30 oct 2024 07:00

Si no pagamos religiosamente pan y agua
(pero sí el vino del cura) para apagar la sed
y calmar el hambre, nos acusan de ladrones.
Si no abonamos la hipoteca, o el alquiler,
somos vivillos que quieren vivir de arriba.

Si estamos “en el paro” con ayuda social
somos vagos parásitos. Y somos radicales
de mierda cuando exigimos que se cumpla
la declaración universal de los derechos
de la humanidad, que el Estado debe cumplir.

“Nacimos iguales, reclamemos el derecho
a la vida, la salud, alimentación y sanidad,
a educación, vestido, vivienda y también
al trabajo y al seguro de desempleo.” Si no,
que retire su firma el Estado que no cumple.

De paso gritemos que si los robots ocupan
puestos de trabajo y reducen la plantilla,
se debe acortar nuestro horario y aumentar
las vacaciones, el salario, el tiempo de ocio
para aprender, crear y criar nuestros niños.

A ver, salvajes caníbales especuladores,
no olviden que si poseen todas las casas
(y las vidas de esa plebe que inconsciente
consume lo que produce) y la dejan sin techo
y sin futuro, un día puede usar la guillotina.

Puede rodar la testuz del ministro que pide,
a la jauría, ser solidaria con los corderos; o
pueden okuparse 500.000 casas desocupadas
y forzar al progresismo a abandonar su salón,
antes que el populismo mande quemar escaños.

Ramón Haniotis

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