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Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @PabloRCebo pablo.rivas@elsaltodiario.com
Ganaderos escopeta en mano por si ven acercarse un lobo. Es la última propuesta del consejero de Fomento y Medio Ambiente de Castilla y León, Juan Carlos Suárez-Quiñones, para frenar las pérdidas en el sector ganadero a manos del Canis lupus signatus. La iniciativa, que ya se ha presentado ante la Comisión Europea, forma parte de una batería de “actividades de control” que la Junta plantea introducir en toda la región, incluida la zona al sur del Duero, una área donde el lobo no puede ser cazado al estar protegido por la Ley del Patrimonio Natural y la Biodiversidad. El consejero del PP, aunque reconoce este hecho, justifica la medida afirmando que “se puede hacer excepcionalmente actividades de control cuando haya daños significativos, como ocurre en Castilla y León”.
La propuesta para “cazar de manera sostenible” al lobo llama la atención al tratarse de un animal del que, según el último censo oficial (de 2014), solo quedan 297 grupos reproductores en el Estado español, 179 en Castilla y León, 16 de ellos compartidos con otras regiones. Aunque hay quien pone en duda esa cifra. La Asociación de Estudios del Sistema Central asegura que, en la comunidad castellanoleonesa, está inflada un 60%. Además, como recuerda Juan Ángel de la Torre, presidente de la Asociación para la conservación y el estudio del lobo ibérico (Ascel), el censo nacional de 1986-1988 contabilizó un total de 294 grupos: “Lo de que aumenta la población es una falsedad”, afirma. “Ha habido cambios de distribución —como la llegada de algunos ejemplares a la Comunidad de Madrid—y los sigue habiendo, pero 30 años después hay los mismos lobos”.
José Ignacio Isusi: “Lo que no se puede hacer es tener las ovejas en el monte y estar conduciendo un autobús en Bilbao”
A Leandro Valle, ganadero dedicado al ovino junto a su padre y sus hermanos en Quintana de Valdivielso (Burgos), con mil ovejas y 60 cabras, le da la risa cuando comenta la propuesta de Castilla y León. “No sabemos si es para matarle, para asustarle… Pero, digo yo, si tengo que llevar escopeta, para eso tengo que estar con el rebaño, porque si no no voy a ver al lobo, ¿no?”. Y, como defiende, si el pastor está con su rebaño, el rebaño está protegido y la escopeta sobra.
Valle forma parte de un reducido grupo de ganaderos que no ven al lobo como enemigo. Es más, a su familia —asegura— le ha reportado beneficios: “Un incremento del 60%”. Al escuchar esta afirmación es habitual ver cejas arqueadas. Lobo como fuente de ingresos para la ganadería y no como voraz depredador. Imposible. “A mi padre le mataba las ovejas el lobo y lo que hicimos fue observar qué pasaba y qué hacíamos. De aquellas conclusiones decidimos que había que tomar una serie de medidas”. En concreto, tres.
“La primera es recuperar la figura del pastor permanente con las ovejas, algo fundamental”, explica Leandro. Su padre, de nombre homónimo, lo corrobora: “Llevamos 17 años sin que nos mate una. Antes mató muchas, si te digo 300 igual me quedo corto, porque subíamos cada tres días a verlas y al ganado hay que verlo día a día”.
José Ignacio Isusi, ganadero vasco con 500 ovejas, cuyo rebaño pasta estos días en tierras burgalesas —en invierno vuelve a su Sodupe natal, en Bizkaia—, coincide con los Valle. “Lo que no se puede hacer es tenerlas en el monte y estar conduciendo un autobús en Bilbao. Si eres pastor, te dedicas a lo tuyo”. Mientras conduce su todoterreno por la pista forestal que asciende a los 1.100 metros donde se encuentra el rebaño, en el monte de Ribota de Ordunte, a dos kilómetros de la frontera con el País Vasco, adelanta la segunda medida que señalaban los Valle. “No vamos a ir contra el lobo y para ello tenemos que ponerle remedio a esto, y para ponerle remedio hay que hacer dos cosas: seguir el rebaño y poner buenos mastines”.
PERRO GUARDIÁN
“Si no tienes mastines, tienes atacantes, eso es así”. Lo dice quien perdió centenares de ovejas por no tenerlos, Leandro Valle padre. También Alberto Fernández, que junto a Rosa González se dedica a la ganadería en la comarca de Sanabria (Zamora) con 1.100 ovejas: “Hay que salir con ellas a diario, y los mastines con ellas siempre, las 24 horas del día, 365 días al año”. Esta familia ha creado Pastando con Lobos, una marca que busca diferenciarse de sus competidores mediante la venta de corderos criados tradicionalmente. “El empleo de mastines y el pastoreo tradicional te ocasionan trabajo y gasto extra, y el cordero, claro, no se cría igual que en intensivo”.
No son los únicos en la zona a los que el lobo podría dar de comer. A Rosa y Alberto les suele visitar Javier Talegón, el responsable de Llobu, una empresa afincada en la sierra de la Culebra, en Zamora, especializada en actividades de observación de lobo y su hábitat y en talleres y actividades formativas sobre el cánido y sus costumbres. Otra forma de aprovechar el bienestar del lobo como fuente de ingresos que, realizada respetuosamente, puede apoyar la economía de los pueblos. Como apunta Talegón, “el lobo vivo es una herramienta importante para el desarrollo rural”.
La receta de Rosa y Alberto es la de los Valle, “mastines, pastoreo tradicional y cerrarlas por la noche, así coexistimos en el mismo tiempo y lugar con el lobo”. He aquí la tercera medida: ovejas resguardadas en la noche. “Desde que las guardamos en invierno no ha faltado ni una”, afirma Roberto Valle, otro de los cuatro hermanos. “Son los tres elementos imprescindibles para hacer compatible la existencia del lobo con la ganadería, no hay más”, explica su hermano Leandro junto a la tenada bajo la que guardan sus ovejas por la noche.
Juan Ángel de la Torre: “La ausencia del lobo genera desregulación en las relaciones de unas piezas del ecosistema con otras”
Él aboga por la necesidad de “profesionalizar” el sector. “Tenemos que volver a ir al monte a cuidar el ganado, y ponemos el ejemplo de nuestra casa: cuanto más cuidamos las ovejas y el monte, los beneficios económicos son mayores”. No hay truco. “El lobo, al hacernos cambiar nuestra forma de manejar el rebaño, nos ha traído más productividad”, señala. “Simplemente, las noches de invierno, que no estén al aire libre sino en un ambiente de bienestar, ya tiene beneficios. Imagina pasar una noche al frío, pues las ovejas lo mismo”.
Habla de bienestar animal como fuente de riqueza aportando sus números. “A mi padre le paría una oveja cada doce meses un cordero. Ahora mismo a nosotros nos pare cada ocho meses y normalmente dos corderos”. “Dos en un 85% de las veces” —añade el padre— “porque se las da de comer bien y se las atiende bien”. Mientras tanto, denuncia Leandro hijo, “hay gente que tiene los animales en el monte llenos de parásitos y de sarna”.
365 días
Con esta forma de proceder, los Valle son muy críticos con el método de otros ganaderos. “El lobo da problemas donde hay ganaderos problemáticos”, declara Roberto. “No se puede pretender que un ganadero sea un empresario que cierra la empresa un día. El ganado tiene que estar atendido los 365 días del año; eso es darle de comer, atenderle en condiciones y, si un día tienes que marchar, tener un local adecuado para guardarlas e irte tranquilo”. Lo contrario, opina, es bien conocido en zonas loberas: “Si las dejas suelas al final se las carga, aunque luego resulte que no es el lobo y son perros asilvestrados”.
Fernandez, desde Sanabria, señala que “al vacuno el lobo le está haciendo polvo”. Y las razones son similares. “En mayo suben a las vacas al monte, hasta noviembre. Se despreocupan entre comillas, las vacas están solas en la sierra y el lobo campa a sus anchas. Hay quien dice que no puede subir a verlas, entonces, cuando sube, encuentra un ternero muerto”. Es un problema en la zona, donde el paso del ovino al vacuno, al igual que ocurrió en Ávila, ha sido generalizado. “Mucha gente se cambió a las vacas porque dan menos trabajo, son menos esclavas. Tiran kilómetros de pastor [eléctrico] y tan contentos, pero el ganado hay que estar con él sean vacas cabras u ovejas”.
Isabel Diez, responsable del programa Vivir con lobos de Ecologistas en Acción, una iniciativa que pretende fomentar entre ganaderos prácticas respetuosas con el lobo ibérico, cuenta que también han trabajado con personas que se dedican al vacuno. “El manejo es algo distinto, y aunque no haya que estar con las vacas todo el día, si es necesario un control diario o cada dos días, además de agrupar partos para que todas las vacas paran al mismo tiempo y puedan tener los terneros cerca”. El uso de vacas autóctonas también ayuda: “En Ávila hemos visto cómo hacen estructuras defensivas con los cuernos para afuera”.
Vivir con Lobos aboga por otras medidas, como implementar ayudas a los costes derivados de un manejo del ganado compatible con la presencia de grandes carnívoros y el pago de indemnizaciones por ataques de lobo “justas en tiempo y forma, condicionadas a la adopción de medidas de prevención”, ya que el sistema actual, apuntan, “no ha conseguido reducir el conflicto social creado en torno a la coexistencia”.
No es la única iniciativa que aboga por la paz entre lobo y ganadería. El Grupo Campo Grande, un colectivo en el que se integran personas de diferentes ámbitos y entidades relacionadas con el conflicto, lleva desde 2016 reuniéndose en Valladolid. En agosto publicaron una declaración, firmada por una treintena de personas, desde profesionales de la ganadería a expertos del mundo académico y cargos de sindicatos y asociaciones, en la que exponían toda un batería de recomendaciones para romper la dinámica de tensión.
Biodiversidad
Acuerdos para la convivencia con el lobo
Una iniciativa social logra varios consensos entre personas y entidades ecologistas, ganaderas, científicas y cinegéticas para rebajar el conflicto y facilitar la coexistencia de la ganadería extensiva con el lobo ibérico.
UNO MÁS DEL REBAÑO
No en todos los casos hace falta un techo y cuatro paredes para proteger a las ovejas en la oscuridad. Los siete mastines de Isusi son sus guardianes a tiempo completo. “Las sigo mucho, pero por la noche no las recojo, las subo monte arriba y los perros se ponen por debajo. Llevo varios años que no me han matado ninguna”.
Es un espectáculo ver al rebaño seguir a los mastines. En formación cerrada, estas solo dan un paso si el perro lo hace. “He conseguido tener buenos perros y puedo dormir tranquilo, porque si las ovejas duermen juntas, el lobo no hace nada”, afirma el vasco. Lo suyo le ha costado, ya que los perros deben convivir con el ganado desde cachorros para lograr esta simbiosis. “Tiene que nacer entre las ovejas, se impronta con el ganado, es uno más”.
A los mastines, por supuesto, cuesta mantenerlos. Y no es poco. En el caso de la familia sanabresa, “diez euros al día en pienso”. “Es caro, cada mastín se come un kilo de pienso al día”, expone el vasco. Un coste que hay que añadir al oficio, y es un problema. Tal como expone Leandro hijo, “no hay una ley de ganadería extensiva, nuestra actividad no está regulada, y ahora mismo lo que más nos urge es que se regule el uso de perros mastines”.
Asegurados como mascotas y no “como elementos de trabajo”, como reclaman los Valle —y ocurre con mulas y caballos—, los grandes cánidos que estos ganaderos necesitan no se benefician de precios de pienso y seguros regulados como sí ocurre con las ovejas. La ausencia de la ley también dificulta otros aspectos, como la construcción de tenadas o cabañas para guardarlas, tal como les ocurre a los Valle, que dejan por la noche el ganado en el pueblo de al lado porque en el suyo no les permiten construir una. “Da pena que en el monte no se creen las infraestructuras necesarias para dar dinero, mantener a las familias y desbrozar los montes”, lamenta Roberto Valle.
El lobo, además, cumple una función vital en los ecosistemas. Como explica el presidente de Ascel, “un ecosistema sin sus predadores apicales —los que están en la cúspide de la cadena alimenticia—es como un coche sin volante, una pieza absolutamente necesaria para su buen funcionamiento”. La responsable de Vivir con Lobos indica que el cánido “facilita que no se concentren herbívoros silvestres en determinadas zonas de pasto y lo agoten, y así pueden ser usadas por la ganadería”. Sin predadores, corzos y conejos pueden reproducirse sin control. “La ausencia del lobo genera desregulación en las relaciones de unas piezas del ecosistema con otras”, explica De la Torre, quien remarca que el depredador, como todo apical, “se autorregula, su población no crece indiscriminadamente”.
Así, como remarca De la Torre, “la importancia del lobo en los ecosistemas es absolutamente innegable”. Si el consejero del PP castellanoleonés consigue su bélico propósito, el maltrecho monte ibérico podría perder a una de sus piezas fundamentales. Quizá pasar un día con los Valle podría acercar posiciones.
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Esto que se cuenta en el artículo es parte interesada en seguir cobrando subvenciones. Seguro que no atacan porque no hay lobos en esas zonas, este año los lobos han proliferado en C y L como nunca, eso es debido a que no se han podido cazar, las consecuencias se sufrirán ahora con la llegada de los primeros lobeznos.
Cuando tengan que pagar lo ecologistas en acción los daños producidos por los lobos, verás como cambiaban de opinión y se les quitasen todas las subvenciones, esto es una vergüenza unos pagamos por mantener las zonas liberadas, pagando por venados, corzos y jabalis y otros viven del cuento de los lobos, poneros a trabajar de una vez, por favor haced algo por este país.
Por entendernos: ¿Lo que contentas decir es que vamos seres humanos tenemos es derecho de exterminar a cualquier especie animal que pueda sernos molesta? ¿Que el daño económico que pueda ocasionar un anal justifica su exterminio?. ¿De verdad que en pleno siglo XXI no existe otra forma de proteger la ganadería que no pase por extinguir a una especie?
Así, hablando claro, alomejor llegamos a algún sitio. Lo cierto es que la caza acaba con la vida. No quedan rinocerontes blancos, no quedan bucardo, ni diablos de tasmania, habrá cuatro quebrantahuesos, a lo sumo, en los Pirineos, el lince está al borde de la extinción. La caza no regula, extermina.
La gente que caza lo hace por placer no nos engañemos. No lo hacen por proteger la ganadería ni por regular la naturaleza, lo hacen porque les mola y por eso cuelgan sus trofeos para que los vea todo el mundo.
Un artículo de mucho valor, a ver si le da por leerlo algún político y saca algo en claro. Este país necesita más profesionales como estos pastores y ganaderos de verdad, tantas subvenciones se han olvidado que lo principal es mantener el ganado en buenas condiciones.
Cuando el hombre colabora con la Naturaleza se producen grandes beneficios para ambos.
Llovía esta mañana de lunes cuando hemos llegado a la ermita de la Hoz. Carlos y parte de su rebaño esperaban la llegada de los periodistas convocados por Ecologistas en acción. Con Leandro, padre e hijo, les hemos esperado en el camarín de la ermita. Mientras se echaba la niebla, el padre ha recordado el fuego con el que se calentaban, en ese mismo rincón, Vitor y Aurelio. Cada uno en una esquina con su particular hoguera. El País, CyLTV, Diario de Burgos, El Salto o El Independiente querían saber más de los ganaderos que participan de la campaña "Vivir con lobos". Primero arriba y después en Quintana han conocido su testimonio de primera mano. Josu Olabarria Bastida y Juan Angel De la Juan Angel De La Torre Gonzalez también han hablado de la importancia de los lobos y los pastores para mantener el paisaje y la biodiversidad. En definitiva, la vida.
https://www.ivoox.com/viviendo-lobos-valdivielso-5-octubre-2018-audios-mp3_rf_29306312_1.html