We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
La semana política
Doñana en campaña
No vota la tortuga mora, ni el lince ibérico ni el caballo marismeño, pero Huelva es un territorio en disputa. Lo fue en las elecciones generales de 2019, cuando el PSOE consiguió tres de los cinco diputados. Definitivamente lo había sido en las elecciones locales de ese mismo año, que dejaron un mapa con 49 municipios con mayoría de los socialistas y solo siete con mayoría del PP. Y en 2022, en las elecciones autonómicas de la mayoría absoluta de Juanma Moreno, Huelva vio también cómo se producía un vuelco: el PP consiguió 43.000 nuevos votantes, el PSOE perdió 8.000.
A vista de pájaro parece una broma que se ponga en peligro un ecosistema por el interés de unos pocos cientos de agricultores, pero la cifra no es pequeña. En las municipales de hace cuatro años, en Moguer, el Partido Popular obtuvo poco más de 2.000 votos y quedó a casi 25 puntos del PSOE. En Almonte el PP es la tercera fuerza política. Las elecciones municipales se disputan palmo a palmo y el enebro, las sabinas o el alcornocal no acudirán al colegio electoral el domingo 28 de mayo.
“Doñana no se toca”, dijo Pedro Sánchez el miércoles 12 de abril, pero si baja el PIB Pedro Sánchez tiene un problema
Los animales no votan, votan las personas, aunque no esté demasiado bien calculado a cuántas familias beneficiará la ley que, el miércoles pasado, aprobó el Parlamento andaluz. Las crónicas dicen que “a voleo” el Gobierno de Moreno ha calculado que serán 600 familias. La norma permitirá la recalificación de terrenos aledaños al Parque Nacional de Doñana y supondrá, de facto, la legalización del expolio de las aguas de los acuíferos del parque para esas familias dedicadas a la agricultura. La demonización de los regantes –o de sus correas políticas de transmisión– no permite ver la frondosidad del problema, que va más allá de esta campaña electoral, de todas las campañas electorales.
España for export
Carece de toda lógica, pero ya ha pasado. Las Tablas de Daimiel, en la provincia de Ciudad Real, han perdido sus humedales. Hoy ya solo está inundado un 3% del parque. La razón es la misma, el expolio del agua. Y los motivos de quienes riegan con ese agua son legítimos, y casi siempre sus cifras son celebradas como buenas noticias. Ciudad Real se ha convertido en una potencia exportadora de pistachos. El pistacho, como la fresa, es un cultivo leñoso, que requiere gran cantidad de agua.
Lo dijo el director de la Estación Biológica de Doñana, el problema nunca fueron los cultivos agrícolas. El problema es la escala, el modelo de producción. De los invernaderos de Huelva salen el 97% de las fresas que produce España, segundo país exportador mundial en 2021. Es el mismo modelo que no solo explota acuíferos, sino también a las trabajadoras de la fresa y el fruto rojo. Pero Fátima y Aisha tampoco votan. Sus jefes sí.
Doñana
Agua en Doñana Los regadíos ilegales en Doñana pueden costar millones en fondos europeos
Las verduras, los frutos y las frutas que se cultivan en Huelva y en Ciudad Real incrementan la estadística de importación, que empuja hacia arriba la balanza comercial, lo que mejora unas décimas el Producto Interior Bruto. “Doñana no se toca”, dijo Pedro Sánchez el miércoles 12 de abril, pero si baja el PIB Pedro Sánchez tiene un problema. Y nosotros –si se prefiere, la sociedad– estamos metidos en un buen lío.
El problema es la falta de precipitaciones, la pertinaz sequía, la desertización. Y esta no viene generada por los cultivos, sino por todo un sistema que también desarrollamos quienes decimos “Doñana no se toca”, comemos fresas y queremos disfrutar de la posibilidad de viajar, en coche, y visitar un paraje natural de otro tiempo. No hay nada de malo en desearlo, que nadie se sienta culpable. El problema es que la posibilidad de que todo eso ocurra a la vez –unas exportaciones punteras, unas reservas naturales deslumbrantes— se va evaporando. Como el agua.
Y mientras el PSOE encabeza la defensa del Parque Nacional y anuncia recursos al Tribunal Constitucional y una intervención que quizá le reste algunos votos en Moguer, Almonte o Lucena del Puerto pero que le sumará, con razón, votos de indignación contra el retardismo y el negacionismo climático que hoy representan PP y Vox; mientras eso pasa, nueve personas, militantes ecologistas y académicos, afrontan una petición de hasta nueve años de prisión por posibles delitos de daños a un edificio histórico y desórdenes públicos.
Su acción consistió en tirar zumo de remolacha y llevar a cabo una sentada en la escalinata del Congreso de los Diputados. No fue nada más ni menos que eso. Lo hicieron para alertar de que lo que pasa en Doñana, lo que pasa en todo el territorio, tiene responsables no solo entre los retardistas y entre los negacionistas –quienes están dispuestos a cargarse un Parque Natural para ganar el voto de 600 familias, familia arriba, familia abajo– sino también entre quienes los lunes y viernes quieren salvar el parque, los viernes tiran de Código Penal para amedrentar a los activistas del clima, y los lunes y miércoles repasan la balanza comercial y celebran que el España for export sigue yendo como tiene que ir.
Relacionadas
Solo para socias
Solo para socias Nueva carta mensual: “Redactor en crisis”, por Pablo Elorduy
La semana política
La semana política Lo que pasó, pasó
La semana política
La Semana Política La nave del misterio electoral
Los culpables del desastre de Doñana: https://especiales.datadista.com/medioambiente/todos-culpables-desastre-donana/
Los negacionistas están haciendo mucho daño, pero no menos que los ecopijos que creen en el crecimiento sostenible.
O apostamos por un decrecimiento controlado y pactado entre todos, o tendremos un crecimiento económico para unos pocos, a costa de la pobreza y miseria de la mayoría.