Opinión
Unidas por Extremadura: hundidos y salvados

Han pasado más de tres meses y la decisión política no ha sido explicada ni debatida en términos políticos. Sin embargo, el asunto, despojado del posible calor del momento y del bodevil mediático que se suele despertar ante este tipo de situaciones y que parece que ya ha sido evitado, merece ahora cuanto menos un análisis del que sacar algún aprendizaje.bDe momento, podemos aventurar cuatro primeras posibilidades explicatorias para el análisis, que no necesariamente son excluyentes y que podrían argumentar la decisión de expulsión:
1. En primer lugar, podríamos concluir que dicha expulsión es como diría el filósofo Byung-Chul Han una “expulsión de lo distinto”, esto es, que en términos ideológicos, de proyecto y de políticas concretas, el partido verde extremeño, representaba para sus socios un “otro” político inasumible. De ahí se derivaría que, a pesar de los discursos bienintencionados de Podemos, IU o Extremeños, la ecología política y la defensa de los derechos de los animales de Equo serían un referente político no homogeneizable a sus propios estándares u objetivos, con el que serían incapaces no sólo de trazar alianzas sino de simplemente conservar las ya acordadas.
A pesar de los discursos bienintencionados de Podemos, IU o Extremeños, la ecología política y la defensa de los derechos de los animales de Equo serían un referente político no homogeneizable a sus propios estándares u objetivos
2. Otra posible explicación tendría un carácter menos ideológico en sentido estricto y más estratégico. Esta explicación coincidiría con la argumentación dada por Podemos, IU y Extremeños que explicarían la motivación para la expulsión en el hecho de que el partido Equo a nivel federal y de cara a las elecciones generales acudiera en coalición con Más País en lugar de con Unidas Podemos. Esta argumentación cojea en coherencia teniendo en cuenta que Equo no presentó candidatura a las elecciones generales en Extremadura precisamente como símbolo de su alianza autonómica o que las candidaturas municipales no hayan expulsado a Equo de sus coaliciones siguiendo la misma lógica y argumentación, pero no es descartable: la coherencia no es un requisito de la realpolitik.
Equo no presentó candidatura en las elecciones generales en Extremadura como símbolo de su alianza autonómica
3. La tercera posibilidad radicaría en una cuestión de recursos económicos. La expulsión de Equo Extremadura supone a la postre, un puesto de trabajo más en la Asamblea de Extremadura para un liberado de Podemos y un incremento en la asignación correspondiente a cada organización en función de la asignación parlamentaria. Si a esto sumamos que las aportaciones económicas realizadas a la campaña electoral autonómica en la que de los cuatro socios los únicos que aportaron dinero fueron Podemos y Equo y que tras la expulsión no han sido abonadas a la organización expulsada, tenemos, como diría algún avezado detective de novela negra, otro móvil para el crimen. Este puede parecer muy espurio, pero hasta los ecologistas de Equo entenderán perfectamente que en tiempos de escasez asistimos a una lucha despiadada por los recursos en todos los ámbitos.
La expulsión de Equo Extremadura supone a la postre, un puesto de trabajo más en la Asamblea de Extremadura para un liberado de Podemos y un incremento en la asignación correspondiente a cada organización
4. También podría ser que la cuestión sea táctica a nivel de lucha de partidos y que la expulsión es un intento de eliminación de un posible adversario político presente o futuro, una vez obtenida ya su aportación en forma de votos, marca, discurso, recursos económicos o lo que se estime. En esta explicación, el único inconveniente radica en que la expulsión podría colocar al expulsado precisamente ante una nueva oportunidad política e incluso ante nuevas alianzas. Aunque una alianza futura de Equo con Más País en Extremadura supondría, como sucedía en los juicios del Gulag, la confirmación del crimen original que aducían los perpetradores de la expulsión. De ese modo, la “verdad” del motivo original se convertiría en profecía autocumplida y la moralidad del acto quedaría justificada. El escritor checo Milan Kundera podría explicarlo con mejor talento y humor.
Quizás el lector, y sobre todo el lector político, pueda encontrar además otras explicaciones. Lo que no hay duda es que la expulsión se ha producido de facto precisamente porque Podemos puede (y ha querido). Siempre he pensado que se ha prestado poca atención al nominalismo de la formación y su afirmación identitaria. Esto puede parecer baladí, pero hay que entender que Equo era el único socio de la coalición con la posibilidad de ser expulsado y no expulsar, último motor inmóvil de un objeto político todavía no identificado: Unidas por Extremadura.
Lo que no hay duda es que la expulsión se ha producido de facto precisamente porque Podemos puede (y ha querido)
Sin embargo, lo verdaderamente interesante no son sólo las posibles explicaciones que pudieron motivar o todavía motivan dicha expulsión sino la ausencia de responsabilidades presentes o futuras ante la decisión, y la ausencia de un debate público sobre estas decisiones. Debemos tener en consideración que no ha habido explicación pública de una decisión que, evitado el bodevil mediático ya bastante saturado con Madrid y Andalucía, merece al menos un cierto debate. Un cierto silencio puede ser prudente, incluso políticamente necesario pero un silencio absoluto podría dar la impresión de que nada ha sucedido o de que nada importa de lo que sucede, cayendo en una identificación absoluta tan de nuestro tiempo entre el ser y el deber ser, como si no hubiera habido e incluso no hubiera alternativa: la tiranía del statu quo, o en otras palabras, es lo que hay y no se puede hacer nada. La nueva ética del sálvese quien pueda.
Debemos tener en consideración que no ha habido explicación pública de una decisión que, evitado el bodevil mediático ya bastante saturado con Madrid y Andalucía, merece al menos un cierto debate
Y me refiero con ello, por ejemplo, a un análisis de las consecuencias políticas de la ruptura de un acuerdo establecido, del mensaje lanzado al exiguo tejido social y activista de la región, de la pregunta en torno a si esto supone una mayor inclusión de personas al proyecto Unidas por Extremadura o, por el contrario, permite una mayor huida del mismo. Un debate en torno a la responsabilidad y, en concreto, en torno a la carnalidad de la misma, o, dicho de otro modo, en torno a quién o quiénes se hacen o se harán responsables de estas consecuencias. ¿Son los dirigentes de Podemos, IU y Extremeños en nuestra región conscientes del alcance de la decisión que tomaron? ¿Han reflexionado sobre las implicaciones para las posibilidades de alternativa política de esta región que van más allá de lo meramente institucional? ¿Es ésta una decisión política que mejora las condiciones de posibilidad del proyecto Unidas por Extremadura? ¿Y quién o quiénes se harán responsables de los próximos resultados electorales autonómicos y municipales de Unidas por Extremadura o lo que quede de dicho proyecto? ¿Irene de Miguel, Joaquín Macías, Lorena Rodríguez? ¿Y qué opinan los votantes que votaron a un Unidas por Extremadura que incluía a un socio que ya no está? ¿Han cerrado filas en torno a sus organizaciones de referencia (Podemos, IU o Extremeños) y aquí no ha pasado nada? ¿Y los votantes de Equo Extremadura: han sido sus votos robados? Sabemos que en Equo Extremadura ya han elegido nuevos co-portavoces, órganos de coordinación y nueva hoja de ruta.
¿Y quién o quiénes se harán responsables de los próximos resultados electorales autonómicos y municipales de Unidas por Extremadura o lo que quede de dicho proyecto?
En el trasfondo, nuestra pequeña encarnación regional, quizás no sea más que otro ejemplo del capitalismo político de clanes instaurado en los últimos tiempos en esa izquierda definida o indefinida que sigue peleando hacia dentro sus incapacidades para transformar la realidad hacia fuera. Una muestra de que el extractivismo de personas, organizaciones y recursos de todo tipo se hace presente incluso en aquellos que en sus discursos dicen combatirlo. Quizás el problema está precisamente ahí, en demasiada hegemonía y contrahegemonía del discurso, en demasiado Gramsci y Lacan, en demasiada foto, vídeo y pose en redes sociales cuando, al final, debemos regresar al simple e imperterrito por sus hechos los conoceréis.
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