Literatura
Daria Serenko: “Mi patria parece un cementerio”

La historia de los quince días que Daria Serenko pasó en un centro de preventivos (un calabozo) no es ninguna epopeya, es, al contrario, el relato de un hecho menor, importante para la persona que lo sufre, pero vivido por ella misma como un hecho cotidiano de la Rusia de comienzos de esta década. Deseo cenizas para mi casa (Errata Naturae, 2025) no pretende forzar ninguna nota, en cambio es una narración precisa y hermosa de ese episodio, en el que algo se rompe en Serenko porque algo más se está rompiendo en su país.
Esta escritora y poeta, activista del movimiento LGTBIQ+, cuyo anterior libro Chicas e instituciones (Errata Naturae, 2023) fue un fenómeno social en su país, se embarcó en la creación del movimiento Resistencia Feminista contra la Guerra después de la invasión rusa de Ucrania de febrero de 2022. Su obra, por ello o a pesar de eso, es una narración poética y testimonial que trata de llevar a cabo algo que dice en una de sus páginas: “vivir como si hubiéramos vuelto del futuro,/ viajeros en el tiempo sin memoria que intentan / recordar aquello que aún no ha sucedido”. Un canto a la resistencia, un refugio hecho de palabras contra la devastación que siente y que transmite ante la certeza de que está escribiendo poemas y artículos que no cambian el mundo, ni su país, ni el curso de la guerra.
La entrevista fue asistida por la intérprete Irina Timoncheva, Deseo cenizas para mi casa ha sido traducido al castellano por Alexandra Rybalko Tokarenko.
¿Cree que su militancia política le roba una parte de su literatura?
Al revés, creo que mi participación, mi activismo, mi militancia política, aporta. Mi escritura no existiría sin mi participación en la política. Muchas veces digo que me hubiera gustado que mis libros no hubieran existido. Eso significaría que el mundo está bien, está mejor.
¿Qué está escribiendo estos días de exilio en España?
Estoy escribiendo un libro nuevo que se llama Nuestros chicos. Está dedicada a los hombres rusos. La masculinidad rusa ahora está impregnada de militarismo. Hay hombres que eligen, optan por ese militarismo y otros que lo denuncian y renuncian a esa idea. Esto forma a los hombres de una manera totalmente diferente. Estoy investigando este fenómeno aplicando mi punto de vista feminista.
Soy consciente de que cualquier persona que nace en una dictadura lleva una parte de Estado dentro. Es un trauma que te forma, que te hace
La literatura no para una sola bala ni evita que caigan las bombas. ¿Para qué escribir?
Es la pregunta que me hago constantemente, también en mi escritura. Me consuelo con la idea de que la literatura puede servir para dar forma, para crear nuestro futuro. La literatura nos puede servir para desarrollar nuestra imaginación. Y si no hay imaginación política es imposible cualquier cambio. Además, la literatura que estoy ejerciendo yo tiene otra función aparte.
¿Cuál?
Yo no imagino la literatura como una creación desde el pathos —sentimiento—, para mí es un testimonio. Esto está presente en mis libros. Creo que tiene que haber muchos testimonios porque precisamente nosotros, los testigos, tenemos que acumular estos testimonios para mantener el recuerdo. Estas narrativas chocan entre sí: el testimonio desde el punto de vista del Estado y el testimonio desde los testigos directos como nosotros. El Estado va a poner mucho esfuerzo en establecer cómo vamos a recordar esta guerra. Ellos quieren tener el monopolio de la memoria. Tenemos que ser nosotros los que mantengamos el recuerdo, no el Estado.
¿Qué es para ti la patria?
Para mí, patria es un término fragmentado, de la misma manera que lo es mi libro. Es la gente que está en prisión, los que han declarado contra Putin. Es la comunidad que estamos creando a lo largo de muchos años. Son nuestros intentos de conquistar algunas islitas de libertad. Esos fragmentos son para mí la patria. Cuando yo recuerdo todo esto, me duele, me duele muchísimo. Y me doy cuenta cada vez más de que mi patria parece un cementerio. Porque muchas personas que yo quería ya no están vivas. Muchas veces pienso que cuando vuelva a Rusia, el primer lugar a donde yo iré es a la tumba de Navalny. Y no tanto por el lugar de su entierro, sino por la cola enorme de la gente viva que va a rendir homenaje a Navalny. A mí me gustaría mucho estar con ellos ahora.
En el libro hablas del suicidio por motivos políticos, dices que cuando una de estas inmolaciones tiene lugar nadie dirá “se mató para matar el Estado en él”. ¿Cómo convives con esa fracción de Estado que habita en ti?
Soy consciente de que cualquier persona que nace en una dictadura lleva una parte de Estado dentro. Es un trauma que te forma, que te hace. A pesar de que yo me declaro contra la dictadura, contra el imperialismo y la propaganda, sé que de todas formas estoy impregnada de eso también; constantemente me repaso y lo encuentro dentro de mí. Trabajo en organizaciones horizontales y me doy cuenta lo difícil que es mantener esta horizontalidad. Porque las relaciones verticales también están presentes. Porque han sido construidas durante toda nuestra vida. Yo no tengo costumbre de trabajar con prácticas democráticas.

Hablamos de la represión del Gobierno de Putin, pero un régimen de esas características solo sobrevive cuando, además de mano dura, hay consenso. ¿Cuánto de consenso hay en la Rusia actual hacia este sistema político?
La verdad es que es imposible saber lo que piensa la gente mientras la dictadura siga. Es imposible que exista una sociología realista y verídica. El poder puede dibujar cualquier porcentaje de apoyo, igual que pinta los porcentajes de las elecciones. Por supuesto, hay gente que apoya la guerra, que apoya la política de Putin, pero es imposible saber si son más de la mitad o menos de la mitad. Conocemos el caso que cuando un periodista ha parado en la calle a una persona para preguntar su opinión sobre la guerra y la persona ha contestado con sinceridad, a esa persona la han metido en prisión cinco años. Hay mucha gente que se declara contra la guerra, contra la política de Putin. Hay 3.000 personas encarceladas por dar su opinión. Por eso, al consenso bajo un pago o bajo torturas, ¿acaso se le puede llamar consenso? Yo creo que es muy importante precisamente hacer visible a esta parte de la gente, a esta mitad de la gente que está en contra de la guerra, porque si no pueden llegar a pensar que son una minoría. Eso es lo que quiere conseguir la dictadura.
Necesitan crear la idea de unos valores occidentales contra los que hay que combatir. Y es ridículo, porque nuestro país tiene su propia tradición de feminismo, de inmigración, de movimiento queer
Has sido nombrada como agente extranjero por parte del Gobierno ¿Qué significa la etiqueta de agente extranjero?
Tengo un caso abierto contra mí. Un caso penal. Estoy en busca y captura. Me han quitado el pasaporte. Eso ha empezado desde que me declararon agente extranjero. Hay agentes extranjeros que siguen viviendo en Rusia y ellos lo pasan mucho peor que yo. Porque este estatuto es lo que antes llamaban traidor al pueblo. Te quitan todos los derechos: no puedes presentarte como candidato a elecciones, no puedes trabajar en muchas entidades, tienes que mencionar en todas partes que eres agente extranjero y cada mes sacan una nueva ley que restringe más y más tus derechos. Yo, por ejemplo, me he negado a poner la mención en mis redes sociales de que soy agente extranjero, pero según la ley rusa estamos obligados a hacerlo. Formalmente me han puesto esta etiqueta por haber organizado una una charla pública con un fondo de un país extranjero. Se trataba de unos 40 euros. Así que los agentes extranjeros tampoco es que ganemos mucho dinero.
¿Con qué propósito ha utilizado el Gobierno la ley contra la propaganda homosexual y las medidas contra la comunidad LGTBIQ+?
El régimen de Putin utiliza la homofobia como un arma más. Ellos necesitaban esa imagen de un enemigo: aparte de enemigos externos necesitaban crear la idea de un enemigo dentro del país. Y esas han sido las personas LGTBIQ+, las feministas y las personas migrantes. En la mente de Putin, en su imaginación, él está luchando contra la OTAN. Y para él, apoyar a las personas LGTBIQ+, las feministas y migrantes es apoyar a la OTAN. Necesitan crear la idea de unos valores occidentales contra los que hay que combatir. Y es ridículo, porque nuestro país tiene su propia tradición de feminismo, de inmigración, de movimiento queer. No son valores occidentales, son nuestros valores. Pero Putin necesita esos enemigos. Es una estrategia que funciona tan bien que los criminales, desde las trincheras, graban vídeos patéticos en plan “nosotros aquí luchando, combatiendo contra los sodomitas y vosotros estáis ahí montando fiestas”. Como consecuencia, ha aumentado mucho la violencia callejera contra la gente queer. Hay ataques en los que se echa en cara a la gente que hay soldados “luchando por vosotros, maricas”. En este caso la homofobia sirve para fortalecer los roles de género, cómo se tiene que ser hombre y cómo se tiene que ser mujer.

¿Qué significa el 24 de febrero de 2022 para ti?
Es una fecha que ha dado un vuelco total a mi vida. Es un día que ha puesto en pausa mi vida y me ha hecho una persona totalmente diferente. Hay que decir que para los rusos todo febrero tiene este matiz. En febrero fue asesinado otro político ruso, Borís Nemtsov. El 16 de febrero, el año pasado, fue asesinado Navalny. Febrero para nosotros es un mes de entierros. Para hablar de los días que llevamos de guerra algunas personas hablan de los días desde febrero, como si aquel febrero siguiera y siguiera. El 24 de febrero de este año tuve una conexión con activistas que permanecen en Rusia. Hay personas anónimas, hay personas que dan su nombre. El objetivo de esta conexión era simplemente expresarse, en un micrófono abierto, porque la gente en Rusia no puede manifestarse. La gente comentaba que para ellos la vida se ha detenido desde aquella fecha. Fue una comunicación muy dura.
Por supuesto, quiero que deje de correr la sangre, pero si la guerra termina igual que terminó en 2014, nos espera un nuevo 24 de febrero. Porque Putin los joderá a todos
¿Tienes esperanza en que el acuerdo de Rusia y Estados Unidos detenga la guerra?
Si la paz se firma con las condiciones de Trump y Putin, si no dejan participar a Ucrania y a Europa, las muertes no cesarán. Estoy convencida que la paz no va a ser segura, no va a ser duradera. Y quiero recordar que Rusia se va a quedar con los territorios ocupados ucranianos. La ocupación rusa no consiste simplemente en cambiar una bandera por otra. ¿Para la gente en esos territorios ocupados va a haber paz? Para ellos la guerra no terminará. Simplemente su sufrimiento será tapado por este acuerdo. Por supuesto, quiero que deje de correr la sangre, pero si la guerra termina igual que terminó en 2014, nos espera un nuevo 24 de febrero. Porque Putin los joderá a todos. Con él es imposible pactar. Y si alguien cree que se puede pactar con Putin, con el tiempo le va a alcanzar la realidad. También quiero recordar que la dictadura es muy contagiosa. Putin apoya en muchos países a la extrema derecha y el reconocimiento mundial de Putin conlleva que estas fuerzas de extrema derecha se van a reforzar. Él está dispuesto a invertir dinero en eso.
¿Qué le dices a la gente que piensa que Putin es un continuador del legado de la Unión Soviética, un representante del antiimperialismo?
Me río. Es lo que hago cada vez que me encuentro con esta gente. Por favor, queridos míos, estudiad un poco de historia de la Unión Soviética. Yo soy de izquierdas, pero en Rusia no nos dedicamos a idealizar a Stalin ni la etapa posterior a Stalin. A Putin le encanta el capitalismo, él está muy bien con el capitalismo. Todo se vende, todo se compra. Está claro que parte de nuestra economía es de Estado, pero los que se benefician de esta economía de Estado son solamente Putin y sus acólitos. La ideología de Putin es muy ecléctica. Cuando le interesa puede acordarse de la época soviética, y cuando es necesario, puede poner una vela en la iglesia. Su ideología parece una manta de patchwork. Es un Frankenstein cosido de trozos. Pero la verdad es que es muy peligroso, porque rompe todas las relaciones de causa-efecto en las cabezas de la gente. Ayer luchaba contra la OTAN, hoy me beso con Trump… La gente no llega a los cambios del orden del día político en Rusia, y mucha gente prefiere simplemente pasar de la política. Es lo que quiere conseguir. Él no quiere fanáticos, quiere indiferencia. Que a la gente le sea indiferente la política. Es sorprendente porque la gente fanática de la guerra está en la oposición, pero en otra parte de la oposición, porque ahora el discurso oficial es que la guerra tiene que terminar. Ahora no quieren gente fanática que abogue por seguir con la guerra. Es más fácil manipular a la gente que no participa en nada.
Es divertido ver cómo la gente de otros países consideran de izquierdas al Partido Comunista de Rusia, pero en el interior todo el mundo comprende que todos los partidos van a dar al mismo punto
¿Cree que, a pesar de la manipulación histórica, hay algo del legado de la Revolución de 1917 que permanece dentro del pueblo ruso?
Desde hace unos 25 años hay una parte del discurso de la política rusa dedicada a decir que la revolución no está bien. Hacen todo lo posible para no recordar lo que ha pasado en la revolución, para obviarlo. Se reescriben los libros de texto. Intentan borrar de nuestra historia todo lo que se refiere a la emancipación. Entonces, solo los anarquistas rusos hablan hoy sobre la revolución como algo positivo. En Rusia existe una izquierda que está dentro de la estructura política, son proPutin, ellos han quedado como los responsables del legado soviético y también procuran no hablar nunca sobre la revolución. Es divertido ver cómo la gente de otros países consideran de izquierdas al Partido Comunista de Rusia, pero en el interior todo el mundo comprende que todos los partidos van a dar al mismo punto.
¿Dónde sitúas tu esperanza en estos momentos?
Es muy difícil ahora tener esperanza. Siempre veo esperanza en la gente, pero la gente no vive en un vacío, no está fuera de los acontecimientos. Y yo no puedo tampoco delegar en ellos la esperanza. Entonces, no solamente deposito la esperanza en la gente, en su trabajo, sino también reconozco que hay una especie de suerte. Yo confío en la coincidencia de las circunstancias de trabajo de la gente y en que se den un cúmulo de acontecimientos azarosos para que se abra una ventana de posibilidades. Y esta esperanza tiene un efecto acumulativo. Tú puedes trabajar años, años, sin ver ningún resultado, puede que, simplemente, ni siquiera veas esos resultados en tu vida, pero aportas tu parte en este efecto acumulativo, esperando las circunstancias futuras de posibilidad; que de la suerte y del trabajo de la gente surja un efecto. Si estudias la historia del activismo, te das cuenta que esto funciona. El hecho de que yo esté aquí dando la entrevista es el resultado del trabajo de muchas mujeres que trabajaron antes que yo. Y estas mujeres han pasado también por momentos muy duros sin tener ni siquiera esperanza de conseguir algo. Pueden ser conquistas, pero también pueden darse retrocesos si la gente deja de actuar, es importante entenderlo, reconocerlo y aceptarlo. Por eso simplemente hay que seguir trabajando, y en eso deposito mi esperanza.
Guerra en Ucrania
Las izquierdas rusa y ucraniana, ante un posible acuerdo de alto el fuego en Ucrania
Revolución rusa
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