Manteros en el Parlamento Europeo
Serigne Mbaye, del Sindicato de Manteros y Lateros de Madrid, en un viaje al Parlamento Europeo en 2018. Byron Maher

Encuentros en la siguiente fase

La salida esta semana de Pablo Iglesias del Gobierno permite hacer balance de la primera parte de la experiencia de Unidas Podemos en coalición y a la vez marca un nuevo punto de inflexión con la puesta en marcha de una alternativa en Madrid.
Byron Maher Serigne Mbaye, del Sindicato de Manteros y Lateros de Madrid, en un viaje al Parlamento Europeo en 2018.

El vaso medio vacío. O lleno de promesas incumplidas. Reforma Laboral y Ley Mordaza son las principales. La experiencia del Gobierno de Coalición podría ser reducida a esos dos temas complementarios. Dificultad para sacar adelante un proyecto de vida, represión de la protesta de quienes no se resignan.

Los que permanecen repiten que lo están peleando, pacta sunt servanda, que Unidas Podemos no dejará que el PSOE haga lo que suele hacer. Por encima de los ERTE, reivindican la acción de Inspección de Trabajo contra las condiciones de explotación en el campo. Los que están fuera, que la experiencia del Gobierno de Coalición indica que ese es exactamente el destino de una fuerza subalterna de los socialistas. Ser vacilados. Edipo en La Moncloa.

Los que permanecen repiten: la aritmética nos da la razón, el PSOE se verá obligado a ceder.Pero crece el derrotismo con las señales que llegan de Bruselas. Comienza a sonar la misma música de fondo que en 2012. Recortes. Una nueva reforma laboral, una transformación de la legislación actual que mantenga las mismas bases: antes que el desempleo, subempleo, bullshit jobs. Menos poder en la negociación colectiva. Cada ciudadano europeo, activado y desactivado del mercado laboral como un interruptor de la luz. La mochila austriaca. La devaluación salarial.

Contener la respiración hasta que vuelvan los turistas. La nueva normalidad pretende ser la mediocre normalidad de la recuperación económica del ciclo 2013-2019. Puede que ni eso: el 26 de marzo, el Constitucional alemán anunció que admite un recurso presentado por una iniciativa ciudadana para congelar el paquete de ayudas Next Generation.14 Estados de los 27 de la UE aún no han ratificado el acuerdo sobre esas ayudas alcanzado por el Consejo Europeo. El fallo del Constitucional alemán puede hacer fracasar la idea de una Europa que aprende de sus errores. La normalidad, que nada cambie, es solo una promesa que no lleva asociada esperanza alguna. Volver al subempleo, a la segregación en forma de desigualdad, a la explotación desquiciada de los recursos naturales.

El balance provisional es ambiguo: la falta de una estrategia está tan generalizada que la experiencia de la primera fase del Gobierno de Coalición ha de ser encuadrada en el panorama global de anomia. No hay un proyecto de la socialdemocracia en Europa que pueda servir de espejo. No existen referentes, y los que hay son ninguneados por el ecosistema mediático: ni la regulación de alquileres de los Países Bajos ni las apuestas por la movilidad de las grandes ciudades europeas son asumidas como propias por el Partido Socialista. Desde ahí hacia su derecha, cualquier posibilidad de transformación queda rebajada: no hay alternativas.

Segunda fase

El vaso medio lleno. Más País, partido liberado de la correlación de fuerzas, partido en busca de su sitio, lanza las ideas más audaces, las alternativas duraderas: compromiso contra el cambio climático, reparto de la jornada laboral, otra planificación económica. Tiempo de promesas, si no fuera porque las experiencias anteriores en las que se embarcó el proyecto de Íñigo Errejón se enredaron en los mismos elementos estables: la interpretación de la correlación de fuerzas, la gobernabilidad y la relación con los socialistas.

El PSOE renunció a la pugna por un territorio en el que la composición de clase es favorable al Partido Popular. La incapacidad de Ángel Gabilondo para plantear una alternativa al “Madrid de las piscinas” o el voto “pauer”, como lo llama el periodista Jorge Dioni, devuelve a la llamada “izquierda del cambio” a la posición de salida del ciclo 2012-2015.

Ya se ha contado. En la Comunidad de Madrid parte con ventaja el voto al dumping fiscal, al desarrollo de una élite financiera nacional, y de un nodo “internacional”, que están de acuerdo en una misma mecánica de extracción del capital humano y del declive ambiental de otras regiones y países. El modelo de Madrid camina hacia una sociedad estratificada, sin un proyecto colectivo más allá del desclasamiento individual. La libertad es entendida como la pérdida de toda responsabilidad sobre el destino de la colectividad.

El vaso medio lleno. La campaña en la Comunidad de Madrid ha partido de una base diferente, gracias en gran parte al trabajo hecho por Mónica García y Más Madrid. Pablo Iglesias vio una oportunidad de escapar de su destino político, de su plácida muerte lenta como el agitador dentro de un Gobierno del no se puede.

La pregunta abierta desde el pasado 15 de marzo es si es posible acabar con ese proyecto de irresponsabilidad colectiva. Las apuestas, las encuestas, hasta el momento dicen que no. Asoma, no obstante, una cierta esperanza de victoria o al menos de cuestionamiento de ese papel de Madrid en el arreglo económico vigente. Esta semana la ha plasmado la entrada en las listas de Unidas Podemos de Serigne Mbaye, cooperativista y organizador de los movimientos migrantes de la capital desde la última década.

Los ataques a Mbaye, una campaña electoral abiertamente racista, evidencia cómo el crecimiento de la extrema derecha se está produciendo en clave material y no simbólica

Los ataques racistas contra Mbaye han hecho más explícita una cuestión fundamental de las elecciones del 4 de mayo. Nadie pone el cuerpo en la lucha de clases en la Comunidad de Madrid como los trabajadores de la venta ambulante, como las migrantes sin papeles del trabajo doméstico, como las cuidadoras de las residencias de ancianos. La mayor parte, sin embargo, no tienen el derecho de la ciudadanía y, por tanto, es un sujeto político que no podrá votar. Pero que tiene que ser determinante en la transformación política.

Los ataques a Mbaye, una campaña electoral abiertamente racista, evidencia cómo el crecimiento de la extrema derecha se está produciendo en clave material y no simbólica. La campaña contra un trabajador, por el hecho de haber sacado adelante un proyecto de vida y haber contribuido a que existieran organizaciones como el Sindicato de Manteros o la Asociación Sin Papeles, ha explicitado una visión en clave necropolítica de la migración que permanecía oculta, como un sobreentendido.

Incendio asentamiento Palos de la Frontera febrero 2021 01
Incendio en un asentamiento de chabolas de trabajadoras temporeras en Palos de la Frontera. | Foto cedida por la Asociación Multicultural de Mazagón

Ha emergido así la necesidad de alianzas amplias y de alcance, es decir, de una reformulación de una convivencia bajo nuevos principios, una serie de ellos irrenunciables, como el antirracismo y el antifascismo. La posible entrada en el Parlamento de Mbaye, alguien que hace 15 años se subió a una patera y desafió las normas no escritas de la necropolítica, lanza la señal adecuada sobre qué tipo de alternativa puede hacer frente a la progresiva expansión del pensamiento de extrema derecha en todo el territorio y en Europa. La incorporación de sin papeles y migrantes como sujeto activo de esa transformación es un mensaje importante: solo contando con las clases trabajadoras subalternizadas se puede reconstruir una sociedad democrática. Esta evolucionará solo si se implica en la desaparición de la pobreza urbana, la explotación en régimen de semi-esclavitud en el campo, y las lógicas de exclusión, de las cuales Madrid es un modelo.

No es suficiente, en cuanto los movimientos sociales no tendrán posibilidades reales de influencia sin una nueva activación fuera de la lógica electoral, pero sí es una de esas señales que permiten ver el panorama con más optimismo del que se podía prever a estas alturas. La aceleración permanente de la política ha provocado un cambio de fase mucho más rápido de lo que se esperaba. Nada es normal y eso, por extraño que parezca, eso no es una mala noticia: aparecen alternativas.

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