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Literatura
Juana Rodríguez: “Cualquier revisión del pasado, también el de las canciones, genera un gran debate”
A medida que evolucionamos hacia una educación más cuidada y consciente, el escenario pedagógico se transforma. Desde siempre, las canciones infantiles han formado parte del acervo popular pero, ¿qué clase de canciones escuchaban nuestras pequeñas y pequeños y cómo han evolucionado? Juana Rodríguez Martín (San Fernando, Cádiz, 1977), maestra gaditana, ha analizado en profundidad, en el ensayo Kanciones Infantiles Makabras (Cazador de Ratas Editorial) diez de estas canciones populares en las décadas de los 70 y 80 en la bahía gaditana, muchas de las cuales siguen tarareándose en los patios de los colegios, y que ha querido desgranar y analizar sus “mensajes perniciosos”, propios de una “educación autoritaria y machista”.
Este original libro, además, viene acompañado de un código QR que te lleva a estas canciones populares reinterpretadas, en clave oscura e inquietante, por el grupo portuense Paroxismo Histériko. Todo ello para que podamos reflexionar sobre nuestro cancionero popular, pero también sobre cómo era nuestra infancia. Hablamos con Juana en los prolegómenos de la presentación de su último libro en el Corral de San Antón, en Jerez de la Frontera.
¿Por qué poner el foco en las canciones infantiles gaditanas y sus significados?
Soy maestra de educación infantil y, en mi aula, las canciones son una herramienta indispensable, al igual que la literatura. Intento que las niñas y los niños vivencien e interioricen diferentes conceptos, muchos de los cuáles son abstractos para ellos, como pueden ser ciertos valores, la educación emocional y otro tipo de contenidos más formales. Las canciones transmiten mensajes, de ahí la importancia de hacer una previa selección y estudio antes de que los menores las escuchen. Trabajo en escuelas infantiles desde hace más de veinte años y la elección, descarte o adaptación de canciones siempre ha formado parte de mi docencia, con el fin de transmitir mensajes positivos y que sean apropiados.
Las canciones transmiten mensajes, de ahí la importancia de hacer una previa selección y estudio antes de que los menores las escuchen
La singularidad de este ensayo radica en el estudio que se hace de canciones infantiles de nuestro pasado desde una perspectiva social, educativa y psicológica. Se analizan los orígenes y contextos sociales de dichas canciones, exponiendo una comparativa forzosa con la actualidad y la evolución de la educación infantil, tanto en el ámbito escolar como familiar. Igualmente, el soporte musical que lo acompaña lo hace único, pues por primera vez esas canciones se escucharán con una música más acorde a las letras y mensajes que transmiten.
Háblanos más sobre eso, ¿por qué decidiste acompañar el libro de canciones interpretadas por el grupo Paroxismo Histériko?
Cuando estaba escribiendo el ensayo, documentándome e investigando pensé en contar con un soporte musical pero no quería que fuera algo típico. Por aquel entonces, el grupo de mi amiga Marta, llamado Paroxismo Histériko, publicaron su primer disco, Rock Post-Traumático, que también es la denominación con la que describen su estilo musical. Al escucharlo sentí que eso era lo que necesitaba el ensayo; sabía que el grupo las adaptaría perfectamente. Quedé con Marta, le conté el proyecto y lo que necesitaba del grupo y, desde un principio, estuvieron de acuerdo. Este no hubiera sido lo mismo sin contar con ellas. Aportan al ensayo realidad, originalidad y calidad musical. Cada vez que escuchaba una de las canciones que han adaptado salía satisfecha. Por cierto, la grabación del disco la hizo Joaquín Pachón, un técnico de sonido excepcional con una variada trayectoria en la industria musical.
La portada es ciertamente tétrica y además has usado la letra k para el título, ¿por qué estas dos decisiones editoriales?
La portada es del ilustrador y dibujante gaditano Francisco Asencio, que captó perfectamente lo que el libro necesitaba. Transmite inquietud, es macabra y siniestra, justo lo que se encontrarán al leer las letras de las canciones recopiladas. Es perfecta y genera interés en el ensayo. En cuanto al título, está intencionadamente escrito con “k” para remarcar la dureza de las letras y como protesta y crítica de las mismas. Quiero remarcar que mi crítica no va dirigida hacia el folclore, cuyo estudio aporta tanto a la sociedad y a su historia, ni la dirijo a las personas que transmitían estas canciones en generaciones pasadas. Mi crítica se basa en el uso y transmisión de las mismas en la actualidad. La sociedad evoluciona y no podemos quedarnos atrás.
¿Tienen un impacto psicológico las canciones en los niños?, ¿cómo puede un adulto discernir entre las canciones infantiles inofensivas y las potencialmente perjudiciales?
Por supuesto que tienen un impacto psicológico. Todo lo que rodea a un menor lo tiene. Por ejemplo, en algunas de las canciones recopiladas se normaliza la violencia de género, hasta el punto que en una de ellas se explica literalmente cómo un hombre asesinó a su mujer y cómo se deshizo del cuerpo. Toda esta letra se acompañaba de unos gestos que lo escenificaban. En mi generación la cantábamos y jugábamos a las palmas entre risas e inocencia. Por tanto, el impacto psicológico no es inmediato; yo lo definiría más como un impacto psicológico social, que va tomando forma con los años, en una normalización de las conductas violentas hacia la mujer, la burla hacia la discapacidad, la intolerancia hacia la diversidad, la violencia animal… La conciencia social va evolucionando y hay adultos que, actualmente, si escucharan a sus hijas e hijos cantar esas letras alucinarían. La forma de discernir entre canciones perjudiciales o inofensivas es bastante fácil, solo hay que utilizar la lógica y ser humanos; descartar la intolerancia en cualquier ámbito y promover el respeto y los valores sociales, con la principal finalidad de convertir a esos menores en buenas personas, que es lo más importante en la educación.
¿Hay alguna canción infantil que consideres particularmente preocupante en términos de su contenido y mensaje?
La de “Don Federico” es ciertamente inquietante. Describe como asesina a su mujer, como esconde el cadáver, y cómo la gente se convierte en cómplice. Los gestos que la acompañaban y esa música casi cómica ponen los pelos de punta. Es todo muy siniestro.
¿Hay alguna manera de reinterpretar o adaptar las canciones infantiles tradicionales para hacerlas más apropiadas para los niños de hoy en día?
Sí, además que eso se lleva haciendo desde hace mucho tiempo, tanto en canciones como en cuentos. Incluso hay colegios dónde se hace con la participación del alumnado para que a su vez sean partícipes del cambio. En edades avanzadas es dónde se puede analizar esa comparativa social.
La educación en el juego es hoy día más sofisticada y especializada; con juegos muy definidos y un target muy concreto. ¿Crees que han evolucionado también las canciones?, ¿hemos mejorado en este sentido?
Las canciones han evolucionado muchísimo. Con la globalización que han traído las redes sociales y plataformas digitales hoy es posible encontrar recursos musicales de cualquier parte del mundo, lo cual enriquece mucho la cultura de un aula. Hemos mejorado porque ciertas pedagogías han evolucionado en la forma de entender al menor, en adaptarse a ellos y respetarles; y todo esto se ha trasladado a la música infantil. Pero ojo, aún hay que mantenerse alerta porque existe música actual infantil que fomenta los roles sexistas e intolerantes.
Lo importante es que las canciones incluyan mensajes de respeto hacia las diferencias
Recomendaría para la infancia muchísimos tipos de música, no solo la que se cataloga como canción infantil. Lo importante es que las canciones incluyan mensajes de respeto hacia las diferencias: hacia la diversidad en todos sus ámbitos, el respeto hacia los animales, el cuidado de la naturaleza, que transmitan emociones y, sobre todo, que se respete a la niña y al niño.
Hay gente que no le da importancia a enseñar canciones macabras…
Si son conscientes de esos elementos macabros y aun así se las quieren enseñar a sus hijos poco tendría yo que decir. Hay adultos que piensan que esta crítica a las canciones no es importante. Este tema, como cualquier revisión del pasado, genera un gran debate. Muchas personas argumentan “nuestra generación las hemos cantado y no nos ha pasado nada”. Otro argumento recurrente que utilizan los que se sienten ofendidos por este estudio es “¿y ahora los niños y niñas con el reggaeton?”. No entienden que el reggaeton, por ejemplo, no se cataloga como género infantil. Pero no es lo normal encontrarte con este tipo de gente; al revés, son muchísimas las personas que, al conocer el proyecto, por primera vez se han cuestionado este asunto y les ha gustado el enfoque y lo que les ha despertado.
Hay publicados varios libros tuyos, como La aventura de Ariadna o El pequeño Camarón, dos obras de carácter infantil. Cuéntanos un poco acerca de ellos.
El primer libro fue un cuento infantil. La aventura de Ariadna, que tuvo dos ediciones y está dedicada a mi hija Ariadna. La escribí cuando ella era pequeña y cuenta la historia de una niña que conoce a unas criaturas fantásticas, “los arduendes”, y ella los ayuda a salvar a su pueblo. A través del cuento se transmiten valores tan importantes como la amistad y la empatía.
Del segundo libro, El pequeño Camarón, también se han publicado dos ediciones. Lo creé como herramienta educativa para trabajar el flamenco en el aula. Necesitaba un soporte visual adaptado a la infancia. El cuento lo tenía escrito y, para su publicación, el ilustrador Francisco Asencio dio vida a cada personaje de una forma increíble. Con este cuento he realizado talleres en muchos centros educativos, bibliotecas, librerías, tiendas educativas, ferias del libro… muchas niñas y niños han conocido datos, instrumentos y soportes del flamenco a través de la figura del pequeño Camarón que, cómo es obvio, representa a Camarón de la Isla.