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La OCDE lo ha dicho claro: gran parte de la inflación está siendo provocada por los márgenes empresariales y no por los aumentos salariales. Además, señaló a España como uno de los países donde este fenómeno es más pronunciado con cargo a dos sectores. El poder adquisitivo de la clase trabajadora ha caído más que en otros países y los márgenes empresariales han aumentado. En concreto el organimo señala que del 8% de inflación media que sufrió España el año pasado, un 6% es debido a los márgenes empresariales y tan solo un 1,5% es por los salarios.
Para explicarlo señaló directamente a las empresas grandes, a aquellas que tienen poder de mercado. Por un lado, habló de las energéticas y empresas de carburantes y su poder oligopolista, que han batido récords de beneficios mediante el incremento en la factura de la luz y los carburantes. Por otro, el sector de la alimentación donde la infinidad de eslabones que componen la cadena de proveedores acaba inflando los precios desde que se produce hasta que el ciudadano lo paga en la caja del supermercado. Algo que, dicho sea de paso, llevan denunciado organizaciones españolas como Oxfam Intermon o CC OO desde hace meses usando la misma forma de cálculo que el organismo supranacional. Para ello, la OCDE utilizó el término greedinflation.
Inflación
Inflación Los beneficios empresariales fueron responsables del 83,4% de la inflación en el primer trimestre
El término no es nuevo, por lo menos más allá de las fronteras de nuestro país y nuestro idioma. Esta avaricia y codicia de las empresas ha sido señalada usando esos términos por todos los medios de comunicación importantes del mundo anglosajón. Desde hace meses, el término y su explicación han aparecido en varios artículos de diversas publicaciones como The Guardian, que ha escrito extensamente sobre el tema e incluso le dedicó un editorial, las hojas parroquiales de los liberales The Economist, Fortune y Financial Times. Toda una infinidad de medios que llevan meses señalando sin ningún reparo a la avaricia de las grandes empresas y sus efectos sobre la inflación. Vamos, medios haciendo periodismo.
Los medios españoles han ignorado el término avarinflación mientras los anglosajones llevaban meses hablando de greedinflation
¿Pero y si traducimos el término y lo buscamos en español? Esa pregunta me hice tras leer varios de estos artículos la semana pasada. Al introducir la avarinflación en Google solo se obtenía un resultado de un artículo en un medio uruguayo. Si hacemos lo mismo con “inflación de la avaricia”, se encuentran algunos artículos en la versión española de la BBC, en El Periódico de España en el blog Agenda Pública de El País a finales de 2022. Si se buscaba codinflación, no parecía ninguno. Desde que la OCDE utilizó el término este miércoles día 7 de junio, ya son algunas más las entradas en español que se pueden encontrar aunque siguen sin ser muchas. De hecho, se podrían resumir en el programa de Hora 25 de los negocios de Javier Ruiz que ha dedicado al tema este jueves día 8 por la mañana. Es decir, los medios españoles han ignorado el término avarinflación mientras los anglosajones llevaban meses hablando de greedinflation.
Excusaflación
¿Por qué ningún medio español había replicado dicha palabra? Si la prensa salmón internacional ha señalado esas prácticas por parte de las empresas y su influencia en la crisis inflacionaria con términos como avaricia o codicia, ¿por qué no hemos podido leer ninguna de esas palabras en los titulares en castellano? Pues porque los medios españoles no van a llamar avariciosos a sus principales anunciantes y a algunos de los que se sientan en su junta de accionistas. Para hablar de ese mismo fenómeno inflacionario, sin morder la mano que te da de comer, los medios españoles se inventaron otro término que modifica por completo la narrativa: excusaflación.
Tenemos el ejemplo de El Economista, que publicó el 27 de marzo un artículo bajo el titular “El fenómeno de la 'excusaflación': el ingenio de algunas empresas para inflar precios eleva el IPC”. Las palabras avaricia o codicia no aparecen en ningún momento durante todo el texto. Lo que todos los medios señalan como un acto de pura avaricia, los medios españoles lo traducen por “excusa”. El resto del titular es más diabólico todavía: “El ingenio de algunas empresas”. Es decir, no solo no se señala la codicia sino que se tacha de “ingenio”, sinónimo de inteligente, audaz, destreza o talento. Es decir, se traduce avaricia por excusa y se señala como inteligencia la acción de sangrar a las familias y otras empresas que están sufriendo para pagar los recibos de la luz o llenar la cesta de la compra.
No es el único ejemplo. “Excusaflación, el pretexto para colarnos subidas de precio aprovechando la coyuntura”, titulaba El Debate 4 días después de El Economista. Las palabras avaricia o codicia no aparecían en ninguna de sus formas en todo el cuerpo del artículo. “Ojo con la 'excusaflación': las excusas reales con las que nos cuelan las subidas de precios”, rezaba otro de la web de La Sexta, que sí que hablaba de avaricia y codicia en un párrafo en el que explica que “esa codicia de algunos empresarios para conseguir unos mayores beneficios ha sido bautizada desde el Financial Times como greedinflacion”. Extraño que lo hayan traducido en ese párrafo pero que mágicamente en el titular se convierta en excusaflación. También en otro programa de esta misma cadena, La Sexta Xplica, el economista Javier Díaz-Giménez señaló esa codicia de las empresas y su influencia en la inflación, citando el término de la excusaflación. Las Provincias citó el encontronazo que hubo tras sus palabras titulando “La polémica que llevó al economista Gonzalo Bernardos a echarse las manos a la cabeza”, que contestó a algo tan evidente como lo que llevan señalando meses otros economistas y que esta semana señala la OCDE con respuestas como “Estás contando una peliculilla” y “La codicia es lo que hace que vivamos lo bien que vivimos”.
Todo está en la narrativa
Que todos los medios importantes internacionales lleven meses señalando la avaricia de las empresas y sus efectos sobre la inflación, mientras que los grupos mediáticos españoles han ocultado dicha avaricia o la han tachado de “ingenio” no es casual ni un simple error de traducción. Que durante esos mismos meses se haya repetido desde esos mismos medios ese mantra de que la inflación se debía a que “el Gobierno se forra con los impuestos”, no es más que una estrategia mediática para cargar contra este Gobierno y sus políticas. Se evita a toda costa señalar que tenemos una de las tasas de inflación interanual más bajas de toda la Unión Europea y la OCDE. Se ignoran informes como el que publicó recientemente el Banco de España que señalaba que las medidas del Gobierno habían conseguido reducir la inflación hasta en un 2,1% en 2022. Da igual las cifras reales y lo que señalen organizaciones internacionales, sindicales u onegés de renombre. Lo importante es el relato sobre la inflación que le llega a la gente y cómo perciben esos relatos. Todo está en la narrativa.
La estrategia de esta intencionada mala traducción no es otra que la de generar el relato de que las empresas también están sufriendo la inflación, cuando en realidad los grandes grupos y oligopolios son los que se están forrando a costa del sufrimiento de miles de familias. Si se ven obligados a tener que publicar algo, pues se modifica el lenguaje para crear una narrativa donde se enmarca la avaricia como si fuera ingenio e inteligencia.
Iberdrola, Endesa, Naturgy, Repsol y Cepsa gastan mucho en esos medios como para dejarse llamar avariciosos en público
¿Y por qué lo hacen? Pues porque nadie muerde la mano que te da de comer. Y los grandes grupos energéticos españoles, aquellos a los que señala la OCDE como los principales avariciosos, dan mucho de comer a los grandes grupos mediáticos mediante los contratos de publicidad. Iberdrola, Endesa, Naturgy, Repsol y Cepsa gastan mucho en esos medios como para dejarse llamar avariciosos en público. Que este relato sobre la inflación por culpa del Gobierno y que exime a las empresas de responsabilidad sea el que defiende el partido que quiere llegar a la Moncloa y derogar el impuesto especial a las energéticas tampoco es casual. El relato es que el Gobierno es culpable, que las empresas no son avariciosas sino ingeniosas y que el Partido Popular lo solucionará bajando impuestos a esos avariciosos. Todo está en la narrativa.
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Que los liberales se sienten cómodos con una narrativa económica emocional es propio de la literatura financiera. Y que el término avarinflación tenga éxito mediático no significa que estén responsabilizando solo a los empresarios, y de hecho puede jugar en contra de los trabajadores cuando reclamen subidas salariales.
A nadie le resulta ya raro las continuas quejas inflacionistas de subir el SMI, las pensiones o implantar una renta básica.
La avaricia es un espejo que se vuelve contra la imagen social del trabajo, dejando intacta la aparente legitimidad de los beneficios, sean estos muchos o pocos. La lectura liberal anglosajona va más allá de un simple mea culpa.
Hay un artículo de Michael Roberts que revisa la literatura y los datos y pone en cuestión también la tesis de la avaricia:
https://www.sinpermiso.info/textos/inflacion-causas-y-soluciones
Muy bien visto. Nuestra prensa nacional necesita de forma inminente ser educada en la ciudadanía, pero como la gente no lee, la prensa, antes que desaparecer como negocio, se vende. Solución: los ciudadanos tienen que suscribirse a un periódico y dejar de hacerlo cuando vean que mienten descaradamente. Pero el ciudadano no concibe pagar por la prensa que lee. Y tiene la prensa GRATIS que merece.
El dinero del IBEX35 y de la publicidad institucional de los gobiernos de derechas alimentan al monstruo periodístico conservador para manipular la información, intoxicar a la ciudadanía y, en definitiva, orientar el voto hacia posiciones peperas y voxenetas, esto es, asestar un “golpe blando” a la democracia.
Hemos pasado de la solidaridad como principio rector de las políticas de izquierdas a la avaricia de los grandes poderes económicos, normalizada por los medios de comunicación sicarios y defendida por PP y VOX, como principio rector del neoliberalismo generalizado en las sociedades occidentales. Aquello de “refundar el capitalismo” , de E. Macron, pasó a la Historia con mucha pena y nada de gloria.