Guerra civil
A 85 años de la batalla de Matxitxako

Los 20 supervivientes fueron hechos presos y llevados a la cárcel de Ondarreta, en Donostia. La batalla de Matxitxako, que acaba de cumplir su 85 aniversario, dejó 40 bajas, 34 marinos de los bous, 5 pasajeros del Galdames y un tripulante del Canarias.
85 aniversario batalla Matxitxako
Juan Azkarate, último superviviente de la batalla, en el homenaje celebrado este sábado en Portugalete/ Irekia

Juan Azkarate sabía desde primera hora de la mañana que, ese día, el pasado 5 de marzo, él sería el protagonista del homenaje que se había organizado en Portugalete por el 85 aniversario de la Batalla de Matxitxako. Sabía que él inauguraría la placa conmemorativa a la entrada del actual Hotel Puente Colgante. Y sabía también que sería a él a quien acompañarían las autoridades del Gobierno Vasco, Ayuntamiento de Portugalete y Gogora, el Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos. Igual que sería él quien recibiría todos los elogios de los presentes. Al fin y al cabo, es el único superviviente de la Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi.

Juan Azkarate fue el miembro más joven de aquella unidad militar. De hecho, debió mentir con su edad para que le autorizaran a formar parte de aquel cuerpo, aunque despertó las sospechas del Lehendakari Aguirre, que lo veía demasiado joven para la edad que aseguraba tener. Igual que el resto de miembros de la unidad, Juan se había presentado como voluntario cuando, en plena guerra civil, el Gobierno Vasco decidió crear un cuerpo para proteger el tráfico mercante y limpiar de minas submarinas las aguas del Cantábrico. Sólo se exigían dos requisitos: tener experiencia en la mar y demostrar que se estaba afiliado a algún sindicato o partido que luchara junto al bando republicano.

Así se formó la Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi, con marinos mercantes y pescadores, enrolados en barcos de pesca reconstruidos para convertirse en precarios navíos de guerra, conocidos como bous. Así lo recordaron el pasado 5 de marzo en Portugalete, junto a la que fue su sede en el tiempo que se mantuvo activa. Así lo recuerda la placa que inauguró el propio Juan Azkarate.

Una vez inaugurada la placa, las autoridades acompañaron a Juan a la Plaza del Solar, donde continuó el acto en recuerdo de las víctimas de la batalla de Matxitxako. Aintzane Ezenarro, directora de Gogora, recordó la importancia de preservar la memoria ante la fragilidad de la paz. El alcalde de Portugalete, Miguel Torres, reclamaba verdad, justicia y reparación, mientras que el presidente de Matxitxako Elkartea, Xabier Olabeaga, reafirmaba su condena a la guerra, tan presente estos últimos días.

Al terminar los discursos se presentó un avance del documental “Matxitxako, apuntes sobre la Marina Auxiliar de Guerra de Euzkadi”, dirigido por Jesús Lacorte y que recuerda la labor de esta unidad y los hechos del 5 de marzo de 1937, cuando debieron escoltar al mercante Galdames, que viajaba desde Baiona a Bilbao con civiles, un representante de la Generalitat Catalana acompañado de su familia y un cargamento de monedas para financiar la lucha del gobierno legítimo.

Aquella noche el Galdames partió del puerto de Baiona custodiado por los bous Bizkaya, Gipuzkoa, Nabarra y Donostia, en medio de una tormenta y sin posibilidades de encender las luces o de utilizar la radio, para evitar ser visto por los buques de guerra franquistas que navegaban por las mismas aguas. Al llegar la mañana, el Gipuzkoa y el Bizkaya se dieron cuenta de que habían perdido contacto con el resto de la expedición y no tardaron en encontrarse frente al crucero Canarias, el más potente de la flota sublevada, que llevaba como rehén al mercante Yorkbrook, capturado cuando pretendía llegar a tierra con un cargamento de armas para el bando republicano. El Canarias abrió fuego e impactó sobre el Gipuzkoa, mientras este trataba de alcanzar la batería de defensa que protegía, desde la costa, la entrada de la ría del Nervión.

A pesar de los importantes daños, el Gipuzkoa logró llegar a tierra y ponerse a salvo en el puerto de Portugalete, mientras el Canarias retrocedía para evitar los cañonazos lanzados desde tierra. En plena batalla, el Bizkaya había aprovechado para liberar al Yorkbrook y escoltarlo hasta poder entregar su mercancía en el vecino puerto de Bermeo.

El Canarias volvió a alta mar para encontrarse, a la altura del cabo de Matxitxako, con el Galdames y sus escoltas, los bous Nabarra y Donostia. Más rápido y mejor armado que sus rivales, no tardó en abrir fuego sobre el Galdames, que prefirió rendirse y evitar bajas civiles. Atacó después al bou Donostia, al que ocasionó importantes daños y se alejó de la zona. Llegó entonces el turno del Nabarra, que respondió con fuego y dio inicio a una lucha desigual que se prolongó durante más de una hora, hasta que el Nabarra recibió un impacto en las calderas y ardió en llamas. El Donostia, debilitado por una vía de agua, se acercó en su auxilio, pero desde el Nabarra les pidieron que se pusieran a salvo y salió camino de La Rochelle (Francia). Los tripulantes del bou Nabarra empezaron a subirse a los botes salvavidas, pero su capitán, Enrique Moreno Plaza, gritó que prefería hundirse con el barco antes que ser apresado por el enemigo. Algunos de sus marinos lo acompañaron, hasta que se hundieron con el Nabarra. Los 20 supervivientes fueron hechos presos y llevados a la cárcel de Ondarreta, en Donostia. La batalla de Matxitxako había dejado un total de 40 bajas; 34 marinos de los bous, 5 pasajeros del Galdames y un tripulante del Canarias.

Los prisioneros fueron sometidos a dos consejos de guerra, en los que se decretaron condenas de muerte para todos los miembros de la Marina de Guerra. Sin embargo, su actuación durante la batalla había impresionado al capitán del Canarias y a su comandante de tiro, Manuel Calderón. Este intercedió ante Franco e insistió hasta lograr del Generalísimo la autorización para amnistiarlos. El propio Calderón se presentó en la cárcel para hacer efectiva la orden y, en los años siguientes, ayudaría a los marinos para que no sufrieran represalias por haber defendido la república.

Los prisioneros fueron sometidos a dos consejos de guerra y condenados a muerte

Este pasado 5 de marzo fue el ayuntamiento de Portugalete quien ejerció como anfitrión del homenaje en recuerdo de las víctimas de la batalla de Matxitxako. En años anteriores habían sido otros pueblos de la costa vasca. Arminza, Ibarangelu, Plentzia, Pasaia o, a lo largo de muchos años, Bermeo. Junto al cabo que dio nombre a la batalla, a pocos metros de San Juan de Gaztelugatxe, una escultura de Néstor Basterretxea recuerda a los miembros de la Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi. A punto de cumplir los 100 años, Juan Azkarate es el único de aquellos marinos que continúa con vida. Él fue el gran protagonista del homenaje que se les rindió el pasado sábado. Él lo será también del que se celebre el 5 de marzo de 2023.

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