro con un nuevo nombre, Luis Enrique Hellín. El cambio de nombre lo habría realizado al salir de prisión en 1996. El ex militante de Fuerza Nueva se dedicaba a dar asesoría al Servicio de Criminalística de la Guardia Civil sobre nuevas tecnologías y formación a la Policía Nacional, al Ministerio de Defensa, la Ertzaintza y los Mossos d’Esquadra. Incluso era profesor en la Escuela de Policía de la Comunidad de Madrid. También hacía peritaje en investigaciones judiciales, como en la de los caso José Bretón o SGAE.

“Cuando nos enteramos de que estaba trabajando con el Ministerio fuimos a hablar los dos hermanos [de Yolanda] para decir que era un escándalo y nos dieron buenas palabras, pero no sé qué hicieron, no le pudimos seguir la pista”, afirma Benítez de Lugo. 

“Es verdad que Emilio Hellín ya ha cumplido su condena y pasa a ser una persona libre, pero que una persona que ha estado implicada en un asesinato que tuvo tanta repercusión en la Transición es como mínimo paradójico que termine trabajando para los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado”, añade Fonseca. “Se han puesto sus justificaciones de que no se sabía, pero me parece muy complicado que alguien como Emilio Hellín haya pasado desapercibido en ese sentido. ¿Por qué se le contrató? Pues yo supongo que habrá mantenido sus buenos contactos policiales, no le encuentro otra explicación”, concluye.

Actualmente, Emilio Hellín Moro se presenta en su perfil de Linkedin como Luis Helling, director de la empresa New Technology, que constituyó con Rebeca Rodríguez y para la que trabajaba también Jonathan Hellín Rodríguez, presumiblemente hijo de ambos y que fue perito forense en el caso contra el juez Salvador Alba, que habría conspirado contra la también juez Victoria Rosell para favorecer al exministro José Manuel Soria, según publica eldiario.es.

En el Registro Mercantil aparece a día de hoy como apoderado de la empresa Net Computer Forensics SL, ubicada en la calle Inglaterra, aunque antes también ocupó los cargos de socio, director comercial, director financiero, gerente, administrador único y liquidador de Net Computer Store SL, con sede en la calle Gaztambide 36 (Madrid), y de administrador único de Garcés-Servicopy, en calle Fernández de los Ríos.

Las cuentas de Net Computer Forensics SL, que tiene como actividad principal en el registro la reparación de ordenadores y equipos periféricos, no son boyantes. Las últimas presentadas, correspondientes al ejercicio 2019, contemplan unos ingresos anuales de 63.125 euros y unos beneficios de algo menos de 4.500 euros. En esas cuentas, que señalan que Net Computer Forensics tienen una sola persona empleada, y es mujer, confirma la dirección de su sede en la calle Inglaterra, cerca de San Isidro, en Madrid. Nos acercamos a la dirección consignada en las cuentas y, en lugar de la empresa de Hellín, se anuncia un negocio de comunicación llamado Studio Media Visual Storytelling. Cuando llamamos al telefonillo, una voz de hombre de entre 30 y 40 años nos informa de que hace años que Net Computer Forensics ya no está allí y que cuando comenzaron a ocupar el local este estaba lleno de papeles de la empresa de Hellín, y los tiraron todos.

Tras el intento de visita, llamamos al número de teléfono que aparece en las cuentas de la empresa y preguntamos por Luis Enrique Hellín. “Él está de vacaciones, supongo que hasta mediados de septiembre”, responde una voz, también de hombre, pero de al menos 60 años. Cuando le preguntamos por la ubicación actual de la empresa responde que no lo sabe exactamente, “como ellos están teletrabajando ahora no tiene ninguna ubicación así fija”. Desde entonces, a cada llamada salta el contestador del teléfono.

Emilio Hellín Moro, ahora renombrado como Luis Enrique Hellín, tiene actualmente 73 años. Parece que sigue trabajando en tecnología, pero hace ya varios años que ha vuelto a ser invisible.

[Actualización 19/01/2020] Según publica Voz Populi, el bufete de abogados que representa a Cristina Cifuentes en su juicio por la falsificación de su máster ha recurrido dos veces a Hellín como perito para la defensa de la ex presidenta de la Comunidad de Madrid.


'On the run from the past'
Este reportaje forma parte del proyecto 'On the run from the past', del que forman parte los medios El Salto, StreetPress y Centro di Giornalismo Permanente. Esta iniciativa está cofinanciada por la Comisión Europea en el marco del proyecto piloto Stars4Media.
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#74794
21/11/2020 1:29

El 3 de febrero de 1989 el General Alfredo Stroessner fue derrocado por su consuegro el General Andrés Rodriguez y por eso el Paraguay sigue siendo una republica bananera y ahora el presidente de la republica hijo del que fue secretario de Stroessner y sobrino nieto del Coronel Leopoldo Popol Perrier .

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#74793
21/11/2020 1:23

¿ PORQUE A LA DERECHA SE LE LLENABA LA BOCA HABLANDO DEL GAL Y SE OLVIDA SIEMPRE DEL BATALLÓN VASCO ESPAÑOL ?.

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#75253
26/11/2020 17:43

La derecha española siempre llega tarde a todo.

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#73074
31/10/2020 10:31

En el Paraguay de Stroessner no dejaban entrar al poeta Augusto Roa Bastos pero si dejaban entrar a terroristas de extrema derecha europeos a narcotraficantes y a criminales de guerra nazis.

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#73073
31/10/2020 10:28

Estos terroristas de ideología facha encontraron refugio en Sudamérica como tambien la encontró el
criminal de guerra nazi el doctor Josef Mengele.

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#70456
21/9/2020 13:58

Vaya tela, ni que Nicaragua hubiese sido gobernada por Felipe González...

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