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Ilustración
Mimmo
No pueden crucificarte los modernos legionarios,
pero te arrojan a la flagelante sombra tras las rejas
y te multan con una cifra impagable, deuda eterna,
como si tú también fueses uno de esos países
de donde arriban tus agradecidos rescatados.
Quieren quitarte la felicidad de vivir, ocultarte el sol
en el bolsillo donde guardan su detenido reloj.
Quieren apagarte las estrellas para hacer escuela,
dar ejemplo, con tu cabeza en la pica del noticiero,
para que jamás otro Mimmo ayude a su hermano.
Modernos legionarios, que de nuevo solo tienen
el uniforme, el actualizado garrote y la remozada ley,
en lugar de cruces, pero dejan ver su ojo de sangre
inyectado y su hiel que clama pa’que te entreguen
a las bestias junto a los temerosos recién llegados.
Gentes ilusas, golpeadas pero no vencidas
que con sed y hambre cruzaron desiertos ríos
y sufrieron cuando huyeron de sus comarcas
donde caían miserias y sequías traídas por usureros
que quieren oscuras cosas de nombres exóticos.
Mientras algún ex-senador, ex-ministro, ex o futuro
líder de masas ayuda a sus amigos y parientes
a evadir impuestos y luego exhibirse inocente
en informativos con palabras que nada dicen
pero ciegan de patrioterismo macarronico.
Mimmo, olvidaron ayudar al prójimo y se ensañan
porque se lo recuerdas. Pero, Mimmo, la memoria
insiste y pregunta: Si alimentar hambrientos
cuesta 13 años de prisión, ¿cuánto vale terminar
con 43 vidas por no cuidar un puente genovés?
(¿O sale gratis “perche tuto va bene,” Ton?)
Ramón Haniotis