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Laboral
Un peón de almacén de construcción de Gipuzkoa cobra un 90% más que una trabajadora de residencias
¿Qué cuesta más? ¿Levantar un saco de cemento de 25 kilos, un saco de patatas de 25 kilos o un anciano con movilidad reducida de 90 kilos? Socialmente, un saco de cemento de 25 kilos. Porque quien lo levanta, históricamente ha sido un hombre —y sigue siéndolo: el 98,5% de los trabajadores de la construcción en 2021 eran hombres, según el INE—. El sindicato vasco LAB alerta en su informe Análisis sobre la brecha salarial en Hego Euskal Herria de las enormes diferencias salariales entre peones de la misma categoría en distintos sectores. La más alta se encuentra entre el salario que cobra un peón del almacén de la construcción y una trabajadora de la misma categoría de las residencias de mayores en Gipuzkoa. Él cobra 28.667 euros brutos anuales; ella, 15.064. La diferencia es del 90% de su sueldo: 13.603 euros.
Para cuantificar la brecha salarial en función del género, la secretaría de feminismos de LAB ha escogido los convenios colectivos de sectores masculinizados y feminizados y ha analizado los salarios acordados en ellos. Los sectores masculinizados son la construcción, el metal y la limpieza viaria. Mientras que en los feminizados han estudiado los convenios de las residencias de mayores, comercios de alimentación y limpieza de edificios, dado que las categorías entre estos sectores realizan “trabajos similares”, señalan.
¿Qué cuesta más? ¿Levantar un saco de cemento de 25 kilos, un saco de patatas de 25 kilos o un anciano con movilidad reducida de 90 kilos? Socialmente, un saco de cemento de 25 kilos
Brecha salarial
Esto es la brecha salarial: un 30% menos de salario si barres en el interior
Un barrendero que escoba las calles de Bilbao cobrará este mes 1.477 euros, frente a los 1.028 euros de quien barre el interior de los edificios municipales. Ellos se ocupan del espacio público visible. Ellas, del invisible.
El informe ha tomado como referencia las condiciones salariales de las mujeres y ha calculado cuánto mayor es la nómina anual de los hombres. “En lugar de calcular cuánto menos cobramos las mujeres, nos resulta más interesante mostrar la dirección del cambio que hay que hacer para superar la brecha salarial real”, apunta el informe.
La responsable de feminismos en LAB, Maddi Isasi, resume que los resultados son “escandalosos”. Son mucho más altos que ese habitual 24% que los organismos públicos señalan cada año en el día de hoy, que se celebra la efeméride de la Igualdad Salarial. “Hay que analizar el origen”, que da como resultado esa media del veintitantos por ciento, y las “raíces se anclan en la división sexual del trabajo”. “El mercado de trabajo devalúa el trabajo que hacen las mujeres sistemática y estructuralmente, y lo rentabilizan”, añade.
“Dicho de otro modo: se otorga diferente valor a la realización del mismo trabajo en función del género de la persona que lo realiza”, Maddi Isasi
Análisis brecha salarial by Gessamí Forner on Scribd
Entre las comparaciones, destaca la diferencia de la nómina entre un oficial de primera de la construcción y una vendedora de primera del comercio de alimentos de Araba: él cobra 28.003 euros, ella 15.324. La diferencia es de 12.678, los oficiales de la construcción cobran un 83% más que las vendedoras de supermercados y tiendas de alimentación.
En la limpieza, barrer una calle está entre un 32 y 33% mejor pagado si eres un hombre que si eres mujer y friegas el baño de un hospital, pero si se comparan los convenios provinciales, el porcentaje se dispara al 64% en Gipuzkoa.
En el metal, los navarros cobran un 81% más que las navarras que se ocupan de los cuidados de los ancianos en las residencias de los mayores. De media, en este sector masculinizado las nóminas son un 40% más altas en los cuatro territorios.
LAB concluye el informe alertando de que la brecha salarial, de la que hoy se celebra su día, es “mucho más alta de lo que nos dice la media general y los datos oficiales”. Por ello reclama que “hay que desmontar el lema de igual trabajo, igual salario, porque por hacer el mismo trabajo no se cobra, en absoluto, el mismo salario. Dicho de otro modo: se otorga diferente valor a la realización del mismo trabajo en función del género de la persona que lo realiza. Esto es estructural y tiene una aceptación social muy alta, ya que a la gente le parece normal cobrar más en la construcción que por cuidar a una persona mayor”.
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Muy bien apuntado hacia dónde se debe de dirigir la justicia redistributiva. Pero hay que apuntar aún más allá, porque el asunto tiene más enjundia, hasta el punto que socava las raíces del Patriarcado y su violencia. La misma violencia que escandalosamente en su inconsciencia asume cualquier obrero de la construcción echándose sobre sus espaldas sacos de cemento de 35 kg, hasta hace poco eran de 50, pero claro es muy importante ser un hombre capaz de hacer esas brutalidades y destrozarse su propia vida y destrozar la de los demás.
El asunto es que está infravalorado, despreciados, los trabajos que tienen que ver con los cuidados de las personas, los feminizadas, los que tienen que ver con los cuidados, nada menos, de la VIDA.
El caminar en esa dirección no sólo es un acto de Justicia con mayúsculas, estaremos cuestionando obscenidades y sin sentidos como son las guerras, trituradoras de vidas, también una labor muy masculina y patriarcal, hacia la que se destinan el grueso de los recursos de la Humanidad
No niego la mayor del artículo, pero todas las comparaciones de salarios son de trabajos distintos. Puede que no las mujeres no quieran trabajar en la construcción o no las dejen, o que no puedan barrer en la calle. Pero eso sería otro artículo.
Sí, también sería objeto de otro artículo la indecencia del trabajo de la construcción, donde seres humanos se someten a la inhumanidad de un trabajo de múltiples agresiones que destrozan sus vidas. Si pusiéramos en primer término y como prioridad la óptica de los cuidados, de la propia vida, no sólo trabajaríamos en dignificar y hacer justicia con los trabajos feminizados sino que mejoraríamos las condiciones laborales de los propios empleos que hoy se consideran propios de lo masculino.
El que alguien se destroce la vida en la construcción o en una guerra no es argumento para que sea mejor pagado y considerado. El argumento con sentido es si ese oficio, en esas condiciones, debemos de sustentarlo y de consentir que siga existiendo
Yo soy hombre, y trabajo en un oficio feminizado. El que haya trabajos en los que difícilmente entra a trabajar una mujer, se debe más al machismo de la sociedad, que a que las mujeres no quieran dedicarse a ello.
Lo que sí es cierto, que en los oficios más feminizados, los hombres no solemos entrar al estar mucho peor pagados. Lo sé por propia experiencia.
Quién va a querer trabajar por poco más del SMI?