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La Colmena
¡Valdecañas y Rheinmetall demolición!
Paca Blanco es lucha.
En Paca están los logros de los últimos 30 años en defensa de otro mundo posible. Es el mundo que no se vende ni se compra, la tierra de todas y de todos, el agua que no tiene dueño, el aire que no es más que aire, el grito de los nadie, la presencia en la plaza pública, la salvaguarda del hogar frente al desahucio, la maleta que no conoce fronteras, la letra que con amor entra, la manumisión del esclavo, el fondo de la caja de Pandora, estorbo en el camino de los opulentos, acicate de malandrines y de miserables con dinero.
Paca Blanco vivía en El Gordo, pueblo de Extremadura, cerca de Peraleda y Navalmoral de la Mata, tierra de anarquistas en los años 30 del siglo XX. Su amor por la tierra y su compromiso con la gente, sin nombres ni apellidos, le hizo alzar la voz contra el deseo del señorito, que levantó un resort de lujo en la Isla de Valdecañas, dejando seco al río Tajo. A los Aznar, López Ibor, Borbones, Baute y demás caterva, renombres de la España casposa, les salió un grano en el culo. Y su plan dominguero, por la Paca y otra gente que estuvo ahí, se les chafó.
El Gordo, en Campo Arañuelo, que a principios del pasado siglo vio a los yunteros ocupar las fincas del amo, cambió la dignidad por el dinero. En noviembre de 2007 varios encapuchados atacaron su casa con cócteles molotov. Después arrojaron piedras, naranjas, huevos contra su fachada. Una noche le destrozaron el auto. El Ayuntamiento de El Gordo miró hacia otro lado. Todos a una, como en Fuenteovejuna pero en defensa del comendador, trataron de enterrar a la Paca. No sabían que era semilla.
El pueblo, acostumbrado a tragar, ahora traga Rheinmetall, fábrica de armamento alemana. Antes, cuando era FAEX-EXPAL, se tragó la vida de dos empleados
El pueblo, acostumbrado a tragar, ahora traga Rheinmetall, fábrica de armamento alemana. Antes, cuando era FAEX-EXPAL, se tragó la vida de dos empleados. Ahora produce explosivos, munición y piezas de vehículos de combate para las guerras de Ucrania, Israel y alguna más que callan sus informes. Parte de esas municiones se empleó en los ataques a la Franja de Gaza y Líbano. Llevaban escrito el nombre de los niños y niñas cuya vida ya no es vida. Con la firma de El Gordo y de Navalmoral. Las mortajas las pone el Congreso de los Diputados.
La historia se escribe con mayúscula y con minúscula. La primera la hacen quienes protegen los intereses de los ocupas con dinero de la Isla de Valdecañas y de Rheinmetall, la Junta de Extremadura; la segunda la escribe Paca y la gente que con ella va, quienes comparten vida y libertad. Compartir es un verbo cuyo significado los otros jamás entenderán.
Amech Zeravla.