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Heteropatriarcado
“Ningún hombre ni Estado puede imponer el uso del velo o su eliminación”
Entrevista a Nadia Hindi Mediavilla, profesora, musulmana y feminista.
Desde que Mary Wollstonecraft escribiese en 1792 uno de los primeros alegatos feministas con su libro Vindicaciones de los Derechos de la Mujer, la lucha de las mujeres por un trato igualitario en la sociedad ha sido incesante. Mucho se ha hablado del feminismo en países occidentales, pero son cada vez más las voces que se alzan en países árabes o de mayoría musulmana. Nadia Hindi Mediavilla es iraquí, musulmana y residente en España desde la I Guerra del Golfo (1990). Es profesora del Grado de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Granada y, entre sus intereses, destacan los feminismos y la lucha de los pueblos por la justicia.
¿La presencia patriarcal reside en el mundo árabe o en la religión musulmana?
El islam vino a revolucionar la cultura árabe preislámica. En este sentido, eliminó ciertas prácticas crueles, como el asesinato de niñas, el hecho de que las mujeres formaran parte de la herencia, etc. Y otorgó derechos a las mujeres, como su consentimiento para contraer matrimonio, el divorcio o la autonomía financiera. Dio un enorme salto cualitativo respecto al periodo anterior, pero con el transcurso del tiempo prevaleció el poder masculino y la interpretación que este hizo de la fuente original —el Corán y la Tradición del profeta—, hasta el punto de sacralizar este trabajo interpretativo relegando la fuente a un segundo plano. Todo ello se complicó con la expansión del islam y el devenir histórico, a través del contacto con otras culturas patriarcales de la región hasta la llegada del colonialismo del siglo XX que reforzó el patriarcado árabe-islámico.
¿Qué reivindicáis como mujeres feministas musulmanas?
La Umma islámica es enorme, por lo que es necesario situarse dentro de cada contexto. En tanto que ciudadanas de este Estado, nos preocupa tanto el machismo como el racismo dirigido contra las personas musulmanas o “los moros”, y contra otros grupos racializados. Abogamos por unas políticas realmente inclusivas e igualitarias que tengan en cuenta estos ejes y que incluyan también a las personas demandantes de refugio.
¿Quién toma la decisión de llevar velo? ¿Es un símbolo de identidad o una imposición?
Es una decisión que concierne solo a la mujer. Ningún hombre ni ningún Estado puede imponer su uso ni su eliminación. Son muchos los motivos que llevan a una mujer a llevar el velo, yo no tengo tanta autoridad para hablar de ello porque no lo uso.
Una imagen muy potente del velo es como símbolo de resistencia en luchas anticoloniales, como en la revolución argelina contra la ocupación francesa. Este símbolo sigue vigente especialmente frente a la cosificación de las mujeres y el culto a un cuerpo ceñido a un estricto canon de belleza occidental. También representa un compromiso espiritual y una actitud de humildad y sencillez, cualidades humanas que van mucho más allá de un trozo de tela.
“El colonialismo del siglo XX reforzó el patriarcado árabe-islámico”La situación de desigualdad que viven muchas mujeres musulmanas, ¿se disfraza de costumbre o es una cuestión que aceptan?
En mi país de origen, las mujeres han luchado desde décadas contra ciertas prácticas socioculturales que contradicen los principios islámicos y que, contrariamente a lo que se piensa aquí, fueron reforzadas por el patriarcado colonial gracias a su visión orientalista de las sociedades arabo-islámicas. Esto quiere decir que las mujeres árabes y musulmanas no solo tienen que transformar las “costumbres” patriarcales muchas veces disfrazadas de religiosidad, sino que tienen la enorme tarea de afrontar todo aquello que ha determinado negativamente el desarrollo de estas, como el capitalismo, las guerras, el colonialismo y los regímenes autoritarios.
El machismo es una lacra que afecta a la mujer con indiferencia de su procedencia o religión. ¿Existen matices?
Sí, por supuesto, y comprender esos matices a partir de los contextos locales y de las propias luchas es muy importante para no caer en simplifcaciones, además de que enriquece nuestra visión del mundo y nos abre a diversas formas de resistencia y a diferentes modos de ser y de estar en el mundo.
Granada cuenta con una importante comunidad islámica. ¿Cómo vive una mujer musulmana en el que fue reino nazarí?
Me siento muy agradecida de vivir en una ciudad como Granada, a la que llegué hace 14 años. Aquí encuentras gente de diversas procedencias. La propia comunidad musulmana es muy heterogénea. En mi día a día destaca más la convivencia que otra cosa, lo mismo le ocurre a amigas con velo que se mueven en círculos parecidos. Claro que hay racismo e islamofobia, pero mucha gente es abierta y solidaria.