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Madrid
Madrid y las discriminaciones del coronavirus: la salud
Las personas que viven en los distritos del sur de Madrid, con los peores indicadores sanitarios de toda la ciudad, tienen todas las de perder frente a la pandemia del covid-19. Última entrega de la serie “Madrid y las discriminaciones del coronavirus”.
La salud presenta un claro gradiente social que ya se había observado durante las grandes pandemias del siglo XX y que está ampliamente probado en el terreno de la salud pública en general. La posición socioeconómica de una persona condiciona su salud en todos los países del mundo, en términos de alimentación, hábitos, esperanza de vida, acceso a servicios sanitarios e independientemente de la riqueza nacional o ‘nivel de desarrollo’ del país en cuestión. También en los europeos Estados del bienestar existen diferencias significativas, que se observan incluso al interior de microsistemas como las ciudades, como es el caso de Madrid, donde se dan patrones socioespaciales por distritos en los niveles de salud de sus habitantes.
Madrid
Madrid y las discriminaciones del coronavirus: el trabajo
Junto con la casa, el trabajo es otro de los frentes de lucha donde las familias de menor renta tienen todas las de perder. En esta tercer entrega de la serie “Madrid y las discriminaciones del coronavirus”, abordamos las desigualdades laborales entre los distritos de Madrid.
A su vez, el coronavirus ataca de manera más violenta a aquellas personas cuya salud previa se halla más debilitada. Diferentes estudios[1] identifican un incremento del riesgo de gravedad del covid-19 en función de ciertas condiciones de salud: enfermedades crónicas cardíacas o pulmonares, diabetes, presión arterial alta, cáncer, sobrepeso y obesidad…
Es un hecho que en los distritos con peores condiciones socioeconómicas de Madrid las personas tienen peor salud, algo ampliamente demostrado en el último “Estudio de Salud de la Ciudad de Madrid 2018”, editado por el Ayuntamiento de Madrid.
En el caso de los hombres, la brecha interdistrital relacionada con el nivel socioeconómico del territorio es más clara: los peores datos se encuentran en Puente de Vallecas, donde los hombres vivirían de media cinco años menos que en Barajas
La propia esperanza de vida difiere hasta 3,2 años entre Puente de Vallecas y Barajas (los extremos inferior y superior de la escala), una brecha que, desagregada por sexo, permite observar que, si bien para las mujeres la esperanza de vida es más homogénea en toda la ciudad (la divergencia máxima es de 2,3 años entre Villa de Vallecas y, de nuevo, Barajas), en el caso de los hombres, la brecha interdistrital relacionada con el nivel socioeconómico del territorio es más clara: los peores datos se encuentran en Puente de Vallecas, donde los hombres vivirían de media cinco años menos que en Barajas.
A excepción de Centro, que cuenta con el segundo peor dato en esperanza de vida para los hombres, los siguientes 13 distritos situados en los valores más bajos cuentan con una renta media por persona inferior a la media de la ciudad, mostrando así una clara correlación entre la esperanza de vida de los hombres y la riqueza.
Esta brecha es todavía superior en el caso de la esperanza de vida en buena salud, un dato que permite indicar estadísticamente los años que una persona vivirá sin limitación crónica a su actividad habitual. Teniendo en cuenta ambos sexos, en este caso los peores datos son para Tetuán (54,69 años), Villa de Vallecas (56,48) y Villaverde (57, 67), seguidos por Carabanchel, Usera, San Blas-Canillejas, Puente de Vallecas y Arganzuela (alrededor de los 60 años). Los valores máximos son para Barajas (65,44), con una enorme brecha de 13 años entre el mejor y el peor dato[2].
Madrid
Madrid y las discriminaciones del coronavirus: la casa
Ya sea en el confinamiento total o en las cuarentenas obligadas, la vivienda se ha convertido en el principal escenario de lucha contra el covid-19. En los barrios y distritos del Sur y Sureste de Madrid, las peores condiciones de habitabilidad han favorecido la expansión del virus.
Estos datos pueden indicar que, en general, la salud es peor en ciertos lugares de la ciudad. Ahora bien, analizando algunas de las patologías que incrementan el riesgo de sufrir una enfermedad grave por coronavirus, se observan también diferencias significativas entre los distritos que apuntan, igualmente, a criterios de renta.
A pesar de las excepciones que, por supuesto, hay, todas estas afecciones tienen una presencia comparativamente superior en ciertos distritos socioeconómicamente más precarios. El distrito de Latina es el que presenta mayor proporción de personas con enfermedades crónicas en general, y con hipertensión arterial y diabetes en particular, seguido por Moratalaz, Puente de Vallecas, Ciudad Lineal y San Blas-Canillejas, en el primer caso, y por Usera, Tetuán, Puente de Vallecas y Carabanchel, en el segundo.
También el sobrepeso y la obesidad, importantes factores de riesgo de una serie de enfermedades entre las que se cuenta el covid-19, tienen un impacto superior entre los habitantes de los territorios menos favorecidos, ya que se trata de condiciones que, al menos en las sociedades posindustriales, presentan una fuerte correlación inversa con el nivel de estudios y la clase social, especialmente en el caso de la obesidad. Esta relación es muy evidente si se agrupan los distritos de Madrid en cuatro grupos por “nivel de desarrollo“ (determinado en base al Índice Combinado de Salud, Conocimiento y Renta): en los distritos con menor desarrollo (Carabanchel, Villaverde, Usera y Puente de Vallecas), la proporción de personas con obesidad es del 15,3%, cifra que se reduce al 13,2% en los distritos de desarrollo medio-bajo (Tetuán, Ciudad Lineal, Moratalaz, San Blas-Canillejas, Villa de Vallecas, Latina y Vicálvaro), se queda en el 10,5% para los distritos de desarrollo medio-alto (Arganzuela, Centro, Fuencarral-El Pardo, Barajas y Hortaleza), y desciende al 8,5% en los distritos con mayor desarrollo (Chamartín, Salamanca, Chamberí, Retiro y Moncloa-Aravaca)[3]. En el cruce entre género y clase, esta correlación entre obesidad y riqueza es todavía más clara: mientras que el 7,3% de las mujeres de la “clase social más elevada” tienen obesidad, el porcentaje aumenta al 24% entre las mujeres de clase social más baja[4].
Los datos demuestran que el riesgo de una mala salud mental, fundamentalmente en lo tocante a ansiedad y depresión (el indicador no se refiere a problemas psicóticos), se reduce a medida que aumenta el “nivel de desarrollo” del distrito en cuestión
Por otra parte, también mantener la salud mental es más complicado en función de las condiciones socioeconómicas. Así, los datos demuestran que el riesgo de una mala salud mental, fundamentalmente en lo tocante a ansiedad y depresión (el indicador no se refiere a problemas psicóticos), se reduce a medida que aumenta el “nivel de desarrollo” del distrito en cuestión, así como que, independientemente del distrito, afecta más a las mujeres que a los hombres. Considerando los grupos de distritos de menor a mayor desarrollo, el porcentaje de personas de ambos sexos en riesgo de sufrir estos problemas decrece: 23%, 21,9%, 20% y 18,3%[5].
Hay, efectivamente, una relación entre la salud mental y la estabilidad material. Aquí encontramos uno de los círculos viciosos amplificados por la pandemia y la forma de gestionarla, pues, como consecuencia de ésta, no sólo aumentan las precariedades económico-laborales a las que estas personas tienen que enfrentarse, sino que, en el caso del confinamiento, se ven encerradas con todos sus convivientes en casas comparativamente más pequeñas, con mayores porcentajes de hacinamiento e infravivienda, en muchos casos sin posibilidad de habitaciones separadas para realizar las diferentes funciones… La pandemia supone, en definitiva, un impacto mayor sobre la salud mental justo en aquellos barrios donde determinadas condiciones dificultaban de por sí el bienestar psicológico a muchas personas.
Coronavirus
Madrid y las discriminaciones del coronavirus: la movilidad y el transporte
Las diferencias entre los distritos de la ciudad de Madrid en su relación con la movilidad y el transporte explican en buena parte la disparidad en el número de contagios. Cuarta entrega de la serie “Madrid y las discriminaciones del coronavirus”.
Por otro lado, el acceso al sistema sanitario no es, en principio, un elemento discriminador, dado su carácter público y universal en España, aunque cabe pensar que, en una pandemia en la que las personas que tienen peor salud son las mismas que están sufriendo más contagios, según los datos espaciales de incidencia del coronavirus en Madrid, serán los hospitales y centros de salud de ciertos distritos los que antes colapsen y se vean obligados a prestar una atención de baja calidad a sus pacientes.
Más allá de esta idea, no se puede menospreciar las dificultades específicas que las personas migrantes pueden experimentar a la hora de tratar de recibir atención sanitaria, a pesar de que formalmente sí tienen acceso al sistema público de salud. Que este acceso sea efectivo no sólo depende de que la ley lo permita, sino de la habilidad de la persona para utilizar los servicios sanitarios con soltura y “teniendo la confianza de que será tratada con respeto”, algo que puede verse ampliamente mermado por barreras lingüísticas o estereotipos sociales contra las minorías[6]. En el caso de los extranjeros irregulares, a esto se suma el miedo que con razón pueden experimentar hacia todo lo que tenga que ver con instituciones del Estado. En fin, estas personas acudirán menos al médico o lo harán más tarde, cuando se trate ya de una dolencia grave, con los efectos perniciosos que ello tiene para su salud. Cabe mencionar que este tipo de dificultades también va a darse con mayor frecuencia en los distritos con peores condiciones socioeconómicas, ya que es allí donde las personas migrantes residen en mayor proporción.
En la otra cara de la realidad sanitaria, se encuentra el propio personal sanitario, cuyas malas condiciones laborales y, sobre todo, de desempeño de su actividad, ya han sido y están siendo ampliamente denunciadas, en España en general y en Madrid en particular, al hilo de esta pandemia que se ha encargado de empeorarlas y visibilizarlas. Estas personas, que han estado y están constante y directamente expuestas al virus, son principalmente mujeres. La feminización del personal sanitario alcanza en España el 66%, una cifra que aumenta hasta el 84% en el caso de las enfermeras.
En ese sentido, el 76,5% de los profesionales sanitarios contagiados (hasta el 11 de mayo) han sido mujeres[7].
Existen, en definitiva, unos determinantes sociales que, en términos de salud, van a hacer que unas personas sean más vulnerables al virus que otras. Comparativamente, en los distritos del sur y sureste de Madrid se concentra una mayor vulnerabilidad en lo tocante a la salud de sus habitantes. Esta realidad debe entenderse en conjunción con otros elementos adversos que se dan específicamente en los mismos lugares: mayor presencia de infravivienda y hacinamiento, casas más pequeñas, trabajos más precarios y necesariamente presenciales y uso cotidiano obligado del transporte público.
Si la exposición al virus es superior entre los residentes de estas zonas y, a su vez, son estas mismas personas las que tienen peores condiciones de salud en lo tocante a patologías que específicamente agravan el covid-19, parece claro que no sólo se contagiarán más (tal y como llevan semanas demostrando los datos de la situación epidemiológica) sino que, en comparación, sufrirán síntomas más graves, serán más frecuentemente hospitalizadas. Parece lógico que también morirán más. Desde el punto de vista socioespacial, existe en Madrid una segregación principalmente articulada en torno al eje socioeconómico (al que se pueden unir, desde el punto de vista de la vida de los individuos, otras condiciones socialmente adversas, como ser migrante o mujer), que atenta directamente contra el derecho básico y universal a la salud en esta pandemia.
NOTAS
[1] Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, “Las personas con ciertas afecciones”, CDC, 6 de octubre, 2020. Disponible aquí; M. Hamer, C. R. Gale, M. Kivimäki y G.D. Batty, Overweight, obesity, and risk of hospitalization for COVID-19: A community-based cohort study of adults in the United Kingdom, PNAS, 117(35), 2020, pp. 21001-21013. Disponible aquí; OMS, “El tabaco causa el 20% de las defunciones por cardiopatía coronaria”, OMS, 22 de septiembre, 2020. Disponible aquí.
[2] J. M. Díaz Olalla (Dirección técnica); M. T. Benítez Robredo, M. Rodríguez Pérez, y M. R. Sanz Cuesta (Coordinación), Estudio de Salud de la Ciudad de Madrid 2018, Madrid Salud, Ayuntamiento de Madrid; 2020, pp. 229-230. Disponible aquí.
[3] Ibid., p. 306.
[4] Ibid., p. 303.
[5] Ibid., p. 310.
[6] A. Szczepura, “Acces to health care for ethnic minority populations”, Postgrad Med J, 81(953), 2005, pp. 141-147.
[7] Instituto de Salud Carlos III, Análisis de los casos de covid-19 en personal sanitario notificados a la RENAVE hasta el 10 de mayo en España, Madrid, Instituto de Salud Carlos III, 2020.
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Hay que parar a la extrema pandemia y vencer a la muerte. Es inadmisible que la gente muera, actualmente está muriendo gente de 87 a 99 años y eso no puede ser. Hasta que no logremos una mortalidad de cero personas por cada millón, no podemos relajarnos y seguir viviendo como si nada. Hay que tener paciencia y sacrificarse, esto podría tardar casi 70 años en lograrse pero merece la pena, todo es para proteger a los más débiles
No se puede culpar a las personas que piensan de diferente manera, pero, ¿como puede tener tan alto índice de voto liberal conservador, en los barrios de menos renta?, que como bien refleja el artículo son los mas perjudicados en salud.
Porque la gente no vive del buenismo ni del postureo asociado al mismo. Por mucha mani y demás pasada la fiesta los desfavorecidos siguen igual y por eso a la hora de la verdad el voto va para tener de verdad un futuro al que aspirar ademas que viendo a los predicadores de los “partidos del cambio” como viven pues...haz lo que digo pero ni sueñes hacer lo que hago