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Gordofobia
Lara Gil: “Es más peligroso para la salud una cirugía de reducción de estómago que ser una persona gorda”

Lara Gil (Madrid, 1988) no ha escrito un libro cómodo. Antropóloga, feminista y activista contra la gordofobia, desde los micrófonos del podcasts Nadie hablará de nosotras, que conduce junto a Cristina Tena, pone su voz contra la tiranía de los cuerpos delgados y para denunciar el terror corporal que sufren las personas gordas. Con el libro, da un paso más íntimo. En Manual para romper un cuerpo (Aguilar, 2025) nos deja entrar en el lado más terrorífico de su historia. Con 19 años se sometió a una cirugía bariátrica, o amputación de parte del estómago, como prefiere llamarlo. Una operación que redujo su estómago al tamaño de una nuez y lo conectó con su intestino, saltándose el duodeno, perdiendo el 40% de capacidad de absorción. Exactamente le hicieron un bypass gástrico en Y de Roux, que puede producir graves complicaciones a largo plazo, como una obstrucción intestinal por adherencias, tal y como descubrió cuando murió por esto Lisa Marie Presley.
Las cirugías bariátricas son intervenciones relativamente jóvenes de las que aún no se han estudiado sus consecuencias. Ni se habla de ellas. “Nuestro cuerpo es parte de un experimento que a nadie le importa en realidad”, asegura. Gil atiende a El Salto antes de intervenir en el Congreso, en la subcomisión de delitos de odio, dependiente de la comisión de Igualdad. Es la primera vez que se va a hablar de gordofobia en la cámara baja. Está nerviosa.
Gordofobia
Gordofobia Poner la voz contra la gordofobia
Diecisiete años después de la operación, no puede comer. Tiene los dientes débiles por la acidez de su saliva, proveniente del ácido gástrico que ya no cabe en el estómago en su totalidad y asciende por su esófago. Perdió pelo. Sus huesos están débiles porque su intestino ya no absorbe nutrientes imprescindibles como el calcio o la vitamina D. Tiene reflujo y suele vomitar lo que come. Aunque no come. No como antes. Después de la operación perdió peso, con el tiempo ha vuelto a la casilla de salida. Pero eso ya no le importa: ama su cuerpo y odia el contexto social que la empujó a operarse.
Cuenta su historia porque quiere que se hable de ello. El suyo no es un caso aislado. Mariana den Hollander escritora y activista antigordofobia pasó por una cirugía bariátrica. Le realizaron una manga gástrica, que consiste en la reducción de parte de su estómago, en su caso el 80%. Diez años después, su sistema digestivo estaba totalmente inutilizado y tuvieron que realizarle otra intervención. Abrió una cuenta de Instagram y comenzó a contar su proceso. De repente, comenzaron a lloverle historias similares, personas que habían sido sometidas a cirugías bariátricas con fatales consecuencias. A día de hoy ha hecho acopio de miles de testimonios. El de Lara es solo uno más y quiere que el libro lo convierta en determinante para aquellas personas que están barajando amputar parte de sus órganos. Unos órganos que estaban sanos.
Bueno, antes de que intervengas en el Congreso, empecemos por esto. ¿Es la gordofobia un delito de odio en España?
Que sea un delito o no, no es tan importante como que se empiece a reconocer que existe el odio hacia las personas gordas. Más allá del delito, que no es un concepto que nos parezca interesante a las que nos situamos en el movimiento antipunitivista, lo que es interesante es que se empiece a hablar sobre cómo la gordofobia es una forma estructural de organizar la vida de forma que discrimina a las personas gordas, las expulsa y además las violenta con diferentes formas como el insulto, el acoso, la burla.
Vamos al libro. Llevas muchísimos años en el activismo anti gordofobia. ¿Por qué decides ahora contar tu experiencia, en concreto, centrarte en la cirugía bariátrica?
Decido contarlo porque creo que hay un silencio en torno a esto. Son un tipo de cirugías que llevan haciéndose de manera normalizada alrededor de 15 y 20 años. Me he ido dando cuenta de que a mi alrededor hay mucha gente que conoce estas cirugías y que vivimos con esas cirugías, pero nadie habla de ellas. Creo que es un tipo de cirugía que habla de la gordofobia que tenemos en este país y que ese silencio también habla de cómo legitimamos una serie de violencias institucionales hacia las personas gordas.
He tardado en contarlo porque a mí me ha costado aceptar mi propia experiencia. He vivido un proceso en el que he necesitado entender por qué yo misma decidí realizarme este tipo de cirugía, cuando creo que va en contra de los derechos de las personas gordas. Entonces, el libro es en parte mostrar mi proceso de aceptación de por qué tomé la decisión. Y es también intentar comprender por qué lo hacemos, para intentar acabar con estas intervenciones.
Tú te sometes a esta intervención y la información que te proporcionan es nula o poca, ¿Cómo la valorarías?
Yo ahora a posteriori me doy cuenta de que la información que a mí me dieron, y creo que a la mayoría de personas que en esa época se operaron, no era la suficiente para poder tomar esta decisión. A mí lo que me plantearon es que era una operación muy poco invasiva y que las mínimas consecuencias que iba a tener en mi vida eran que iba a tener que tomar suplementos alimenticios. Esto yo he ido comprobando en mi propia experiencia que no es real, pero además conozco un montón de gente que tiene operaciones similares a la mía que también me cuentan un montón de problemas que no son los que nos dijeron.
Al inicio se plantea como una operación sencilla que va a acabar con el problema del peso, que además yo creo que no es un problema. Se ocultan o se minimizan las consecuencias físicas que tiene a medio y a largo plazo, como son la anemia, la desnutrición, la incapacidad que tenemos de absorber nutrientes, los vómitos permanentes, la diarrea crónica. Hay otro tipo de complicaciones más graves que las escriben en un documento en letra pequeña pero que en realidad no te explican y que luego sí que aparecen.
Tú dices en el libro que nadie se muere de gordo o de gorda, pero sí te puedes morir por las consecuencias de una cirugía de ese tipo.
Efectivamente, yo lo que planteo en el libro es que es mucho más peligroso para la salud una cirugía de reducción de estómago, una cirugía bariátrica, que ser una persona gorda. La gordura es un factor de riesgo. Esto quiere decir que ser gorda implica poder tener algún tipo de enfermedad, y subrayó que es una probabilidad. Sin embargo, la cirugía bariátrica sí que genera directamente un montón de complicaciones. Entonces, claramente las cirugías disminuyen la calidad de vida de las personas y mucho más que la gordura.
Las cirugías bariátricas están normalizadas, se realizan en los hospitales a los que vamos todas sin ningún tipo de cuestionamiento, cuando en realidad son operaciones que consisten en la mutilación de uno o dos órganos sanos
Tú te operas por la privada. Son unas operaciones comunes en la pública y no son intervenciones marginales.
No, son unas de las operaciones con más lista de espera. Se realiza en hospitales públicos y están financiadas por nosotros. Las pagamos con nuestros impuestos. Yo me operé por la privada porque en el momento en el que decidí operarme había una lista de espera de dos años. Entonces, como había una lista de espera tan larga, pedimos un crédito para poder hacerme esta operación. Conozco mucha gente que se ha operado por la pública. A mí en los últimos años me hacen seguimiento también por la pública. Es algo que está normalizado, que se realiza en los hospitales a los que vamos sin ningún tipo de cuestionamiento, cuando en realidad es una operación que consiste en la mutilación de uno o dos órganos sanos.
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Es la única operación que consiste en mutilar o transformar un órgano que está sano.
Según lo que yo he investigado y lo que he ido descubriendo en las diferentes páginas de internet y artículos académicos que he ido leyendo, es así. Normalmente la medicina está ocupada en solucionar problemas de salud. Cuando un órgano está enfermo se intenta sanar ese órgano. En este caso hay un órgano o dos que están sanos y lo que se hace es mutilar y por lo tanto enfermar. Los incapacita para cumplir con sus funciones y esto inevitablemente genera un montón de problemas de salud.
Es curioso porque no hay voces médicas que se opongan a esta intervención. ¿Por qué crees que pasa esto?
Porque, en general, no hay voces en la sociedad que se opongan a esta operación, pero también creo que hay mucho silencio en torno a ella y se hace como si no existiera. Creo que si nos paráramos a pensar en lo horrible que es que a las personas gordas lo que les estamos proponiendo es mutilar sus órganos, si pensáramos en lo que estamos haciendo, no lo aceptaríamos. Entonces la solución que hemos encontrado como sociedad es mirar hacia otro lado. Muchos profesionales médicos, pero igual que la población en general, lo que hacen es saber que existen, pero no mirarlas de frente, porque si lo hicieran estarían totalmente horrorizados. Y un poco ese es el objetivo del libro, obligar a no volver la vista hacia algo que está pasando. Pero no queremos reconocerlo ni darle un lugar.

¿Qué esperas del libro?
Lo que deseo es que si hay gente que está pensando realizarse algún tipo de operación de este estilo, porque hay diferentes tipos, por lo menos tengan la información. Que sepan que son operaciones súper graves y que van a tener consecuencias en su salud.
También espero una reflexión colectiva en la que nos planteemos lo que les estamos haciendo a las personas gordas y lo que estamos legitimando. Porque si esto se lo hiciéramos a otro grupo de población que no fueran las personas gordas, nos parecería una atrocidad. Entonces, este tipo de operaciones habla de la profunda gordofobia que tenemos como sociedad, en la que nos parece legítimo mutilar a las personas gordas antes que aceptar que somos gordas.
Este tipo de operaciones habla de la profunda gordofobia que tenemos como sociedad, en la que nos parece legítimo mutilar a las personas gordas antes que aceptar que somos gordas
Además todo se transmuta. Tú dices que ya no se habla de dietas, ya no existen las dietas. Ahora, ¿qué es lo que existe o cómo se han camuflado las dietas?
Claro, como las dietas se ha demostrado que no funcionan porque si funcionaran las personas gordas no lo seríamos, porque hemos intentado un montón de dietas y no conseguimos adelgazar, ¿ahora que hace toda esa industria, que es una industria inmensa, para sostener todo el entramado en el que se basa el terror corporal? Pues lo que hacen es hablar de hábitos de vida saludables y de prácticas saludables, de autocontrol. Que esto es un mensaje muy peligroso, porque la salud es un fenómeno muchísimo más complejo, que no tiene que ver con decisiones personales ni con hábitos.
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Nuestra salud depende de un montón de factores que se escapan de nuestra mano. Sin embargo, hay todo un sistema construido en base a que la salud depende de nosotras y que encontraremos salud cuando tengamos hábitos de vida saludables, que se reducen a hacer deporte y a controlar lo que comes. Porque además podríamos hablar de por qué hablamos de hábitos saludables solo respecto a la alimentación cuando, por ejemplo, puede ser saludable que te hablen bien y rodearte de gente que te trate bien, vivir en sitios que no están contaminados, etcétera.
Vivimos en una falsa ilusión en la que sentimos que ante la vulnerabilidad y la fragilidad de la vida comer saludable nos va a salvar cuando nuestro mundo alrededor está desmoronándose
Es una visión un poco individualista de lo que es la salud, como separarla de lo colectivo, porque lo que venden es que en el fondo todo depende de ti.
Yo creo que lo que pasa con la salud actualmente, y esto es algo que en el podcast nosotras trabajamos un montón, muestra toda la ideología meritocrática individualista en la que estamos inmersas, porque vivimos rodeadas de un montón de problemas sociales que se escapan a nuestro control.
Estamos rodeadas de factores de riesgo, de problemas, de situaciones que nos enferman, pero como ante eso no podemos hacer nada, lo que nos propone el sistema es encontrar una forma de tener una falsa sensación de control, controlando lo que comemos y el ejercicio que hacemos. Pero en esta época de desarrollismo en la que vivimos, seguimos enfermando y seguimos teniendo un montón de problemas. Porque nuestra vida no depende solo de nuestros hábitos, al revés es que somos seres colectivos que dependemos de las decisiones que toma nuestro jefe, los políticos… Sin embargo, creemos que nos va a salvar la chía, el aguacate o la cúrcuma. Vivimos en una falsa ilusión en la que sentimos que ante la vulnerabilidad y la fragilidad de la vida comer saludable nos va a salvar cuando nuestro mundo alrededor está desmoronándose.
Siempre se asocia a las personas gordas con enfermedades o dolencias. Se pregunta si tienen problemas de rodilla, cuando conocemos a millones de personas delgadas con problemas de rodilla ¿Por qué se realiza este escudriñamiento?
Uno de los pilares de la gordofobia son todos esos estereotipos y prejuicios que hay asociados hacia nosotras. Entonces, cuando se ve a una persona gorda, no se ve a una persona, solo se ve su gordura y todas esas ideas relacionadas con esa gordura. Se nos olvida que las personas gordas somos personas, por lo tanto enfermamos, nos duele la rodilla, cogemos virus… Tenemos cualquier tipo de enfermedad que puede tener otra persona delgada. Sin embargo, las personas gordas perdemos la condición de persona porque solo somos gordas y ser gorda significa ser enferma, vaga y triste. Esto tiene que ver con toda la estructura gordofobia que genera una falsa idea de que el único objetivo que tienen las personas gordas es adelgazar.
Creo que hay que colectivizar el problema que tenemos con la alimentación y con la falsa idea de que la alimentación es la que nos va a salvar y tenemos que controlarla
A mí me hace gracia asociar la delgadez con la salud, ¿Cuántas personas delgadas conocemos que están enfermas?
Es una forma de perpetuar el privilegio delgado. Además, todo esto es súper importante, porque esta asociación de la salud con lo delgado implica una asociación de lo gordo con lo enfermo. Y es muy importante ver que en esta sociedad se utiliza ese binomio y esa dicotomía para violentar. Y esto habla de una sociedad que tiene problemas, porque creemos que señalar a las personas gordas como enfermas es un motivo suficiente para insultarnos, violentarnos y discriminarnos.
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Y sí, claro que las personas delgadas tienen problemas de salud y las personas delgadas comen mal y las personas delgadas son vagas y las personas delgadas no se cuidan. Porque en realidad lo que estamos hablando es de estereotipos. Todas esas ideas que hay asociadas hacia las personas gordas y hacia las personas delgadas no son reales, son ideas falsas que nos sirven para legitimar un privilegio.

Dices que no te gusta usar el término Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA), ¿por qué?
No me gusta usarlo porque creo que individualiza un problema social. Creo que somos una sociedad profundamente trastornada con la alimentación. Y digo trastornada en el sentido de que en esa búsqueda de la salud respecto a la alimentación, estamos entrando en un punto en el que la alimentación y como comemos nos está dominando y está afectando a un montón de áreas de nuestra vida. Y creo que hablar solo de TCA implica centrar la atención en ciertas personas a las que la forma de comer les condiciona su vida, pero creo que realmente a la mayoría de la sociedad les obsesiona y les preocupa lo que comen. Entonces creo que hay que colectivizar el problema que tenemos con la alimentación y con la falsa idea de que la alimentación es la que nos va a salvar y tenemos que controlarla.
A veces hasta con argumentos ecológicos…
Por supuesto, dentro de la izquierda, con todo el tema de la ecología y la soberanía alimentaria. Creo que son lugares imprescindibles a los que mirar p ero se puede hacer sin gordofobia. Mucho movimiento social de izquierdas vinculado al acceso a la alimentación tiene miradas y posturas gordofóbicas porque siguen vinculando la alimentación con el peso. Y la verdad es que las personas gordas no tenemos la culpa de las cadenas alimenticias que hay actualmente, ni de la industria de alimentación que tenemos.
¿Por qué no hay que vincular la alimentación con peso?
Porque el peso depende de un montón de factores más y muy pocos tienen que ver con las decisiones que tomamos a la hora de alimentarnos. La genética, las hormonas, la historia familiar, las emociones y un montón más. Es que son cientos. Sin embargo, vincularlo a la alimentación reduce el peso a una decisión individual. Genera la falsa idea de que las personas gordas lo somos porque hemos tomado malas decisiones, cuando en realidad las personas gordas nos pasamos la vida tomando decisiones para intentar ser delgadas.
Tú has pasado tu adolescencia insertada en los 90 con la Super Pop, la Vale y todo lo que nos contaban esas revistas. ¿Crees que hay una generación de mujeres que vamos a crecer con estas ideas muy difíciles de extirpar?
Yo creo que todas las que nos hemos criado en los 90 o a principios de los 2000, recibimos mensajes mucho más gordofóbicos que los que hay ahora. Son muchos años de disciplinamiento respecto al terror corporal, que es el concepto que a mí me gusta usar. Hemos crecido sintiendo terror no solo de nuestro cuerpo, sino de cualquier cuerpo que se salga de la norma. Yo recuerdo en verano leer con mi abuela revistas que se dedicaban a marcar los cuerpos de las mujeres, a señalarlos y a poner comentarios despectivos. Es una pedagogía del terror corporal en la que estamos inmersas y que para salir necesitamos mucha colectividad, mucha acción política, mucho activismo, antigordofobia y también atrevernos a desmontar todo lo que somos, porque muchas hemos aprendido a estar aterrorizadas con lo que somos.
El feminismo tiene que hacer un ejercicio individual y personal de liberarse de todos esos estereotipos y prejuicios y aprender a abrazar la diversidad corporal. Porque el feminismo, como cualquier otro movimiento, no está libre de gordofobia
¿Y qué puede hacer el feminismo con esto?
Yo creo que el feminismo tiene que escuchar al movimiento antigordofobia y también tiene que mirar toda la potencia emancipadora y liberadora que tienen los feminismos de las corporalidades diversas. El feminismo, o los feminismos en los que yo creo siempre han puesto la mirada en las diferentes formas de opresión, de violencia y de discriminación hacia los cuerpos. Y hay una muy concreta que además ataca más a las mujeres, que es el control del cuerpo. Entonces, el feminismo tiene que hacer un ejercicio individual y personal de liberarse de todos esos estereotipos y prejuicios y aprender a abrazar la diversidad corporal. Porque el feminismo, como cualquier otro movimiento, no está libre de gordofobia. Entonces se tiene que tener la voluntad y la capacidad de abrir su mirada y abrazar realmente la diversidad corporal.
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Yo he visto chistes gordofóbicos en chats feministas.
Es que lo feminista no te quita lo gordofóbica. Tú puedes ser muy feminista, pero te has criado en una sociedad gordofóbica. En tu familia recibes este tipo de comentarios, los ves en el día a día y aprendes a sentir miedo y odio hacia tu cuerpo y hacia el de las personas gordas. Entonces, por mucho que hayas leído de feminismo eso no te va a quitar de todo un aprendizaje de odio hacia la gordura. Entonces, hay que deconstruirse también de la gordofobia.
Tu familia también ha hecho un camino de deconstrucción de tu mano.
Una parte de mi familia ha hecho un camino de construcción y yo soy muy afortunada porque si no hubiera tenido a mi familia y a mis amigas sosteniéndome en este proceso, que es un proceso de aceptación y de denuncia, yo no lo hubiera podido hacer.
En el libro está muy presente mi madre, porque mi madre tomó la decisión de la operación conmigo en ese momento y ha ido viviendo un viaje en paralelo al que he ido viviendo yo, hasta aceptar que la gordura es una posibilidad. Las dos hemos vivido una transición: de pensar que ser gorda no era una opción a entender que ser gorda no solo es una opción, sino que es una opción de vivir, de habitar el mundo mucho más libre y emancipadora que la que entendíamos antes. Pero eso es una fortuna. No todo el mundo tiene la suerte de que su familia le acompañe, te abra puertas y te empuje para seguir hacia adelante.