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Juegos olímpicos
París 2024, del brillo olímpico al reverso de los focos
París tiene todo o casi todo preparado para dar inicio a los Juegos de la XXXIII Olimpiada. Los aros olímpicos decoran la Torre Eiffel o el Arco del Triunfo, mientras la fachada del Centro Pompidou está cubierta por imágenes promocionales de la marca Nike, en un reflejo de cómo la ciudad se pone al servicio de los patrocinadores olímpicos. Al mismo tiempo, una encuesta del diario Le Monde muestra el escaso interés que la cita olímpica ha despertado entre la población francesa: Un 34% de los encuestados se declaraban indiferentes, un 24% preocupados y un 5% molestos con el evento. De hecho, diferentes colectivos críticos con la celebración de los JJOO han convocado una manifestación en la Plaza de la República de París coincidiendo con la ceremonia de inauguración en la tarde del viernes 26 de julio.
El desencanto de los franceses con los Juegos de París no tiene tanto que ver con la competición deportiva, como con un proyecto que empezó a andar en 2013 entre promesas que buscaban ganarse el favor de la población y seducir a los representantes del Comité Olímpico Internacional (COI). Ahora que la competición está a punto de empezar, muchas de esas promesas se van desvaneciendo, mientras que se imponen los aspectos más opresivos, generalmente relacionados con cuestiones de seguridad.
El Sena y las promesas olvidadas
La ceremonia de inauguración salió del estadio por primera vez en la historia para celebrarse a lo largo del río Sena. Y es que, después de muchas dudas, parece que la calidad del agua ha superado los test de salubridad y no hay riesgo para los bailarines y nadadores que tomarán parte en la ceremonia.
El de la calidad del agua no es un tema anecdótico, ya que el río Sena se presentó como uno de los emblemas del proyecto París 2024. Si normalmente el estadio Olímpico acapara la atención en todas las ediciones de los Juegos, en París prometieron un presupuesto más austero, utilizando el Stade de France, construido en 1998 para el Mundial de fútbol y ofreciendo a los ciudadanos la recuperación del baño en el Sena, prohibido desde hace un siglo, como uno de los principales legados olímpicos. Por el momento, la ministra de deportes, Amélie Oudéa-Castéra y la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, se bañaron en el río, en un gesto que pretendía transmitir confianza en la limpieza de sus aguas. Pero lo cierto es que, tras invertir 1.400 millones de euros en nuevas infraestructuras para mejorar los sistemas de depuración, no está garantizado que el río pueda ser utilizado en alguna prueba olímpica, ni que se vaya a autorizar el baño público una vez terminados los Juegos Olímpicos y Paralímpicos.
La población francesa no apoya unos gastos desorbitados y dentro del COI son conscientes de que deben cuidar la imagen, ya que el proyecto olímpico cada vez tiene más voces críticas
Las cuestiones alrededor del presupuesto es otro de los caballos de batalla, tanto para los ciudadanos, como para el Comité Organizador París 2024 y el propio COI. La población francesa no apoya unos gastos desorbitados y dentro del COI son conscientes de que deben cuidar la imagen, ya que el proyecto olímpico cada vez tiene más voces críticas. De hecho, París fue elegida como sede oficial después de que se retiraran buena parte de las ciudades candidatas y de que el COI repartiera las ediciones de 2024 y 2028 entre París y Los Ángeles, las únicas ciudades que se mantenían en liza. Para la edición de 2032, por tercera vez consecutiva, Brisbane fue elegida sede en ausencia de más candidatas, una prueba del desinterés de las ciudades en albergar unos Juegos.
Consciente de este desencanto, París 2024 presentó desde el principio un presupuesto más bajo que las ediciones anteriores, limitando la construcción de nuevos edificios a la piscina olímpica y el recinto para las pruebas de escalada. De este modo, el coste de los Juegos podría ser inferior a los 13.000 millones de euros que se presupuestaron para la edición de Tokyo, pero queda muy lejos de los 4.400 millones que el COI maneja como cifra oficial, garantizando un 96% de financiación privada.
Esta cantidad incluye únicamente los costes de planificación, organización y realización de los JJOO, que corren por cuenta del COI y es, por tanto, casi íntegramente de financiación privada. Pero el presidente del Tribunal de Cuentas francés, Pierre Moscovici, elevó esa cantidad a 9.000 millones de euros, al incluir los entre 3.000 y 5.000 millones que abonará el Estado francés para las mejoras en infraestructura, transportes, construcción de nuevas instalaciones... y que rebajan considerablemente el porcentaje de financiación privada.
La otra cara de París 2024
París 2024 serán, por tanto, unos Juegos más baratos que las ediciones anteriores, pero con una importante financiación pública, con el objetivo de mostrar al mundo la belleza y modernidad de la ciudad y del propio país. Francia ha preparado una gran campaña de imagen y para ello ha puesto los espacios más emblemáticos de la ciudad a su servicio. El palacio de Versalles, el Trocadero, los Inválidos, el Grand Palais y por supuesto, la torre Eiffel serán sede de algunos deportes, mostrando al mundo la mejor cara de la capital francesa.
La cara menos atractiva, la que deja al descubierto las carencias del Estado social francés, han tratado de ocultarla, pero no deja de estar presente. Así lo explica la denuncia del colectivo Le Revers de la Medaille, que calcula en 13.000 el número de personas que han sido expulsadas de París en el último año; fundamentalmente población en situación de exclusión o en condiciones de vida precarias. Aunque el ayuntamiento de París niega la relación entre estos hechos y la celebración de los JJOO, ejemplos como el de la Maison des Metallos parecen evidenciar el vínculo directo entre ambos. La antigua sede de un sindicato de trabajadores metalúrgicos, que en los últimos años se ha utilizado como espacio artístico y cultural, sufrió a principios de julio el desalojo por parte de la policía de cerca de 175 personas, la mayoría de ellos menores migrantes no acompañados procedentes de África occidental. Lo mismo ha ocurrido con varios asentamientos chabolistas que se encontraban cerca de algún recinto olímpico.
Los municipios de Saint-Ouen y Saint-Denis han visto cómo gente en situación de calle ha sido forzada a subir a autobuses con destino a otras ciudades de Francia. Estos barrios son sede del Stade de France y de la villa olímpica, para la que han construido 82 edificios y 3.000 apartamentos nuevos con el fin de acoger a los 10.500 atletas; todo con un presupuesto de 1.500 millones de euros aproximadamente. Estas viviendas serán vendidas a agencias y particulares a partir de septiembre, una vez que terminen los Juegos Paralímpicos, completando un proceso de gentrificación acelerado por las necesidades de los JJOO.
Se ha autorizado la videovigilancia a través de cámaras que utilizan la inteligencia artificial, convirtiendo a Francia en el primer país de la Unión Europea que autoriza esta tecnología
En nombre de la seguridad
Después de todas estas acciones, de todo este gasto, el gobierno francés mantiene sobre la mesa el problema del riesgo de atentados terroristas, que podrían echar por tierra la imagen de París 2024. El objetivo de la organización es convertir la ciudad en un espacio seguro en el que deportistas y turistas puedan disfrutar libremente de la cita olímpica. Para ello se ha preparado un dispositivo de seguridad que incluye a 50.000 policías y 18.000 soldados de los tres ejércitos franceses. Además se ha autorizado la videovigilancia a través de cámaras que utilizan la inteligencia artificial, convirtiendo a Francia en el primer país de la Unión Europea que autoriza esta tecnología y desoyendo las críticas de las asociaciones por los derechos humanos. También se han aprobado otras 155 medidas de control y seguridad, facilitadas por la aprobación de la ley antiterrorista de 2017, que ya generó polémica al introducir medidas del estado de emergencia en el derecho común.
Esta prioridad que se le viene dando a la seguridad ha restado importancia a otra de las promesas originales del Comité Organizador de París 2024, que al presentar su candidatura en 2013 bajo el lema Games wide open, hablaba de unos Juegos accesibles y populares. Varios años después, los precios de las entradas han terminado no siendo tan accesibles, ni populares. En la ceremonia de inauguración, el dispositivo de seguridad obligó a reducir el número de localidades previstas, siendo las de precios más bajos las que más se redujeron, mientras que se han mantenido las más exclusivas, con precios de hasta 2.700€.
Para evitar las aglomeraciones de gente a lo largo de la ciudad, el ayuntamiento de París ha animado a sus ciudadanos a teletrabajar durante la celebración de la cita olímpica y ha autorizado a hacerlo a sus funcionarios. Al mismo tiempo, se quebró la promesa inicial de contar con un servicio de metro gratuito durante los Juegos y finalmente, el billete sencillo pasará de los 2,5€ actuales a 4€. Estas medidas se tomaron en previsión de una gran afluencia de turistas a la ciudad y con el argumento de poder garantizar su seguridad. Por el momento, quedan numerosas entradas disponibles y la cadena de radio France Bleu informó de que las tasas de ocupación hotelera en París estaban siendo entre un 15% y un 20% menores de lo esperado.
A la espera de que una actuación brillante de Sha’Carri Richardon, de un récord del mundo de Mondo Duplantis o de una nueva medalla de oro de Simone Biles dejen una imagen de los Juegos para la historia, París 2024 abre el telón repitiendo errores comunes en unos JJOO.
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... y es que, donde esté el entretenimiento más económico de "Sous la Seine", que se quiten los eventos drogilímpicos.
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