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Fotografía
Olatz Vázquez: “Lloro fotografías”
La fotógrafa y periodista denuncia “paternalismo” en la sanidad pública, un paternalismo que le llevó a una tardía detección de un cáncer gástrico.
Tras más de un año de negligente falta de respuesta médica, un cáncer gástrico detiene en junio la rutina de Olatz Vázquez (Bilbao, 1994). Hoy, terminado el ciclo de una violenta quimioterapia, se autorretrata a diario: forma parte de su terapia. Cuando era niña corría por el jardín de la casa de su aitite en Sopela, con Nela, una perra de su tía. Ahora ha formado una nueva familia de batas blancas en el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona. Todo ha cambiado.
Periodismo y fotografía. Contar historias. ¿Qué tienes que decir?
He dejado de contarlas a través del periodismo. Mi proyecto ahora es contar a la gente, con la fotografía, cómo es vivir con un cáncer gástrico y una quimioterapia agresiva desde la perspectiva de una mujer de 26 años. Normalizar esta situación.
Tus fotografías rezuman fragilidad, tristeza. Desde siempre.
La fotografía para mí es terapéutica. Volcar mis inseguridades, mis problemas del día a día, mis miedos. Siempre digo que lloro fotografías. Por eso son tan crudas.
¿Y respecto al oficio del periodismo?
Me he desencantado de la que fue mi vocación. De vocación no se vive. No te quejes, te dicen, porque estás cubriendo durante doce horas seguidas las elecciones de Estados Unidos. Usan la vocación para recortar en derechos, para precarizar la profesión. Y he decidido alejarme del periodismo: quería ser corresponsal de guerra y ahora no se paga ni como para poder vivir en el país más empobrecido. Quiero dedicarme exclusivamente a la fotografía.
De repente, en junio de 2020, el cáncer.
Total y absolutamente de repente.
Jamás lo hubieras pensado.
No me lo creía. En el momento en el que me lo dicen contesté: “Me estás vacilando”. Es un cáncer que afecta más a hombres y en mi familia nunca ha habido, ni siquiera había oído la palabra en un contexto cercano.
“Siento un dolor enorme porque mi vida se ha paralizado”
Y abres un melón: el cáncer en la juventud acarrea ser una posible víctima de un diagnóstico tardío.
Sí. En mi caso hay dos factores que me llevan a un diagnóstico tan tardío: ser joven y ser mujer. No hay pruebas rutinarias para esta franja de edad, entonces no hay detección precoz. Los protocolos se basan en estadísticas y eso me jugó una mala pasada. “Quién se iba a imaginar, Olatz, que en tu caso fuera un cáncer”, me dijo mi primera oncóloga. La mierda me la como yo, ignorada durante meses.
¿Por qué crees que pasó?
Paternalismo machista. Lo he concluído tras exponer mi caso. Me han llegado muchísimos mensajes de mujeres jóvenes a las que les había pasado exactamente lo mismo. Porque era una histérica, una dramática o estaba exagerando. Que si el estrés. Que si eran los ovarios o las hormonas. Yo no soy gilipollas: sé diferenciar un dolor de estómago de un dolor menstrual.
Pero finalmente, aunque tarde, llega el diagnóstico.
Hasta el final hubo paternalismo. Me hacen un TAC con contraste la semana anterior. Ahí me diagnosticaron una enfermedad pélvica derivada de una enfermedad de transmisión sexual. El médico me aparta de mi madre y me pregunta si he tenido relaciones sexuales de riesgo. Contesto que no. Tengo que justificarlo y no me cree. Me deriva, de urgencia, a la ginecóloga, que efectivamente corrobora que no. Le miré y le dije: “Ya lo sé”. Pero pensé: “Como no haya bajado el Espíritu Santo”. El momento en el que no me creen es uno de los más duros.
Y además el coronavirus.
En marzo lo puedo entender. La pandemia llegó y son momentos de incertidumbre. Pero en octubre ya no hay justificación para seguir desplazando a pacientes con otras dolencias que no sean coronavirus.
¿Qué es la espera para ti?
Aprendes a vivir con la incertidumbre. Llevo fatal esto de esperar. No hay plazos. Intento estar en el presente. No mirar relojes ni calendarios. No sé en qué día vivo. [Ríe]
Háblame del dolor.
Siento mucho dolor. Un dolor emocional muy potente, también muy inspirador para mí. Es sano exponerlo. Se me critica por solamente transmitir dolor. Lo siento, no encuentro nada positivo en padecer un cáncer. Vivir el cáncer es una puta mierda. Siento un dolor enorme porque mi vida se ha paralizado. No trabajo, no puedo ir al monte, porque me canso, no puedo comer lo que me gusta. No estamos familiarizados con ello. Sé que es difícil entrar en Instagram un lunes por la mañana y ver a esta tía llorando. Pero es la realidad. Ah, y soy muy feliz aunque haya tanto dolor.
¿Dónde quieres estar mañana?
Curada y trabajando. Echo de menos la rutina. La rutina es vida. Ojalá pueda volver a la Olatz de hace un año: vida, energía, rutina.
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Mucha fuerza y ánimos!!
Gracias por las fotografías, con ellas sacas a las personas de las estadísticas y les das la relevancia merecida.
Estoy de acuerdo contigo en el trato paternalista. Y bueno. Un abrazo enorme y tira para adelante. Se necesitan muchas como tú. Musuak
Todo mi cariño y solidaridad.
Relatar aquí mi pesadilla con la comunidad médica y los servicios sanitarios públicos me parece de mal gusto.
La tercera causa de mortalidad en población general en países desarrollados es la negligencia médica, en EEUU la segunda. Las cifras de EEUU son precisas puesto que allí está socialmente asumido que el mundo se divide entre fracasados y triunfadores de modo que estas cifras no generan escándalo, el sentimiento de infertilidad del pobre es paralizante. En Europa las cifras son estimaciones estadísticas pero se asume que son verosímiles. La OMS lleva muchos años suplicando a la comunidad médica que deje de ocultar sus errores. Dice, "mientras en el ejercicio ordinario de la profesión el método científico funciona razonablemente, cuando se comete un error o una negligencia, éste se interrumpe, el error no se comunica de modo que se reproduce sin solución".
Andreas Fernández representa un ejemplo paradigmático de la impunidad más absoluta de la que no se habla o se hace en medios como El Salto. En algún momento, como sociedad, tendremos que abordar este grave problema, estrechamente ligado al sentimiento de superioridad moral del colectivo, del que ya nos hablaban Tolstói y nuestro Manuel Vázquez Montalbán.
Un abrazo.
Hola Olatz, buenas tardes. Es por la tarde y me encuentro con tu fotografía-lágrima, me parece preciosa, bella y claro muy triste.
En estos días hay mucha tristeza por ahí y es muy fácil que se encuentren y se entrecrucen, creando un nudo, es lo que acaba de pasar. Quisiera que te llegara algo de la fuerza que necesitas en estos momentos. Todas responden a lo mismo aunque tengan distinto origen, bueno que sepas que no estás sola. Ánimo
Desgraciadamente este no es un caso excepcional; yo tengo una hija muerta en el año 2008, consecuencia de estas mismas negligencias intolerables e injustificadas.
Y entonces no había Covid para poner de excusa, porque eso es lo que es, una excusa que no tiene cabida en "la mejor sanidad del mundo".
El problema es estructural y, como tal, no se resolverá desde dentro.