Fronteras
Un sistema de acogida a la deriva

Falta de personal, desorganización e instalaciones miserables son las dificultades para socorrer a las personas migrantes en Motril.

Refugiados en Motril
Personas solicitantes de asilo llegan a la playa de Motril. Carlos Gil
6 ago 2018 12:10

Miguel recuerda con nitidez la imagen de aquellas primeras pateras que llegaron a las costas de Motril. Eran barcazas de madera, nada que ver con esos sucedáneos neumáticos de hoy. Aquellos viejos cascarones astillados encallaban directamente en las playas y eran los propios vecinos quienes se tiraban a la orilla a socorrerlos, cargados con mantas.

Intentaban, como podían, ofrecer algo de calor a esas decenas de almas desorientadas que, después de atravesar 90 millas a la deriva, de vencer la llamada tramposa del mar, no sabían si habían llegado al paraíso o a un nuevo purgatorio.

“Eran personas absolutamente desvalidas, venían con lo puesto y algunos dírham como mucho. La policía no sabía ni cómo atenderlas, los consideraban delincuentes convencionales”, cuenta Miguel Salinas, hoy miembro de la ONG Motril Acoge.

Entre su recuerdo y las imágenes de los últimos rescates en el Mar de Alborán han pasado 20 años. Entonces, a finales de los años 90, arribaba a la costa de Granada una patera cada tres meses. Ahora, solo en lo que llevamos de año han sido atendidas en el puerto de Motril más de 3.000 personas —entre ellas 373 mujeres y 404 niños—, la mayoría de origen subsahariano. Es el doble de las registradas en 2017. Y todavía las autoridades siguen sin saber cómo darles una acogida digna.

Obviamente, ya no se les atiende en la playa con cuatro mantas. Existe un dispositivo de emergencia con personal cualificado, pero los recursos siguen siendo insuficientes. Falta personal, faltan protocolos y, sobre todo, faltan espacios donde dar cobijo a los migrantes o, al menos, espacios menos miserables que los de ahora.

El aumento de llegadas este verano —algo previsible, después de que Libia bloqueara el acceso a la ruta por mar a Italia— vuelve a transmitir la imagen de un puerto superado por las circunstancias, cuando en realidad solo pone en evidencia un sistema de acogida que de por sí ya era precario e improvisado.

Lo llaman oleada, avalancha, desbordamiento… cuando en realidad quieren decir mala gestión

“Llevamos 20 años viendo cómo las personas llegan a nuestras costas, no es un fenómeno nuevo. La sensación de desbordamiento o falta de recursos tiene más que ver con una falta de voluntad política”, indica Francisco Fernández, delegado de la ONG APDHA en Granada.

Lo llaman oleada, avalancha, desbordamiento… cuando en realidad quieren decir mala gestión.

Del mar al calabozo

Desde el comienzo del verano, ocurre casi todas las semanas. Salvamento Marítimo recibe un aviso y pone en alerta a los equipos de respuesta inmediata (ERIE) de Cruz Roja. Lo integran unas 15 personas, entre enfermeros, trabajadores sociales y personal de logística. A ellos se suman unos 60 voluntarios. Una vez que el buque llega a puerto con los rescatados, todo se mueve como un solo organismo vivo.

Desembarcan en grupos de diez. Mujeres y niños primero. Se les da comida, bebida, ropa seca. Se atiende a los heridos: cortes en los pies descalzos, mareos, hipotermias, quemaduras. Se les coloca una pulsera. Roja o verde, según el nivel de gravedad. Se les pregunta nombre, edad, origen. Si se detecta una nueva patera, el mecanismo vuelve a empezar.

Los servicios de Cruz Roja son los primeros en recibir a los migrantes en suelo español. De ellos depende lo más difícil: conseguir que estas personas se sientan a salvo. Llevan tres años viendo cómo se duplica el número de personas que llegan a Motril, por eso este verano han pedido voluntarios de otras ciudades. Aun así, se manejan bien. En cuanto llega el barco, organizan filas, entregan mantas, dan las primeras palabras de consuelo.

Hasta aquí, la imagen que solemos ver en las noticias. El problema viene después. Allí no llegan las cámaras ni los periodistas. Empieza en una nave blanca y con ventanas ciegas ubicada en el mismo puerto.

Es el Centro de Atención Temporal de Extranjeros (CATE). Un lugar de reclusión donde los migrantes —hombres, mujeres, bebés, niños no acompañados— permanecen encerrados durante sus primeras 72 horas en España. El plazo que, según marca la ley, deben estar bajo custodia policial a la espera de saber si son o no deportados. Una cárcel para migrantes, con sus barrotes y todo, donde se les recluye aún con el agua y el miedo pegado al cuerpo.

“Presenciar a madres con bebés en calabozos, a menores no acompañados encerrados en celdas, a hombres durmiendo en el suelo nos debería sonrojar”, denunció en febrero el Defensor del Pueblo en referencia al CATE de Motril.

Ya en 2014, había advertido de que este centro no reunía las condiciones mínimas. Ahora en 2018, el Defensor del Pueblo, Francisco Fernández Marugán, pide expresamente que se cierre. Porque, si bien es cierto que estas personas han cruzado la frontera de manera irregular, lo han hecho en condiciones de dureza extrema, jugándose la vida. Privarles de libertad, hacinarles en celdas donde ni siquiera llega la luz del sol no parece lo más humanitario.

“La primera acogida de migrantes en Motril es insostenible, no hay infraestructuras ni recursos. Lo que llaman centro de primera acogida es en realidad un centro de detención masiva”, critica Maribel Mora, senadora de Podemos, después de visitar las instalaciones.

Lo define como “un calabozo infecto e indigno”, con suelos cubiertos de colchonetas, sin espacio para caminar, duchas sin puertas que dejan las celdas anegadas de agua. Desde luego, un lugar más parecido al purgatorio que al paraíso.

Con ella coinciden el Comité Español de Ayuda al Refugiado (CEAR), Human Rights Watch y los propios sindicatos de policía. El SUP lleva años quejándose de la falta de personal y la terrible situación del CATE: problemas de plomería, temperaturas gélidas en invierno, mosquitos en verano, hedor por falta de ventilación. “Carece de las mínimas condiciones de salubridad tanto para los compañeros que allí prestan servicio como para los propios inmigrantes”, asegura el sindicato policial.

En medio de este panorama, los migrantes también reciben asistencia legal. Hasta hace muy poco, las visitas con los abogados se hacían de manera colectiva. “Metían a 15 o 20 migrantes en una misma habitación, el abogado daba una charla y punto”, explica Eduardo Torres, decano del Colegio de Abogados de Granada. “Así no se hacen las cosas. Nuestra obligación es hacer entrevistas individuales, secretas y tranquilas”.

Ahora los abogados han conseguido que les permitan reunirse uno por uno, pero disponen de una sola habitación para hacerlo. Cuando se juntan 120 o 150 personas en un mismo desembarco, la atención se complica. Faltan el tiempo y la tranquilidad para identificar, por ejemplo, a posibles solicitantes de asilo, a menores, a víctimas de trata. Al final, casi todos los casos se resuelven con órdenes de expulsión. Hay razones suficientes para que este Centro de Atención Temporal de Motril no exista y aun así, sigue acogiendo a decenas, centenares de personas. A veces hasta 160 en un mismo día. A pesar de que solo tiene capacidad para 80.

Abandonados a su suerte

Hay días que hasta el CATE llega a su límite. Entonces toca improvisar. Este año las autoridades ya han tenido que recurrir varias veces a pabellones deportivos, e incluso a un espacio que normalmente se usa para actividades culturales, para alojar a los rescatados en las pateras. Se limitan a buscar meros “contenedores de personas”, sin estudiar primero si están o no correctamente acondicionados.
“Todo es muy improvisado, a base de prueba y error. No hay un protocolo riguroso sobre cómo actuar”, señala Miguel Salinas, de Motril Acoge. Por esa misma razón, a veces tampoco hay intérpretes suficientes y son los voluntarios de las ONG quienes tienen que prestarse a traducir.

Una vez pasadas las primeras 72 horas, aquellos que no han sido deportados de manera inmediata son conducidos a un Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) —otro centro de reclusión más—, como el de Aluche en Madrid. Si ya están llenos, la policía deja entonces a los migrantes en manos de las ONG, que los alojan temporalmente en sus centros de acogida o en habitaciones concertadas con hostales de la ciudad.

A partir de ese momento son oficialmente inmigrantes irregulares. Son “libres”, pero siguen teniendo una orden de expulsión en la mano. No pueden trabajar, ni alquilar una vivienda, entran a formar parte de esa enorme bolsa de personas que sobrevive en la clandestinidad. Por eso la mayoría prefiere continuar su viaje, ir a Madrid, a Barcelona, a París. Ciudades donde les esperan amigos y familiares.
Cruz Roja les ayuda a ponerse en contacto con ellos y a comprar los billetes de tren o autobús. Sin embargo, demasiadas veces ha ocurrido que cuando llegan a la estación de destino nadie les espera. Vuelven a estar solos, se les pierde la pista.

Un ejemplo de ese abandono ocurrió en Granada el 16 de diciembre de 2017. “Encontramos a un grupo de 30 o 40 personas de origen subsahariano en la estación de autobuses. Decían que la policía los había montado en un autobús en Motril. Cuando llegaron no sabían ni dónde estaban”, explica Miguel García. Él fue uno de los muchos vecinos de Granada que, desinteresadamente, se movilizaron aquel día para ayudarles.

El suceso volvió a repetirse el 30 de mayo de este año. En esa ocasión la policía dejó en la calle a 54 personas, pero para entonces esta red informal de ciudadanos ya estaba preparada. “En media hora estábamos esperándoles. Médicos del Mundo les facilitó atención médica. Una parroquia y una mezquita se ofrecieron a acogerles. Nos organizamos para facilitarles comida, traducción, acompañamiento, para contactar con sus familiares. Dos personas solicitaron protección internacional”.

Tras esta experiencia, Ayuntamiento, vecinos y organizaciones han elaborado un protocolo para saber cómo actuar ante una emergencia como esta. Lo hacen por humanidad, pero dejan claro que la responsabilidad no es suya.

“Esto es una salida de emergencia ante una situación sobrevenida, los responsables son la Subdelegación del Gobierno y la Junta de Andalucía”, insiste Pablo Simón, de Médicos del Mundo. Según ellos, se trata de una “ausencia de previsión deliberada” para que, una vez salgan del puerto, los migrantes simplemente se evaporen, para que desaparezcan como grupo, para que se vuelvan invisibles.

Infractores antes que víctimas

“Tenemos un problema para poder acoger a toda la gente que llega”, reconoce Gerardo Esteva, presidente de Cruz Roja Granada. “Esto no es un tema puntual, esto va a seguir siendo así. Hace falta un planteamiento o vamos a estar improvisando siempre”.

Es la crítica unánime en Motril, donde hoy siguen pidiendo infraestructuras, medios humanos, pero también un organismo de coordinación entre las administraciones local, autonómica y nacional. Un verdadero modelo de acogida que ahora mismo no existe.

Y para eso hace falta voluntad política. “Esto no se gestiona mejor porque no interesa. No hay intención de considerar a las personas recién llegadas como personas con derechos, que merecen una atención del Estado”, denuncia Natalia García, secretaria general de APDHA. Ésta y otras ONG exigen soluciones más a medio plazo. “A la hora de hablar de migraciones tenemos primero que entender por qué vienen así. Si hubiera vías legales y seguras no vendrían en esas embarcaciones tan peligrosas y no estarían falleciendo tantas personas en el camino”, insiste García.

Hasta ahora, la única solución planteada por el Gobierno ha sido abrir otro Centro de Atención Temporal de Extranjeros en unas viejas instalaciones militares de Motril, un edificio del Ejército del Aire llamado EVA-9.

El proyecto, de momento, está parado gracias al rechazo de los propios vecinos y del Ayuntamiento de Motril que votó en pleno denegar la licencia de obras al Ministerio de Interior. “Da igual si les llaman CIE o CATE, son comisarías racistas. Centros de detención de migrantes que no han cometido ningún delito, solo una falta administrativa. No les pueden meter en un calabozo por eso”, defiende Francisco Fernández de APDHA.

En términos parecidos se ha expresado el Defensor del Pueblo: “La llegada irregular a nuestras costas no se va a resolver exclusivamente desde una perspectiva militar o policial (…). España, en atención a su situación geográfica y a su condición de parte del ‘mundo deseado’, debe estar preparada para poder realizar una acogida en condiciones dignas”.

Veinte años después de la llegada de las primeras pateras a Motril, seguimos como entonces, viendo a estas personas como infractoras. Ignorando todos esos años de viaje exhausto, todos los abusos y maltratos. Evitando pensar en esas 292 vidas que se han hundido este año justo ahí, en la parte de mar que nos toca.

Veinte años después, seguimos siendo ese Estado esquizofrénico que lo mismo les salva de la muerte, que luego les encierra y abandona.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Fronteras
Fronteras ‘Desert dumps’: cuando Europa paga el abandono de migrantes en el desierto
La UE lleva décadas financiando a estados como Senegal, Mauritania o Túnez para que contengan el tránsito migratorio a través de todo tipo de prácticas atroces e ilegales.
Análisis
Análisis Trump no ha inventado nada o ¿qué hacemos frente al mundo-frontera?
Así opera la frontera: deshumaniza a las personas migrantes, abre así las puertas a una deshumanización que acaba despojando de dignidad a cualquiera que se considere problemático o sobrante.
República del Sudán
Externalización de fronteras Refugiados sudaneses en Níger: una tragedia humanitaria en el corazón del desierto
En Agadez, en un campo de refugiados alejado de toda población, cientos de personas refugiadas, en su mayoría provenientes de Sudán, esperan poder avanzar durante meses y años, en condiciones indignas.
CRTVG - Corporación Radio y Televisión de Galicia
Medios públicos A TVG, condenada a rectificar por difundir unha información falsa sobre o BNG
A xustiza condena tamén ao director do ente público, Alfonso Sánchez Izquierdo, pola nova onde se afirmaba erradamente que o BNG non enviara representantes a un evento organizado pola Xunta e mais a Fundación Castelao para dar inicio ao Ano Castelao.
Gobierno de coalición
Gobierno de coalición El PSOE da muestras de cansancio con Yolanda Díaz
Tanto en Moncloa como en Ferraz la opinión sobre la gestión política de la vicepresidenta está en mínimos. Sin criticar su labor en Trabajo, la tropa de Sánchez ya anhela un socio que impulse la unidad a su izquierda con la mira puesta en el 2027.
Palestina
Palestina Israel prohíbe regresar a los 40.000 palestinos desplazados en el norte de Cisjordania
El ejército de Israel desplaza a miles de sus casas en campos de refugiados en diferentes ciudades de Cisjordania ocupada. Mientras, Israel presiona para no llegar a una segunda fase de alto el fuego.
Turismo
Turismo depredador Poca agua, mucho turismo: la crisis hídrica amenaza las islas Eolias en Italia
Las islas italianas del Mediterráneo están acusando especialmente las consecuencias de la turistificación, pero también de una crisis hídrica sin precedentes provocada por el cambio climático. Es el caso de las islas Eolias, en el norte de Sicilia.
Palestina
Palestina Illan Pappé: “No esperaba esta magnitud de indiferencia europea ante lo que está sucediendo en Palestina”
El historiador de origen israelí no se ha sorprendido la violencia cometida por Hamás en octubre de 2023 ni de la reacción de Israel o el apoyo a Estados Unidos, pero sí de cómo ha abordado la cuestión la sociedad europea.
Argentina
Argentina Gauchito Gil, uno de los nuestros hace milagros
En enero, más de 620.000 personas llegaron a Mercedes, una localidad de la provincia de Corrientes, en Argentina. Caminando, de rodillas, a caballo, para agradecer y hacer promesas a un santo popular: el Gauchito Gil.

Últimas

Economía
Economía A Xunta de Rueda privatiza outra das residencias de maiores financiada por Amancio Ortega
Tanto esta residencia como a de Pontevedra, cuxa xestión tamén está en proceso de licitación, serán as próximas en abrir tras a entrada en funcionamento das de Santiago de Compostela e Lugo, que xa operan baixo o mesmo modelo.
Feminismos
En primeira persoa Relato dunha furgoneta roubada e un embarazo que perdemos
Temos que saber que para ter a liberdade de sentir sen morrer sepultadas no propio silencio é necesario que sexan habilitados, considerados e acompañados todos os xeitos, todas as dores, todas as dúbidas e todos os laios en tódolos ámbitos da vida.
Editorial
Editorial O Salto deixa de publicar en X
A asemblea deste proxecto informativo decidiu conxelar as súas publicacións na rede social propiedade de Elon Musk.
Oriente Próximo
Oriente próximo Abdullah Öcalan llama a deponer las armas para lograr la plena democracia para el pueblo kurdo
El líder del Partido de los Trabajadores de Kurdistán llama a la disolución de la organización. Ankara dice que “estudiará” la situación, que también influye sobre Siria, Irán, Iraq y la situación en los países de Oriente Próximo.
Más noticias
Macrogranjas
Maltrato animal Una investigación revela una nueva “masacre” en una granja de pollos que salpica a Mercadona
En España, la granja investigada comercializa el producto ‘Cuartos traseros de pollo’ en la cadena de Juan Roig y está certificada con el sello catalán Welfair de bienestar animal, según denuncia el colectivo ARDE que ha realizado la investigación.
Opinión
Opinión De Errejón a Monedero: reflexiones sobre el ciclo del desasosiego
¿Qué pasa cuando quien abusa ha sido o es tu compañero de filas, tu colega, alguien que se consideraba feminista, y no una caricatura facha o un incel de manual? ¿Cómo manejamos la complejidad?
Ley de dependencia
Derechos sociales Reclaman más financiación para la ley de dependencia ante el nuevo anteproyecto
Bustinduy garantiza como universales servicios como la teleasistencia o recibir sanidad se resida donde se resida, en referencia a los protocolos del covid en las residencias.

Recomendadas

Urbanismo
Urbanismo salvaxe Un pobo contra o asfalto: Bembrive e Mos rebélanse contra unha autovía que arrasará o seu pulmón verde
Veciñas e veciños conseguen presentar 25.000 alegacións contra unha estrutura de dez quilómetros, defendida xa só polo PSOE en Madrid e en Galiza, que partirá en dous unha poboación enteira e forzará a expropiación de decenas de vivendas.
Pensamiento
Mar García Puig “Habitar la metáfora es un peligro que merece la pena”
La escritora catalana Mar García Puig publica ‘Esta cosa de tinieblas’, un breve ensayo narrativo que defiende el poder liberador de la metáfora frente a una pureza simplificadora y paralizante.
Guerra en Ucrania
Geopolítica Trump fuerza a Zelensky a hipotecar la explotación de minerales críticos a cambio de su apoyo
Según el borrador del acuerdo comercial presentado por EE UU, esta potencia deberá obtener el 50% de todos los beneficios de las nuevas explotaciones minerales de Ucrania.
Represión
Represión Javitxu, desde la cárcel de Zuera: “Lo que peor llevo es estar lejos de la gente que más quiero”
Francisco Javier Aijón, Javitxu, es uno de ‘los seis de Zaragoza’. Entró en la cárcel el pasado mayo con una condena de casi cinco años basada en las declaraciones policiales durante el juicio.