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Guardia Civil
“La Guardia Civil no ha cambiado, es un Estado totalitario dentro de un Estado de derecho”
La semilla que plantaron Manolo Linde, el cabo Rosa o José Morata, los pioneros del sindicalismo en la Guardia Civil, arraigó con fuerza en Extremadura. Durante casi treinta años, centenares de guardias civiles de base han sostenido un durísimo y poco conocido litigio con los mandos militares de la institución, en defensa de los derechos sociolaborales de los guardias civiles. Expedientes, suspensiones de empleo y sueldo, y represalias de todo tipo, como destierros, jalonan la historia de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) en Extremadura, una comunidad que “ha sido siempre muy peleona” dentro del movimiento.
Conversamos con Braulio José Calvo, secretario general de la AUGC-Badajoz en la actualidad, y con Francisco García Grajera, que desempeñó esa misma responsabilidad durante un período en las décadas del 90 y del 2000. Ambos, del mismo modo que otros dirigentes de la AUGC como Serviliano Valencia, José Melo o Juan Ruiz Sierra, han padecido la represión en carne propia. Braulio acumula, como cargo de la AUGC, cinco expedientes por actividades asociativas, uno de ellos por denunciar por presunta prevaricación a un comandante. Y Francisco, que ya está jubilado, sufrió entre otras sanciones la suspensión de empleo y sueldo durante tres meses. El castigo a los dirigentes y afiliados de la AUGC ha sido y es tan acérrimo que ha llevado a la asociación a contratar un seguro que haga frente a las represalias disciplinarias.
Braulio y Francisco representan dos generaciones de activistas en favor del sindicalismo en la Guardia Civil. Con ellos damos repaso a los principales conflictos y logros en las últimas décadas, pero también a las reivindicaciones actuales, a las injusticias y abusos de poder que todavía soportan. Porque, como ellos indican, “la democracia se ha quedado en el umbral de los cuarteles de la Guardia Civil”.
Si os parece, comenzamos por los inicios del movimiento en Extremadura y en toda España. Los promotores del sindicato clandestino, del Sindicato Unificado de la Guardia Civil (SUGC), no han sido rehabilitados.
Braulio J. Calvo: Sí, aún está pendiente la reincorporación de los compañeros represaliados, a pesar de que se aprobó por unanimidad en el Congreso de los Diputados en el año 2009. Argumentan que no era vinculante aquella resolución, pero está claro que si los gobiernos no han querido restituirlos es porque hacerlo le molesta a la Guardia Civil. Y cuando nos referimos a la Guardia Civil no nos estamos refiriendo a los guardias civiles, nos referimos a la Institución.
Detrás cada derecho ganado, de cada sentencia ganada, cada pequeño cambio que se ha hecho, le ha costado a algún compañero una sanción disciplinaria en muchos casos, un largo camino judicial en otros, un señalamiento de sindicalista con el consiguiente acoso laboral de otros
Incluso está pendiente la investigación a fondo de la Operación Columna, que fue la actuación llevada a cabo por la Guardia Civil contra el SUGC, siguiendo órdenes del Ministerio del Interior que ocupaba José Luis Corcuera. Hace unos días, uno de los activistas más veteranos, Alberto Llana, que es el secretario general de la AUGC en Asturias, me comentaba que los papeles de la Operación Columna que se conocen y que están rulando son solo una pequeña parte de la documentación que existe. Lo que hay es únicamente lo que ofreció a Piñeiro alguien cercano a Roldán, en su nombre y a cambio de dinero, y como prueba de que tenía todo el expediente le pasó esa primera documentación. La Operación Columna al completo no ha salido a la luz todavía.
Hablar de sindicato en la Guardia Civil, incluso en los años 90, era una blasfemia. Yo entré en el año 94 y tenía un capitán de compañía que me decía: “Vosotros os estáis cargando la Guardia Civil”, refiriéndose a la sangre nueva que estaba entrando, nos decía que solo queríamos derechos y no obligaciones, de hecho, se comentaba que este oficial estaba escribiendo un libro con el revelador nombre de “Quién mató a la Guardia Civil”.
Guardia Civil
Guardia Civil Manuel Linde y el SUGC. La otra Guardia Civil
Manolo Linde fue uno de los dirigentes del SUGC, uno de sus primeros promotores y una de las personas que sufrió más duramente la represión. ¿Cómo lo recordáis?
Francisco Gragera: Yo le conocía desde la escuela, ambos entramos en la Guardia Civil y le perdí la pista, después cuando supe de él fue cuando vino destinado a Badajoz. Él estuvo en la Rioja y ya vino señalado de allí. Cuando llegó a Extremadura le destinaron a Alconera, que fue donde le tiraron la puerta abajo y le detuvieron en el año 90, cuando dio la rueda de prensa a cara descubierta.
En la cárcel y en el psiquiátrico le hicieron de todo, auténticas barbaridades. Un sindicalista metido entre militares, puede uno imaginárselo. Le escupían, le hicieron torturas psicológicas de todo tipo. De hecho, cuando le metieron a él y a los demás en el psiquiátrico era porque querían hacernos pasar por locos, dar a la sociedad el mensaje de que estábamos locos.
Linde salió de la cárcel muy tocado. Cuando le restituyeron, hubo un tiempo que estuvo mejor. Pero después cuando le expulsaron, se perdió definitivamente. Bebía mucho, tenía problemas familiares, le pedía dinero a la gente, hasta que un día se lo encontraron muerto.
Creo que los primeros movimientos sindicales en la Guardia Civil fueron en el año 76...
Francisco Gragera: Sí, fue en esa fecha. El primer movimiento que hubo fue cuando se luchó por la Seguridad Social, ya que incomprensiblemente los guardias civiles no podían ir a los Hospitales ni a Centros de Salud, tenían que ir a los hospitales militares, a raíz de aquello se consiguió que entraran los policías y los guardias civiles, bajo el paraguas de la salud pública. La gente que se movilizó era fundamentalmente de Madrid, sé que expulsaron a muchos por participar. Era vergonzoso que siendo empleados del Estado éramos los únicos excluidos de la Seguridad Social; nosotros, los militares y la policía armada. Se escudaban en que disponíamos de la sanidad militar, pero eso no era alternativa. Y menos en las zonas rurales. En los pueblos Íbamos al médico caritativamente, o con igualas, pero los médicos no tenían por qué atendernos. Y las mujeres cuando iban a dar a luz tenían que hacerlo en el hospital militar.
En los años ochenta empezó de nuevo el movimiento. Pero era muy complicado, había mucho miedo y la gente que estaba en el SUGC, como es lógico, no se fiaban ni de la chaqueta que llevaban puesta, porque la presión hacia nosotros era muy grande. Y de hecho consiguieron infiltrarse en el movimiento y descubrieron a mucha gente. A mí Linde, por ejemplo, no me dio nunca el nombre de nadie. Era amigo mío, pero no se fiaba. Más tarde, cuando yo asumí responsabilidades en la Asociación, lo comprendí. Porque iban a por nosotros. La primera reunión de COPROPER en Badajoz, en el 93, cuando vino Illana y Bargado, en el Complejo Alcántara, había dentro más agentes del Servicio de Información que asociados.
En los años ochenta empezó de nuevo el movimiento. Pero era muy complicado, había mucho miedo y la gente que estaba en el SUGC, como es lógico, no se fiaban ni de la chaqueta que llevaban puesta, porque la presión hacia nosotros era muy grande
Aquí en Badajoz una movilización importante fue la que se dio en enero del 92, que se llamó la Marcha Verde. Aquello fue muy sonado, se ocasionó porque los guardias de la frontera en Caya, que llevábamos seis o siete años con un turno establecido, vino un teniente coronel que se le metió en los huevos que nosotros vivíamos muy bien comparado con los guardias de los puestos y quitó turnos, de modo que cada uno teníamos que ir con nuestro coche. Nos negamos y le exigimos el traslado desde la comandancia hasta la frontera, pero nos dijeron que no. “Pues nos vamos andando”. Por la mañana fuimos trece o catorce andando y por la tarde otros tantos. Y fue la primera vez que el delegado del gobierno, Ángel Olivares, nos dijo que habíamos cometido “un delito de sedición”. Menos mal que alguien con un poco de conocimiento le haría ver que nosotros no nos habíamos levantado en armas contra nadie.
Por lo que se ve, la presión contra quienes habéis estado a la cabeza del movimiento ha sido abrumadora.
Braulio J. Calvo: Sí, de hecho, muchos hemos estado de baja psicológica. Ser representante de una asociación profesional conlleva un desgaste a todos los niveles.
Francisco Gragera: La presión ha sido tan grande que a veces no sabías donde ibas a terminar. Mi mujer me decía: “Tú algún día no vienes a casa, de aquí te vas a la cárcel”. ¿Pero cómo me van a meter en la cárcel, si lo único que estoy haciendo es luchar por unos derechos? Y los abogados siempre nos han recordado que tenemos que andar por el filo de la navaja, que en cuanto puedan van a ir a por nosotros.
Fíjate lo que me ocurrió a mí, por ponerte un ejemplo. Sería el año 2002. Fui a darle novedades al teniente coronel jefe de la Comandancia. Nosotros por entonces habíamos denunciado que en Zafra los compañeros les estaban obligando a hacer más horas, presionando a los guardias para que pusieran más multas. Me acuerdo que por esos días había salido en el periódico Extremadura un comunicado nuestro. “A sus órdenes, mi teniente coronel, desea usted alguna cosa” le dije. Y él, me mira fijamente y retuerce el periódico que llevaba en las manos como si fuera mi cuello y me dice: “Si usted supiera lo que yo quiero”.
[Las mejillas de Gragera se contraen, los ojos aún desvelan dolor. Se le escapa una sonrisa, pero los tres sabemos que es una forma de disfrazar la angustia del recuerdo].
Braulio J. Calvo: La Guardia Civil no ha cambiado, es un estado totalitario dentro de un Estado de derecho. Y como buen estado totalitario no admite la disidencia, no lo puedes criticar, la Guardia Civil se comporta así con los dirigentes de las asociaciones. Y cualquier crítica que se haga se interpreta como un ataque a la institución, aunque sea una nota de prensa constructiva en la que se denuncia algo que funciona mal. Algunos jefes se toman estos asuntos como algo personal.
Ya no retuercen el periódico, como si te retorcieran el cuello, delante de tu cara. Eso ha cambiado. Pero es lo único que ha cambiado, el trato. En lo demás se comportan igual que hace cuarenta años. Como si cada unidad o comandancia de la Guardia Civil fuera su cortijo, fuera suyo, y los demás fuéramos siervos, como si estuviéramos en la época feudal. Van como señoritos montados en su caballo mirando a los negros de su plantación.
En 2007 y en 2012, sufristeis también una gran represión. Contarnos de ese período.
Braulio J. Calvo: En 2012 le abrieron expediente a Serviliano, a Sierra, a Francisco Ortiz, en total a siete compañeros, por la protesta contra los recortes, argumentando una infracción muy grave consistente en la “realización de actividades políticas o sindicales”.
Francisco Grajera: En la movilización de febrero de 2007, cuando fuimos de uniforme a Madrid, expedientaron a 18 dirigentes de la AUGC, con tres meses de empleo y sueldo. Gracias a aquella movilización se hizo la Ley de Derechos y Deberes y una nueva Ley Disciplinaria con más garantías legales. Pero la idea que tenían en un principio no era expedientar, era meterlos en la prisión militar. El ministro, Rubalcaba, le dijo textualmente a Perpiñán: “Os vamos a reventar”.
En 2007 gobernaba el PSOE y el presidente era Zapatero...
Francisco Gragera: Eso es lo que no entiendo, cómo se ha portado la izquierda con nosotros. Corcuera, cuando le hablaban del sindicalismo en la Guardia Civil, arañaba las paredes y pegaba puñetazos en la mesa. Un hombre que venía precisamente del sindicalismo del metal, del sindicato más duro del País Vasco. Y Rubalcaba se portó con nosotros todo lo mal que quiso, al extremo de que nos amenazó en 2007 con la prisión.
Braulio J. Calvo: Alguien con más lucidez dentro del gobierno le impediría meternos en la cárcel… Aunque creo que también influyó mucho el apoyo de los sindicatos europeos. Pero con esa movilización se consiguieron dos cosas: lo primero, una reforma de la ley disciplinaria en un sentido más garantista. Lo que tenemos ahora no es que sea gran cosa, pero se avanzó. Y luego la Ley de derechos y deberes de la Guardia Civil, que no existía. En la Guardia Civil se da una situación muy extraña. Mientras en otras administraciones está todo perfectamente legislado y contemplado, aquí nos movemos en la alegalidad y el limbo permanente. Dentro de los cuarteles de la Guardia Civil no hay ley.
Es lo único que ha cambiado, el trato. En lo demás se comportan igual que hace cuarenta años. Como si cada unidad o comandancia de la Guardia Civil fuera su cortijo
Francisco Gragera: Sí, lo que hemos dicho muchas veces, la democracia se ha quedado en el umbral de los cuarteles de la Guardia Civil.
Braulio J. Calvo: Sí, los cuarteles de la Guardia Civil siempre han sido terrenos alegales. Y choca que, los que tienen que garantizar los derechos y libertades de los demás, no tengan esas libertades y derechos. Que la Policía Nacional sí tiene, y por eso no es cuerpo peor ni tiene menos prestigio. Pienso que, con el tiempo que ha gobernado la izquierda, que fue la que nos prometió la desmilitarización, que lo llevaba en su programa electoral el PSOE en el año 82, se han portado muy mal.
Francisco Gragera: A mí en aquella época se me llenaba la boca de Felipe González. Ellos hablaban de desmilitarización y, cuando entraron, a los cuatro días nos estaban persiguiendo como a perros.
Braulio J. Calvo: Por eso estamos muy escamados con los progresistas. Bajo su gobierno se hizo la Operación Columna, por ejemplo, así que no deberían de presumir de progresismo, al menos ante nosotros. Que haya tenido que ser un gobierno conservador como el PP quien haya firmado la equiparación salarial con las policías autonómicas, tenía que darles vergüenza. La derecha, el PP, nos ha escuchado más que la izquierda. La izquierda nos ha ninguneado siempre.
Supongo que en todo esto han tenido mucho que ver los mandos de la Guardia Civil, ¿no?
Braulio J. Calvo: La cúpula de la Guardia Civil, sí se puede considerar, por decirlo de alguna manera es muy conservadora, claro. No podemos negar que la Guardia Civil, como otras instituciones que vienen de la época franquista no ha evolucionado lo suficiente en lo que se refiere a prácticas democráticas. Venimos de una dictadura y aunque hayan pasado cuarenta años, muchos de sus altos mandos es lo que han mamado. Creo que hay muchas instituciones que no se han democratizado lo suficiente y la Guardia Civil es el exponente máximo. Y los políticos con quien han tratado han sido con nuestros jefes, con los generales. Los políticos de la izquierda quizás no han querido complacer a esos jefes, a los que han visto identificados con épocas pasadas, provocando su rechazo y condenando a todos sus subordinados.
Precisamente en las últimas semanas estáis haciendo una campaña denunciando que los grandes beneficiarios de los complementos de productividad son los mandos de la Guardia Civil. ¿Podéis explicarnos un poco del contencioso?
Braulio J. Calvo: Sí, eso es lo último que está encima de la mesa, es la enésima de nuestros generales. Existe una orden general de incentivos al rendimiento o, llanamente, de productividad. Lo que nuestros queridos generales pretenden es que la productividad se pague a razón del empleo, por rango. Pero el empleo ya está retribuido a través de otros conceptos. La productividad es otra cosa, debería revertir en “quien produce” y aquí se tendría que encauzar en aquellos que realizan festivos y nocturnos. Lo que no se puede pagar un nocturno es a dos euros. A nosotros nos gustaría cobrar, por ejemplo, no como un médico, como un auxiliar de clínica o un celador de un hospital, cuando hace una noche.
La orden general de productividad la hacen ellos, los generales. Y el reparto que pretenden les beneficia a ellos y a los mandos en general. Y nosotros queremos que esta norma sea como mínimo de rango de real decreto, que al menos tenga control parlamentario. Los generales de la Guardia Civil se comportan como caníbales, se alimentan de sus semejantes, en este caso de sus subordinados.
En la Guardia Civil se da una situación muy extraña. Mientras en otras administraciones está todo perfectamente legislado y contemplado, aquí nos movemos en la alegalidad y el limbo permanente
¿Los complementos de productividad son un mecanismo de división, entonces?
Braulio J. Calvo: La productividad la asignan los jefes y además genera un mecanismo perverso que perjudica a los ciudadanos. Para los guardias de base los complementos de productividad se asignan a dedo, cada mes, los jefes de compañía o comandancia. Cada capitán de compañía —en Badajoz hay siete compañías— tiene potestad para otorgar unas productividades al mes, y el jefe de comandancia más. Los jefes la asignan a dedo. Cada jefe de unidad propone la asignación a los guardias que le parece. El capitán decide, y a su vez también asigna y propone otros beneficiarios, así hasta el jefe de la Comandancia que también asigna las suyas.
No es productividad, es como le llamamos nosotros: prostituidad. La cuantía de la productividad –la más pequeña que se asigna son 111 euros al mes- la asignan a dedo los jefes. Hay gente que puede cobrarlo todos los meses y otros nunca. Como he dicho, es perverso ya que la productividad que reparten, va en función de la estadística de sus respectivas unidades.
En Tráfico, por ejemplo: el jefe de subsector —la demarcación provincial— asigna el complemento de productividad a los jefes de destacamento, que es la unidad más pequeña en Tráfico, en función de las multas que se metan y otros parámetros, pero lo que más se valora son las multas impuestas. La gente de la calle desconoce cómo funciona, es una máquina perfectamente engrasada. Desgraciadamente no sólo funciona así en la Guardia Civil, me consta que en otras administraciones que tienen funciones recaudatorias tiene el mismo sistema, se supone que la administración no debe tener afán recaudador, desgraciadamente se mira más la cantidad que la calidad. En Seguridad Ciudadana, en la asignación de la productividad se valoran mucho las multas a la ley de seguridad ciudadana, la mal llamada ley mordaza, entre otros parámetros.
En Tráfico, a la hora de establecer la productividad, un auxilio cuenta mucho menos que una multa. Un auxilio es un puntito y una multa son veinte. Y hasta hace poco —ahora ya no se hace— te llamaban para que pasaras por el despacho del jefe de destacamento y te decían: “Este mes eres el que menos has puesto”. No te decían si habías puesto muchos o pocos, “Eres el que menos llevas, te voy a tener que proponer para la pérdida del complemento de seguridad vial”. Es decir, encima te pueden quitar 142 euros, no solo te dan, sino te lo pueden quitar.
Los generales de la Guardia Civil se comportan como caníbales, se alimentan de sus semejantes, en este caso de sus subordinados
En Seguridad Ciudadana entran otros parámetros, pero la lógica es la misma. Resolución de delitos, diligencias, denuncias de droga. Las denuncias administrativas, que son por las que la administración recauda dinero, son las que se incentivan, luego revierte en las productividades y se mete en un sumidero de jefes y mandos intermedios. Y al guardia, en alguna ocasión, le caen unas gotillas, una productividad de unos pocos euros.
En definitiva, el complemento de productividad es una cuerdita con la que te atan: “ojo que te quito el grifo”. Y los guardias de base, entre los que hay mucha gente a la que no le llega o le llega una vez al año, lo tienen asumido. Pero según vas subiendo en la escala, no, porque las productividades no son pequeñas y lo cobran todos los meses. Por eso decimos que la productividad está prostituida.
Otro de los problemas grandes que habéis denunciado a veces es el gran número de suicidios. Hablemos, si os parece, de ello.
Francisco Grajera: Yo creo que depende mucho de cómo cada persona afronta la presión. Hay gente que no es capaz de absorber la presión y la única ventana que ven es esa.
Braulio J. Calvo: Muchas veces las bajas psicológicas se cogen como un mecanismo de defensa, “me voy a quitar de en medio, puedo perder el control”, es como meterte en un caparazón y así estás menos expuesto, te sientes más seguro también... Pero hay gente que se mete en el caparazón y ya no sale de él.
Francisco Gragera: Hay gente que le influye mucho también vivir o no en el acuartelamiento. Si vives fuera y te coges la baja psicológica, te vienes a tu casa y tienes que llevar cada 10 días la baja al médico. ¿Pero qué pasa con el chaval que vive en el acuartelamiento? Que está todos los días conviviendo con aquel que le ha provocado esa baja psicológica. Y luego está, a veces, la presión de otros: “Cucha el cabrón este, que es un cagado, no tienes cojones a enfrentarse”. Con esa presión añadida, contando incluso con que a veces algunos compañeros no te apoyan. “¿Por qué te has dado de baja? Pues a mí me lo ha dicho también y a mí no me afecta”. Bueno, pues a ti no te ha afectado y a mí sí me afecta, hay que decirle.
En los cuarteles no quieren vivir nadie, pero si tú vas destinado a un pueblo pequeño a veces no te queda más remedio. Antes te obligaban a vivir dentro de la demarcación. E incluso algunos, hasta los años ochenta, hacían el paso de lista para leerte el servicio. En San Francisco de Olivenza, nos leían el servicio a las ocho de la tarde, hasta esa hora no sabías a la hora que entrabas al día siguiente ni el itinerario que tenías.
Aquí en la Guardia Civil casi todo se consigue porque se ha ganado en algún juicio, porque un juez dice que tiene que ser así
Braulio J. Calvo: Y lo de poder vivir fuera de la demarcación se ganó con una sentencia. Aquí en la Guardia Civil casi todo se consigue porque se ha ganado en algún juicio, porque un juez dice que tiene que ser así. Y luego hemos logrado que se extienda la jurisprudencia correspondiente. Creo recordar que esa sentencia es de la década del 2000, que no estamos hablando de la época del nodo.
En lo relativo a la libertad de desplazamientos había como dos Españas, la de la costa y la del interior, pero había jefes que lo aplicaban de forma discrecional. Normalmente no te decían nada, pero ahí estaba y si te encontrabas con un jefe retrógrado pues no te dejaba salir de la demarcación. Para ganarlo hubo que ir al Tribunal Supremo.
Es como lo de no tener que vestir de uniforme las 24 horas del día. Aunque eso no se ganó en un tribunal, se ganó en la calle. Fue muy curioso, no sé exactamente cómo se organizaron, pero los guardias civiles empezaron a pasear en sitios visibles, como la propia calle Guzmán el Bueno, donde está la Dirección de la Guardia Civil, de manera que pusieron en evidencia el absurdo de esta norma.
Francisco Gragera: Solo podías ir de paisano el mes de vacaciones, el resto del tiempo tenías que ir de uniforme las 24 horas del día. Ni podías llevar nada de la mano, ni a tu hijo, ni la bolsa de la compra. Las manos había que llevarlas libre para saludar.
Braulio y Francisco, ¿queréis añadir algo más?
Braulio J Calvo: Bueno, me gustaría hacer un llamamiento a los nuevos guardias civiles que están entrando, me gustaría decirles que los pocos derechos que tienen, no son fruto de que un general se haya levantado un día y haya pensado, que es buena idea darle algún derecho, por pequeño que sea a un subordinado, éstos viven en una burbuja. Estos nuevos guardias, tienen que pensar que detrás cada derecho ganado, de cada sentencia ganada, cada pequeño cambio que se ha hecho, le ha costado a algún compañero una sanción disciplinaria en muchos casos, un largo camino judicial en otros, un señalamiento de sindicalista con el consiguiente acoso laboral de otros. Tienen que comprender que el camino es largo y que sólo se ha recorrido una pequeña parte de ese camino. Tenemos que luchar por la sindicación y porque nos quiten al menos la condición de militar, no tiene sentido este carácter, siendo nuestra función preponderantemente policial.
Muchas gracias por todo. Y mucho ánimo en vuestra lucha por los derechos socio-laborales de los guardias civiles, por el derecho de sindicación y por la desmilitarización de la Guardia Civil.
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YO CONOCÍ AL CABO ROSA EN 1986 PRESENTÓ UN ESCRITO PIDIENDO ASOCIACIONES EN LA GUARDIA CIVIL,FUÉ ENCARCELADO 10 AÑOS ,CONOCÍ AL SINDICATO UNIFICADO DE LA GUARDIA CIVIL HOY LA ASOCIACIÓN ES UN SUCEDANEO,NO TIENE EL ESPIRITU REVINDICATIVO DEL AQUEL SINDICATO CLANDESTINO.
Desmiento que la operación columna que me entregó Luis Roldán haya sido pagada me la dio en señal de arrepentimiento con lo que hicieron con nosotros y gratis. Al día de hoy no oara de pedir perdón por la gravedad de lo que hicieron con nosotros y nuestras familias.
Un vivo retrato de la realidad .Basta con hacer cumplír la CE78 .Y los Agentes de ENTE Guardia Civil serán lo que tienen que ser según esta y la Ley por la que se oposita de Funcionarios de Carrera .Todo esto narrado deja un poso en sus Agentes de años de tristezas y el oscurantismo maquillado de esos años .
La voz comprometida de CAÑADA nos brinda otro artículo interesante. Esta vez sobre los entresijos oscuros del totalitarismo de la “Benemérita”, honrando la memoria de los guardias civiles que -desde las trincheras de la honestidad- lucharon con coraje por un funcionamiento mejor y más justo de la Institución. Un escrito valiente de ardua investigación, de datos testimoniales, de nombres y apellidos… Todo ello revelado con calidad descriptiva y poética.
Ojalá tengamos una guardia civil al servicio del pueblo y persiga los delitos de la élite