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Fútbol a este lado
Mala vibra fuera (sin tampoco hacernos jipis)
Clap. Clap-clap-clap, clap. Sonaban los asientos abatibles de plástico al cerrarse contra su propio respaldo. ¡En pie! Los dueños por esa tarde —quizá con suerte toda la temporada— de cada una de esas butacas levantaban el culo en Newcastle, White Hart Lane o el viejo Vélodrome de Marsella. Una camiseta con publicidades improbables hoy —cerveza Holsten, Panasonic— avanza con el balón. Lo tiene Chris Waddle y pueden pasar cosas. El propio jugador recordaba en una entrevista que conocí esta semana gracias a Galder Reguera que ese clap-clap era el sonido más bonito que había escuchado nunca. Hat trick de frase que te firma casi cualquier escritor: imagen, sonido y hasta olor, el de césped regado.
Los aromas han sido importantes en el fútbol. Atotxa, donde la Real ganó dos ligas mientras los aficionados se encontraban en el poteo a los jugadores a los que luego el domingo iban a animar, olía a fruta fermentada. La primera liga que ganaron los txuriurdin todavía El crimen de Cuenca estaba pendiente de estreno tras secuestro judicial de más de un año. Le dio tiempo a ser la peli más taquillera del año por delante de Superman II, Aterriza como puedas y En busca del arca perdida. Ya no habrá nuevos estadios al lado de un mercado. Los olores a Varón Dandy, puro y carajillo seguramente también se fueron para no volver. Como también, confío, los alaridos misóginos y las onomatopeyas simiescas.
Puede que tenga también los días contados el sonido del transistor. Fue un tiempo a cara de perro. En el Bernabéu colgaron y quemaron un muñeco que simulaba ser José María García
Puede que tenga también los días contados el sonido del transistor. Fue un tiempo a cara de perro. En el Bernabéu colgaron y quemaron un muñeco que simulaba ser José María García. A Jesús Gil se le organizaban galas de Nochevieja de Inocente, inocente en Telemadrid con actores haciendo de joviales ultrasur con la capital convertida en una cacería. José Ramón De la Morena acusaba a Javier Clemente, entonces seleccionador nacional, de ser un lacayo de García por colaborar con él. Clemente pasó de ser el joven entrenador —31 años tenía cuando se hizo cargo del Athletic— que llevó dos ligas al espitoso y gris Bilbao de la lucha contra el cierre de los astilleros Euskalduna y banda sonora de Zarama, a enemigo público número 1 para la media España que escuchaba a De la Morena. Valga una anécdota de tantas para pulsar el ambiente. “El equipo que Clemente jamás alinearía contra Italia”, titulaba en grande un anuncio de la SER en Marca justo antes del partido de cuartos de final ante los de Sacchi en el Mundial 94. Encabezaba la alineación el propio De la Morena junto a Kempes, Señor, Carrasco, Sarabia —cuya rivalidad con Clemente contribuyó al fin de aquel ciclo rojiblanco ganador—, Michael Robinson, Paco González y Manolo Lama. El planteamiento defensivo de esa selección se hizo meme antes de los memes, pero las estadísticas son tozudas: la España de Clemente marcó más goles de media por partido, dos, que las de Miguel Muñoz, Kubala, Luis Suárez, Iñaki Sáez, Aragonés y la actual de Luis Enrique. Seis años después de aquel partido, El Larguero volvía a entrevistar a Clemente. Lo anunciaba, de nuevo a toda página, con un “Clemente vuelve a jugar en 1ª División”.
No busques que un jugador te cite a Bolaño si le preguntas cómo ha visto un partido que todos acabamos de ver
Hace unos días pudimos ver un interesante debate entre Ibai Llanos, Juanma Castaño y Siro López. El desencadenante, las críticas del segundo al hecho de que el primero pudiera hablar con Messi antes que nadie en París. Castaño, director de Tiempo de Juego en COPE, lanzó lo que se suponía debía ser artillería pesada en defensa del periodismo llamémoslo clásico: “Tú a Messi no le vas a preguntar si hubiera jugado gratis en el Barcelona”. El pretendido checkmate se vuelve espejo del estanque autorreferencial en el que se ha convertido la prensa deportiva hasta ahora mayoritaria. Esa donde “tener” al protagonista ha sustituido progresivamente al enfoque o sentido, algo que en el fondo no está muy lejos de lo que, desde esas filas, se ningunea como único mérito de comunicadores como Ibai. Son décadas de haber tenido acceso a vestuarios, zonas mixtas o ruedas de prensa donde lo que mandaba eran las preguntas de relleno. Tampoco debería romantizarse demasiado el meter el codo a otros compañeros de oficio por tener un canutazo. El mito del futbolista “tonto” también tiene aquí parte de su contexto. No busques que un jugador te cite a Bolaño si le preguntas cómo ha visto un partido que todos acabamos de ver. Puedes tirarle a Messi por qué no jugaría gratis, pero asegúrate de arrancar una respuesta sincera —improbable, pues afortunadamente esto no es Guantánamo— o tan solo será un brindis al sol.
Cuando Ibai Llanos explica cómo ha conseguido hacer un contenido también está informando. Esa transparencia creciente es buena noticia para los que estamos al otro lado
Hubo más en esa charla. El hecho de que tuviera lugar en Twitch ya es seguramente una victoria de una nueva manera de contar las cosas. Conversaciones así hasta ahora solo se tenían en privado, en despachos, a puerta cerrada. Ahora podemos no solo escucharlas furtivamente, sino ver las caras y matices de expresión de los protagonistas. La imagen y la inmediatez lo han cambiado todo, no es secreto eso. No es lo mismo transcribir que “París es una movida de ciudad” y publicarlo al día siguiente para que lo leamos con café y legaña que ver la complicidad de dos seres humanos comentando esa trivialidad en directo. Más: cuando Ibai Llanos explica cómo ha conseguido hacer un contenido también está informando. Esa transparencia creciente es buena noticia para los que estamos al otro lado. Tampoco nos hemos caído de ningún guindo y sabemos que las primeras palabras de Messi en el PSG tenían entre otros objetivos mandar un mensaje de “no te abandono, no me abandones” a su mercado de marca en Catalunya y España.
Ibai es el primero en decir que él no es periodista ni vino aquí a “quitar el sitio” a nadie. Él nunca “acorralará” a Messi, a Agüero o a nadie y eso debería también recordarnos que ese verbo no es sinónimo automático de una buena entrevista. Puede que al revés. En un mundo cada vez más enfadado, valoremos al periodista conversador que sabe escuchar, medir, enfocar una charla, al que sabe que la comodidad del entrevistado juega también a su favor. ¿Un ejemplo? Lo recordaba otro buen periodista, Roger Xuriach, sobre cómo Guillem Balagué comenzaba su entrevista con Messi en el Parque de los Príncipes llevándolo a su niñez. “Me tienes que ayudar” son las nada casuales y sabias primeras palabras de Balagué hacia el argentino.
Hay que solucionar la tendencia a que la autonomía del deportista no acabe en una intolerancia pueril a espacios críticos donde sientan que pierden capital simbólico y laboral en lugar de ganar seguidores
Los protagonistas ya no necesitan a los medios tradicionales, es obvio. Lo hemos vuelto a ver estos días con un tuit de Carlo Ancelotti cerrando de golpe el murmullo —horas y horas de relleno— sobre la posible vuelta de Cristiano Ronaldo al Real Madrid. Es cierto que hay que solucionar la tendencia a que la autonomía del deportista no acabe en una intolerancia pueril a espacios críticos donde sientan que pierden capital simbólico y laboral en lugar de ganar seguidores. Visto así, ir donde vas a pasar un mal rato o a donde puedes conseguir más contratos, la elección es fácil para la mayoría. El caso es que, como recordaba Siro López, no ha habido ni una décima parte de “movida” cuando tal o cual futbolista ha ido a El Hormiguero que cuando ha estado con Ibai. Recordemos que una de las muchas diferencias entre estos dos espacios es que en el Twitch del comunicador no se ha blanqueado nunca a líderes de la extrema derecha. Ibai, en un momento de la charla, llegó a decir que “hablan de mí como si fuese un mierda”. También pronunció la palabra “condescendencia”.
“No entender” un formato no lo reduce y menos lo invalida. Podemos hasta recibir el argumento con cierta sospecha: llevamos una década de Twitter y seguimos leyendo a personas dedicadas a escribir de manera profesional compararlo con un bar de borrachos —o algo peor— cuando ha sido su propia comunicación la que ha sido fallida. Decía Castaño que la pantalla de un directo de Twitch es una locura con los rótulos del chat y los nuevos suscriptores. Supongo que no habrá seguido un día de elecciones en una cadena de televisión privada. Tampoco el formato es cuestión de edad (vayamos cercando ya el absurdo edadismo antiviejos: hay boomers que nunca fueron esquiroles, partisanos que cumplen casi un siglo y niñatos que no dejan los apuntes a sus compañeros): Siro López tiene 65 años. Y lo interesante es que su presencia en estos canales ha contribuido a mejorar una imagen hosca y a crear seguramente climas más agradables para el receptor. No parece que perjudique a nadie esa progresión.
Ni Messi ni Cristiano están ya. Los jinetes del apocalipsis tratan de contagiarnos su bajón sollozando que ya no volveremos a ver nada igual
Ambos modelos —periodismo y entretenimiento, simplificando— deberían convivir durante un tiempo. La cuestión es ver si el segundo va ganando terreno al primero en transparencia, cercanía y en general rechazo a la toxicidad en los métodos empleados y en el mensaje proyectado. Castaño dijo que la mejor época para el periodismo deportivo fue la del enfrentamiento entre Mourinho y Guardiola cuando dirigían a Madrid y Barcelona. “La planta daba flores todos los días”. En la calle, en un bar, en los comedores de casa el ambiente era, sin embargo, de una espesa crispación. En pantallas y páginas se dejó de hablar de fútbol, se borró a 18 equipos de 20, se terminó de segmentar comercialmente al aficionado. Entramos en una nueva era. Ni Messi ni Cristiano están ya. Los jinetes del apocalipsis tratan de contagiarnos su bajón sollozando que ya no volveremos a ver nada igual. El carisma de los jugadores se estandariza y los movimientos de las nuevas estrellas nos recuerdan el fenómeno del uncanny valley. A los dirigentes les parecen largos y económicamente poco eficientes los partidos. La propia Liga se vende a un fondo de inversión. Amazon viene canina. La nostalgia, recuerdo infiel, filtro de entre los filtros, estorba. Necesitaremos que, al menos, alguien nos cuente todo esto con un poco de gracia.
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Para periodismo espectáculo ya tenemos el rojo vivo, seguro que hay otros sitios donde hablar de estas cosas