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Humor
Lo que el ojo no ve de la campaña
La presente campaña electoral en la Comunidad Autónoma Vasca, como buen producto de su época, está perfectamente medida para que no pase nada. Al menos en su cara A, es decir, en el programa de mano oficial del evento. Los distintos candidatos emiten a las horas convenidas mensajes de diseño y se reparten responsablemente los nichos asignados por las encuestas de opinión. La agenda de actos oficiales es un decorado poblado por autómatas y todos los mensajes que salen de ahí son agua destilada, es decir, manifestaciones de la nada.
Vitoria te lo confirmó, sin ir más lejos, el pasado viernes, con un chupinazo completamente inodoro, incoloro e insípido de la campaña electoral. Fake. Porque nada de lo que de verdad importa sucedió antes del sábado a las 22:00, en el estadio de la Cartuja de Sevilla, con el pitido inicial de la final de la Copa del Rey de fútbol.
En la política de la representación, si quieres saber lo que se mueve, necesitas mirar detrás del primer plano, bizcar los ojos y atender a lo que no parece relevante. Ahí es donde está la miga. No tanto en la tienda como en la trastienda. No tanto en la campaña como en la trascampaña.
Zu zara nagusia. Cuando decimos que el sábado empezó en Sevilla la verdadera campaña electoral a la Jaurlaritza, queremos decir que no hubo hasta ese momento ninguna declaración, ningún mensaje, ninguna puesta en escena capaz de mover ni un milímetro las intenciones de voto de las distintas parroquias. Sobre el césped, sin embargo, oscilaron las pasiones colectivas y hubo picos de intensidad que pudieron afectar profundamente las corrientes de opinión y emoción de la esfera pública. Ningún análisis serio puede pasar por alto estas cuestiones. Repasemos los mejores momentos del partido para cada ídem.
La victoria del Athletic encaja como anillo al dedo con la manera de hacer de los de Imanol Pradales “subrogator”, o séase, apartar el dinero del foco
Empezando por el final: la felicidad de Iker Muniain recogiendo el trofeo. Fue, de hecho, en el postpartido, cuando se registraron los mayores niveles de identificación de las audiencias con el PNV. La victoria encaja como anillo al dedo con la manera de hacer de los de Imanol Pradales “subrogator”, o séase, apartar el dinero del foco. Cuenta que has ganado, pero no que tenías más del doble de presupuesto que el rival. Cuenta que lo tuyo es fruto de la tenacidad y del trabajo bien hecho. Cuenta que tu bandera es la cantera cuando, de los 17 que saltaron al campo entre titulares y suplentes, los que vienen de las categorías inferiores de Lezama son una minoría. Levanta la copa con orgullo jeltzale, al cielo con ella: el PNV es el Athletic y el Athletic es Unique in the world. El que gana se lo lleva todo.
Antes de eso, sin embargo, hubo un momento en que el equipo de Valverde hizo subir la cotización en el mercado de las tesis de EH Bildu. Llega el minuto 90, se vienen prórroga y penaltis. Sale Williams para que entre Raúl García. En ese punto, la libreta del Txingurri y la de Pello “gixajo” Otxandiano son una y la misma. Pese a que toda tu capacidad de ruptura esté en la fuerza de trabajo racializada, tú le confías tu destino a los clásicos del plantel, a las capas envejecidas y autosatisfechas de la población. En ese momento el curso del partido parece diseñado por la IA.
El momento PSE, en cambio, fue mucho antes. En cuanto dejó de sonar el himno español, “Txikito de Eibar” Andueza sacó la enekoneta a las calles y empezó a celebrar, a bocinazo limpio: hemos venido a emborracharnos y el resultado nos da igual. Porque lo fundamental ya estaba hecho: una pitada civilizada y comedida, como es debido. Después de todo, el socialismo del siglo XXI consiste en eso: consentir el gesto pero a medias. La izquierda responsable debe expresarse, pero sin creérselo mucho, democráticamente y sin interrumpir. La internacional prudentemente, la pitada sin alterar la sonrisa del monarca. Algarada dentro del Estado de derecho. Todo el mundo puede ser integrado en la península más progresista de la Historia.
El gol del Mallorca trajo consigo el minuto de oro del PP. Algo en el alma athleticzale hizo krak y giró a la derecha. Si tu equipo no es capaz de defender un saque de esquina con todos sus efectivos metidos en el área, evidentemente hace falta un golpe de timón. No se estaba siendo lo suficientemente conservador. Veinte minutos justos de partido y el brillo en los ojos de Javier “el tío alcohólico de la familia” de Andrés, revelaba dos cosas: el regusto placentero del quinto vino y la certeza de quien sabe que el tiempo está de su lado. En el Athletic, como en el PP y en la vida, mandan hombres hechos y derechos, que tienen chachas en sus casas y segundas residencias en la costa. Y todo lo demás es ruido y despiste.
Los dos certeros cabezazos de Unai Gomez resultaron ser una gran traducción al fútbol del estilo de la coalición que representa la “fontanera” Alba García: mentalidad de tiburón, juego subterráneo y apártate que voy
Justo tras el gol anulado a Nico Williams, los indicadores marcan un pico histórico de la intención de voto a Elkarrekin Podemos. Duró poco, que es lo que duran habitualmente las ilusiones. Miren Gorrotxategi, “la novia cadáver”, esbozó una sonrisa desde su sillón pero sin perder del todo el rigor mortis. “No me he equivocado yo, me han robado” pensaron al unísono Miren y Nico. Y unos cuantos millones de espectadores, que vivieron así una auténtica Podemos Experience. Pisar la línea que separa la gloria y el vacío. Y quedarse de este lado.
Por último, no hay que desdeñar las corrientes de simpatía por Sumar que desató la entrada de Unai Gómez al rectángulo de juego. El joven león bermeano ejecutó dos certeros cabezazos, primero a Samu Costa y luego a Muriqi, en lo que resultó ser una gran traducción al fútbol del estilo de la coalición que representa la “fontanera” Alba García: mentalidad de tiburón, juego subterráneo y apártate que voy. Por suerte no hubo que lamentar más que heridas superficiales.
Así empezó la trascampaña y desde entonces cada cosa ha sucedido según lo previsto: encuestas, debates, declaraciones y más encuestas. O lo que es lo mismo, no ha sucedido nada relevante.
Así empezó la trascampaña y desde entonces cada cosa ha sucedido según lo previsto: encuestas, debates, declaraciones y más encuestas. O lo que es lo mismo, no ha sucedido nada relevante